LESVAC 263

LESVAC 263







La Emperatriz se volvió a casar 263

SS1: Navier en Luipt (1)



Dos pajaritos perseguían a un pájaro azul. Este último saltaba hacia delante para tomar la delantera. Cada vez que movía las plumas de la cola, los pajaritos le imitaban con entusiasmo. Cada vez que él batía las alas, ellos batían las suyas.

'Es adorable.'

No dejaba de sonreír, incapaz de apartar los ojos del trío. No sólo por lo lindos que se veían, sino también por si los bebés tropezaban. Por supuesto, eso no quería decir que no estuvieran en buenas manos.

"A McKenna se le dan bien los niños."

Dijo una voz familiar. Cuando me di la vuelta, vi a Heinley con un almuerzo en la mano, apartando las enredaderas para unirse a mí en nuestro apartado jardín.

Pétalos de flores adornaban su cabello tras abrirse paso entre la maraña arqueada de vegetación.

"Incluso mi esposo está floreciendo esta primavera."

Bromeé mientras levantaba la mano para sacudirle los pétalos. Heinley me besó la mejilla y se sentó a mi lado. 

"¿Quieres decir que en invierno no me veía apuesto?"

Lo miré juguetonamente con los ojos entrecerrados,

"Hmm. No lo recuerdo. ¿Tal vez?"

Heinley bajó la cabeza, así que le acaricié la mejilla y me incliné para darle un beso,

"Estoy bromeando. No te pongas así."

Escuché un chillido. Recordé demasiado tarde que McKenna estaba aquí. Me di la vuelta rápidamente. Los dos pajaritos nos miraban asombrados, con los picos bien abiertos. Por otra parte, McKenna se había dado la vuelta, con la cola levantada.

Me sonrojé, aunque en realidad sólo sentí un poquito de pena.

***
.
De camino a la reunión del consejo, McKenna nos miró con el ceño fruncido, aún malhumorado,

"Por favor, dejen de ser tan amorosos delante de mí. Me hace hervir la sangre que actúen como recién casados."

"Siempre puedes irte."

McKenna respondió enojado a Heinley,

"¡Yo estaba allí primero, Su Majestad!"

"¿Estabas allí?" 

Heinley no se inmutó,

"Todo lo que recuerdo es un pájaro azul moviendo la cola con demasiado entusiasmo."

"Mira quién habla, cuando estás entusiasmado empiezas a bailar alocadamente."

McKenna resopló.

"Dime, ¿eres un pájaro o un perro?"

"¡Su Majestad!"

Me interpuse entre ellos. 

"Basta ya, los dos." 

'¿Siempre tienen que discutir?'

Hay cosas que nunca cambian. Me preocupaba que fueran una mala influencia para los niños.

Sin embargo, la santa dijo que nuestros hijos podrían llevarse bien. Me aseguraré de que Laura y Kai no sean como estos dos.

Fuera de la sala de conferencias, encontramos al canciller caminando ansiosamente.

'¿Qué pasa?'

En cuanto nos vio, el alivio inundó su expresión,

"¡Sus Majestades! Tenemos un problema."

Heinley señaló con la barbilla hacia la puerta,

"Hablemos dentro."

En el momento en que entramos en la sala de conferencias, el canciller se abalanzó sobre nosotros,

"¡La Alianza del Continente Wol está tramando algo!"

***

Ángel silbaba mientras leía un libro. Parecía tranquilo, pero su subordinado no paraba de moverse inquieto a su lado.

"Deja de distraerme. Quédate sentado."

Exclamó Ángel. Su subordinado juntó las manos,

"Estoy preocupado. ¿Usted no está preocupado, señor?"

Ángel ni siquiera le miró. 

"¿De qué hay que preocuparse?"

"De la Alianza Imperial."

Ángel pasó una página y siguió leyendo. El subordinado resistió el impulso de agarrar el libro y tirarlo a un lado,

"Estás contratando a todos los magos de hielo. Cualquiera puede adivinar que estás apuntando al Imperio Occidental."

Ángel se encogió de hombros,

"Puede que no lo tomen de esa manera."

"Es poco probable. La Emperatriz Navier y el Emperador Heinley se darán cuenta."

"Bueno, quiero que la Emperatriz Navier se enfade."

'¿La Emperatriz Navier? Yo soy el que está enojado!'

El subordinado fulminó con la mirada a Ángel,

"¿Por qué actúa con tanta calma? ¡Ellos podrían romper nuestra alianza en dos!" 

Dado que Ángel no reaccionó, el subordinado se desinfló,

"Perdóneme. He sido impulsivo porque tengo miedo."

Ángel cerró el libro y sonrió,

"Bueno. Habrá mucho de que temer en el futuro, y debemos actuar con valentía. Los Caballeros Clandestinos planean trabajar con la Alianza Imperial para erradicar a los Bandidos Mil Eternos. Veamos qué podemos hacer para equilibrar la balanza."

El subordinado palideció,

"¿Quieres involucrarte con los infames 'Manos Sangrientas' y el 'Caballero Loco'? ¿Y si nos cortan las manos?"

"Tendrás que manejarlo con cuidado."

Con una sonrisa, Ángel volvió a abrir el libro. Su subordinado se quedó boquiabierto.

"¿Yo? ¿Dónde estará usted, señor?"

"En un sitio donde mi presencia es más necesaria."

***

"Iré a Luipt."

Tan pronto como esas palabras salieron de mi boca, Heinley, McKenna y el Canciller se sobresaltaron. Yo sorbí tranquilamente mi té, observando. 

'¿Por qué están todos tan sorprendidos?'

Heinley respiró hondo,

"Mi Reina, ¿deseas ir allí tú misma? Ni hablar. Es demasiado peligroso."

"Todavía estamos en las primeras etapas del comercio. Necesitamos minimizar los problemas."

"En ese caso, enviemos un emisario."

"Yo inicié el acuerdo comercial. Es mi deber. Además, soy de los pocos magos de hielo que quedan disponibles."

Ante eso, los tres se quedaron en silencio.

Si bien nuestro primer comercio con Luipt fue un éxito, todavía estábamos aprendiendo qué productos del Continente Wol se vendían mejor en Luipt. Hasta ahora, nuestra fruta había sido lo más vendido. Se echaba a perder con facilidad, por lo que solíamos emplear magos del hielo para mantener la fruta fresca durante el viaje.

Pero el canciller acababa de informarnos de que la Alianza del Continente Wol había contratado a casi todos los magos de hielo disponibles. La alianza afirmaba que necesitaban a los magos de hielo para un proyecto importante. 

Yo no me creía eso. Ellos querían sabotear nuestro comercio con Luipt.

Sólo un equipo de comercio que contaba con magos de hielo había aceptado asociarse con nosotros últimamente. Ahora ellos también se habían echado atrás, tras la presión de la alianza. Claramente, tenía que encargarme yo misma de este trabajo.

El Canciller estudió mi expresión,

"¿No podría ayudarnos el Imperio Oriental?"

Heinley lanzó una mirada fulminante al canciller, pero no tardó en mostrarse de acuerdo a regañadientes,

"Así es, Mi Reina. ¿No tienen algunos magos de hielo?"

"Sí."

El Canciller sonrió,

"En ese caso, con la ayuda del Imperio Oriental—"

Dejé mi taza de té con un tintineo,

"Mi padre y el Emperador del Imperio Oriental no son tontos."

"¿Qué quiere decir?"

"Si les permitimos que nos ayuden, sabrán quiénes son nuestros contactos en Luipt, qué comerciamos y cómo lo hacemos. No tardarán en establecer su propia ruta. No podemos permitir que eso ocurra. Por eso debo ir. Además, es un lugar que siempre he querido visitar."

Había oído muchas historias de nuestros comerciantes, pero ver Luipt con mis propios ojos sería completamente diferente.

Los preparativos avanzaron rápidamente. Primero, envié un mensaje al Gran Duque Kapmen sobre mi visita. Luego decidí a quienes llevar conmigo. Quería un grupo representativo, pero nada demasiado escandaloso. Mi visita no estaba anunciada oficialmente.

Al cabo de unos días, terminamos los preparativos. Me dirigí al puerto para embarcar. En ese momento todavía tenía dudas.

'¿Es realmente una buena idea ir sola?'

Pero en cuanto vi el enorme buque comercial, me di cuenta de que había tomado la decisión correcta.

Por el contrario, Heinley no estaba convencido,

"Ese buque es demasiado grande, Mi Reina."

"Eso quiere decir que es seguro."

"¿No podemos ir los dos?"

"¿Y dejar nuestro imperio sin gobernante?"

"Es que estoy preocupado. Laura y Kai llorarán todos los días por extrañar a su mamá."

"Estarán bien. Cuando crezcan, ellos también desplegarán sus alas."

Añadí en voz baja con una sonrisa,

"Pero siempre volverán a casa."

La expresión de Heinley se ensombreció. Por un momento, pareció abatido,

"¿Crees eso?"

"Sí, lo creo."

Él suspiró. Al final, me tocó el brazo,

"Al menos comamos juntos antes de que te marches."

***

Procurando ocultar nuestras identidades, entramos en una marisquería cercana. Mientras esperábamos nuestros pedidos, oímos unos susurros.

"¿Estás seguro? Creía que los monstruos marinos no llegaban hasta este puerto, porque el dragón de agua vive muy cerca."

En una mesa adyacente, una mujer se inclinó hacia su compañero de mesa,

"Eso es lo que lo hace tan extraño. ¿Crees que atacarán?"

"Apuesto mi comida a que son sólo rumores infundados."

Ante la mención del dragón de agua, Dolshi me vino a la mente.

¿Todavía andará intentando cazar a su pájaro azul? No lo había visto en mucho tiempo.

"Mi Reina, parece que la ruta del buque se ha vuelto aún más peligrosa. Si cambias de opinión..."

"¿Qué ocurrirá con nuestro comercio?"

Heinley frunció el ceño,

"Podríamos quitar la fruta del cargamento. Sólo esta vez."

"Es nuestro producto más vendido. Además, no podemos permitirnos tirarlo todo."

Heinley se enfurruñó mientras devoraba su langosta,

"Estoy preocupado."

"Despreocúpate. Sir Artina, el Vizconde Langdel, y el Gran Duque Kapmen estarán conmigo."

"No confío en ninguno de ellos, Mi Reina."

Desafortunadamente, los tres nos habían acompañado al restaurante. Estaban sentados a poca distancia de nosotros. Levanté el tenedor, con una sonrisa incómoda.

Los tres se estremecieron, por lo que definitivamente debieron oírlo.

"Este tipo de rumores se escuchan a menudo en los puertos internacionales. Todo estará bien."

***

Unas horas más tarde, subí a bordo del enorme buque, acompañada por mis guardias. Además de la tripulación, se había añadido espacio para mí, mis acompañantes, sirvientes y los funcionarios que componían nuestro grupo.

Laura era la única dama de compañía que había traído.

"¡Guau!"

Ella se agarró a la barandilla del buque, boquiabierta.

"¡Mire el tamaño de este buque, Su Majestad!"

"Cuidado, Laura."

Alcancé su brazo para detenerla. Pero la emoción no tardó en arrastrarme a mí también. El viento salado acarició mis mejillas, vigorizante y refrescante. Me apoyé en la barandilla para contemplar la espuma blanca esparcida sobre las olas azules.

'Asombroso.'

"Su Majestad, ¿ha navegado alguna vez?"

"En un velero. Pero nunca en algo tan grande."

"¡Yo tampoco!"

Gritó Laura, sujetándose a la barandilla.

"Lástima que no pudieron venir las demás. A la Condesa Jubel y a Rose les habría encantado. También a Mastas..."

De repente, su alegría se desvaneció. Ella suspiró.

Claramente, todavía extrañaba a Mastas. Le toqué el brazo.

"No te preocupes, Laura. La Señorita Mastas me envió una carta hace poco. Le va bien, y... bueno, he oído buenas noticias."

De acuerdo con los rumores, los adversarios de Mastas estaban cayendo como moscas. Eso contaba como una buena noticia, ¿no? Con nosotras, había sido una torpe dama de compañía. Como caballero, parecía una persona completamente diferente. Una sobresaliente y aterradora guerrera.

***

Pasadas unas cuatro horas, el entusiasmo de Laura desapareció. Ahora estaba apoyada contra una pared, gimiendo de mareo.

Ni siquiera podía darle una palmadita en la espalda a la pobre Laura. Si lo hacía, las dos vomitaríamos. Finalmente, incapaz de soportar el encierro de nuestro camarote, subí a cubierta. Me quedé mirando el mar, tratando de calmar mi revuelto interior.

"Su Majestad."

El Gran Duque Kapmen se me acercó. En el momento en que me di la vuelta hacia él, el viento del mar se llevó mi horquilla.

Mi cabello voló alrededor de mi cara, alborotado por la brisa. No podía ver nada. Nerviosa, me lo recogí en un moño sencillo. Estaba sonrojada.

Kapmen se mordió el labio, conteniendo la risa,

"Mis disculpas. No me esperaba que eso pasara. Ya veo que los vientos del mar pueden despeinar incluso a Su Majestad."

Resoplé, aún más avergonzada. Pero pronto volví a tranquilizarme.

'Kapmen debe saber cómo me siento, lo oculte o no. ¿Cierto?'

En cuanto pensé eso, Kapmen volvió a tensarse con una risa reprimida. Lo fulminé con la mirada, pero él miró hacia otro lado.

"¿Qué querías decirme?"

Finalmente, se le borró la sonrisa. Entonces se aclaró la garganta,

"¿Qué opinas de que me case?"

Mis cejas se alzaron.

'¿A qué viene eso?'

"¿Con quién? ¿Alguien de Luipt o del Continente Wol?"

La expresión de Kapmen se ensombreció,

"Es alguien que Su Majestad conoce."

'Conozco a muchas personas.'

"¿Quién es?"

Kapmen evitó mi mirada.

'¿Acaso es alguien con quien no me llevo bien?'

"Ella es—"

De repente, escuché un fuerte estallido en el mar. Jadeé, resbalándome al golpearnos una enorme ola.

El Gran Duque Kapmen me agarró el brazo con una mano y la barandilla con la otra. En ese instante, el buque se sacudió violentamente. Vislumbré cientos de pequeños peces saltando en el aire.

"¡Su Majestad!"

Giré la cabeza en dirección a la voz. El Vizconde Langdel y Sir Artina corrían hacia nosotros, ambos ofreciéndonos sus manos. Pero entonces oí un fuerte crujido.

Antes de que pudiera comprender la situación, el Gran Duque Kapmen y yo estábamos cayendo por la borda.

Si te gusta mi trabajo, puedes apoyarme comprándome un café o una donación. Realmente me motiva. O puedes dejar una votación o un comentario 😃😁.

Publicar un comentario

0 Comentarios

Haz clic aquí