LESVAC 240

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La Emperatriz se volvió a casar 240

Mis queridos pájaros



Sovieshu miró a Sheir con apatía. Aunque tenía una sonrisa en los labios y su voz sonaba amable y suave, una persona perspicaz se daría cuenta de que sus ojos permanecían fríos.

Sheir se sentía temeroso e indeciso. Era sensible a la hostilidad de los demás como si fuera un herbívoro. Instintivamente, percibió el desagrado de Sovieshu hacia él. Puede que por eso su mirada hiciera estremecer a Sheir. Este comportamiento débil molestó aún más a Sovieshu, y al hacerlo, Sheir se encogió aún más. Era un círculo vicioso.

"Bueno, Sheir. ¿Así que deseas volver a casa?" Los ojos de Sovieshu se entrecerraron.

La niñera, que lo había acompañado a ver al emperador, apenas resistió el impulso de golpearse el pecho de frustración. Examinó a Sheir con preocupación. Había acompañado al niño en el calor del momento, cuando él dijo que necesitaba decirle una cosa al emperador. Pero no se imaginaba que le diría, 

"Por favor, envíeme a casa."

Sheir había reunido mucho valor para venir al palacio. Sin embargo, aquí estaba, rindiéndose a los pocos días. Su posición como futuro emperador estaba en juego. Era el trono del país más grande y poderoso del mundo. ¿Cómo podía renunciar a una oportunidad así tan fácilmente? Otros se dejarían la piel por ello.

Intimidado, Sheir no pudo responder.

Sovieshu se inclinó hacia delante. 

"¿Adónde irás? ¿A casa del Gran Duque Lilteang? Su estado de salud aún es delicado. ¿Qué quieres hacer, Sheir? ¿Piensas cuidarlo tú mismo hasta que se mejore?"

Incluso Sovieshu se sobresaltó. Sus palabras salieron más duras de lo que pretendía. Cerró la boca con fuerza.

Había visto una extraña ilusión recientemente, pero el recuerdo se desvaneció durante el día. De acuerdo con Rivetti, cuando perdió el conocimiento, el Marqués Karl le dirigió una mirada increíblemente extraña.

Tenía tantas cosas de las que preocuparse que le enfurecía ver al siguiente en la línea de sucesión al trono comportarse así.

"S-Sí, Su Majestad."

Sheir tartamudeó como una cabra. Estaba aún más asustado. En realidad no quería cuidar a su padre, pero pensó que sería mejor seguir la corriente al emperador. 

"Quiero ver a Padre... y a Madre."

"Si eso es todo, entonces tómate un día— o dos, si uno no es suficiente— para visitarlos, Sheir. Tu casa no está lejos, ¿cierto?"

"E-Eso es cierto, pero..."

Los ojos del niño recorrieron la habitación, incapaz de idear una excusa ingeniosa.

La razón por la que Sovieshu había ordenado a sus secretarios y nobles que trajeran a Sheir al palacio imperial era porque quería evitar que el niño fuera educado por el Gran Duque y la Gran Duquesa Lilteang. Dada la oportunidad, la ambiciosa pareja moldearía a su indeciso hijo para convertirlo en un instrumento al servicio de su voluntad.

Por supuesto, Sovieshu no tenía planes de enviar a Sheir con el Gran Duque y la Gran Duquesa. Sólo era un farol. Pero Sheir no necesitaba saber eso todavía.

A pesar de su generosa oferta, Sheir puso una expresión de incomodidad. Aunque Sovieshu ya no podía soportarlo más, lo volvió a intentar con un tono amable. 

"Quisiera enviarte a casa, Sheir. Pero los nobles y los funcionarios armarían un escándalo. Ahora mismo, eres el siguiente en la línea de sucesión al trono. No podemos permitir que te asesinen, ¿lo entiendes?"

"En-Entonces... ya no quiero ser el sucesor."

Sheir sollozó. Este inesperado bombazo silenció a todos en la oficina, incluido Sovieshu. 

"¿Lo dices en serio?"

"Sí, Su Majestad."

Sheir no era inteligente, pero incluso él se dio cuenta de lo que esto significaba. Como había crecido viendo cómo a su padre no le importaba nada el trono, él tampoco lo deseaba. Sheir sentía lo mismo por sus estudios. En vez de trabajar duro como el próximo emperador, quería pasar su vida en la comodidad de los lujos. Disfrutando de su inmensa fortuna y del honor de ser de la familia imperial.

Incluso este emperador, reconocido por su inteligencia, se había encontrado ya con muchos problemas, a pesar de llevar sólo unos pocos años en el trono. Si Sheir ocupara el lugar de Sovieshu, el niño sabía que le explotaría la cabeza. El Emperador Sovieshu ya parecía todo menos estable. Sheir no quería acabar como él.

***

Ya entrada la noche, el Marqués Karl informó de los acontecimientos del día al Sovieshu de la noche.

"Su Alteza el Príncipe Sheir pidió volver a casa, porque renuncia a su derecho al trono. Oficialmente."

Dado que renunciar permanentemente al propio derecho de uno era una decisión absolutamente personal, Sovieshu no tenía nada que aceptar o hacer. Envió a Sheir a casa, pidiéndole que lo reconsiderara debido a su corta edad. Pero si el niño volvía a hacer la solicitud, Sovieshu no podía hacer otra cosa que concedérselo.

Sovieshu frunció el ceño. 

"Eso es sorprendente. Puede que el Gran Duque Lilteang no quisiera ser emperador él mismo, pero estoy seguro de que quería que su hijo lo fuera algún día."

Sovieshu no sabía que Sheir había tomado la decisión aterrorizado tras conocer a su yo del día.

"Ha sufrido mucho desde que el Gran Duque volvió del Imperio Occidental. Como un niño delicado, debe haberse asustado al verse de repente arrojado solo en el palacio imperial."

"Ya veo..." 

Sovieshu reflexionó. ¿Era esa la única razón? Mientras Sovieshu pensaba, el Marqués Karl dejó escapar un suspiro.

Cuando Sovieshu lo miró, el Marqués tomó la palabra.

"Su Majestad, sin Sheir como su sucesor, no tendrá otra opción que volver a casarse."

Sovieshu cerró los ojos. En contraste con el enérgico Sovieshu del día, no tenía esperanzas de que Navier volviera algún día. Aun así, no deseaba casarse con nadie más aparte de ella.

"Su Majestad, aunque sólo sea por el bien de nuestro pueblo y el bienestar de nuestro país, debería encontrar una nueva emperatriz."

"No lo sé."

Si lo hiciera, esta vez sería un matrimonio de conveniencia. ¿Cómo funcionaría? ¿Podría la mujer con la que se casara soportar tanto su versión del día como la de la noche? En el mejor de los casos, lo encontraría extraño y lo evitaría. ¿Y si, en vez de eso, se aprovechara de él? Incluso si la propia emperatriz no lo hiciera, su familia podría tener malas intenciones.

"Um... otra cosa, Su Majestad."

El Marqués Karl se aclaró la garganta. Esta vez, sonó vacilante.

"¿Qué pasa?"

"Es un asunto incómodo, así que preferí no decírselo a su yo del día, pero..."

El Marqués Karl volvió a cerrar la boca.

'¿Qué es?' Sovieshu se sintió frustrado. 

"Habla. No pasa nada."

El Marqués finalmente asintió. 

"Lady Navier ha dado a luz gemelos."

La expresión de Sovieshu se endureció. El Marqués Karl juntó las manos, lamentando tener que dar esta noticia. Pero había que decirlo. 

"La Alianza viene a por nosotros, así que no hay razón para que ataquen al Imperio Occidental. Y el Imperio Occidental tampoco querrá provocarnos, ya que la Alianza anda buscando puntos débiles. Además, Lady Navier puede abogar por nosotros ya que está allí."

El ceño fruncido de Sovieshu se acentuó.

"Su Majestad, sé que no estamos en buenos términos con el Imperio Occidental debido al fenómeno de la disminución del maná, pero ¿no sería mejor enviar un regalo de felicitaciones, como muestra de amistad?"

Sovieshu fue incapaz de darle una respuesta adecuada. 

"Gemelos... Navier tuvo gemelos."

Su mirada se hundió sombríamente. Emociones oscuras, demasiado difíciles de expresar, surgieron en su interior. Demasiado pesadas para llamarlas celos, demasiado turbias para considerarlas anhelo y demasiado deprimentes para llamarlas rabia.

Dado que parecía demasiado ido para hablar de un regalo, el Marqués Karl se marchó. Ahora completamente solo, Sovieshu se tumbó sobre el respaldo de la silla como si fuera ropa sucia.

Navier...

Le vinieron a la mente las comidas semanales que solían tener juntos. Extrañaba esos ojos mirándole. Incluso extrañaba su cara de enfado.

¿Cómo serán sus bebés recién nacidos? ¿Se parecerán a ella? Si bien tenía curiosidad, al mismo tiempo no quería saberlo. Una parte de su corazón no quería verlos, pero otra, ansiaba conocerlos. Y verla a ella también...

"Marqués Karl."

Salió del salón y se apresuró hacia donde esperaba el Marqués.

"Sí, Su Majestad."

"Reúne todo lo que una madre primeriza pueda desear y envía los regalos a la Duquesa Troby. Pero no menciones que los regalos son de mi parte."

Dicho esto, Sovieshu volvió a la cama y enterró la cabeza entre sus rodillas.

"¿Condesa Jubel? ¿A qué edad empiezan a hablar los bebés?"

"No lo sé. Es diferente para cada bebé, Su Majestad."

"¿En serio?"

La Condesa soltó una risita,

"De lo que sí estoy segura es de que ahora es demasiado pronto. Pasaría a la historia si hablaran ya."

Suspiré. Quería que hablaran rápido para conversar y cantar con ellos. Quería oírles llamarme 'mamá' y a Heinley 'papá'. Había tantas cosas que quería. 

"¿Condesa Jubel? ¿A qué edad empezarán a caminar?"

"No tengo la menor idea. Cada bebé es diferente, Su Majestad."

"¿De verdad?"

"Lo que es seguro es que no comenzarán a caminar pronto. Si lo hacen, también pasaría a la historia."

"Ya veo."

Verlos andar de un lado a otro será precioso. Caminarán agarrados de la mano, con conjuntos a juego, y—

"¡Ay! ¡Su Majestad!"

Mastas gritó.

"¡La princesa sigue golpeando al príncipe!"

En efecto, vi a la princesa empujar al príncipe con una sonrisa angelical. Laura no dejaba de golpear a Kai. Entonces, tal vez no caminen de la mano. 

Mastas los miró con preocupación. 

"¿Sería mejor ponerlos en cunas separadas?"

Los mantenía durante el día en una sola cuna uno al lado del otro porque se veían muy lindos juntos. Pero sabía que separarlos sería más seguro. Levanté a Laura y la acosté en la otra cuna. Ella sacudió sus brazos rechonchos en señal de protesta. ¿Es nuestra Laura un genio? ¿Cómo puede mover tan bien las manos?

Era tan bonita. Cuando le puse un dedo en la palma, lo agarró con fuerza. Luego trató de tirar del mismo hacia ella—  o lo hizo para levantarse. Tal vez sea realmente un genio. Complacida, le hice cosquillas en la palma.

"Su Majestad. La personalidad de la princesa... es igual a la de Lord Koshar, ¿cierto?"

Laura preguntó con preocupación. Justo entonces, un guardia anunció,

"Su Majestad, Lord Koshar ha venido a verle."

Hablando del diablo. Laura se sobresaltó tanto que cerró la boca y se escondió detrás de la Condesa Jubel.

"Puede entrar."

Sonreí. Mi hermano adoraba a sus sobrinos. Tanto que los visitaba a menudo sólo para admirarlos. Incluso les compraba ropa que aún no podían usar. Supuse que estaba aquí para ver a los bebés otra vez, así que no mandé fuera a mis damas de compañía.

Pero cuando entró, su expresión era sombría. ¿Ocurrió algo?

Pedí a mis damas de compañía que se retiraran un momento. Los bebés podían quedarse porque aún no entendían nada. Una vez que nos dejaron solos a los dos— bueno, a los cuatro— Koshar puso una expresión grave y se frotó las manos ansiosamente,

"He oído que la Alianza del Continente Wol está reuniendo a todos los demás países para atacar al Imperio Occidental y al Imperio Oriental. ¿Es eso cierto?"

"Sí, ha habido indicios de ello. Pero se puede resolver fácilmente. Todo estará bien."

"Aparte, los otros países no son tan fuertes como el Imperio Oriental o el Imperio Occidental. Pero si todos se unen bajo un solo comandante, será difícil oponerse a ellos."

"No hay de qué preocuparse tanto."

Me mostré confiada, no veía motivo para preocupar innecesariamente a mi hermano. Además, los bebés también estaban aquí. Aunque no entendieran lo que decíamos, podrían percibir la tensión.

Pero Koshar no se tranquilizó. Se masajeó las sienes con una mirada preocupada. Sin embargo, no dijo nada más. Solo asintió y se fue.

Una vez que se marchó, corrí hacia el príncipe, que parecía igualmente inquieto. Acaricié sus mejillas regordetas. Luego me acerqué a la princesa y le agarré la palma de la mano, que era del tamaño de mi dedo. Para entonces volvieron a entrar mis damas de compañía. Pero no vi a Mastas.

"¿Dónde está Mastas?"

"Lord Koshar se la llevó con él cuando se fue, Su Majestad."

¿Se la llevó?

***

"Me sorprendió que me buscara tan de repente, Lord Koshar."

Mastas había estado con Rose, pero en cuanto Koshar le pidió hablar a solas, ella le siguió sin pensarlo. Estaba avergonzada, pero también feliz. Cuando se llevó una mano a la cara, le ardió.

"¿Qué ocurre?" 

Mastas miró a Koshar por el rabillo del ojo. Cada vez que veía su rostro sin igual, su corazón latía aún más deprisa.

'¿Y si el corazón se me sale literalmente del pecho?'

Ella pensó seriamente. Luego se dio cuenta de lo absurdo de su preocupación.

"Lo siento, Señorita Mastas."

Koshar parecía angustiado.

"Por favor, olvide todo lo que dije la última vez."

Así que eso es lo que le preocupaba. Koshar, que hizo que su corazón se acelerara, ahora lo hizo dar un vuelco de desesperación. 

"¿Perdón?" 

Mastas se quedó helada como un bloque de hielo. Ella le miró fijamente. 

"¿Olvidar qué?"

"Cuando dije que me gustabas."

"No entiendo por qué dices esto de repente. Por supuesto que eres más de lo que merezco, pero aún así, quiero decir... esto es chocante. Realmente no lo entiendo..." 

Sus labios temblaban mientras una lágrima se deslizaba por su mejilla.

"¿Ahora me odias? ¿Verme de cerca te ha hecho darte cuenta de que no soy para tanto? Puedo ser mejor. No moveré mis puños tan descuidadamente. Evitaré decir malas palabras..."

Koshar sacudió la cabeza. 

"No es por ti."

"Entonces, ¿qué es?"

"Tengo que casarme con la Princesa Charlotte para que el Imperio Occidental no quede aislado."

Los ojos de Mastas se llenaron de lágrimas. Si hubiera sido su culpa, habría intentado arreglarlo. Pero si éste era el problema...

"Eres perfecta, Señorita Mastas. Por favor, no sea dura consigo misma. No ha hecho nada malo."

Parecía que quería abrazarla, pero se contuvo.

"Lord Koshar... yo..."

"No es que no me merezcas. Soy yo quien no te merece."

Se ofreció a acompañarla de vuelta, pero ella no quiso. Caminó con dificultad sola hasta el jardín trasero y se tumbó boca abajo sobre una gran roca, sollozando. Por primera vez en su vida, se sintió triste por no haber nacido princesa.

'Fui una ilusa. Era obvio que Lord Koshar aceptaría la propuesta de matrimonio de la Princesa Charlotte. A ella podría incluso gustarle. ¿Había alguna mujer en el mundo a la que no le gustara Koshar?'

Mastas sacó su lanza y la clavó en el suelo, luego se secó las lágrimas.

'Sin duda, la princesa se casará con Koshar. La Princesa Charlotte se le acercó primero, y yo ni siquiera soy adecuada para él. Tal vez esto ocurrió porque me confesé en medio de todo. Puede que el amor me esté castigando.'

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