LESVAC 264

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La Emperatriz se volvió a casar 264

SS1: Navier en Luipt (2)



Las ilusiones eran una forma de mostrar el agridulce pasado— eventos que de otro modo podrían ser olvidados.

Sovieshu contempló el retrato en la pared. Era un cuadro de su madre, la emperatriz anterior a Navier. Tenía el cabello castaño, los ojos grises como los suyos y una mirada arrogante e imponente. Pero si uno se fijaba bien, notaría la piel hinchada alrededor de sus ojos, de tanto llorar.

Sovieshu miró fijamente a su madre, luego cerró los ojos. Las visiones del pasado lejano continuaban carcomiéndolo, haciendo retroceder el reloj de su mente.

***

Sovieshu abrió los ojos lentamente, escuchando el alegre sonido de la música de baile. Ahora se encontraba en un espacio luminoso. A su alrededor apareció una multitud de vestidos coloridos, cuyos dobladillos se balanceaban de lado a lado.

Sovieshu se quedó quieto y miró a su alrededor. Había aprendido que era mejor permanecer quieto cuando las visiones le abrumaban. Examinó a las personas bien vestidas que reían a su alrededor.

'¿Es esto una fiesta? ¿Un banquete?'

"Mira allí."

Cuando Sovieshu oyó el susurro, se dio la vuelta hacia la derecha. Dos mujeres de la nobleza, cuyos nombres había olvidado, estaban ahí cerca. La que tenía el cabello rubio se cubría la boca con un abanico.

La mujer que estaba a su lado se cruzó de brazos,

"Su Majestad no puede apartar los ojos de esa mujer. ¿Quién es ella?"

"Esa es Lady Alessia, del Ducado Krom. Siento lástima por la Emperatriz una vez más."

La rubia sacudió la cabeza.

Sovieshu siguió su línea de visión hasta su padre, joven y sano. Estaba sentado a la cabecera de la mesa del banquete, con las piernas cruzadas, bebiendo una copa. Sin duda, su mirada se fijaba en un único punto.

A su lado, se encontraba una hermosa mujer pelirroja con su cabello recogido en un moño. Estaba reclinada contra el cuerpo del emperador mientras seguía su mirada a través de la habitación.

'Condesa Sophia.'

Recordando su nombre, Sovieshu apretó los puños.

Al otro lado de su padre estaba sentada su madre, vestida resplandecientemente. Su padre no prestaba atención a las dos mujeres que estaban con él, sino que miraba maravillado hacia el otro extremo del salón.

Sovieshu se giró para encontrar el objeto de su deseo: una mujer que bailaba con un caballero. Tenía el cabello brillante, del color del oro fundido, y ojos tan azules como el mar.

Sovieshu se mordió el labio.

'Alessia...'

***

"Increíble. Eso fue divertido."

Alessia se rió alegremente, saliendo al balcón. Gotas de sudor se deslizaban por su cuello y su frente debido al animado baile. Las fiestas aquí eran muy divertidas en comparación con las del estricto y conservador Ducado Krom.

"Ojalá viviera aquí."

Ella tiró de su cabello, parte del cual se había enredado en sus botones. En cuanto el cabello se soltó, un botón nacarado se desprendió y rodó por el suelo.

"Uff, otro no."

Se agachó para recogerlo, pero un hombre joven se le adelantó. Cuando él recogió el botón, ella sonrió,

"Gracias."

Sin embargo, en cuanto Alessia se enderezó, se quedó helada al darse cuenta de quién era.

"Aquí tiene."

Le extendió el botón nacarado un apuesto hombre de cabello y ojos oscuros a juego. El Emperador Osis del Imperio Oriental. El hombre más poderoso del mundo.

"Gra, Gracias."

Alessia aceptó el botón con manos temblorosas. Su asombro aumentó cuando el hombre asintió. El Ducado Krom no se inclinaba ante nadie. Pero él era el Emperador del Imperio Oriental...

Antes de que pudiera decidir qué hacer, el hombre soltó una risita. Ella cerró los ojos, sintiéndose una tonta. Al volver a abrir los ojos, el Emperador Osis no se había movido de donde estaba, mirándola fijamente.

De repente, Alessia recordó todo lo que había oído sobre el Emperador Osis. Se decía que había hecho un pacto con el diablo para robar el corazón de cualquier mujer que se cruzara con su mirada.

La primera vez que Alessia escuchó el rumor, pensó que era una tontería.

'Es sólo un playboy.'

Pero ahora, mirando los ojos diabólicamente seductores del Emperador Osis, se convenció de que debía ser cierto.

***

En su primer encuentro en la cama con el Emperador Osis, Alessia sintió una punzada de culpabilidad. Pero una vez que el escultural hombre comenzó a colmarla de besos, dejó a un lado sus remordimientos.

'Él es un mujeriego.'

Claramente, ella no pensaba quedarse con él mucho tiempo.

'Si no estuviera yo en su cama esta noche, estaría con otra mujer.'

Reprimiendo su culpa por la emperatriz, Alessia se entregó a la breve, fogosa e intensa aventura. Aunque sabía que no duraría mucho, durante el breve tiempo que compartieran, se propuso amar y ser amada al máximo.

Una noche nevada, Alessia fue en busca del Emperador Osis para sorprenderle con un regalo. Sin embargo, cuando entró en los aposentos del emperador, descubrió que éste ya tenía visita.

Se detuvo en la entrada para estudiar al joven, que se parecía mucho al emperador. Las únicas diferencias eran sus ojos grises y su cálida sonrisa.

También había una niña más joven, sentada al lado del príncipe. Ella sonrió con entusiasmo al emperador,

"Hoy vi un animal que se parecía a Su Majestad."

El emperador se rió,

"Déjame adivinar. ¿Un cuervo?"

"¡No! Se veía así."

La niña intentó imitar la cara del animal. 

"Y tiene esto."

Luego agitó una mano en el aire, tratando de indicar alguna parte del cuerpo del animal.

"¿Su Majestad sabe cómo se llama?"

"Hmm. No tengo ni idea." 

En el momento en que el Emperador ladeó la cabeza confundido, la niña resopló,

"¿Cómo puede no saberlo? ¡Usted es el Emperador!"

"No puedo adivinarlo cuando todo lo que dices es 'esto y aquello'. Dime cómo se llama el animal."

"No lo sé. Todavía soy joven. Si fuera tan mayor como usted, lo habría sabido enseguida."

"¿De verdad?"

El emperador se inclinó hacia delante, ofreciendo su dedo meñique a la niña.

"¡Por supuesto!"

"Entonces prométeme que me lo dirás cuando tengas mi edad."

La niña enganchó su dedo con el del emperador y luego le golpeó el dorso de la mano.

"¡Lo prometo!"

Riendo, el emperador retrocedió.

Alessia se fue en silencio, asombrada por todas las expresiones que nunca antes había visto hacer al emperador.

***

Alessia estaba sentada ante su caballete, intentando dibujar al emperador. No le estaba saliendo bien. La ventana estaba abierta y una brisa fría corría por la habitación. Dejó el pincel y se sopló los dedos para calentárselos.

Justo entonces, el emperador entró en la habitación. Se acercó a ella de inmediato, cubriéndola con su capa,

"Te vas a resfriar."

Alessia le miró.

"Quería dibujarte. Así siempre te recordaré."

"Pero estoy aquí. No hace falta que me dibujes."

"No estarás para siempre. Algún día desaparecerás. Quiero dibujarte antes de que te vayas."

Ella intentó volver a dibujar, pero el Emperador Osis se rió y la levantó en sus brazos.

"Dibújame en un lugar cálido, entonces. Con una chimenea y las ventanas cerradas."

Dicho esto, sacó a Alessia de la habitación. No le importaba quién pudiera mirarlos ni lo que dirían.

Alessia apoyó la mejilla en su pecho para escuchar los latidos de su corazón. Pero su gruesa ropa se lo impidió. Aun así, se sintió feliz y cálida en sus brazos.

Al menos hasta que volvió a ver al joven príncipe. Él se quedó mirándola a ella y a su padre, sorprendido. Lentamente, su expresión cambió a una de evidente odio.

Alessia miró los ojos grises que el príncipe había heredado de otra mujer. Luego se acercó más al emperador,

"Me siento muy cálida en los brazos de Su Majestad."

***

Un día, Alessia roció perfume en su bufanda favorita. Se la metió en el bolsillo, con la intención de encontrar al emperador y ponérsela alrededor del cuello, diciéndole que la imaginara siempre a su lado.

Sonrió, avergonzada. Si alguien en el ducado supiera lo que le diría al emperador, se armaría un escándalo.

Pero antes de que pudiera encontrar al emperador, escuchó un llanto. Hizo una pausa y se dirigió hacia el ruido.

A través de la puerta de una habitación, divisó a la emperatriz llorando. El príncipe estaba agachado ante ella, con la cabeza apoyada en su regazo,

"No llores, madre."

La voz del niño sonaba triste.

Alessia se quedó mirándolos, preguntándose si algún día ella también tendría un hijo que se pareciera al emperador. 

'Esto es incómodo.'

Justo cuando se dio la vuelta para marcharse, oyó al príncipe heredero murmurar,

"Cuando me convierta en emperador, no perdonaré a quienes te lastimaron, madre. Ni siquiera a padre."

Alessia se detuvo en seco. No podía creer que este niño, que sonreía tan obedientemente a su padre, dijera tales cosas a sus espaldas.

Todavía abrazado a las rodillas de su madre, el niño continuó, con un brillo amenazador en los ojos,

"Condesa Sophia, Alessia. Todas esas amantes serán encerradas. Por favor, madre, no llores. Me rompe el corazón."

Alessia se quedó helada. 

El príncipe heredero era el único hijo del emperador. Algún día tendría un poder enorme. Y si el niño estaba dispuesto a vengarse de su propio padre, sin duda también la castigaría a ella.

De repente, el niño levantó la vista y la vio. Él se estremeció, pero luego frunció el ceño.

En ese momento, Alessia empezó a odiarlo.

La emperatriz se giró para ver qué estaba mirando su hijo. Alessia se sobresaltó al ver que ambos la miraban horriblemente. Empezó a odiar también a la emperatriz.

'No es mi culpa que él me haya elegido a mí.'

Además, el padre del niño había tenido muchas aventuras con otras mujeres antes que ella. 

'¿Por qué a mí es a la única que odian?'

Alessia dio un paso adelante, con la intención de exigir una explicación. Pero la emperatriz se enderezó,

"Detente ahí. Si te acercas más, haré que te arresten."

Alessia se quedó inmóvil en el sitio. Pero no pudo contener su ira. Sonrió maliciosamente,

"Querido príncipe, me encargaré de que tengas un hermanito."

Los ojos del niño se abrieron por completo, llenos de inquietud.

Al ver eso, el mal humor de la mujer mejoró un poco. Su sonrisa se amplió,

"¿No lo sabe, Su Majestad? Los niños pequeños mueren muy fácilmente. Lo mejor para el Emperador sería que el Príncipe Heredero tuviera tres o cuatro hermanos. Por si acaso."

'¿Me encerrará una vez que seas el Emperador? Para eso falta mucho, mocoso.'

Alessia se durmió profundamente aquella noche, satisfecha de sus palabras. No tenía ni idea de que, en ese mismo momento, el príncipe heredero estaba llorándole a su padre.

"Esa mujer le dio a mi madre galletas mezcladas con drogas abortivas. Me las comí por accidente, padre."

***

"¿Su Majestad?"

Sovieshu abrió los ojos. El Marqués Karl estaba frente a él, con cara de preocupación,

"¿Has tenido otra alucinación?"

Sovieshu se frotó los párpados.

"Sí. Una desagradable. Pero, ¿qué haces aquí?"

"Tengo una mala noticia."

Sovieshu miró el reloj y le dio la espalda al retrato. Pensó que sólo habían pasado unos minutos. En realidad, habían pasado tres horas de un tirón. Ya había anochecido. 

"¿Qué noticia?"

Preguntó, dirigiéndose hacia su dormitorio.

"Navier ha desaparecido."

Sovieshu se detuvo en el acto. Lentamente, se dio la vuelta hacia el Marqués Karl,

"¿Quién ha desaparecido?"

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