LESVAC 262

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La Emperatriz se volvió a casar 262

Felicidad



"¿Qué?"

Los ojos de Mastas se abrieron en shock.

"¿Realmente es tan sorprendente?"

Me llevé una taza llena de café a la boca. No había podido beberlo durante el embarazo. Lo había extrañado.

Mastas se estremeció. 

"Su Majestad, eso es peligroso. Lord Koshar es demasiado frágil, y esa despiadada banda de ladrones..."

'Veo que Mastas aún no ha despertado de su fantasía.'

Dejé la taza de café sobre la mesa,

"Mi hermano es más fuerte que los Bandidos Mil Eternos, Mastas."

Sin embargo, ella sacudió la cabeza con desesperación y dolor,

"Sólo usted piensa eso porque es su hermano, Su Majestad. Yo también creo que mi hermano es el hombre más fuerte del mundo. Para mí, podría sobrevivir en cualquier parte, incluso en el desierto."

'Pero eso era verdad.'

Todo el mundo sabía que Sir April sobreviviría aunque fuera arrojado en medio de una isla desierta.

Laura se rió, incapaz de contenerse. Cuando Mastas y yo la miramos, adoptó una expresión seria.

"No me estaba burlando. Simplemente no pude evitarlo."

Mastas se enojó.

Me senté a su lado y pasé un brazo alrededor de sus hombros,

"Señorita Mastas, Koshar es realmente fuerte. En el pasado, siempre que estaba de mal humor, se iba a luchar contra los Bandidos Mil Eternos. Por eso ahora quiere volver a luchar contra ellos. Es mejor dejarlo ir."

Ella asintió con una expresión de angustia.

Unos días más tarde, cuando Koshar partió, Mastas se despidió de él apropiadamente. Pero una semana después, cuando la Subcomandante Artina llegó del Imperio Oriental, Mastas le pidió inmediatamente que se enfrentara a ella.

Tras el combate, Mastas dejó su lanza en el suelo y se arrodilló,

"Su Majestad. Gracias por haberme convertido en su dama de compañía y por concederme el honor de servirle."

Alcé las cejas, sorprendida. Incluso Artina frunció el ceño y guardó su espada. Mis otras damas de compañía murmuraban con curiosidad.

"Levántate, Mastas."

Pero ella no me hizo caso. Permaneció arrodillada,

"Después de que usted vino aquí, dejé atrás mi posición de caballero. Viví como la dama de compañía de Su Majestad. Sin embargo, ahora es tiempo de que vuelva a mi lugar como miembro de los Caballeros Clandestinos."

Todas se quedaron en silencio. Yo también.

'Ya veo que hacer que se levante no será lo difícil.'

Ella alzó su lanza, llorando,

"Como líder de la 2ª Orden de los Caballeros Clandestinos, deseo ayudar a Lord Koshar a combatir a los Bandidos Mil Eternos. Por favor, concédame el permiso, Su Majestad."


***


"Por favor, cuídese. Volveré pronto con buenas noticias."

Mastas se despidió de mí y se dio la vuelta para mirar a Laura. 

"Laura, lamento si te molesté con mis constantes preguntas. Gracias por haberme explicado todo."

Los ojos de Laura estaban enrojecidos por haber llorado todo el día. Ella y Mastas se habían vuelto muy cercanas. Cuando Mastas se despidió de Laura con un abrazo, ésta rompió a llorar. Ni siquiera pudo responder.

Por otro lado, Rose se secó las lágrimas,

"Yo fui quien más respondió a tus preguntas, Señorita Mastas."

Mastas soltó a Laura y se volvió hacia Rose con una amplia sonrisa,

"Ahora que lo mencionas, tienes razón. A ti también te estoy agradecida."

Finalmente, Mastas se dirigió a la Condesa Jubel,

"Por favor, apoye a Su Majestad, Condesa."

"Por supuesto que lo haré. Asegúrate de hacerte un nombre antes de volver."

Mastas soltó una risa,

"Eso será fácil."

"Y no sueltes a Lord Koshar."

Añadió la Condesa Jubel. La cara de Mastas se puso roja como un tomate, pero no dijo nada.

"Es hora de partir, Sir Mastas."

Un caballero con un uniforme similar al de Mastas se acercó. Mastas asintió y montó en un gran caballo blanco.

"¡Vamos!"

Ante su grito, todos los demás Caballeros Clandestinos se alinearon y avanzaron como uno solo. Mastas me miró por última vez, sonriendo mientras tiraba de las riendas. Su caballo tomó su lugar al frente, su capa ondeando detrás de ella.

Laura, que todavía estaba llorando, suspiró asombrada,

"Le queda muy bien."

Era la primera vez que nosotras veíamos a Mastas en su hábitat natural: vistiendo su uniforme encima de un caballo. Al verla, mi inquietud se desvaneció. 

'Mastas lo hará bien. Y cuando vuelva...'

Espero que tanto ella como Koshar vuelvan habiendo dejado a un lado sus cargas innecesarias.

***

'Mastas es increíble.'

Pensó Rivetti mientras estaba apoyada en la ventanilla del carruaje, observando el ajetreo del exterior. Todo el mundo tenía prisa. Incluso los más jóvenes molestaban a sus padres, convencidos de lo que querían.

'¿Qué hay de mí? ¿Qué estoy haciendo con mi vida?'

Rivetti se miró las manos. Quería hacer muchas cosas: proteger el Territorio  Rimwell, convertirlo en un buen lugar para vivir, cuidar de su madre y proteger a su único sobrino. Pero...

Mastas partió a la batalla. La Emperatriz Navier ahora encabezaba la Alianza Imperial, actualmente era la persona más influyente del continente. La Condesa Jubel y Artina habían viajado al Imperio Occidental para proteger a la Emperatriz Navier.

Incluso Laura, que siempre había sido brillante, alegre y un poco caprichosa, no había vacilado ni una sola vez en lo que se empeñaba.

'Soy la única que está parada.'

Rivetti soñaba con convertirse en una gran sucesora de su padre. Ya había aprendido mucho sobre cómo gobernar. Pero ni siquiera pudo vengarse apropiadamente del Duque Elgy, su enemigo. ¿Cómo podía esperar proteger su territorio?

"Ya hemos llegado."

Ante el aviso del cochero, Rivetti salió del carruaje y pagó el viaje. 

El carruaje dejó a Rivetti frente a una enorme mansión. Ella contempló la increíble construcción. La Emperatriz Navier había arreglado esta mansión para ella, a las afueras de la capital. Pero parecía demasiado grande para un adulto y un niño.

Una vez dentro, Rivetti se quitó el abrigo. Se lo entregó a la sirvienta y preguntó, 

"¿Dónde está Ahn?"

"Sentado en su habitación, distraído."

Rivetti se apresuró a ir a la habitación de su sobrino. Al oír la puerta, Ahn se apartó lentamente de la ventana. Parecía asustado. Pero en cuanto la reconoció, corrió hacia ella con una sonrisa radiante.

A medio camino, tropezó y se cayó. Sin embargo, se levantó de un salto. Al llegar frente a ella, no habló ni la abrazó. Se quedó inmóvil, mirándose de nuevo los pies.

Parecía inseguro de si debería estar feliz de verla. Sus ojos estaban llenos de lágrimas.

"¿Por qué no dices nada?"

Preguntó Rivetti mientras se arrodillaba,

 "¿Tienes miedo de tu tía?"

Ahn sacudió la cabeza enérgicamente.

Rivetti se mordió el labio y lo abrazó. Últimamente, mientras veía a Laura y Kai jugar tan inocentemente, se sentía arrepentida. 

'Ahn no es Rashta. ¿Por qué odio a este niño? Incluso si no puedo amarlo, no debería odiarlo.'

Ahn merecía la oportunidad de crecer libre de preocupaciones, como Laura y Kai. 

'¿Actúa tan temeroso porque no lo cuidé?'

Esa inquietud la atormentaba.

Este niño era un ángel, como Laura y Kai. Sin embargo, los gemelos crecían en una amorosa familia imperial, mientras que Ahn crecía siendo castigado por el comportamiento de su familia. ¿Era correcto tratar mal a un niño por los pecados de sus padres?

Ahn ni siquiera sabía que tenía la cara de Rashta. 

'Incluso la propia Rashta sólo se convirtió en esclava debido a las malas acciones de sus padres.'

Rivetti recordó que Rashta, cuando era más joven, la había mirado con los ojos bien abiertos, llenos de desesperación mientras ella comía bocadillos hechos por su cocinero. También se había quedado boquiabierta ante los retratos de la Emperatriz Navier. En ese momento, Rivetti había considerado grosera a la joven esclava.

Ahora, Rivetti se sentía confundida. ¿Rashta la miró fijamente porque no tenía buenos modales? ¿O sólo tenía hambre?

Justo entonces, una sirvienta llamó a la puerta,

"Vizcondesa Rimwell, ha llegado un paquete para usted."

"Ahn, ve a jugar con los juguetes que te compré. Te leeré un libro más tarde."

Rivetti le acarició la cabeza y salió de la habitación.

Afuera, la criada le extendió un pequeño paquete.

"¿Quién lo envía?"

"No lo sé, no tiene nombre. El mensajero tampoco lo dijo."

Rivetti aceptó la caja y la llevó a su habitación. La puso sobre la mesa y la abrió. Dentro había un par de zapatos. Se quedó helada.

Eran los mismos zapatos que se quitó para acercarse sigilosamente al Duque Elgy. Se quedó mirándolos un rato, aturdida.

Justo antes de la cena, Rivetti me visitó con una noticia inesperada.

"¿Te vas?"

Pregunté, sorprendida. Sabía que acabaría marchándose, pero me pareció demasiado pronto. 

"Pensé que terminarías tu formación antes de marcharte."

Los ojos de Laura también se abrieron por completo,

"Mastas acaba de dejarnos, ¿y ahora tú también te vas?"

Rivetti vaciló, luego se aclaró la garganta,

"He... he oído rumores de que el Duque Elgy guarda algún tipo de rencor."

Apretó los puños. La sola mención del duque pareció enfurecerla,

"Su Majestad, lo vi durante el corto tiempo que estuvo aquí en Año Nuevo. Parecía miserable."

Mis cejas se alzaron.

"No es que no quiera vengarme. El Duque Elgy me hizo daño, y merezco venganza. Pero... no me arruinaré en el proceso."

Sus grandes ojos se encontraron con los míos. Parecía decidida,

"Valgo mucho más que alguien como él."

"Rivetti..."

"La venganza no se convertirá en el propósito de mi vida. Mi objetivo es convertirme en una digna sucesora de mi padre y vivir feliz. Dejaré la venganza para más adelante si es que todavía la anhelo. Después de que sea feliz y esté asentada."

Laura murmuró,

"Un buen pensamiento, pero ¿qué tiene que ver con que te vayas?"

Sonaba triste. Rivetti y ella también se habían vuelto cercanas.

Rivetti le dedicó una sonrisa de disculpa,

"Lo siento, Laura. Y mis disculpas, Su Majestad. Después de toda la ayuda que me ofreció, lamento irme. Pero si me quedo... no podré ignorar mi odio hacia él, ya que el Emperador Heinley es amigo del Duque Elgy."

Laura agachó la cabeza. Rivetti se acercó y tomó su mano,

"Es por eso que me gustaría volver al Territorio Rimwell ahora, Su Majestad, antes de lo planeado."

***

Koshar se había ido, Mastas se había ido, y ahora Rivetti también se había ido. Se sentía extraño. Miré de un lado a otro a mis hijos, que lloriqueaban en sus cunas. Cuando estaba en el Imperio Oriental, me había costado despedirme de todas mis amistades a la vez. Aún recordaba vívidamente la pérdida que sentí.

Pensé que después de venir aquí, todo volvería a la normalidad. Pero estaba equivocada. Todos buscaban su camino en la vida, tal como yo había buscado desesperadamente el mío.

"Laura, Kai. Mis preciosos hijos."

Observé cómo se quedaban dormidos. Luego acaricié sus mejillas rellenitas, sintiéndome triste de repente,

"¿Ustedes dos también me dejarán algún día?"

Me di cuenta de lo increíbles que eran mis padres. Con un hijo que deambulaba por las afueras del país luchando contra bandidos, y una hija que se marchó de su lado para convertirse en emperatriz, ¿cuán afectados debieron haber estado? ¿Cómo es que no revelaron sus sentimientos ni una sola vez?

- ¡Gu!

Justo entonces, oí el llamado de mi amado Heinley convertido en Reina. Cuando me di la vuelta, estaba posado en el alféizar de la ventana. En cuanto abrí la ventana, Reina voló hacia una de las cunas y se posó en ella.

Kai parpadeó antes de abrir los ojos. Reconoció de inmediato a su padre y se puso feliz. Laura siguió durmiendo, abrazada a su muñeco con forma de insecto.

Reina miró a los dos bebés y emitió un arrullo de satisfacción. Una vez que Kai volvió a quedarse dormido, Heinley parecía listo para bailar, pero cambió de opinión y se transformó en humano. Entonces me abrazó por detrás. 

"Mi Reina."

Sus manos se deslizaron por mi cintura.

Me estrechó contra él y yo me incliné hacia atrás sobre su pecho, colocando mis brazos alrededor de los suyos. Heinley me besó la frente y susurró,

"No te sientas sola. Incluso después de que nuestros hijos crezcan y abandonen el nido, yo me quedaré a tu lado. Para siempre."

" ¿Lo escuchaste todo?"

"Fue adorable."

'Siempre escucha mis tontos murmullos.'

Cuando lo miré a los ojos, Heinley me besó el ceño fruncido, los párpados y, por último, los labios. Cerré los ojos y saboreé la suavidad de sus labios, mientras sonreía.

***

"Cuando era más joven, mi hermano me parecía tan frustrante."

Heinley me acarició el cabello mientras yacía, exhausta, en la cama. Le escuché hablar, con la cabeza recostada en su regazo.

"En mi opinión, no sabía hacer nada. Manejo de la espada, magia, montar a caballo, bailar... nada de eso."

"¿Estás presumiendo?"

Él se rió entre dientes.

"Yo era un poco engreído. Aun así, quería a mi hermano mayor. Así que decidí ayudarlo. Después de todo, era el príncipe heredero. Por el bien del país, él debía ser más fuerte."

De repente, bajó la voz,

"Pero fallé, y... mi hermano perdió la mayor parte de su maná."

Sorprendida, abrí los ojos. Miré fijamente a Heinley. En vez de mirarme a mí, él miraba hacia el vacío como si viera el pasado.

"Así que la disminución del maná..."

"Mi hermano fue el primer sujeto de pruebas accidental".

Mis ojos se abrieron por completo.

"Heinley..."

"Después de eso, no soportaba verlo. Ni a él, ni a mi padre, ni a mi madre. Nadie me culpaba, lo que lo hacía peor. Sólo unas pocas personas sabían lo que realmente había pasado. Mi familia enterró el secreto. Pero la culpa era insoportable. Empecé a vagar por otros lugares. Fue entonces cuando conocí a Elgy."

Me senté y lo miré directamente a los ojos. Parecía que estaba llorando, pero no era así. Su expresión tampoco era triste. Sólo resignada.

"Cuando lo conocí, me di cuenta de que no era la única que pasaba por eso."

Heinley apoyó la frente en mi hombro. La frotó de un lado a otro y luego se inclinó para besar mi mejilla, acercándome a él. 

"Mi Reina. Mi esposa. Navier."

Me recosté completamente sobre su cuerpo. Él suspiró satisfecho.

"Desde que estás aquí conmigo, soy feliz. He aprendido lo que es la verdadera felicidad, y no una satisfacción pasajera."

"Yo también soy feliz ahora que estoy contigo, Heinley."

"Serías feliz incluso sin mí, Mi Reina."

"¿Por qué piensas eso?"

"Porque... siempre avanzas. Eres hielo, pero brillas como el mismo sol. Por mi parte, aunque soy calor, parezco la oscuridad de la noche."

"Heinley..."

"Me hace feliz que me hayas encontrado. Cuanto más brillas, más se desvanece mi oscuridad. Estoy agradecido de recorrer este camino contigo."

En ese momento, sus ojos púrpuras resplandecieron como joyas.

'A Heinley le encantan las joyas, pero ¿sabe que sus ojos son los más hermosos de todos?'

Extendí la mano y toqué su mejilla. Una sola lágrima se acumuló bajo su iris púrpura. Cuando salió, la atrapé con la punta de mi dedo. Me dolió el corazón y me incliné para besarle, justo entonces el chillido de unos pajaritos nos interrumpió.

Nos pusimos la ropa a toda prisa y salimos del dormitorio. Laura y Kai estaban en su nido, peleándose por una rama. 

'¿De dónde ha salido eso?'

"¿Qué está pasando aquí?"

Heinley chasqueó la lengua y levantó a Laura mientras yo levantaba a Kai.

Ambos soltaron la rama, la cual cayó al suelo.

"Han sido así desde que estaban en tu vientre."

Dijo Heinley, haciéndose el molesto. 

"No quieren ver a papá y mamá amándose."

Le dio unas palmaditas en la espalda a Laura. Al verlo, me eché a reír. Después llevamos a los bebés a nuestra habitación y los pusimos en nuestro regazo, apoyando nuestros hombros el uno contra el otro. Los pajaritos ahora dormían como angelitos, por supuesto.

Mientras observaba cómo subían y bajaban sus barrigas regordetas, eché un vistazo a Heinley. Quería ver si todavía estaba llorando.

Pero no. Cantaba una canción de cuna con una voz tan baja que apenas se oía. Cuando percibió mi mirada, me guiñó un ojo y sonrió.

Verlo hacía que mi corazón se llenara de alegría. Me pasaba lo mismo que a Heinley, su presencia me llenaba de felicidad. 


<Fin>

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