La Emperatriz se volvió a casar 256
¿Te ayudará?
Mastas balanceaba su espada sin cesar. Era la única manera de ahogar sus penas. Si dejaba de moverse, empezaría a pensar. Entonces las lágrimas llenarían sus ojos. Necesitaba seguir sonriendo, mantenerse fuerte.
No lo estaba pasando bien.
'Necesito actuar con normalidad.'
Mastas balanceó la espada lo más rápido que pudo. Golpeó al muñeco de prácticas con fuerza. Por un momento, consiguió despejar su mente.
Los miembros de la 2ª Orden de los Caballeros Clandestinos la observaban con preocupación.
"¿Qué hacemos si rompe todas nuestras espadas de entrenamiento de madera?"
"Ya ha roto diez."
"Los muñecos de prácticas ya son bastante costosos."
Sin embargo, la preocupación de ninguno de ellos era Mastas.
Si bien las damas de compañía se preocupaban por ella, los Caballeros Clandestinos jamás imaginarían que Mastas tenía el corazón roto. Ella llevaba a cabo los actos sucios de los nobles, era apodada 'Manos Sangrientas'.
La espada de madera se partió por la mitad. Otra vez.
Mastas maldijo y tiró los trozos a un lado. Los caballeros de alrededor se marcharon rápidamente. De lo contrario, temían que pidiera un combate a alguno de ellos.
Mastas miró el campo de entrenamiento vacío. Tenía muchas ganas de pelear con alguien. Pero se tiró al suelo, jadeando.
'Me duele.'
Incluso esta breve pausa le resultó demasiado difícil de soportar. Se levantó rápidamente, pero le ardía la mejilla. Cuando se la tocó, su mano se manchó de sangre.
"Maldita sea."
Debe haberse clavado una astilla de la espada de madera.
Tras frotarse la herida bruscamente, fue a por una espada nueva. En el momento en que la alzó contra el muñeco de prácticas, una voz detrás de ella dijo,
"Estás herida."
Mastas se quedó paralizada. Sus ojos se sacudieron. Apretando los labios, bajó la espada. Sabía que esa voz pertenecía al hombre con el que no podía dejar de soñar. Incluso ahora le dolía el corazón.
Lentamente, se volvió hacia Koshar.
Koshar sacó un pañuelo y se acercó,
"Estás sangrando. Si no lo desinfectas bien..."
Aun así, Mastas rechazó el pañuelo,
"Olvídalo. No importa si deja una cicatriz."
"Si no tratas la herida, causará problemas más adelante."
"Incluso si así fuera, no debería importarle, Lord Koshar."
Él se estremeció.
'Siento tu dolor. Puede que tu herida sea visible, pero la mía es igual de profunda, aunque no puedas verla.'
Sin embargo, no podía decirlo. Tales palabras debían reservarse para su prometida, la Princesa Charlotte.
Se metió el pañuelo en el bolsillo y bajó la mirada,
"Ya que eres una de las damas de compañía de Navier, eso nos convierte en amigos. Si la Señorita Mastas resulta herida, Navier se preocupará. Y si Navier se preocupa, entonces yo... también sentiré dolor."
Koshar no se atrevió a mirar a Mastas mientras decía esto.
Ni ella tampoco. Su mirada estaba clavada en el muñeco. Pero su voz hacía que su corazón se acelerara. Sus ojos se llenaron de emoción.
Sin que ellos se dieran cuenta, la Princesa Charlotte pasó por delante del campo de entrenamiento de camino a ver a Navier. Abrazó contra su pecho la pesada enciclopedia que llevaba, mirando de lejos al hombre y a la mujer. Entonces se detuvo, levantando una ceja.
'¿Qué pasa aquí?'
Sus manos no se tocaban, y no hacían contacto visual. Sin embargo, incluso desde la distancia, ella podía sentir la tensión entre ellos. La falta de contacto les hacía parecer aún más desesperados.
Charlotte frunció el ceño. En su mente surgió una ligera sospecha.
'¿Esos dos tienen una relación?'
De vuelta en su habitación, Charlotte repitió la escena una y otra vez en su mente. Cuanto más pensaba en ello, más fuerte se volvía su sospecha.
Esa noche, llamó a Koshar.
"¿Estás enamorado de alguien?"
Koshar pareció sorprendido.
"Sólo respóndeme honestamente. Si mientes, me daré cuenta."
Todas sus damas de compañía miraron a Koshar, listas para salir en su defensa. Pero Charlotte les indicó que salieran mientras esperaba su respuesta.
Él finalmente respondió,
"Antes."
"¿En serio? ¿No sigues enamorado de esa persona?"
"Lo que importa es que me casaré con Su Alteza."
Charlotte levantó una ceja.
"Me entregaré por completo a usted. Haré todo lo posible por amarle. No es necesario preguntar por alguien con quien ya rompí."
Ella frunció el ceño.
'¿No es necesario?'
Bueno, todavía no estaban casados.
'Supongo que tiene razón.'
Aun así, no le agradaba la idea. ¿Rompió con su verdadero amor por un matrimonio de conveniencia? Ella había visto a muchos otros hacer lo mismo, pero seguía sin sentarle bien.
Por lo que había visto antes, él todavía estaba enamorado de esa mujer. ¿Realmente querría casarse con un hombre que estaba enamorado de otra mujer?
"Entiendo. Puedes irte."
Una vez que Koshar se marchó, Charlotte caminó alrededor de la habitación con los brazos cruzados.
'Los dos nos casamos por conveniencia. ¿Por qué debería importarme?'
Sin embargo, le molestaba.
Su mirada se posó en el jarrón de lirios negros. El ramo que el Gran Duque Kapmen le había regalado, alegando que simplemente se había cruzado con ella por casualidad. Se dirigió al jarrón y acercó la nariz a las flores, inhalando su aroma.
'Aunque no amo al Gran Duque Kapmen, me siento extraña casándome con Koshar. Más aún ahora que sé que ama a otra persona. Y estoy segura de que ella también lo ama.'
Charlotte frunció el ceño al recordar la cara de Mastas.
'¿No es ella una de las damas de compañía de la Emperatriz Navier?'
"¡Laura!"
Miré por todas partes. Me agaché y busqué en la hierba seca por si se había caído. Me puse de puntillas y miré hacia las copas de los árboles.
"¡Laura!"
Por más que busqué, no pude encontrarla. Horribles pensamientos invadieron mi mente.
'¿Y si está herida? ¿Y si un halcón se la llevó?'
"¡Laura!"
Mis gritos atravesaron el aire.
De repente, recordé el nido que hizo Heinley. En lo alto de un pilar.
'A los bebés de nuestro Clan les encantan los sitios altos, Mi Reina. Los bebés más valientes hacen berrinches para que sus nidos sean construidos en sitios muy altos.'
Me apresuré hacia el sitio donde estaba construido el nido. Pero no avancé mucho antes de escuchar una voz.
"¿Su Majestad?"
Mastas me saludó desde lejos.
"¡No vengas aquí!"
Grité. No había tiempo para explicaciones. No dejé de moverme. Ella se quedó paralizada por la sorpresa, viéndome correr hacia los árboles.
El olor de Laura todavía impregnaba la manta en mis brazos, provocándome una nueva oleada de angustia.
'Laura, por favor...'
Cuando finalmente pasé por las enredaderas cubiertas de maleza, me metí por la abertura que Heinley me había mostrado. Al otro lado, vi el alto pilar sobre el que descansaba el nido de joyas.
Y en medio del nido, entre las joyas relucientes, se posaba mi amada bebé en forma de pájaro.
'¿Qué está haciendo?'
Mi bebé, apenas del tamaño de la palma de mi mano, estaba sentada con la cabeza inclinada hacia atrás, mirando hacia el sol. Se me llenaron los ojos de lágrimas. La luz era tan brillante que apenas podía abrir los ojos, pero ella lo miraba directamente, estremeciéndose.
"¡Laura!"
Al oír mi grito, el pajarito finalmente me miró. Agitó sus pequeñas alas y empezó a bailar alrededor del nido.
'Pequeña...'
Se me escapó un sollozo, seguido de una carcajada. Era el mismo baile que hacía Heinley cada vez que estaba emocionado. Recordé otra cosa que me había dicho.
'Los pájaros de nuestro Clan aprenden a volar más rápido que los pájaros normales, Mi Reina. Aprenden a volar antes que a hablar.'
Heinley tenía razón. Aprenden a volar rápido. Y también a bailar.
En ese momento, un enorme pájaro dorado se abalanzó y agarró a Laura por el cuello. El pajarito se resistió y chilló, mientras Reina revoloteaba lentamente hacia mí, con una expresión severa.
Cuando se acercó, extendí las manos y dejó caer el pajarito en mis palmas.
- ¡Gu!
El pajarito se echó boca abajo, haciendo pucheros. Luego apoyó la mejilla contra mis dedos, con las alas caídas a los lados. Debe estar molesta porque Heinley la bajó.
"Revoltosa."
Heinley, ahora en forma humana, chasqueó la lengua y presionó la barriga de Laura para que volviera a transformarse en humana. Mientras él la acunaba contra su cálido pecho, yo rápidamente la envolví de nuevo en su manta.
Laura nos miró con los labios apretados en señal de protesta.
"Ella es como tú."
Pellizqué el pecho de Heinley. Él se estremeció, pero no protestó.
"De pequeña nunca causé problemas como éste."
Resoplé. Me sentía mal por recriminárselo, pero no podía evitarlo. Laura no sabía lo que hacía, así que sólo podía quejarme a Heinley.
Él se rió.
"Yo tampoco esperaba que aprendiera a volar tan rápido, Mi Reina. Todavía es una bebé. No creí que pudiera transformarse sola. Incluso yo no podía hacer eso."
Parecía desconcertado.
Apreté a Laura con más fuerza. Mientras su suave cabello me hacía cosquillas en la mejilla, la bebé estornudó. Esperaba que no se hubiera resfriado.
***
Dado que Heinley llegó aquí en forma de Reina, no podía regresar al palacio en forma humana. Me acompañó hasta las enredaderas, luego se transformó en Reina y regresó a su oficina.
Yo me dirigí a mi habitación sola, con la bebé en brazos.
Al aproximarme al palacio, vi que Mastas aún permanecía paralizada en el sitio donde me había visto. Sintiéndome mal por mi brusco comportamiento, me acerqué rápidamente.
"Mastas, lamento lo de antes."
De repente, lágrimas cayeron por el rostro de Mastas.
"¿Mastas?"
Sobresaltada, me incliné a la altura de sus ojos.
"¿Qué ocurre? ¿Estás bien?"
Se le salieron más lágrimas al cerrar los ojos con fuerza.
"¡Su... Su Majestad!"
Estaba llorando tanto que tartamudeaba. ¿Le dolió que la ignorara cuando pasé corriendo?
"Siento haberme ido antes, Mastas. Laura había desaparecido, así que no tuve tiempo de hablar. La bebé—"
"¡Odio a Lord Koshar! ¡Lo odio, Su Majestad!"
Ella dio un pisotón.
'Al menos no es mi culpa.'
Sin embargo, éste parecía un problema peor. Le di unas palmaditas suaves en la espalda.
"Mastas, entremos. Lo hablaremos en mi habitación."
Pero una vez que volví a mi habitación, Kai empezó a llorar desconsoladamente. Normalmente era un bebé tranquilo, pero a pesar de los esfuerzos de Laura por entretenerlo con un sonajero, seguía sollozando.
Le pasé a Laura a Mastas y me acerqué a Kai. Probablemente estaba celoso de que hubiera sacado a Laura sola.
"Lo siento, Kai. Ya, ya."
Abracé a Kai mientras lloraba. Él me agarró el cabello y trató de comérselo.
"No, Kai."
Cuando aparté mi cabello de su boca y le arrullé, le entró hipo. Su llanto disminuyó. Al final, recostó la cabeza en mi hombro.
"¿Qué pasa, Mastas?"
Laura notó la cara llorosa de Mastas. Al menos sus lágrimas parecían haber disminuido mientras mecía a Laura.
Mastas no respondió.
"¿Mastas?"
Pregunté en voz baja, a lo que ella sacudió la cabeza.
"No es nada. Hice un comentario que no debía porque he estado bebiendo."
"No olí ni un rastro de alcohol en ti."
"He bebido alcohol sin olor."
Respondió. Luego bajó la cabeza como para evitar mis preguntas.
Pero antes había mencionado a Koshar. Estaba segura de que él tenía algo que ver.
Laura se apresuró a traerle a Mastas un poco de té caliente. Los ojos de Mastas se llenaron de lágrimas cuando aceptó la taza, pero se las tragó. Yo también tuve que tragarme mi frustración. No podía resolver sus problemas amorosos, por mucho que quisiera.
"Um, ¿Su Majestad?"
Laura me miró.
"Sobre el Duque Elgy..."
"¿Qué pasó con él?"
Cuando volví con Heinley de la Ceremonia de Año Nuevo, él ya había regresado a Bohean Azul. Había venido hasta aquí para encontrarse con Heinley, pero al final se marchó sin ni siquiera verlo.
Laura cruzó las manos sobre sus piernas.
"Creo que recibió una mala noticia. Esa serpiente se comportó tan desagradable como siempre aquel día, pero a los pocos minutos de entrar en su habitación, salió corriendo como un loco."
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