LESVAC 37

LESVAC 37







La Emperatriz se volvió a casar 37

Un cambio repentino



Vizconde Langdel era un joven enamorado de Duquesa Tuania. Cuando fue seleccionado como pareja de baile de la Duquesa en la fiesta de Año Nuevo, él se sintió como si tuviera el mundo en sus manos. Ese mismo joven apuñaló a Rashta...

"Debió haber pensado que fue la Señorita Rashta la que comenzó el rumor acerca de Duquesa Tuania."

La dama de compañía que trajo la noticia se veía sorprendida.

"¿Cómo lo sabes?"

"Cuéntame los detalles."

"Todo comenzó bien. Fue Rashta quien lo dejó entrar en su habitación. No sé por qué."

Rashta debió haberlo dejado entrar porque sabía que era un joven sufriendo por amor. Ella había observado a los hombres que se reunieron alrededor de la Duquesa en las celebraciones de Año Nuevo.

"No sé si puedo decir esto, pero..."

La dama comenzó a tartamudear de una manera compungida, y después hizo un gesto con sus manos implicando que ignoráramos eso y comenzó a hablar de nuevo.

"Duque Elgy entró pateando la puerta, diciendo que olía sangre, y afortunadamente golpeó—no, detuvo a Vizconde Langdel. El Vizconde fue detenido en el acto."

"¿Duque Elgy? ¿Ha vuelto?"

"Sí, pero esta no es la parte importante, Su Majestad. Cuando Vizconde Langdel fue capturado, el no dejaba de gritar que Rashta había arruinado a Duquesa Tuania..."

La dama de compañía me dirigió una corta mirada.

"Es por eso que me sorprendí cuando usted mencionó a Duquesa Tuania de repente, Su Majestad. ¿Realmente hay alguna relación ahí?"

Aunque ambas nos habíamos aproximado desde situaciones diferentes, llegamos al mismo tema.

"¿Cómo está la Señorita Rashta?"













***












"¿Cómo está ella?"

Sovieshu lo repitió, mirando los vendajes que envolvían el abdomen de Rashta. Se veía en un estado terrible. El doctor exhaló y se quedó viendo fijamente a Sovieshu, como pidiéndole que mantuviera la calma.

"¡Solo dímelo!”

Sovieshu levantó su voz hasta gritar, y el doctor cerró los ojos.

"Su Majestad, por favor quédese en silencio por un momento. No puedo concentrarme."

Sovieshu se retiró y caminaba por la habitación de brazos cruzados, la ansiedad lo carcomía. Sentía que se estaba volviendo loco. El doctor ya había dejado claro que la herida no amenazaba su vida después de la primera examinación, así que, ¿por qué estaba comportándose de esa manera?

Después de dar un par de vueltas llegó a encontrarse cara a cara con Duque Elgy, quien estaba parado cerca. El Duque lo saludó con una leve sonrisa, y Sovieshu le dio unas palmadas en el hombro.

"Gracias. Salvaste a Rashta."

Estaba tan preocupado antes que se olvidó de la existencia del Duque.

"Solo fue suerte."

"Sí..."

Sovieshu asintió y comenzó a caminar de nuevo, inconsciente de que Duque Elgy seguía observándolo cuidadosamente.

"..."

Duque Elgy inclinó la cabeza. Había salvado a Rashta, pero Sovieshu no mencionó el hecho de que otro hombre vino a la habitación de su concubina a última hora de la noche. El Duque estaba sorprendido de ver al emperador sobrellevarlo con tanta calma.

'¿Está sorprendido o—?'

Su pensamiento fue interrumpido por la voz del doctor del palacio.

"¿Qué es esto? ¡Qué extraño!"

Duque Elgy dejó de observar a Sovieshu para mirar al doctor, que había soltado la muñeca de Rashta y en su lugar estaba sintiendo su estómago.

"¿Puedes presionar la herida de esa manera?"

Sovieshu se quejó con el doctor, pero él solamente sonrió.

"No en esta parte. Y no estoy presionando con fuerza, Su Majestad."

Sovieshu estaba a punto de darle otra advertencia, cuando el doctor gritó y se dirigió a él.

"¡Felicitaciones, Su Majestad!"

"¿Felicitaciones? ¿Felicitaciones por qué?"

"¡Hay un bebé en el vientre de la Señorita Rashta!"

Los demás hombres en la habitación se quedaron helados.

"¿Bebé...?"

Sovieshu miró el vientre de Rashta sorprendido. Se veía plano para él.

"¿Bebé?"

"Creo que la Señorita Rashta quedó embarazada después de que la rescató del bosque, Su Majestad."

Un silencio de sorpresa llenó la habitación. Sovieshu se cubrió la boca con su mano.

"Bebé..."













***












Mientras me preparaba para trabajar, me quedé viendo al espejo mientras Condesa Eliza peinaba mi cabello con una expresión seria. Ella notó que la estaba mirando y sonrió con dificultad, pero su expresión seguía siendo rígida.

"¿Está todo bien, Condesa Eliza?"

Ella respondió con un suspiro.

"En realidad... Hay muchas cosas de qué preocuparse."

No pude hacer más que estar de acuerdo con ella. Hubo una secuencia de incidentes, todos al mismo tiempo... Duquesa Tuania estaba en proceso de divorcio, mientras que Vizconde Langdel había apuñalado a Rashta como venganza...

Laura estaba insertando la pluma en mi sombrero cuando habló.

"¿Qué pasará con Vizconde Langdel?"

Sonaba preocupada, ya que el Vizconde era un conocido suyo. Apuñalar a la concubina de un emperador definitivamente era un crimen, y actualmente el Vizconde estaba siendo retenido en prisión.

"No te preocupes, averiguaré más al respecto."

"No puedo creer que Vizconde Langdel hiciera eso. Es imposible de creer."

Una dama de compañía abrió la boca para consolar a Laura, pero antes de que pudiera decir algo, otra dama de compañía entró en la habitación.

"Su Majestad. El Emperador está aquí."

"¿A esta hora?"

Todavía era temprano por la mañana. ¿Sovieshu estaba aquí en persona en vez de enviar un mensajero? Me quedé mirando perpleja a la dama de compañía.

"Déjalo entrar."

A pesar de mi molestia, no tenía elección, la dama de compañía hizo un sonido de afirmación y se apuró en salir de nuevo. Dejé de mirar hacia el espejo y miré en dirección a la puerta, y unos momentos después, Sovieshu entró a mi habitación. Me pregunté qué palabras de consuelo debía ofrecerle. Sin embargo, para mi sorpresa, no se veía angustiado. En vez de enojo o tristeza, algo en su rostro parecía mostrar una leve felicidad.

"¿Su Majestad?"

¿Quizá la herida de Rashta era más leve de lo esperado? Sin embargo, no había razón para estar feliz al respecto.

"¿Está bien la Señorita Rashta?"

La respuesta que me dio me dejó sin palabras.

"Rashta está embarazada."

Por un momento, no pude procesar lo que había escuchado. ¿Quién estaba embarazada? ¿Rashta?

"...no puedo ofrecerte mis felicitaciones."

Las palabras honestas involuntariamente salieron de mi boca. Sovieshu me observó con una mirada crítica, pero era cierto. No podía celebrar esto con él.

"Puede que no sea reconocido como parte de la familia imperial, pero sigue siendo mi primer hijo."

"Lo sé."

Mi corazón saltó en mi pecho, pero su rostro parecía extrañamente tranquilo. Tal vez mi rostro se veía igual de frío.

"No tienes que dar tus felicitaciones. No obstante, a partir del próximo mes, espero que aumentes su asignación tanto como la de las concubinas que tienen hijos."

"Por supuesto."

Lo habría hecho de todos modos.

"Rashta aún no ha despertado, pero sus heridas no amenazan su vida."

No respondí a esa información que Sovieshu me dio, en cambio mantuve mis ojos fijos en un sillón. Conté las flores y hojas en el patrón del tapizado. Él exhaló con fuerza, y no miró atrás cuando salió de la habitación. Incluso después de que se fue, simplemente me quedé congelada.

Estuve así un rato, cuando noté una figura sentada en el alféizar de la ventana. Reina estaba allí, con el pico abierto. La ventana no estaba cerrada, así que debió haberse sentado en el alféizar y esperado a que lo notara. ¿Vino durante la conversación?

De todas maneras, era afortunada. Cuando me acerqué, Reina voló a mis brazos, me abrazó con su cuerpo y enterré mi rostro entre sus alas. Reina me envolvió con sus grandes alas lo mejor que pudo. Podía escuchar su pequeño corazón latiendo audiblemente.

"Gracias... es mucho mejor tener a alguien que te abrace."

Un abrazo era mejor que mil palabras.

La noticia se extendió en cuestión de horas. Todos me miraban subrepticiamente en el palacio central, y rápidamente se callaban cuando pasaba. Tan pronto como llegó la hora de la cena, envié a los trabajadores de regreso. A pesar de mi éxito en mantener mi compostura tranquila todo el día, mis músculos faciales estaban fatigados.

¿Qué debo hacer cuando nazca el bebé de Rashta? Recordé cómo la emperatriz anterior trataba a los hijos ilegítimos del emperador. Había tratado a la mayoría de ellos lo suficientemente bien, pero era fría con los hijos de las concubinas que no le gustaban particularmente.

"..."

No sería fácil. La gente simpatizaba con los niños pequeños, y tanto Rashta como Sovieshu eran tan hermosos que su bebé seguramente sería tan encantador como un hada. Si fuera fría con un niño tan precioso, que también era el primer bebé del Emperador, mi reputación se arruinaría. Todos me mirarían y susurrarían, "¿Qué le pasa?" Además, si no quería que ese niño tuviera ideas tontas, tenía que dar a luz a mi propio hijo legítimo antes de que la brecha de edad se volviera demasiado grande.

Tan pronto como entré en mi habitación, me dejé caer sobe el sillón y respiré hondo. Era como si el aire circundante intentara aplastarme.

"Su Majestad."

Mi mano descansaba sobre mi sien cuando levanté la cabeza y vi a Condesa Eliza cerca de mí.

"¿Qué pasa?"

"El Príncipe Heinley está aquí. Parece tener prisa por verla..."

"¿El Príncipe Heinley?"

Me incorporé en el sillón. ¿Por qué está aquí?

Desde que se convirtió en un amigo secreto, el Príncipe Heinley no había venido a visitarme directamente, eligiendo solo intercambiar los saludos y bromas habituales cuando nos encontrábamos afuera. También lo visité solamente una vez cuando estaba preocupada por Reina. Si ha venido en persona, debe ser urgente.

"Tráelo."

Preocupada, salí rápidamente al salón. No era necesario que me cambiara, ya que aún no me había quitado la ropa formal. Al mismo tiempo que entré en el salón, entró el Príncipe Heinley.

"¿Le gustaría tomar el té, Su Majestad?"

"Sí, gracias, Condesa."

Tan pronto como Condesa Eliza cerró la puerta detrás de ella, el Príncipe Heinley se acercó a mí y levantó los brazos en el aire.

"He estado queriendo consolarte. ¿Puedo darte un abrazo como amigo?"

Lo miré y el Príncipe Heinley me miró alentadoramente.

"Los amigos se abrazan para consolarse."

Oh... para eso estaba él aquí. Vino corriendo para animarme. Una sensación de alivio inundó mi cuerpo.

"Bien."

Tan pronto como me le acerqué, me abrazó con fuerza.




No pude evitar notar la firmeza y amplitud de sus hombros. Incliné mi frente hacia delante, inhalando un aroma familiar. Siempre era el aroma de Reina. ¿Reina olía como el príncipe o el príncipe olía como Reina?

Aunque el abrazo de Reina era reconfortante, el cuerpo del Príncipe Heinley era mucho más grande. Me sentí segura mientras estaba envuelta en sus brazos. Su cuerpo parecía decir que todo estaba bien, y entre el olor familiar y los brazos desconocidos, la confusión en mi mente se calmó. Incluso el sonido de sus latidos me dio una sensación de seguridad. Era saludable, fuerte y rápido.

"Yo realmente…"

"?"

"Realmente debo ser un estúpido imbécil, Reina."

"¿De qué estás hablando?"

"Vine aquí para consolarte porque temía que estuvieras disgustada. Pero mientras tanto estaba teniendo malos pensamientos."

"¿Malos pensamientos?"

¿De qué estaba hablando? Aparté mi frente confundida y di un paso atrás, mientras el Príncipe Heinley bajaba los brazos. Su cara estaba roja cuando retrocedió un poco.

"¿Estaba demasiado cerca de ti?"

Lo miré con preocupación, y me dio un tentativo "¿Huh?" Sus orejas se pusieron rojas y agitó las manos.

"No estaba teniendo malos pensamientos sobre eso, Reina. Absolutamente no. No soy el tipo de persona que se emociona así."

"..."

¿Emocionado…?

Lo miré fijamente.

"Me estoy volviendo loco."

El Príncipe Heinley se cubrió los ojos con ambas manos como si quisiera que la tierra se lo tragara.

"Ni siquiera me preguntaste en primer lugar. Me metí en esto, ¿no?"

"…Un poco."

Ante el sonido de su angustia, mi boca no pudo evitar curvarse.

"Bueno, estoy sonriendo en medio de esto. Las emociones humanas son complicadas."

"Bueno, me alegra que mi vergüenza te haya hecho sonreír."

El príncipe suspiró y luego se echó a reír. Justo entonces, Condesa Eliza entró con el té. Puso la bandeja sobre la mesa, luego se apresuró a dejar el par de tazas y nos dejo solos nuevamente.

Le ofrecí una taza de té y él la aceptó cuidadosamente. Podía sentir su mano temblar cuando nuestros dedos se rozaron entre sí. Su mirada se dirigió hacia abajo cuando lo miré, pero lentamente levantó los ojos, revelando los iris púrpuras bajo sus suaves pestañas doradas. Era cautivador.

"Si el Príncipe Heinley fuera una mujer..."

"¿Hm?"

"El Emperador se enamoraría de ti. Tus ojos son preciosos."

"Qué forma tan peculiar de dar un cumplido."

Me miró por un momento, se echó a reír y luego se llevó la taza a los labios.

"Si fuera mujer, me convertiría en la dama de compañía de la Reina."

"¿Mi dama de compañía?"

"Podríamos permanecer juntos todo el día."

"¿Quieres ser mi dama de compañía?"

"Eso no. Concéntrate en la parte después de eso, Reina."

Hubo risas de nuevo. Después de escuchar las noticias sobre el bebé, me alegró encontrar alivio con el Príncipe Heinley, aunque sabía que era una medicina temporal y volvería a sentir náuseas después de que se fuera. Cuando estaba a punto de sacar el tema sobre el pájaro Reina, Condesa Eliza volvió a llamar a la puerta.

"Su Majestad, Duquesa Tuania está aquí."

¿Duquesa Tuania?

"Tráela."

¿Qué estaba haciendo ella aquí en este momento? Tenía una buena relación con la Duquesa, pero ninguna mujer de la nobleza podía visitarme por la noche sin invitación, a menos que fueran mis damas de compañía. Estaba sorprendida porque sabía que estaba cargada de problemas. ¿Había algo que necesitara que hiciera por ella?

Cuando Duquesa Tuania entró, sus ojos estaban húmedos.

"Me retiraré, Reina."

El Príncipe Heinley se dio cuenta de que no era una conversación en la que debiera involucrarse, así que asintió a la Duquesa y se fue. Tomé la mano de la Duquesa y la llevé a sentarse en el sofá.

"¿Qué pasa? ¿Estás bien?"

La espalda de Duquesa Tuania estaba recta y su postura era elegante, pero parecía más desgastada de lo habitual. Tan pronto como se sentó en el sofá, tomó mis manos entre las suyas. Esperé a que ella hablara en lugar de presionarla, y finalmente la Duquesa logró decir las palabras atrapadas en su boca.

"Su Majestad, me avergüenza mucho pedirle esto, pero... por favor salve a Vizconde Langdel."

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