LESVAC 286

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La Emperatriz se volvió a casar 286

SS6: Hermanas (4)



"McKenna, ¿puedes guardar un secreto?"

McKenna se estremeció. Acunó a Laura contra su pecho, mirándome,

"¿Por qué lo preguntas?"

"¿Qué estaba haciendo Heinley ayer en su oficina? Alrededor de las dos."

"Um..."

Entrecerré los ojos,

'Él lo sabe.'

Nuestras miradas se cruzaron, y McKenna se rió nerviosamente,

"Visité su oficina, pero no me dejó entrar."

Había vuelto más tarde aquella noche, pero para entonces Heinley ya había limpiado la oficina.

"¿Qué estaba haciendo?"

McKenna se aclaró la garganta.

"Sólo su trabajo."

"Sus botones estaban desabrochados."

"¡No, no estaba haciendo nada indecente!"

"No pensé eso."

"Ya veo."

McKenna se tapó la boca con una mano. Debe haber dicho algo que no debería.

"McKenna."

Le miré fijamente a los ojos hasta que finalmente cedió,

"Está bien. Pero tienes que hacer como que no lo sabes."

 ***

Dartha fue al Reino del Norte para encontrarse con Vinsel. Pero cuando llegó, Vinsel la llevó a una casa que nunca antes había visto.

"Por aquí."

"¿De quién es esta casa, mamá?"

"Tuya. Si te quedas conmigo siempre, cabe la posibilidad de que te atrapen. Es mejor que vivamos separadas por el momento."

Vinsel sonrió. Dartha se había adaptado bien al Imperio Occidental. Pero durante todo el tiempo que estuvo fuera, Vinsel había estado ahorrando para comprar una casa con un nombre falso. Para ella.

Dartha rompió a llorar.

"¿Qué ocurre, cariño?"

Sorprendida, Vinsel acunó el rostro de Dartha entre sus manos.

"Ahora todo es inútil."

"¿De qué estás hablando?"

Vinsel le preparó chocolate caliente mientras Dartha se lo contaba todo. Todo sobre Evely, sus maestros, la investigación del collar, Navier, Mastas... y el Comandante de la 4ª División. Incluso compartió la última advertencia de Mastas.

"¿Quién se cree que es para darte órdenes?"

El rostro de Vinsel se enrojeció de ira.

"¡Exacto!"

"Dios mío. Ni siquiera llorabas de bebé cuando te caías. ¿Esos imbéciles te hicieron sufrir mucho?"

"La Emperatriz Navier fue buena conmigo. Y los magos."

Dartha moqueó. Vinsel le puso una mano en el hombro,

"¿Quieres que me quede hoy aquí contigo?"

"No, está bien."

Quería que su madre se quedara, pero temía pasar todo el día llorando. No quería que su madre se preocupara.

Pero la respuesta de Dartha sólo hizo que Vinsel se preocupara más por su hija.

Después de que Vinsel se fue, Dartha escribió una serie de cartas. Se disculpó con sus maestros, luego le dijo a Evely que algo surgió en casa, en el Reino del Norte. Por último, para la Emperatriz Navier...

'Aprende por tu propio bien. Sólo espero que no me traiciones.'

Ella escribió y reescribió su carta a Navier varias veces. Al final, la arrugó y plantó su cara en el escritorio.

***

'¿Quiere unirse a la alianza?'

Me senté en mi oficina, revisando los documentos de la Alianza Imperial. Entonces oí un ligero golpe en la ventana. Levanté la vista y vi a Heinley encaramado en el alféizar.

Pensé que había aprendido a no trepar por mi ventana. Suspirando, la abrí.

Heinley extendió una mano,

"Por favor, ayúdeme a entrar, esposa mía."

"¿No puedes entrar tú solo?"

"No puedo. Estoy demasiado débil."

Frunció los labios. Obviamente era mentira, pero se veía demasiado lindo como para seguir enojada.

Tomé su mano extendida. En ese momento, algo me pinchó los dedos y me aparté, sobresaltada.

"¿Qué es eso?"

Sonrió y abrió la mano. Un largo collar se deslizó por su palma.

"Un regalo."

Jadeé,

"¡Dios mío, qué inesperado! No sé qué hacer. Estoy tan avergonzada y a la vez tan felizmente sorprendida. ¿Por qué me has hecho un regalo? Gracias, qué sorpresa..."

Heinley se quedó mirándome, con una repentina suspicacia.

"Dije, gracias."

"Te lo pondré."



Extendió las manos. Me incliné hacia delante y me lo puso alrededor del cuello. Luego sonrió orgullosamente,

"¿Ves la delicadeza de su elaboración, Mi Reina? Las piedras preciosas son tan pequeñas que apenas se ven. ¿Sabes cómo se metieron? Yo..."

De repente, cerró la boca. Observó mi expresión y luego gimió,

"McKenna te lo contó, ¿cierto?"

"¿Que me contó?"

"No se te da bien hacerte la sorprendida, Mi Reina."

Aparté la mirada con torpeza.

Heinley me dio unas palmaditas en el hombro. Luego se inclinó a mi lado y gritó,

"¡McKenna!"

Un pájaro azul salió de un árbol cercano a la ventana y se alejó revoloteando. Hice una mueca. Le había prometido que no revelaría que me lo había contado. Pero Heinley lo descubrió de todos modos. 

'¿Qué podía hacer?'

Sintiéndolo mucho, jugueteé con el colgante. McKenna me dijo que Heinley había colocado cada piedra preciosa en forma de pájaro, utilizando su pico para unirlas una por una.

"¿Qué más te contó ese pájaro de boca floja? Pronto lo enviaré a la guarida del dragón de agua."

"McKenna no me contó nada."

"Cierto, fue un pajarito. ¿Qué te dijo exactamente?"

Heinley resopló, llevándose el flequillo hacia arriba. Luego miró a nuestro alrededor. Tras ver que estábamos solos, empezó a bailar.

Estuve a punto de reír a carcajadas. Me mordí el labio para contenerme. Se dio la vuelta, en mitad del baile, para mirarme.

"¿También te habló de esto?"

Preguntó desesperado. Apretando la mandíbula, sacudí la cabeza.

Heinley no pareció creerme,

"¡McKenna!"

Hecho esto, salió por la ventana y corrió furioso por los jardines.

Finalmente, me puse en cuclillas y enterré la cara entre mis manos, riendo histéricamente. Era tan lindo cuando se enfadaba así.

"Su Majestad. Lady Mastas ha regresado."

Alguien llamó desde el pasillo. Me tranquilicé rápidamente y salí del dormitorio. Mastas estaba allí con Rose,

"Oí que quería verme. Estaba fuera de la ciudad ocupándome de unos asuntos."

"Espera aquí un momento. Tengo algo para ti."

Busqué la carta de mi hermano y se la di a Mastas. En cuanto vio el remitente, su cara se puso roja como un tomate.

Mastas ahora tenía dos cartas. Una de un admirador, y la otra de una sospechosa espía. Con ambas en la mano, fue a ver al Marqués Ketron.

"¿Lady Mastas?"

El Marqués Ketron bajó el periódico que estaba leyendo,

"Oí que habías vuelto a la ciudad, pero no esperaba verte. ¿Qué ocurre?"

"Me gustaría saber su opinión sobre algo."

Ella echó un vistazo al periódico— la última publicación trataba de la academia mágica. Luego le entregó la nota que había encontrado en la hierba tras la pelea de Dartha.

"¿Es esta información ultrasecreta?"

El Marqués aceptó la nota con una expresión amarga. Examinó el contenido y se la devolvió, aún más irritado,

"Es una completa tontería. ¿Quién la ha escrito?"

Mastas se quedó pensativa,

"¿Le parece una tontería?"

Le preocupaba que Dartha hubiera compartido información ultrasecreta. ¿Pero su carta no tenía sentido?

"El lenguaje empleado puede hacer que suene creíble para alguien sin conocimientos de magia, pero es pura basura."

El Marqués se encogió de hombros y volvió a su periódico.

Aturdida, Mastas se quedó mirando la nota antes de arrugarla. Corrió a los establos, montó en un caballo y se marchó galopando hacia la frontera. Mastas había seguido a Dartha hasta la frontera con el Reino del Norte, por si acaso se reunía con otro espía.

Pero después de que Dartha cruzó la frontera, Mastas no tenía ni idea de dónde había ido. 

"Maldición."

Mastas apretó con más fuerza las riendas. Recordó aquellos ojos heridos que la miraban fijamente.

¿Por qué Dartha no le dijo que sólo había compartido información falsa? No había traicionado a Navier en absoluto. Todo había sido un malentendido.

Desafortunadamente, una vez que Mastas llegó a la frontera, Dartha ya se había marchado. Frustrada, Mastas volvió al palacio. No podía adivinar adónde había ido. No sabía de dónde era la chica.

'¿Ella conoce a ese caballero?'

Mastas fue a ver al caballero con el que la sorprendió peleando.

Pero cuando le preguntó por Dartha, él sacudió la cabeza,

"No lo sé. No nos conocíamos demasiado."

No fue de ayuda. Mastas intentó hablar con Evely, pero ésta ya había vuelto al Imperio Oriental. 

'Maldición.'

Sin otra opción, Mastas escribió una carta a Evely. De camino a la sala de correo, el funcionario a cargo la detuvo,

"¿Lady Mastas? Hemos recibido una carta de Dartha dirigida a la maga del Imperio Oriental. ¿Debería reenviarla?"

"No. ¡Dámela!" 

Mastas le arrebató la carta, mientras el funcionario la miraba dubitativo. Ella lo ignoró y comprobó la dirección del remitente.

'Reino del Norte.'

***

"¿Evely? ¿Ya estás de vuelta?" 

Preguntó Laura, confundida.

"No te fuiste hace mucho tiempo. ¿Qué ha pasado?"

Para regresar tan rápido, Evely debió haber dado media vuelta apenas llegar al Imperio Oriental,

"Necesito encontrarme con alguien."

"¿Conmigo?"

Evely sonrió,

"Eso quisiera. Lamentablemente, es otra persona."

"¿Quién?"

Laura hizo un puchero.

"Lo siento. La próxima vez te visitaré, lo prometo." 

Evely le dio unas palmaditas,

"¿Has visto a Dartha?"

"Debe de caerte muy bien. Se fue hace unos días."

Evely frunció el ceño. Pensó que Dartha se quedaría aquí al menos unos meses más.

"Los magos eruditos tuvieron que ir a la academia para un evento. Ella aprovechó para irse de viaje. ¿Era urgente?"

"No, la verdad es que no."

Evely dijo una pequeña mentira. Fue a la sala de correo, por si acaso Dartha había escrito. Efectivamente, allí encontró una carta. La dirección del remitente era del Reino del Norte, pero el contenido resultaba extraño.

Dartha decía que no podía regresar al Imperio Occidental debido a circunstancias imprevistas. Evely frunció el ceño. La última vez que vio a Dartha, la chica estaba entusiasmada con la idea de convertirse en una verdadera maga.

'¿Pasó algo?'

Preocupada, Evely se preparó para partir hacia el Reino del Norte.

***

La visión de Motte meneándose en los brazos del subjefe le recordó a Vinsel a Dartha. Motte era una niña amable y apacible, como lo había sido Dartha. Vinsel nunca había querido involucrar a Dartha en los robos. Esperaba que sus habilidades mágicas le ofrecieran a Dartha mejores oportunidades en la vida.

"¿Señor? Será mejor que empiece a ahorrar."

"¿Qué?"

El subjefe le dio unas palmaditas en la espalda a Motte y se quedó mirando a Vinsel, desconcertado.

"No sabes lo que esa niña querrá hacer cuando crezca. Deberías empezar a ahorrar para comprarle una identidad."

Él chasqueó la lengua,

"No se trata de dinero. Nadie vende documentos de identidad hoy en día."

"Eso es cierto."

El subjefe acunó a Motte,

"¿Lo dices por Dartha? No te preocupes. Ella no es de las que se desaniman por mucho tiempo."

Justo entonces, alguien llamó a la puerta. Antes de que alguno de los dos pudiera responder, la puerta fue abierta de golpe.

Keldrick estaba allí, con una pierna levantada, tras haber derribado la puerta de una patada.

"¡Abre la puerta con las manos!"

Gritó el subjefe.

Keldrick se encogió de hombros, se acercó a la mesa y sacó una silla para sentarse,

"Esa maldita pareja aún no se ha separado."

El subjefe frunció el ceño,

"¿De qué estás hablando?"

"Mastas. Esa mujer, la líder de la 2ª Orden de los Caballeros Clandestinos. Se dirige hacia aquí furiosa."

Después de maldecir y gruñir, Keldrick continuó,

"Por alguna extraña razón, no está siguiendo a sus tropas. En cambio, va hacia el oeste."

Hacia el oeste. Donde Vinsel había establecido el hogar de Dartha, a una distancia segura del asentamiento de los Bandidos Mil Eternos. Vinsel se levantó de un salto y agarró su hacha, completamente pálida.

"¿Qué pasa?"

Preguntó Keldrick, sobresaltado. 

Ella levantó el hacha y la golpeó contra la mesa. Asustada, Motte rompió a llorar.

"¡Oye! Has hecho llorar a mi bebé."

Exclamó el subjefe. Vinsel entonces levantó el hacha de la mesa,

"Va a por Dartha."

"¿Qué?"

Ambos hombres la miraron fijamente,

"Dijiste que va sola, ¿cierto? Vamos a tenderle una emboscada y matarla."

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