LESVAC 49

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La Emperatriz se volvió a casar 49

El significado del regalo



El rostro de Rashta se iluminó de alegría al abrir el regalo.

"¡Oh, Dios mío! ¡Gracias, Su Majestad! ¡Qué hermosa!"

"¿Le gusta?"

"¡Sí! Es verdaderamente hermosa."

Rashta giró la espada varias veces, sus ojos brillando de admiración ante la empuñadura cubierta de joyas y los detalles finamente grabados en la cuchilla.

"Tener una espada tan hermosa..."

No podía evitar sonreír y hacer exclamaciones de agradecimiento. Claramente no entendía el significado del regalo...

"Me alegro de que le guste."

No creí que fuese necesario explicárselo, así que me di la vuelta.

"Bueno... Su Majestad."

Rashta me llamó. Me di la vuelta para mirarla. Dejó la espada en el sofá y se acercó a mí con las manos sobre su estómago. ¿Qué estaba haciendo? Se paró frente a mí, frotando suavemente su vientre.

"Muchas gracias por venir. Estoy tan feliz. Rashta realmente quiere ser amiga de Su Majestad..."

Su adorable voz, inocente comportamiento y mirada cálida, eran suficiente para compensar su falta de etiqueta ante los ojos de los demás nobles. Sin embargo, su encanto no me impresionó.

Me volteé en vez de responder. No era yo la mujer de honor de este día. Quería pasar unos pocos minutos saludando otros amigos y después retirarme a mi habitación, pero Rashta parecía tener más que decir.

"Su Majestad, está... ¿está bien si le pido un favor?"

La miré indiferentemente.

"¿Qué clase de favor?"

Rashta juntó sus manos y me miró con sus grandes y oscuros ojos.

"Puede bendecir a mi bebé."

Muchas personas se acercaban a mí a menudo para que bendijese a su bebé, el pedido de Rashta no era inusual. Sin embargo...

"Debo rechazar su petición."

Esta vez no quería hacerlo. No creía que mis bendiciones tuvieran algún efecto significativo, y aunque lo tuvieran, no quería bendecir al bebé de Rashta.

Sus ojos se ensancharon como si no esperara que me negara en público, se veía como un cachorro pateado.

"¿Será feliz el niño que reciba mi bendición?"

El rostro de Rashta se enrojeció.

"Pero si aun así lo quieres, lo haré."

El sonrojó de Rashta fluyó a sus orejas y ella bajó sus ojos. Su mirada lastimera parecía estimular a Sovieshu a actuar. Me miró enojado, y se quejó en voz baja.

"¿Es esto realmente necesario?"

Algunas personas se voltearon ante el sonido. Sovieshu miró alrededor y bajó su voz aún más.

"¿Tienes que avergonzarme delante de todas estas personas?"

"No era mi intención."

"Bendices bebés casi todos los días. ¿Es tan difícil para ti hacerlo una vez más?"

"A veces las palabras pesan más que mil piezas de oro."

"¿Entiendes lo que estás diciendo?"

"Sí. Estoy segura de que no quieres escucharlas en un momento como este."

Sovieshu me miró con una mirada pétrea, y los nobles que nos rodeaban lo miraban con mayor curiosidad. Hablé con una voz que estaba apenas por encima de un susurro.

"Si no quieres drama, deja de iniciarlo tú mismo."

Sovieshu mantuvo su rostro sin expresión y se volteó como si estuviera harto. Se quedó al lado de Rashta que lo miró con ojos grandes y pasó su mano por su vientre. No podía ver la expresión del emperador porque estaba de espaldas, pero era obvio que ambos estaban en su propio mundo.

Ya no quería estar en este lugar, así que me di la vuelta, pero después cambié de idea. Volví y me acerqué al sofá mientras Sovieshu me miraba atentamente. '¿Qué vas a hacer?' Estaba claramente escrito en su rostro.

Caminé entre los dos y hablé con Rashta.

"¿Aún quieres mi bendición? Si realmente la quieres, lo haré."

Me dirigí a Rashta, y luego miré a Sovieshu. Aunque él quería que le diera mi bendición, no se veía contento, como si sospechara que yo tenía un cuchillo oculto en mis mangas o en la falda. Pero no ocultaba cuchillos entre mi ropa. Los ocultaba en mi lengua.

Rashta sonrió ampliamente y asintió. Su mano acarició su vientre una vez más. Hablé lentamente, mirando la panza que no mostraba signos de haber crecido.

"Querido niño. Sé como la espada que te he regalado. Espléndido y hermoso."

Rashta estaba sonriendo. ¿Realmente pensó que la maldeciría? Rashta miró brillantemente a Sovieshu.

"¡La Emperatriz bendijo a nuestro bebé!"

A pesar de la alegría de Rashta, Sovieshu me observó con una mirada sospechosa. Me pregunté qué tendría para decir.  No miró hacia otro lado, pero silenciosamente envolvió los hombros de ella con sus manos.
















***














Rashta se recostó en el sofá mientras acariciaba suavemente su estómago. Puso su mano sobre su vientre mientras le hablaba a su hijo.

'Bebé, míralos. Estos orgullosos nobles vinieron todos para verte.'

'Bebé, míralos. Estas personas que te despreciarían por ser un esclavo, ahora te ofrecen su oro y su plata.'

'Bebé, míralos. Todos están por debajo de ti.'

Esta experiencia era diferente de cuando había ganado atención al convertirse en la concubina de Sovieshu. Se sintió feliz de llevar el bebé del emperador y recibir el amor de las personas. Su estatus alguna vez dependió de los caprichos de Sovieshu, pero ahora sería la madre de su primer hijo, y nadie podría cambiar eso. Incluso la Emperatriz, quien la trataba como si fuese invisible, ¡le había dado un presente y había bendecido al bebé!

Rashta sonrió mientras acariciaba la hermosa espada dada como regalo por la Emperatriz Navier. Cuando su hijo creciera, quería que lo admiraran y que llevara esa espada en su cintura, como prueba de que el niño era querido por la Emperatriz. Ella podría o no ser estéril, después de todo.

'Si pudiera eliminar al Vizconde Roteschu...'

El Vizconde era la única nube negra entre ella y el futuro de su familia. Hasta ahora, ella no lo había visto aquí...

Sin embargo, tan pronto como ese pensamiento llegó a ella, vio un rostro que hizo que su corazón se congelara.

'¡Él es...!'

No era el Vizconde Roteschu, pero era un hombre al cual quería evitar incluso más.

El hombre de pie allí, de ojos verdes y cabello marrón oscuro era Alan Rimwell. Conocido como un hombre de trato amable, era el hijo del Vizconde Roteschu y antiguo amante de Rashta.

Ella le devolvió la mirada. El shock de su aparición llegó un momento demasiado tarde cuando se dio cuenta de que no se estaba despertando.

¿Cómo? ¿Por qué estaba él aquí? El Vizconde Roteschu dijo que lo traería a la capital, pero...

Rashta se puso blanca como una hoja de papel mientras cubría protectoramente su vientre con ambas manos.

'Si Alan dice una sola cosa fuera de lugar...'

Alan no se movió, y simplemente miró a Rashta como si fuera una estatua de piedra. Aunque él no estaba tan aterrorizado como ella, parecía estar al borde de las lágrimas.

"¿Señorita?"

El Duque Elgy la llamó desde un costado, ella precipitadamente reacomodó su expresión y se volteó para sonreírle.

"¿Cuándo llegaste?"

En lugar de responder, el Duque Elgy giró la cabeza en la dirección que ella había estado mirando.

"¿A quién estabas viendo?"

Rashta agarró la manga del Duque Elgy alarmada, y él se volteó para mirar la delgada mano llena de cicatrices que lo sujetaba.

"Nada. Sólo estaba pensando."

Rashta se inventó una historia y rápidamente soltó su mano. El Duque miró de regreso en la dirección que ella estaba observando, pero Alan ya se había ido.

Rashta dio un suspiro de alivio. No sabía lo que sería capaz de hacer Alan, aunque según las palabras del Vizconde Roteschu, su hijo no revelaría la verdad.

"¿Tuviste un mal pensamiento?"

El Duque Elgy se impulsó con una mano hasta el sofá donde Rashta estaba sentada. Él se veía como un lobo en el buen sentido, y las damas cercanas se desmayaron por ello. El Duque Elgy no evitaba la atención como persona de la alta sociedad, y en cambio hacía su postura aún más atractiva. Rashta se rió de sus jactancias.

"En realidad no."

"No te veías muy bien."

"No, en absoluto."

Rashta inclinó su cabeza tiernamente y le mostró la espada.

"Mira esto."

El Duque Elgy se sentó al lado de Rashta, y los nobles de alrededor comenzaron a murmurar. El duque era conocido por ser un playboy, y ahora estaba sentado cerca de la concubina del Emperador. Sin embargo, ni el Duque Elgy ni Rashta prestaron atención a la reacción de la multitud.

"¿Esto fue un regalo?"

"Sí. La Emperatriz se lo dio a Rashta."

"¿La Emperatriz?"

"Es un regalo para el bebé."

Rashta sonrió ampliamente para dejar de lado el nerviosismo acerca de Alan.

"¿Puedo verla?"

"Por supuesto."

Ella le entregó el regalo, y el Duque Elgy sacó la mitad de la espada de su vaina. Una sonrisa se dibujó en su rostro mientras inspeccionaba la empuñadura y la cuchilla con cuidado.

"¿Qué te parece?"

El duque asintió satisfecho.

"Es una espada muy fina."

Rashta irradiaba orgullo, pero sentía que algo andaba mal con el Duque.

"¿Qué pasa? ¿Hay algo extraño acerca de la espada?"

"Nada extraño, pero..."

"¿?"

"¿La Emperatriz dijo algo especial al dártela?"

"Bendijo a mi bebé para que sea tan hermoso como la espada."

La sonrisa se volvió más clara en el rostro del Duque Elgy. Rashta lo miró curiosamente, y él le explicó.

"Señorita. Es cierto que esta espada es muy cara, pero es puramente decorativa."

"¿Decorativa...?"

"No tiene uso práctico como arma. No puede ser usada en un duelo, mucho menos en una guerra."

El Duque Elgy miró en dirección a la Emperatriz. Estaba rodeada de personas cercanas a ella, y también observaba al duque. Continuó hablando con Rashta mientras mantenía su mirada fija en la Emperatriz.

"Darle esta espada significa vivir en el esplendor y la belleza, pero también significa no trabajar."

"¡Eso— eso...!"

'Bueno, eso también es una bendición.'

El Duque Elgy murmuró para sí mismo mientras soñaba con poder vivir sin trabajar, pero Rashta ya estaba en un estado de shock. Las palabras resultaban desagradables en sí mismas, pero lo que más la avergonzaba era que había elogiado este regalo delante de todos los demás. Los nobles eran inteligentes, así que debieron entender el propósito de la Emperatriz. Siendo Rashta la única que no lo sabía. ¡Qué ridícula tuvo que haberse visto al aceptar un regalo que fue dado en forma de burla!

"La Emperatriz... me insultó..."

Rashta presionó sus labios con fuerza mientras las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos. Era patética. Eventualmente las lágrimas se derramaron por sus mejillas, y Sovieshu corrió a su lado.

"¿Que pasó, Rashta? ¿Qué sucede?"

Sovieshu miró al Duque Elgy, pero el duque hizo una reverencia con elegancia y se alejó del sofá.

"Rashta, ¿por qué estás llorando en un día tan feliz?"

Sovieshu ignoró la reverencia del duque e hizo lo mejor que pudo para consolarla. Pero a pesar de sus esfuerzos, ella no paró de llorar. Ya se había asustado al ver a Alan anteriormente, y no le salían las palabras.

Sovieshu acarició el hombro de Rashta, y miró a los nobles para que le dieran una explicación. Rápidamente se acercaron y reportaron la conversación entre el Duque Elgy y Rashta. Sus hombros comenzaron a temblar con más fuerza, y Sovieshu suspiró.

"El Duque Elgy tiene una lengua despreocupada."

"El duque solamente ayudó a Rashta a no verse estúpida, Su Majestad."

"No llores, eres la mujer de honor hoy."

"Pero... pero estoy tan triste."

Seguía sollozando, y miró a Sovieshu con sus ojos oscuros, como joyas.

"¿Por qué no me lo dijiste? ¿Tu sabías lo que la Emperatriz quiso decir, no es cierto?"

"..."

En lugar de darle una respuesta, le dio unas palmadas en el hombro. Su respuesta tácita fue clara como el día. Rashta estaba aún más convencida de que el Duque Elgy era mucho más confiable. Sintió que su decisión de confesarle al duque lo de su otro hijo en vez de a Sovieshu fue acertada.

Mirando sus labios y pestañas temblorosas, Sovieshu dio otro suspiro.

"No pensé que pudieras mantenerlo bajo control, Rashta."

Rashta cubrió su vientre con sus manos e inclinó su cabeza.

"Tengo miedo."

"¿Miedo?"

Ella habló en voz baja.

"La Emperatriz nos miró con desprecio a mí y al bebé delante de todos. Si lo hace tan abiertamente, ¿qué sucederá si la Emperatriz acosa al príncipe o a la princesa en el futuro...?"

Todo lo que ella quería era consuelo y la promesa de que Sovieshu protegería a su bebé. Debido a que la Emperatriz hablaba tan duramente, esperaba que Sovieshu se pusiera de su lado.

No obstante, Sovieshu estaba más sorprendido por otra cosa. Fue porque Rashta llamó al bebé un príncipe o princesa.

Sovieshu no fue el único. Los nobles que escuchaban la conversación se pusieron rígidos y se miraron entre sí.

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