La Emperatriz se volvió a casar 239
Un oscuro anhelo
Aunque estaba mejor, no me había recuperado lo suficiente como para moverme con libertad. En cuanto terminé de cenar, me acosté temprano y cubrí la parte inferior de mi cuerpo con una manta cálida. Mientras tanto, la Condesa Jubel y las damas de compañía lavaron a los bebés, los cambiaron y los pusieron en las cunas.
Las cunas estaban en mi habitación, ya que aún no habíamos encontrado una niñera. Como los bebés nacieron inesperadamente, tuvimos que conseguir rápidamente cunas que hicieran juego para colocarlas aquí una al lado de la otra. Sin embargo, a mis damas de compañía les preocupaba que me costara dormir así.
"Tenemos que encontrar pronto una niñera, o de lo contrario será demasiado duro para Su Majestad."
"Por suerte, los dos son unos angelitos."
En realidad, mis damas no debían preocuparse. Heinley también cuidaba bien de ellos. Cuando mis damas se marcharon, convertí a los bebés en pajaritos, como me había enseñado Heinley. Luego los llevé al dormitorio principal. Heinley ya estaba allí como Reina, sentado en el nido. Cuando entré, batió las alas con impaciencia.
"Espera."
Tan pronto puse a los dos pajaritos cerca de su pecho, Heinley los envolvió con sus alas y arrulló feliz. Una vez dijo que no estaba interesado en los bebés. ¿A esto se le puede llamar no tener interés?
***
Los pajaritos chirriaban mientras jugaban bajo las alas de su padre. Heinley los alimentó hasta que tuvieron la barriga llena y se durmieron. Me preocupaba ponerlos en un nido, pero parecían encontrarlo muy acogedor.
Los observé respirar profundamente, con los ojos cerrados. Una vez más, me sorprendió que hubieran nacido de mí. Heinley tenía razón. Nuestros hijos eran como ángeles que descendieron al mundo.
Después de un rato, cuando era seguro de que los bebés no se despertarían, Heinley salió con cuidado del nido y se sacudió, convirtiéndose de nuevo en humano.
Desnudo, se arrastró hasta mí de rodillas y apretó sus labios contra los míos. Luego me picoteó el labio superior como un pájaro y se echó a reír.
"Cada vez que miro a la princesa, me imagino a mi reina de pequeña."
"Mi hermano también dice que se parece a mí."
Pero su personalidad parecía diferente. De acuerdo con Koshar, yo no fruncía el ceño tanto.
"Heinley, ¿se te ocurrió un nombre para ella?"
"Sí."
Él continuó con una sonrisa radiante.
"¿Qué te parece 'Laurel'?"
"Como una Corona de Laurel..."
"¿Te gusta?"
A la princesa pareció gustarle, ya que sus ojos se abrieron de repente y nos miró fijamente.
"¿Qué hay de ti, Mi Reina? ¿Se te ha ocurrido un nombre?"
Todavía no. Había encontrado todo tipo de nombres con buenos significados en el diccionario. Pero cada vez que me decidía por un nombre, encontraba otro que me gustaba. Cuando lo cambiaba por ese, encontraba otro más. Así que no acababa de decidirme. Sin embargo, por extraño que parezca, en cuanto Heinley me dijo el nombre de la princesa, se me ocurrió inmediatamente un nombre para el príncipe.
"Kaiser."
Otro nombre con un significado similar, que combina perfectamente con mis gemelos.
***
"¡Los dos nombres son geniales!"
Al día siguiente, la Princesa Charlotte visitó a los bebés y dio sus felicitaciones. Cuando oyó sus nombres, aplaudió.
"¿Eso significa que ambos serán gobernantes? Además son tan bonitos. Bueno, todos los bebés son preciosos, pero estos dos son especialmente lindos. ¡La Princesa se parece a Su Majestad, y el Príncipe al Emperador!"
"¿En serio?"
"Sí, y ambos son tan dóciles..."
Sólo cuando están en forma humana. Como pájaros, volvían a su estado salvaje y chirriaban hasta perder la voz. Pero no pasaba nada, ya que Heinley cuidaba de ellos.
"Menos mal que les regalamos dos buques."
Dijo la Princesa Charlotte.
"Así, cada uno podrá tener uno sin pelearse por ellos. ¿No es cierto?"
"Así es."
Aunque la Princesa Charlotte había propuesto matrimonio a Koshar, parecía que él estaba enamorado de Mastas. Dada la situación, sentía un poco de culpa. Busqué la manera correcta de sacar el tema.
"Princesa Charlotte..."
Pero justo en ese momento, llegó el Gran Duque Kapmen.
***
Kapmen caminaba hacia la habitación de la emperatriz mientras luchaba por controlar su corazón acelerado. Con cada paso que daba, su corazón latía más deprisa. Por un lado, quería ver al bebé que se parecía a ella. Pero al mismo tiempo, no. Al menos ahora que la poción había dejado de hacer efecto, no era tan difícil ocultar o reprimir sus sentimientos.
Incluso cuando la veía con el Emperador Heinley, ya no le dolía tanto el corazón. Lo que importaba era que Navier fuera feliz. Y por supuesto, Kapmen notaba que cuando ella estaba con el emperador, él llenaba por completo su corazón. Más de lo que el Emperador Heinley podía imaginar.
Kapmen reprimió su amargura y entró en la habitación de la Emperatriz Navier. Tal como habían dicho sus damas de compañía, el príncipe y la princesa eran tan encantadores como ángeles.
'¿A ellos no les gustará si me ofrezco a ser el padrino?'
Justo entonces...
'Oh dios mío, es ese bombón otra vez. ¿Me siguió hasta aquí?'
Antes de que pudiera saludar a la emperatriz o a los bebés angelicales, apareció la mujer de voz tranquila y pensamientos promiscuos. La Princesa Charlotte. Nunca había conocido a un miembro de la realeza de un país que tuviera pensamientos tan subidos de tono.
'Así que ese tío buenorro es un Gran Duque de Luipt. He oído que las personas de allí no usan mucha ropa porque es un desierto. ¿Por qué va tan arreglado?'
Ella lo examinó. Su cabeza todavía estaba llena de pensamientos lascivos.
'Hoy no vino con el pelirrojo. Se veían bien juntos. Lástima por el pelirrojo, pero a este bombón le gusto yo.'
Era realmente desconcertante.
"¿Gran Duque Kapmen? ¿Por qué te quedas ahí parado?"
La Emperatriz Navier lo llamó.
'¿El Gran Duque Kapmen y la Princesa Charlotte se conocen?'
La suave y reconfortante voz interior de la Emperatriz Navier cortó los embarazosos pensamientos de la princesa.
Kapmen consiguió volver en sí y dio un paso adelante. Bien, no debo prestar atención a esa princesa. Sólo es una mujer con una imaginación peculiar.
'Vaya, ¿por qué se pone tan nervioso cerca de mí?'
La princesa miraba de reojo a Kapmen.
'¿Nervioso...? Ridículo.'
Kapmen se volvió a distraer. Estaba aquí para ver a los bebés, pero seguía concentrándose en los pensamientos de la extraña mujer. Kapmen se recompuso rápidamente y se acercó a las cunas para ver a los adorables y angelicales gemelos.
'¡Está utilizando a los bebés como excusa para estar aquí! '
Una vez más, los pensamientos de la Princesa Charlotte se inmiscuyeron en su mente. Él se detuvo y la miró fijamente.
'¿Qué acaba de decir?'
Sus ojos autoritarios y arrogantes se clavaron en él.
'Esa mujer... ¿Cómo sabe que he venido aquí por un sentimiento irremediable?'
Sin embargo, la Princesa no era tan astuta como él pensaba.
'Sólo sé honesto y di que has venido a verme. ¿Acaso lo único que sabes hacer es parecer un caramelito? ¿Qué harás cuando me case? Justo ayer, mi padre me envió una carta en la que insistía sobre mi boda. ¿Por qué cree que de mi matrimonio depende la paz mundial? Qué sarta de tonterías.'
Princesa Charlotte se levantó primero y se marchó. En cuanto nos quedamos solos, el Gran Duque Kapmen dijo con gravedad,
"Esa princesa acaba de tener unos pensamientos extraños."
"¿Pensamientos extraños?"
"Puede que no signifique nada, pero... el Rey de Whitemond le envió una carta a través de una paloma mensajera. El mensaje decía que si la princesa no se casa, la paz del mundo se verá amenazada."
"¿La paz del mundo?"
Una cosa sería que amenazara la paz de Whitemond. ¿Pero del mundo? Suena exagerado.
"La princesa parecía pensar que su padre estaba inventando excusas."
"Gracias por avisarme."
Era una cuestión que merecía la pena analizar. Recientemente, Heinley había mencionado que la Alianza del Continente Wol envió al Imperio Occidental una invitación para la Ceremonia de Año Nuevo. Pero envió cartas diferentes disimuladas como invitaciones a las demás naciones. Todas esas naciones celebraron reuniones de emergencia tras recibir las cartas. Sea lo que sea que dijeran, no debía ser un asunto menor. Tal vez las preocupaciones de Whitemond tenían algo que ver con eso.
"Te lo agradezco mucho. De hecho, hay algo que me inquieta al respecto."
Dado que el Gran Duque Kapmen sabía a qué se debía porque podía leer mis pensamientos, asintió,
"Si descubro más información, te lo comunicaré inmediatamente."
"Siempre me ayudas."
"Lo hago para compensar mis errores anteriores. Así que no tienes que sentirte mal."
Tan pronto como el Gran Duque se marchó, pedí a un guardia que buscara a Heinley o a McKenna. No mucho después, Heinley apareció.
"¿Qué pasa, mi reina?"
Le expliqué lo que el Gran Duque había descubierto, omitiendo únicamente la parte sobre que el Gran Duque Kapmen había leído la mente de la Princesa Charlotte.
"Si a Whitemond le preocupa que la paz mundial se vea alterada, entonces la Alianza del Continente Wol debe de haber sugerido todo lo contrario a la paz."
Murmuró Heinley con una expresión seria. Sus ojos púrpuras parecían más oscuros que de costumbre.
"Como no recibimos la misma carta, debe de ser a nosotros a quienes apuntan."
"Así es, Mi Reina. Necesito recuperar las piedras de maná más rápido."
***
El suave sonido del tintineo de un cuchillo y un plato resonaba en la habitación, junto con la sutil fragancia a pino. Eso, sumado al delicado revestimiento verde de la habitación, le daba un aire elegante.
Sin embargo, el hombre en el centro de la habitación parecía cualquier cosa menos elegante.
"Ya deben tener una idea de nuestras intenciones, por lo que estarán nerviosos... lo que significa que se esforzarán por borrar las pruebas."
El hombre sonrió maliciosamente, como si esto le encantara.
"¿Es posible que aún no se hayan dado cuenta?"
Preguntó su subordinado.
"Si carecen de información, no pasa nada. Sólo los convierte en blancos fáciles."
Respondió Ángel mientras masticaba una rodaja de pescado.
"Pero señor, ¿no está apuntando tanto al Imperio Oriental como al Imperio Occidental? Si las cosas siguen así—"
"Que apunte a ambos no significa que lo haga al mismo tiempo."
"Aun así..."
Su subordinado se detuvo, tragando saliva. ¿Y si enfadamos a dos grandes potencias para nada? Quiso preguntar.
"Si voy a por los dos y unen sus fuerzas, ¿entonces qué? Será difícil tener éxito, incluso con todo el apoyo de la Alianza. Por eso la mejor táctica es acabar con ellos por separado."
Ángel sonrió plácidamente y volvió a cortar su pescado. El Imperio Occidental y el Imperio Oriental no sabrían que iba a por los dos. Supondrían que sólo quería un país.
Pensaba mantener esto en secreto.
"¿Qué hay de los países que recibieron la carta? ¿Cómo reaccionaron? Ya deberíamos tener sus respuestas."
El subordinado apretó las manos. Ángel asintió,
"Hasta ahora sólo hemos recibido respuesta de Bohean Azul."
"¿De Bohean Azul? ¿No es allí donde está el Duque Elgy?"
Por primera vez en toda la comida, el cuchillo dejó de chirriar contra el plato. Ángel enarcó las cejas y se echó a reír, sacudiendo la cabeza.
"Oh, no. El Duque Elgy es un mero peón."
***
Hilos amarillos y rosados en la punta de unas largas agujas se balanceaban de un lado a otro. El Duque Elgy y su madre tejían sin prisa.
"¿Cómo me quedó?"
Elgy le mostró una bufanda torpemente tejida. Su madre rió animadamente. Todo parecía más pacífico que nunca.
Cuando se durmió, el Duque Elgy la cubrió con una manta y salió. Sus emociones de satisfacción se tornaron repentinamente en frialdad. Intentaba controlar su enfado con su padre, sin dejar que se le notara. Pero hoy, ya no pudo reprimirlo más.
Su padre, el Gran Duque Claude, estaba fuera del edificio principal. Elgy pasó a su lado bruscamente, sin saludarle.
"¿Te das cuenta de lo que pasó por culpa de esa imprudente aventura amorosa tuya?"
Exclamó su padre, a lo que el Duque Elgy se dio la vuelta inexpresivamente.
"¿Qué quieres decir con eso?"
"Te hiciste enemigo del Imperio Oriental. Luego hiciste lo mismo con el Imperio Occidental. Ahora estamos jugando con dados amañados. Sólo podemos elegir uno o seis— nos has borrado los otros números."
Esa noche, Elgy escribió una carta apresurada. Tras investigar el molesto comentario de su padre, descubrió que la alianza había hecho una extraña sugerencia y el Rey de Bohean Azul la había aceptado.
El Rey solía apoyar la paz, pero había cambiado de postura a raíz de la disputa de Elgy con el Imperio Oriental. Preocupado porque su país se convirtiera en enemigo de una poderosa nación, el Rey decidió que lo mejor para Bohean Azul sería erradicar el Imperio Oriental.
Una vez terminada la carta, Elgy la ató a la pata de una paloma mensajera, que emprendió el vuelo. Mientras observaba a la paloma alejarse por la ventana, pudo ver la pequeña casa de su madre, normalmente oculta a la vista desde el edificio principal, al girar la mirada. Dejó escapar un suspiro.
Un niño pequeño que buscaba venganza por su madre casi mata a una mujer. Esa mujer robó el nombre de la madre, llevándola a la desesperación. Un acto llevó a otro, y la venganza del joven casi causó la muerte de una mujer conocida como...
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