LESVAC 253

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La Emperatriz se volvió a casar 253

El representante



'Se dice que si no hay noticias, entonces es que las cosas van bien... pero me pregunto qué estará pasando en la Ceremonia de Año Nuevo.'

El canciller suspiró ante el cielo cada vez más oscuro. Entre este viaje y la prolongada desaparición del Emperador Heinley, tenía mucho de qué preocuparse. Estaba tanto curioso como frustrado por no recibir noticias de la ceremonia. ¿Habían sido atacados los representantes del Imperio Occidental? ¿Se encontraba bien el Emperador Heinley?

La Emperatriz Navier se había negado a compartir sus planes, lo que sólo empeoró sus preocupaciones.

'Desearía que al menos enviaran un mensaje de que todo está bien.'

Incapaz de concentrarse en el trabajo, recogió los documentos que no había leído y los metió en su bolso. Planeaba terminar el trabajo en su residencia oficial. Pero en cuanto abrió la puerta, un funcionario corrió hacia él con un sobre cerrado.

"¡Señor, esto es del Imperio Oriental!"

"Por fin."

'¿Por qué tardaron tanto en responder?'

Chasqueó la lengua mientras lo abría. Luego se quedó paralizado.

"Oh no."

***

Me adelanté, apartando a la multitud del camino. Levanté el mentón para parecer lo más fría y arrogante posible. Con suerte, atraería la atención de todos hacia mí, y la desviaría de Heinley.

El salón se sumió en el silencio. Había tanto silencio que pude oír a alguien a mi lado tragar saliva.

Cuando estaba a sólo unos pasos de distancia, Ángel finalmente contestó,

"No sé a qué te refieres. ¿Hay alguna relación entre la disminución del maná y este ladrón?"

En realidad... no. Pero eso no importaba. Todos aquí eran miembros de la realeza o nobles de alto estatus. Un ladrón solitario no les importaba. En cambio, la disminución del maná...

"Estás haciendo esto para intimidarnos. ¿No es así?"

"¿Yo?"

Ángel se rió como si esto fuera escandaloso.

De hecho, esa era la idea. Sabía que ahora mismo Ángel estaba tras los secretos del Clan de Heinley, así que hice que la atención de todos se centrara en mí. Ángel intentó seguir sonriendo, pero me di cuenta de que estaba molesto. La situación se le estaba yendo de las manos.

De repente, alguien dijo,

"Emperatriz Navier. ¿Afirma Su Majestad que el Imperio Occidental no tuvo nada que ver con el fenómeno de la disminución del maná?"

Escudriñé a la multitud hasta encontrar a la persona que intervino— El Rey del Reino del Norte.

'Ángel debe haberles insinuado que había indicios de que el Imperio Occidental estaba implicado en eso.'

"Así es. El Imperio Occidental no tiene nada que ver."

La Princesa de Samoneaux dio un paso al frente.

"Emperatriz Navier, discúlpeme por sacar este tema... pero justo el año pasado, usted era la Emperatriz del Imperio Oriental. ¿Cómo puede estar segura de que el Imperio Occidental no estuvo involucrado en la disminución del maná antes de que usted llegara?"

Una pregunta astuta. La princesa aún no había ascendido al trono, pero había mantenido el poder de facto en Samoneaux durante los últimos diez años, ya que el rey había caído enfermo hace mucho tiempo. Probablemente quería oír a Heinley, más que a mí. Pero no podía permitir que la atención se dirigiera hacia él.

"Conozco bien la situación."

Respondí. Sólo necesitaba prolongar la conversación hasta que Heinley terminara lo que sea que estuviera haciendo.

El Rey de Bohean Azul fue el siguiente en hablar.

"¿Nos dirás al resto de nosotros lo que sabes?"

'Funcionó.'

Hace unos días, le revelé al Vizconde Langdel una verdad a medias. Ahora, pensé en usar ese secreto para volver las insinuaciones de Ángel en su contra,

"La disminución del maná es un fenómeno natural. Lleva ocurriendo desde hace varias décadas."

"Pero se ha acelerado recientemente."

Replicó el Rey de Bohean Azul.

"Correcto. Ya que en el proceso de intentar detener la disminución, hemos causado... efectos secundarios."

Los presentes empezaron a cuchichear. Ángel me miró con curiosidad. Cuando se dio cuenta del interés de la multitud, se burló.

"¿Efectos secundarios? Ridículo."

"Así es. Efectos secundarios. El Imperio Oriental lleva años luchando con eso. Por suerte, hemos podido coordinar nuestros esfuerzos."

Afirmé descaradamente.

'Menos mal que Sovieshu no está aquí.'

"Mi país natal, el Imperio Oriental, es una potencia mágica. Allí se investiga activamente el fenómeno. Si el Imperio Occidental envía pruebas de los efectos secundarios que han descubierto, se pueden investigar para encontrar una forma de detener la disminución del maná."

Por primera vez, mi país natal fue más una ayuda que un obstáculo. Después de todo, seguía siendo ciudadana del Imperio Oriental.

Gracias a eso, los presentes parecieron aceptar más fácilmente mi explicación.

No obstante, Ángel aún no estaba convencido.

"Es extraño. El Imperio Occidental apenas utiliza magia. ¿Cómo pueden ayudar a detener el fenómeno?"

Circularon más murmullos. Él tenía un buen punto. El Imperio Oriental debería ser el único capaz de detener el fenómeno, no el Imperio Occidental productor de joyas.

En vez de responder de inmediato, me acerqué a Ángel. Paso a paso. Y con cada pisada, enviaba una corriente de maná al suelo.

Puede que el intenso entrenamiento haya merecido la pena. Dondequiera que aterrizara mi pie, el suelo se cubría de hielo. Los que al principio no se daban cuenta de lo que ocurría de repente se quedaron en silencio.

Me acerqué a Ángel, extendí la mano y agarré su cinta. Cuando envié maná hacia ella, la cinta alrededor de su cuello se congeló al instante.

Los caballeros que estaban a ambos lados se sobresaltaron. Parecían no saber si debían desenvainar sus espadas para protegerlo,

"Esto es..."

"Cubrir un secreto con uno más grande."

"El Imperio Occidental esta estudiando como crear magos artificiales a partir de personas comunes. Como yo."

La multitud jadeó.

"Este estudio surgió de la investigación de occidente sobre la disminución del maná. El Imperio Occidental no puede permitirse perder ni un solo mago, así que se volvieron más creativos."

Tras un momento de asombro, el salón se llenó de murmullos. Ángel me miró fijamente, sin atreverse siquiera a pestañear. Sonriendo, tiré de su cinta hasta que se desató.

"Te gustan los juegos, ¿no es así, Ángel? Pero, ¿qué opinas de los juegos que ya no están bajo tu control?"

Ángel lucía tan helado como su cinta.

"¿Es una maga?"

Siseó alguien.

"¿Crear magos artificiales? ¿Cómo es eso posible?"

Murmuró otro.

Ya nadie tenía en mente la disminución del maná. Estaban demasiado entusiasmados con la perspectiva de crear magos. Mientras tanto, Ángel seguía mirándome con incredulidad.

'¿Heinley todavía está ocupado?'

Esperaba que terminara pronto. No sabía cuánto tiempo más podría mantener la atención de todos.

Después de todo, Ángel era un sembrador de caos profesional. Tomé el control temporalmente, pero estaba segura de que incluso ahora pasaban por su mente ideas para recuperarlo.

De repente, Ángel sonrió. Mi corazón dio un vuelco.

'¿Ahora qué?'

Antes de que pudiera abrir la boca, un fuerte estruendo resonó en la habitación. Los dos volteamos la cabeza.

Se escuchó un grito.

El caballero había atravesado los barrotes de la jaula. Tres barrotes de hierro rodaban detrás de él mientras corría hacia la salida como una ardilla. Estuve a punto de mirar a Heinley, pero me forcé a mantener la mirada fija en el caballero.

Los Caballeros de la 4ª División se lanzaron a por él. Pero el caballero se movía rápido, y la apiñada multitud dificultaba el libre movimiento de sus perseguidores.

Ángel había dejado abierta la entrada principal cuando introdujo la jaula. El caballero atravesó la puerta sin vacilar.

Ángel no se movió ni un milímetro. Se limitó a suspirar. Cuando nuestras miradas volvieron a cruzarse, hizo una mueca,

"¿Qué tanto planeaste?"

"Sólo hasta este punto. Ya puedes relajarte."

Por supuesto, era mentira.

***

La Ceremonia de Año Nuevo no terminó como se esperaba.

Nadie pudo concentrarse en la música o el baile después de ese enfrentamiento. Un puñado de nobles estuvo un rato en la pista de baile, pero la mayoría observaba el salón con ansiedad y se marchó antes de tiempo.

Probablemente, todos los nobles de los demás países se reunieron para discutir esta nueva información. Unos pocos iniciaron conversaciones conmigo y con Heinley, lo cual resultó útil, ya que mantuvo a Ángel alejado de nosotros.

Tras la ceremonia, volvimos a nuestra habitación y preparamos las maletas a toda prisa.

"¿Escapó sano y salvo el caballero capturado? Tú lo liberaste, ¿cierto?"

"Sí, utilicé calor para derretir los barrotes, hasta que quedaron lo bastante débiles como para romperse de una patada. Todavía no sé si escapó sano y salvo... pero espero que sí."

Heinley agitó las manos imitando a un pájaro.

'Mientras haya salido, debe haber escapado a salvo.'

"¿Así que tu magia es el calor?"

"Sí."

Extendió las manos, con las palmas hacia arriba. Pero no apareció nada. Mientras miraba atentamente, Heinley apretó los puños,

"Lo malo es que toma mucho tiempo calentar. Podría haberlo liberado mucho más rápido si mi magia fuera de fuego."

Heinley me tocó el brazo. De su palma irradiaba calor.

"Está cálida."

Su mano se deslizó hacia abajo para agarrar la mía. Pero ante mi risa repentina, frunció el ceño,

"¿Por qué te ríes, Mi Reina?"

"Porque encaja contigo."

Heinley no actuaba como una persona ardiente. En realidad era bastante tímido cuando tenía que serlo. Pero también tenía un corazón cálido y amable,

"Tu cuerpo está lleno de cosas calientes."

Las orejas de Heinley se pusieron rojas. Abruptamente, apartó la mirada. Por un momento, me quedé perpleja.

'¿Qué había dicho?'

Entonces me di cuenta y entrecerré los ojos.

"Heinley, no quise decir nada sensual."



***

Los invitados abandonaron en masa la Ceremonia de Año Nuevo. Todos tenían la misma excusa: no podían ausentarse de su país por mucho tiempo.

Por supuesto, todos eran reyes y reinas. Pero sus obligaciones no eran la única razón por la que se apresuraban a volver a casa. Todo el castillo retumbaba con la noticia de que el Imperio Occidental había creado magos artificiales.

Heinley y yo nos unimos a la multitud que partió temprano. Ángel vino a despedirnos, con un disgusto evidente en su postura rígida.

"Espero volver a verla pronto, Su Majestad Navier."

"El púrpura no te queda bien. Deberías buscar otro color."

Dicho esto, cerré la puerta del carruaje.

Una vez a solas, Heinley se recostó un poco molesto contra la ventana de su lado.

"Heinley... eso fue acoso, no una muestra de buena voluntad."

'¿Por qué mi acoso lo ponía tan celoso?'

Estaba claro que no aceptaba mi razonamiento. Cerró la boca con fuerza, sobresaliendo su labio inferior. Pero incluso haciendo pucheros, se veía encantador. Especialmente con esas largas pestañas caídas sobre sus ojos.

Extendí la mano y le acaricié la cara. Me dolió el corazón al sentir lo mucho que había adelgazado.

"No vuelvas a dejarte atrapar por un tipo como él."

Los labios de Heinley se curvaron en una leve sonrisa. Puso sus manos sobre las mías. Luego juntó mis palmas, envolviéndolas con fuerza, y plantó un beso en cada una. Mientras me besaba las manos, Heinley mantenía su mirada fija en la mía.

El suave roce de sus labios, combinado con su intensa mirada, fue placentero para mis ojos y mis oídos. Mientras el carruaje avanzaba traqueteando, nos abrazamos con fuerza.

No fue hasta después de cruzar la frontera que recordé cómo había arrastrado al Imperio Oriental a nuestras mentiras,

"Mientras estabas ausente, envié una propuesta al Imperio Oriental. Les pedí que abandonaran la alianza con nosotros."

Heinley estaba ocupado besándome las manos por todas partes, pero al oír esto, levantó la vista sorprendido,

"¿En serio?"

"Pasaron muchas cosas mientras no estuviste."

Le di un suave golpe en el dorso de la mano.

"¿No te das cuenta de cuánto tiempo ha pasado?"

Heinley hizo un puchero.

'No importa. Haz todos los pucheros que quieras.'

Pero tendría que tener más cuidado a partir de ahora.

"¿Recibiste una respuesta, Mi Reina?"

"Todavía no. Pero probablemente aceptarán."

"Así que por eso mencionaste al Imperio Oriental."

***

No mucho después de volver a entrar en el Imperio Occidental, llegamos al palacio. Mientras desembarcábamos, repasé la lista de asuntos de los que tenía que ocuparme ahora. Lo primero era ver si Sovieshu había respondido. Si no, ¿debía reenviar mi carta o esperar más?

Deliberé mientras me dirigía a mi oficina. Pero me encontré con el canciller a mitad del pasillo,

"¡Emperatriz Navier!"

Cuando vio a Heinley a mi lado, el canciller se quedó paralizado.

"¿Su Majestad?"

Comenzó a caminar de nuevo, mirando entre los dos. Cuando se le pasó la sorpresa, el canciller se dio cuenta del estado de Heinley. Se cubrió la boca con ambas manos.

"Su Majestad, ¿qué le pasó?"

Antes de que Heinley respondiera, me fijé en el sobre que tenía en la mano el canciller. Llevaba el sello del Imperio Oriental.

"¿Qué es eso?"

El canciller me extendió el sobre,

"Es una respuesta del Imperio Oriental, Su Majestad. Pero... bueno, debería leerla usted misma."

¿Sovieshu nos rechazó? Tenía curiosidad, pero no me atreví a abrirla en medio del pasillo. Entré en mi oficina con Heinley a cuestas. El canciller y McKenna nos siguieron.

Miré el sobre. La cera no estaba adherida, lo que quiere decir que el canciller ya le había echado un vistazo. Mi curiosidad aumentó aún más.

'¿Qué es lo que no quiere decirme?'

Saqué la carta y la hojeé rápidamente.

"Oh no..."

En la última línea, mi corazón se hundió. Miré a Heinley, que leía por encima de mi hombro. Nuestras miradas se encontraron, con la misma expresión reflejada en nuestros rostros.

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