La Emperatriz se volvió a casar 243
Pierde uno, gana uno
Sovieshu hojeó despreocupadamente la lista de candidatas a emperatriz. Su nombre, su familia, su retrato, su reputación social, sus gustos, sus talentos, su carácter, la riqueza de su familia, sus hábitos y los nobles con los que mantenía una relación cercana. Dado que las candidatas habían sido seleccionadas en base a los mismos estándares, todas eran similares.
Si no fuera por esos estándares, no habrían entrado en la lista.
El Marqués Karl examinaba nervioso las reacciones de Sovieshu. Sin embargo, Sovieshu miró la lista con paciencia y calma. Finalmente, tras leer más o menos la mitad, cerró el libro.
"Su Majestad, ¿no quiere mirar la lista un poco más?"
"¿Qué sentido tendría?"
"Hay que elegir a una nueva emperatriz."
El Joven Sovieshu fulminó con la mirada al Marqués Karl. Cualquier cosa que él dijera no era bien recibida estos días. Sovieshu había actuado así desde que Rivetti le contó lo sucedido.
O tal vez fue a causa de Sheir. En un principio, Sovieshu tenía la intención de ganar tiempo trayendo a Sheir al palacio. Pero entonces el niño declaró que renunciaba a su derecho al trono. A pesar de las protestas de la Gran Duquesa, Sheir juró no volver jamás. Ahora al Gran Duque y a la Duquesa, junto con sus partidarios, les esperaban muchas noches de insomnio.
Sovieshu empujó el libro hacia el otro extremo del escritorio.
"Ignorar esto no traerá de vuelta a Navier, Su Majestad."
"Lo sé. Oí que dio a luz a gemelos."
"Puede que no le interese, pero por favor considere el matrimonio. Elija a alguien por el bien del país. Hay muchas jóvenes inteligentes y brillantes."
Sin embargo, Sovieshu no reaccionó. Finalmente, el Marqués suspiró y se marchó, llevándose el libro.
Sovieshu apoyó la cabeza en sus manos mientras miraba por la ventana. La niña cubierta de sangre estaba pegada a la ventana y le devolvía la mirada.
Veía esta aparición cada vez que estaba solo. Desde que vio al niño llamado Ahn. Al principio, estaba increíblemente asustado. Pero como la niña no le causaba ningún daño, sólo se aferraba a la ventana, ahora sólo se sentía cansado de verla.
La aparición le incomodaba enormemente, por lo que preguntó sobre esto a su yo de la noche en una carta. Pero su yo de la noche dijo que no la había visto.
'Sólo yo la veo. Sólo yo la veo. ¿Por qué?'
¿Por qué su yo de la noche, que recordaba todo, no veía a esta niña? ¿Mientras que él, que perdió sus recuerdos, sí podía?
No había forma de saberlo. Al principio, ignoró la aparición, como de costumbre. Pero luego se levantó y se acercó a la ventana. Tal vez le molestó oír al Marqués Karl y a los nobles hablar de matrimonio.
Pensó que la aparición desaparecería al acercarse, pero la niña no se desvaneció. Siguió mirando a Sovieshu a través de la ventana. Cuando se acercó, los labios de la niña se entreabrieron.
'¿Sabe hablar? ¿Qué se supone que significa esta aparición?'
Sovieshu se estremeció, pero leyó los labios de la niña.
"¿De verdad... crees... que todo es... mi culpa?"
¿A qué se refería? Era difícil de comprender, pero esa fue la pregunta que leyó en los labios de la niña. ¿La había interpretado correctamente?
Una lágrima cayó de un ojo de la niña cubierta de sangre. Al caer la lágrima, algunas manchas de sangre desaparecieron de su cuerpo. Los labios de la niña volvieron a moverse, sin darle tiempo a sorprenderse. ¿De verdad crees que todo es mi culpa?
Otra vez la misma pregunta.
Siguió otra lágrima, luego dos más, hasta que cayó un flujo incesante. Con cada una, desaparecían más manchas de sangre. Verla era espeluznante... pero también agonizante. Sovieshu hizo una mueca ante el dolor palpitante de su cabeza.
Entonces, una débil y familiar voz llamó desde lejos, muy lejos.
"¿No tienes ninguna compasión?"
Era su propia voz. Un momento después, escuchó una débil voz, aún más lejana que la suya.
"Sálvame..."
Su campo de visión se sacudió. Apareció una pradera. Había una mujer, llorando... una mujer que sollozaba con el pie atrapado en una trampa. Lloraba como si el cielo se hubiera derrumbado. Vio heridas tanto en sus manos como en sus pies. La débil voz volvió a escucharse. Era apenas audible.
"Eso es culpa nuestra, no tienes la... culpa."
Sovieshu dio un paso atrás. No era la niña la que hablaba. La voz provenía de su propia memoria. La niña en la ventana seguía llorando, con la boca abierta.
"Su Majestad es... el salvador."
'El escritorio. ¿Qué es eso que se está apilando en el escritorio?'
"Consérvalo."
Esta fue su voz otra vez... Sovieshu dio un paso atrás. Justo entonces, oyó una voz fría desde arriba, totalmente diferente a las anteriores.
"¿Sólo sientes compasión por la Señorita Rashta, Su Majestad?"
La voz pertenecía a Navier. Y... ¿Rashta? Su nombre sonó claramente por primera vez.
Sovieshu se quitó las manos alrededor de la cabeza y las levantó con dificultad. Fue entonces cuando las manchas de sangre de la niña de la ventana desaparecieron por completo y dejaron al descubierto una larga cabellera plateada. Sin embargo, quedaban rastros de manchas carmesí en su cabello y alrededor de la boca.
'¿Es ella... Rashta?'
Aunque se había quitado la sangre, seguía siendo una niña. Él había oído que ella era una adulta.
"¿Rashta?"
En cuanto la llamó por ese nombre, la niña de cabello plateado se desplomó. Conmocionado, Sovieshu corrió hacia la ventana. Se agarró al alféizar y miró hacia abajo, pero no vio a la niña de cabello plateado.
En cambio, volvió a oír la voz fría y susurrante de Navier.
"Siempre hablabas de lo cruel que había sido la vida con ella. Sin embargo, la mataste con tus propias manos."
Un dolor terrible y aplastante le apuñaló la cabeza. Sovieshu se agarró las sienes y gritó,
"¡Karl! Karl!"
En respuesta, Karl apareció, dando vueltas y vueltas en su visión. Parecía estar llamándole,
"Su Majestad, Su Majestad."
Sin embargo, era difícil saber si era realmente su voz o una alucinación.
"No es verdad, Navier. No es así."
Sovieshu murmuró, y cayó de espaldas. El Marqués Karl lo atrapó, y rompió a llorar.
"¡Su Majestad! Su Majestad. ¡Por favor, reaccione!"
Desde el otro lado de la puerta, la subcomandante de los Caballeros de la Guardia Imperial, Sir Artina, los observaba con frialdad.
***
"¿Su Majestad?"
Dejé la pequeña campana con la que estaba jugueteando sin sentido y levanté la cabeza. El canciller me miró perplejo. Debió de resultarle extraño que dejara de hablar de repente, en medio de una audiencia.
"Sólo estoy pensando..."
Ya era hora de que enviáramos una respuesta a la invitación de la Alianza a las Celebraciones de Año Nuevo. Pero dado que la Alianza apuntaba al Imperio Occidental, era difícil decidir cómo responder. Su invitación podría ser una trampa. Aún así, no podíamos ignorarla por completo. Especialmente porque estábamos aislados...
"Si tardamos más, los funcionarios se alarmarán, Su Majestad."
"Lo sé."
El canciller sabía que Heinley estaba desaparecido, no sólo ausente en el desempeño de sus funciones. Pero los demás lo desconocían. Algunos de ellos se preguntaban qué tipo de acontecimientos secretos harían que el emperador se marchara en un momento así. Pero, al menos, no les parecía demasiado extraño. Heinley vagaba con bastante frecuencia cuando era príncipe.
"Su Majestad, ¿no sería mejor arriesgarse y enviar a alguien?"
"No estoy segura..."
"Disculpe... Su Majestad, ¿cree que los magos del Imperio Oriental podrían ayudarnos a encontrar a Su Majestad?"
Podía hacer la petición, pero pedir ayuda al Imperio Oriental era un asunto delicado. Cuando necesitábamos construir una represa temporal lo antes posible, antes de construir la represa de joyas, el Imperio Oriental nos ayudó. Sin embargo, su emperador había pedido venir a recuperarse aquí a cambio. Hicimos un trato. Ambos nos habíamos beneficiado.
Si les pedíamos ayuda otra vez, sería una petición unilateral. Teníamos que manejar esto con cuidado.
Por otro lado, el Imperio Oriental no había facilitado a la Alianza la información que tenía sobre el fenómeno de la disminución del maná. Podrían haberse alineado contra el Imperio Occidental, pero no lo hicieron. En circunstancias normales, el Imperio Oriental y el Occidental no unirían fuerzas, pero... teniendo en cuenta el terrible estado mental de Sovieshu, cabía la posibilidad de que fuera posible.
"Tengo una idea. No buscaremos a Su Majestad. Haremos que la Alianza nos lo traiga."
"¿Quiere decir que informará a la Alianza de que Su Majestad ha desaparecido?"
Los ojos del canciller se abrieron completamente.
"No. Comprobaremos si la Alianza lo tiene."
A pesar de mi respuesta, él seguía con cara de preocupación. Me puse en pie.
"La Alianza planea aislar al Imperio Occidental. Por ende, su plan sólo será efectivo si la mayoría de los demás países está de acuerdo."
La Alianza aún no quería iniciar una guerra contra el Imperio Occidental. Si violaban el tratado de paz, el Imperio Oriental podría salirse del acuerdo. Aún no estaba claro si el Imperio Oriental se uniría a la lucha contra el Imperio Occidental o atacaría a otros países de la Alianza.
A mi modo de ver, si la alianza violaba el tratado, el Imperio Oriental no se uniría a un ataque contra el Imperio Occidental, sino que podría aprovechar para atacar a sus países vecinos. Si quisieran, por supuesto.
Pero el líder de la alianza probablemente era consciente de ello. Probablemente, sólo quería expandir la influencia de la alianza por ahora, no iniciar una guerra. En ese caso, lo único que teníamos que hacer era demostrar a la alianza y a los países aliados que no todos los países seguirían sus órdenes ciegamente.
Saqué un pequeño mapa del cajón, lo aplané y señalé a Whitemond.
"Whitemond, de donde es la Princesa Charlotte."
Luego moví el dedo hacia Bohean Azul.
"Bohean Azul, de donde es el Duque Elgy."
Por último, señalé al canciller un área en las afueras, cuyas fronteras eran irregulares.
"Y... Luipt. Usaremos estos tres países."
El canciller aún parecía dudar.
"Podríamos tener el apoyo de Whitemond y Bohean Azul, pero Luipt está demasiado lejos. Ya es difícil estar en contacto con ellos."
"Eso no es importante. No busco apoyo militar. Sólo busco aliados adicionales."
"Así que es un farol."
"Por supuesto, no sólo mencionaremos su nombre. También mostraremos los éxitos de nuestro comercio. Hay una enorme riqueza que se obtendrá a través del comercio con Luipt. El comercio y dinero representará a ese país poco conocido en este continente."
Si la alianza era la culpable de la desaparición de Heinley— si lo habían secuestrado y no podía volver— no teníamos otra opción. Debíamos responder de la misma manera, presionándolos para que nos devolvieran a Heinley.
***
¿Cómo puedo sugerir esto a Whitemond, Bohean Azul y Luipt sin ofenderlos? Mejor preparo un discurso antes de convocar a sus embajadores... El Gran Duque Kapmen era de Luipt, y ellos no pertenecían al Continente Wol, así que no habría problema. Pero no sería fácil que Whitemond y Bohean Azul se pusieran de nuestro lado contra la Alianza.
Estaba tan concentrado que incluso cuando llevé a Laura y a Kai a jugar, el problema no abandonó mi mente.
Antes de que pudiera decidirme, el Duque Elgy llegó al palacio. Cuando le saludé, mencionándole lo inesperado de su visita, pareció desconcertado.
"¿Qué quieres decir? ¿No te dijo Heinley que vendría?"
Aunque sólo unos pocos lo sabían, el Duque Elgy era el mejor amigo de Heinley. Se había arriesgado a ayudarnos a escapar del Imperio Oriental. Llevé al Duque Elgy conmigo al salón y le conté sobre la desaparición de Heinley.
"La paloma mensajera que le envié regresó sana y salva. Algo debe haber pasado después de eso."
Dijo el Duque Elgy y se quedó pensativo. Luego su expresión se volvió rígida.
"Que haya desaparecido en un momento como este... no es bueno."
"Eso es cierto. Tengo que pedirte un favor en ese sentido."
"¿Qué es? Sea lo que sea, lo haré."
Honestamente, si el Duque Elgy no fuera amigo de Heinley, no habría confiado en él. Dado que su amistad con Heinley era genuina, compartí la noticia de la desaparición de Heinley. Sobre lo demás... no estaba segura.
Sin embargo, para detener la agresión contra el Imperio Occidental, necesitaba el apoyo de la realeza de Bohean Azul, incluido el Duque Elgy. Un simple ciudadano de Bohean Azul no podría hacer que se pusieran de nuestro lado. El apoyo de la realeza tal vez podría funcionar como un trampolín. Lo intentaré.
"¿Estás al tanto de lo que la Alianza del Continente Wol ha estado haciendo últimamente?"
"Envié una carta a Heinley al respecto."
"¿Con respecto a la alianza, quieres decir?"
"Sí. Para aumentar su influencia, la alianza tiene como objetivo a las dos países más poderosos. Además, parece que el Rey de Bohean Azul se ha puesto de su lado."
Oh, no.
"¿Estás seguro?"
No puede ser. Me masajeé la frente y bajé la cabeza. El Duque Elgy se inclinó hacia delante, preguntándome si estaba bien.
"Estoy bien. Es sólo que el favor que te iba a pedir era sobre este asunto."
Mi plan para hacer frente a la Alianza junto con Bohean Azul, Whitemond y Luipt se derrumbó antes de que pudiera siquiera sugerirlo. ¿Y ahora qué puedo hacer?
***
Salí al balcón y me agarré a la barandilla. Ahora que no podíamos aliarnos con Bohean Azul, eso nos dejaba con Whitemond y Luipt. Sería difícil hacer frente a la Alianza sólo con el apoyo de ellos. Luipt era menos influyente, especialmente si sólo uno o dos países más nos apoyaban. Supongo que no tengo elección. Necesito recurrir a Luipt primero. Y en cuanto a la invitación de la Alianza a las Celebraciones de Año Nuevo...
Antes de que me perdiera en mis pensamientos, vi a Mastas blandiendo su lanza en un área vacía. Aunque blandía la lanza con increíble velocidad y brillantez, notaba cierta inestabilidad en ella. Parecía triste.
¿Es por lo que pasó con Koshar? Me dolía verla sufrir en silencio. ¿Debería intentar hablar con ella? ¿Cómo lo hago? ¿Puedo consolarla? Si intentara consolarla, ¿le afectaría más? A fin de cuentas, estaba como mi hermano. Estaba condenada si lo hacía, y condenada también si no lo hacía.
Entonces apareció el Duque Elgy en la otra dirección. Caminaba, sumido en sus pensamientos. Y caminando hacia él estaba... ¡¿Rivetti?!
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