LESVAC 242

LESVAC 242







La Emperatriz se volvió a casar 242

El molde



Unas horas más tarde, el Gran Duque Kapmen llevó a Dolshi al palacio, tal como le había pedido. En cuanto vi a Dolshi, le ofrecí comida que había ordenado preparar con antelación. Luego le pedí el favor.

"Hay alguien a quien necesito encontrar. ¿Podrías ayudarme?"

Dolshi puso una cara de perplejidad mientras masticaba un bocadillo dulce y azucarado. Eso ya me daba a entender la respuesta. 

"Dama de nombre gracioso, usted me cae bastante bien, pero no puedo hacer eso por usted."

"Te daré todas las joyas que desees."

Rechazó mi oferta, pero recordé que el salón estaba lleno de joyas únicas.

"Te daré incluso las joyas únicas que ves aquí."

Pero Dolshi también rechazó esto.

"No me involucro en asuntos humanos."

"Entonces, ¿por qué rompes la represa sin ningún problema?"

Dolshi me miró con una expresión que decía,  '¿Cómo lo descubriste?' 

Sin embargo, no tardó en relamerse los labios y agarrar otro bocadillo dulce. 

"Eso es otro asunto. Ese es mi hogar. No la destruyo porque trate de interferir con los humanos, sino porque hacen que mi hogar se vea horrible."

El Gran Duque Kapmen ya me había dicho que no funcionaría, pero... me desilusionó. Dolshi comía placenteramente y los bocadillos olían dulces, pero la realidad tenía un sabor amargo.

"Bueno, en fin. ¿No tuviste unos bebés, dama de nombre gracioso? ¿Podemos ir a verlos?"

***

A Dolshi parecía agradarle Laura y Kai. Miraba de izquierda a derecha las dos cunas, abriendo la boca con asombro. Me preocupaba que pudiera hacerles alguna broma extraña a los bebés— además de que aún me atormentaba cómo encontrar a Heinley— así que no perdí de vista a Dolshi en ningún momento.

Pasó bastante tiempo.

"Su Majestad."

El Vizconde Langdel llamó desde el exterior.

"La Duquesa Troby está aquí."

¿Madre? Me levanté sorprendida. Dolshi preguntó si debía marcharse y se esfumó ágilmente. En cuanto abrí la puerta y entré en el salón, mi madre abrió los brazos y me envolvió con fuerza.

"Dios mío. ¿Cómo pudo pasar esto? Tuviste a los bebés nada más irme."

Le di un apretón a mi madre en respuesta. A ella le sorprendió por un momento mi inusual comportamiento, pero enseguida dijo mientras me abrazaba.

"Hija mía, ha sido duro para ti. ¿Cómo te encuentras? ¿Estás bien?"

"Estoy bien. ¿Cuándo llegaste?"

Levanté la cabeza. En la puerta, también vi a Rivetti de pie. En cuanto nuestras miradas se cruzaron, juntó las manos y se inclinó. 

"¿Señorita Rivetti?"

"Ella me dijo que venía a verte. La encontré en el camino y la traje conmigo."

Ah... con razón. Era extraño verla a ella y a mi madre juntas. 

"Qué bueno."

"Vine tan pronto como recibí la noticia. No hubo tiempo de enviar un mensajero. Habría llegado antes que él de todos modos."

"¿Y mi padre? ¿También vino?"

Eché un vistazo para ver si estaba detrás de Rivetti, pero sólo vi al Vizconde Langdel.

"Partimos juntos, pero lo detuvieron por el camino y regresó a la capital."

"¿Lo detuvieron? ¿Ocurrió algo?"

"Su Alteza el Príncipe Sheir ha declarado que renunciará a su derecho al trono."

"Dios mío. ¿Estará todo bien? La figura del Príncipe Sheir es crucial, sobre todo en las circunstancias actuales..."

Además, ¿es el Gran Duque Lilteang de los que se quedan de brazos cruzados?

Mi madre suspiró. 

"Si el Gran Duque Lilteang estuviera sano, habría impedido que su hijo tomara esa decisión. Pero por ahora está postrado en cama. La Gran Duquesa se sorprendió cuando se enteró. Ella no estaba con el príncipe cuando abdicó."

"Ya veo..." 

"La Gran Duquesa ha protestado diciendo que el Príncipe Sheir renunció a su derecho a convertirse en el sucesor porque alguien le amenazó en el palacio. Ella dice que es demasiado joven para tomar tal decisión sin un tutor, por lo que su declaración no es válida. Pero el Príncipe Sheir dice que lo decidió él mismo, delante de testigos."

"¿El indeciso Príncipe Sheir realmente hizo eso?"

"Me parece que es la primera vez que no cambia de opinión al tomar una decisión."

Mi madre suspiró pesadamente, luego me llevó hacia el sofá.

"Deberías descansar. Estás pálida."

Cuando me senté, me miró con dolor y me apartó el cabello. Cerré los ojos ante el roce de sus dedos y apreté su otra mano. Quería hablarle de Heinley y contarle mis preocupaciones. Como no podía, mi agonía empeoraba. Como tenía que ver con la disminución del maná, no podía decírselo a mi madre ni a mi padre.

"Estoy bien."

Forcé una sonrisa brillante y me levanté.

"Te enseñaré los bebés. Rivetti, ven con nosotras."

Ella y mi madre me siguieron al dormitorio. Les enseñé a los bebés dormidos, acurrucados en cada una de sus cunas. Exclamaron en voz baja,

"¡Guau, la princesa se parece a usted, Su Majestad!"

"Y el pequeño príncipe tiene la cara de mi querido yerno."

Mi madre arrulló a los gemelos. Ambas estaban encantadas. Pero, a pesar de eso, el nudo en mi corazón no desaparecía.

Heinley...

"Su Majestad, ¿cómo se llama la princesa?"

"Laurel. Y el varón se llama Kaiser. Normalmente, sólo les llamo Laura y Kai."

"Dios mío, Navier. La expresión de Kai es como la tuya cuando eras pequeña. Eras la bebé más distraída."

Mi madre se echó a reír. 

***

Mientras mi madre y mis damas de compañía se llevaron a los bebés a jugar, llamé aparte a Rivetti y la llevé a otra habitación. Esta habitación había sido preparada en un principio para el bebé, pero ahora sólo estaba abarrotada de juguetes. Aunque Rivetti no dejaba de mirar detrás de mí, como si quisiera ir a jugar más con los bebés, me siguió obedientemente. 

"Los bebés son realmente preciosos, Su Majestad."

"Gracias. Te he traído aquí para preguntarte cómo te fue en el viaje al Imperio Oriental."

Me senté en el largo sofá e indiqué a Rivetti que se sentara frente a mí. Una vez que lo hizo, respondió,

"Dejé a Ahn en la mansión que usted preparó para mí. Gracias por hacerlo, Su Majestad. Me sorprendió mucho cuando la vi. El jardín es amplio y el interior es impecable... me conmovió mucho. Pero no nos quedaremos demasiado tiempo, así que no se preocupe."

Mientras explicaba lo sucedido en el Imperio Oriental, de repente recordó algo y frunció el ceño. 

"Su Majestad, um... hay algo que necesito decirle sobre el Marqués Karl."

Después de que Rivetti se fuera donde los bebés, me quedé sola en la habitación de los niños, reflexionando. Rivetti vio a Sovieshu reaccionar de forma extraña ante Ahn, como si le hiciera daño. Entonces el Marqués Karl, su leal súbdito, ignoró la reacción de Sovieshu y permitió que Ahn se quedara más tiempo. Como Sovieshu salvó a Rivetti una vez, ella alertó a Sovieshu de sus observaciones, lo que sobresaltó a Sovieshu...

El Marqués Karl debe haber estado tratando de que Sovieshu recuperara sus recuerdos de alguna manera. 

Justo entonces, un reloj de cuerda manual llamó mi atención. El mecanismo del reloj parecía estropeado, como la cabeza de Sovieshu. Rivetti dijo que Sovieshu lloró y se desmayó cuando vio a Ahn, pero... honestamente, no podía imaginármelo reaccionando así. Sólo demostraba lo mucho que debió amar a la hija de Rashta.

Mis pensamientos volvieron enseguida a Heinley y se me encogió el corazón. Apreté los pulgares contra mis ojos mientras las lágrimas amenazaban con escaparse. Heinley se pasaba horas cuidando a los pajaritos, dándoles de comer, alisándoles las plumas y hablando maravillas de lo adorables que eran. ¿Qué tan asustado debe estar ahora, incapaz de regresar en un momento como éste?

Al día siguiente, seguíamos sin recibir noticias de Heinley. En su lugar, recibimos una noticia inesperada. Ocurrió después de que la Princesa Charlotte preguntara si podía asistir a la reunión del consejo.

"Hace unos días, Lord Koshar me propuso matrimonio y acepté, Su Majestad. Ahora que estamos comprometidos, por favor formalice nuestro matrimonio internacional."

Ayer, estuvo en el orden del día del consejo que la alianza apuntaba al Imperio Occidental. Esta noticia de la Princesa Charlotte alegró y calmó las preocupaciones de todos.

Pero me resultaba difícil sentirme realmente complacida. Hace tan sólo unos días, presencié con mis propios ojos cómo mi hermano y Mastas confesaban lo que sentían el uno por el otro. ¿Qué había pasado desde entonces? ¿Por qué se iba a casar Koshar con la Princesa Charlotte? ¿Y qué hay de Mastas?

Además, la expresión de la princesa ahora parecía diferente a la del día en que se declaró a Koshar. Todavía lucía aquella sonrisa segura y decidida, pero parecía más sutil.

Aun así, como se presentó formalmente en persona, no podía rechazarla ni pedirle que se lo pensara otra vez. ¿Podría ser...? Recordé cuando Koshar me preguntó si el Imperio Occidental se encontraba en una mala situación. Después de aquella conversación, se llevó a Mastas a alguna parte.

¿Fue entonces cuando rompieron? Oh, Mastas...

Aunque mi matrimonio con Sovieshu fue de conveniencia, pasé mi infancia con él. Y mi matrimonio con Heinley no se sintió como un sacrificio, porque estaba desesperada y le propuse matrimonio a él primero. Pero las cosas fueron diferentes para Koshar. Amaba a una mujer, y ella le correspondía. Sin embargo, prefirió un matrimonio de conveniencia sobre el amor, por el bien del país.

¿No es una decisión perjudicial para Koshar, Mastas y la Princesa Charlotte? No podía deshacerme de mis preocupaciones, incluso después de que terminara la reunión. Con Heinley y la Princesa Charlotte en mi mente, acabé sintiéndome mareada. Al final, aunque sentía el cuerpo pesado, decidí dar un paseo para ordenar mis pensamientos.

Mientras deambulaba cerca del palacio principal, vi otra vez al Gran Duque Kapmen. Como ya nos habíamos cruzado aquí varias veces, supuse que el Gran Duque debía de pasearse habitualmente por el jardín a estas horas. La última vez, sólo se acercó a mí al percatarse por mis pensamientos de la ausencia de Heinley. Hoy no había nada en mi mente que le interesara. Probablemente pasaría de largo.

Inesperadamente, el Gran Duque Kapmen se me acercó una vez más. No tenía ni idea a qué se debía. Era poco probable que la noticia de la situación de Koshar y la Princesa Charlotte le sorprendiera.

Estaba desconcertada, pero el Gran Duque no habló de mi hermano. Vaciló y tartamudeó un par de veces antes de sacar el tema de Luipt,

"Ya es hora de que los equipos de comercio vuelvan de Luipt."

Eso fue un alivio. No quería hablar de Koshar y Mastas con el Gran Duque Kapmen. Tampoco era asunto mío, y discutirlo con otra persona era... ya sabes. 

"¿Han avisado?"

"Según la última paloma mensajera, el comercio fue exitoso. Teniendo en cuenta los tiempos de los que nos hablaron en la última carta, deberían llegar pronto."

Kapmen cerró la boca, pero se quedó pensativo, como si tuviera más cosas que decir.  ¿Qué pasa?

Después de que le observé un momento, pregunté,

"¿Gran Duque? ¿Hay algo más que quiera decirme?"

"No."

Luego se despidió secamente y se marchó a toda prisa. Me quedé un rato mirando su espalda sin comprender antes de seguir mi camino.

***

Heinley seguía desaparecido. Pasaron los días, pero no recibimos ningún contacto suyo. Todos los días me despertaba hecha un manojo de nervios. Heinley, ¿dónde diablos estás?

Los bebés también parecían echar de menos a su padre. Aún más cuando se convertían en pájaros. Al principio, lloraban por salir del nido. Pero últimamente pasaban el tiempo como pájaros abrazándose y gimiendo. Estaba segura de que añoraban su calidez.

Yo también lo extrañaba. Sus manos, sus ojos, su cabello y su alegre voz. Lo echaba de menos todo. Por primera vez en mi vida, el miedo a que la persona a la que amaba estuviera en peligro me consumía.

Lo peor era no saber si estaba vivo o muerto. Hasta ahora, el mayor miedo al que me había enfrentado fue cuando perdí mi puesto de emperatriz. Siempre había pensado que pasaría toda mi vida como emperatriz, así que perder eso fue como perder mi propia vida. Como si mi propia existencia estuviera siendo negada.

Pero en ese momento, Heinley estaba conmigo. Me abrazó y me dio fuerzas para enfrentarme a mi miedo. Me ayudó.

Ahora, Heinley había desaparecido. Yo seguía siendo emperatriz, por supuesto, pero el miedo que sentía de perderle me recordaba cómo me había sentido en ese entonces. Sólo que ahora me daba cuenta de que podía sentir el mismo miedo por otras cosas.

Y ahora estaba sola. No había nadie cerca que me ayudara a mantener la calma. Mis padres me habrían ayudado, pero no podía divulgar los detalles. Los subordinados de Heinley sabían lo que pasaba, pero era gente a la que yo debía dirigir, no pedir ayuda.

Así que no tenía más remedio que soportarlo sola. Necesitaba salir del molde de emperatriz.

La protección del pueblo, la paz del país, la prosperidad y el bienestar, la ayuda a quienes lo necesitaban, los asuntos internos y las relaciones con los nobles, todo eso era importante. Me habían educado para manejarlo. Pero necesitaba alejarme de todo por un momento y aclarar mis pensamientos.

¿Cómo podía rescatar a Heinley? ¿Cómo podía llevar a este país a buen puerto, después de haber sido golpeado por el tifón de su ausencia?

'No puedo bajar los brazos; hay demasiado que hacer.'

Si te gusta mi trabajo, puedes apoyarme comprándome un café o una donación. Realmente me motiva. O puedes dejar una votación o un comentario 😃😁.

Publicar un comentario

0 Comentarios

Haz clic aquí