La Emperatriz se volvió a casar 235
Una guardería para el clan de los pájaros
Mientras tanto, los pensamientos internos eran cada vez más impactantes. Pero si bien el contenido en sí era desvergonzado, la voz interior sonaba tranquila e inteligente.
'¡Basta! ¡Deja de pensar tales cosas con esa voz tranquila!'
Gritó en su mente el Gran Duque mientras miraba a su alrededor. Era el diálogo interno más espantoso que jamás se había visto 'forzado' a escuchar. Deseaba que se detuviera.
"¿Qué ocurre?"
"Mantente a tres metros de distancia."
Kapmen le advirtió a Dolshi. Acto seguido, encontró al culpable.
Debajo de un gran árbol había una mujer que los miraba fijamente. Sostenía un pesado libro en una mano y llevaba gafas. El libro era un estudio en profundidad de táctica y estrategia.
'Esa mujer... se está entreteniendo pensando en otra cosa que no es su libro.'
No sólo su imaginación y el tema del libro parecían opuestos. La expresión de la mujer era tan austera y sabía que no parecía del tipo que pensara tales disparates.
Inconscientemente, el Gran Duque caminó hacia ella. Se dio cuenta de que era el mismo lugar donde una vez había suspirado por Navier. El recuerdo de un amor no correspondido vino a su mente, pero... la mujer estaba sentada allí descaradamente.
Sus miradas se cruzaron.
La mujer frunció el ceño y preguntó fríamente.
"¿Qué pasa?"
Al mismo tiempo, pensó,
'Vaya, qué galán. Está buenísimo. Es aún más apuesto de cerca. ¡La persona más sexy que he visto en mi vida! Si un tipo como él alguna vez dijera, 'Princesa Charlotte, quiero tu amor', diablos. ¡Yo estaría en la luna!'
Las pupilas del Gran Duque Kapmen temblaron. Por primera vez, comprendió lo que significaba que alguien hablara de forma distinta a como pensaba. Había visto a personas sonreír amablemente mientras empuñaban una daga, pero nunca había visto a nadie tan serio con pensamientos tan fuera de lugar.
'¿Qué... por qué parece tan agitado? Vaya, ¿podría este tipo haberse enamorado de mí a primera vista? Tiene que ser eso.'
"No, no es eso."
Parecía que las hojas habían caído hace apenas uno o dos días, pero ya soplaba un viento fuerte y el aire era fresco. Sovieshu ordenó que llevaran una mesa a la terraza. Fue allí con su diario y se sentó. Un sirviente le trajo un plato hecho con castañas y azúcar en manteca de cerdo calentada, junto con una sopa hirviendo que necesitaba soplar para comer. Mantuvo abierto el diario con una mano y levantaba la cuchara con la otra.
Comer solo era aburrido, así que resultaba más pasable hacerlo leyendo algo. Pero aunque sus ojos permanecían fijos en el diario, su mente divagaba.
"Marqués Karl. De acuerdo con los registros del tribunal, esa mujer, Rashta, me habló con rudeza e hizo una declaración escandalosa. ¿Es cierto?"
Sovieshu recordó la expresión nerviosa del Marqués Karl cuando le habló de esto hace unos días. Perdió el apetito, por lo que chasqueó la lengua y cerró el diario.
Tras aquella primera petición de que volviera a casarse o que al menos llevara a Sheir al palacio, se habían ido sucediendo peticiones similares. Esta mujer, Rashta, hizo una declaración escandalosa en un sitio repleto de personas. Con la posición de la emperatriz ahora vacía y el Gran Duque Lilteang sin mostrar mejoría, era comprensible que la gente estuviera preocupada. Desde la perspectiva de Sovieshu, no era mala idea traer a Sheir al palacio. Sovieshu no quería casarse con nadie más que Navier. Eso era aún más cierto ahora.
<< Nota: Sheir es el hijo del Gran Duque Lilteang. El siguiente en la línea de sucesión. >>
'En un momento como éste, Sheir sería un gran escudo...'
Además, si estuviera aquí tendría la seguridad de que no caería en manos de otros. Decidido, Sovieshu dejó la cuchara y llamó al Marqués Karl.
"¿Qué puedo hacer por usted, Su Majestad?"
"Trae a Sheir. Si acabaremos haciéndolo de todos modos, entonces será mejor cuanto antes sea."
El Marqués se sobresaltó momentáneamente, pero hizo una reverencia.
"Sí, Su Majestad."
Sovieshu estaba en lo cierto. Era sólo cuestión de tiempo que lo necesitaran. La sorpresa del Marqués Karl duró poco. Además, el Sovieshu de la noche quería lo mismo.
"Por cierto, Su Majestad. Sobre la investigación del Duque Zemensia que usted ordenó..."
"¿La completaste?"
"Mucha gente era cercana al Duque. Después de todo, su familia fue una vez la más poderosa del imperio."
Sovieshu frunció el ceño.
"Aun así, seguro que algunos eran más cercanos que otros."
El Marqués asintió.
"Sí. El Duque era cercano a su primo, el Marqués Ketron, y al Duque Liberty. Ambos también cercanos a la anterior reina."
"¿Qué hacen ellos ahora?"
"Tras la muerte de la anterior reina, el Marqués Ketron se libró de ser juzgado por su implicación en el 'intento de asesinato a la emperatriz' por parte del Duque Zemensia, ya que cambió de postura para apoyar a la nueva emperatriz. Sin embargo, mantiene un perfil bajo. Se recluye en su casa."
"¿Qué hay del otro?"
"El Duque Liberty ya actuaba favorablemente hacia la emperatriz mucho antes del incidente del Duque Zemensia. ¿Tal vez porque no está emparentado por sangre? He oído que le ha ido bien desde entonces. Sin embargo, últimamente está mucho más callado."
Sovieshu se detuvo a pensar. Había muchas cosas a las que prestar atención cuando se trataba de estos nobles extranjeros. Lo que él quería era deshacerse de Heinley, no dañar a Navier. Tenía que considerar la situación desde todos los ángulos. ¿Estarían resentidos esos nobles si cometía un error? ¿O volverían a ser leales súbditos de Heinley?
"¿Qué desea hacer, Su Majestad?"
Sovieshu se golpeó la barbilla.
"Intenta sondearlos."
"Sí, Su Majestad."
El Marqués se despidió y se marchó. Sin embargo, regresó al poco tiempo.
"Su Majestad."
Sovieshu acababa de ordenar a los sirvientes que se llevaran los platos de comida sin consumir, ya que había perdido el apetito.
"¿Qué pasa?"
"Ha venido alguien en representación del Imperio Occidental para llevarse a Ahn."
"¿Dónde está? Me reuniré con esa persona yo mismo."
Aunque el Emperador Heinley había mediado, esta fue una petición personal de Navier. No vendría un representante oficial. Lo más probable es que una persona cercana a Navier sea quien se ocupara del asunto. Si Sovieshu la atendía bien, tal vez llegaran a ella comentarios positivos. Sovieshu caminó más deprisa.
El 'representante' que Navier había enviado se encontraba en una pequeña habitación cercana a la Sala de la Rosa Blanca. Cuando Sovieshu entró, el 'representante' se sobresaltó tanto al ver al emperador en persona, que se puso en pie de un salto. Su brusco movimiento hizo caer la bolsa que llevaba sobre el regazo.
"Su Majestad, es un honor. Soy Rivetti Rimwell."
'¿Rivetti Rimwell?'
El nombre le resultaba familiar. Sovieshu aceptó su saludo con aspereza.
"Tú—"
"¿No me recuerda? Ah, bueno, sólo nos hemos visto brevemente antes. Soy la tía de Ahn. La que Su Majestad salvó..."
Sovieshu finalmente la recordó. Su nombre aparecía en los documentos de la Corte Suprema. La hija de Roteschu Rimwell, que había sido declarada culpable de conspirar con Rashta. Conspirar para mezclar la línea de sangre de uno con la del emperador era un delito grave. Tan grave que a menudo familias enteras eran castigadas. Curiosamente, en este caso, sólo Roteschu Rimwell y Alan Rimwell fueron castigados.
El hijo de Alan y Rashta había sido vendido como esclavo, pero no por su vinculación con este caso.
Ahn fue vendido por ser hijo de una esclava, y su padre, de la nobleza, sentenciado a pena de muerte como un criminal convicto. Simplemente se le trató como exigía la ley.
Pero, ¿por qué Rivetti Rimwell y la Vizcondesa Rimwell no fueron castigados en absoluto? Sovieshu leyó esa sección del documento de la corte, preguntándose por qué muchas veces. No encontró ninguna respuesta en su diario. El hecho de que no estuviera registrado en el diario significaba que probablemente no podían haber sido castigados. Sovieshu se preguntaba si había hecho algún tipo de trato con el Vizconde Roteschu. Ahora, una de las partes implicadas apareció en su puerta, enviada por Navier.
'Qué asunto tan complicado. No...'
Frunció el ceño ante su siguiente pensamiento.
'Esta joven noble llamada Rivetti... no está aquí como hija de un noble. ¿Está aquí como señora del territorio de su familia?'
Su padre le había dejado su territorio. El Sovieshu de la noche había dado su aprobación. Se había preguntado por qué en ese momento, pero como no podía recordar, había pasado a otro asunto. Ahora, se preguntaba...
Si indagaba en la relación entre ella, Navier y Rashta... ¿le llevaría a sus recuerdos perdidos?
***
Decidimos habilitar la habitación frente a la mía y la de Heinley como cuarto del bebé. Queríamos que estuviera lo más cerca posible para poder estar pendientes en todo momento.
"¿Qué diseño le gustaría para la cuna, Su Majestad?"
Preguntó Laura.
"¿Qué tal hacer una de pino, Su Majestad?"
Sugirió la Condesa Jubel.
"¿No sería bueno un patrón de estrellas para el móvil?"
Comentó Rose con una sonrisa.
"¡Ah! Señorita Rose, el Emperador Heinley dijo que pondría joyas en el móvil, así que olvidémonos de eso."
Señaló Laura.
"El bebé necesita ropa cómoda, ¿verdad?"
Intervino Mastas.
"Y si llevamos al bebé a las fiestas con nosotras, también será necesaria ropa formal."
Añadió la Condesa Jubel.
El palacio estaba lleno de actividad estos días, en la preparación del cuarto del bebé, de los juguetes y de los accesorios. Tal vez porque una nueva vida estaba en camino, no quedaba rastro de las oscuras sombras que se habían cernido sobre el palacio.
No sólo estábamos preparando el cuarto del bebé. El palacio también necesitaba algunas reformas. Teníamos que asegurarnos de que el bebé pudiera corretear sin hacerse daño. Se colocaron amplias alfombras en los pasillos y se hicieron pequeñas sillas para cuando el bebé se cansara y necesitara sentarse. Heinley colocó más guardias en los pasillos, y mis damas de compañía decoraron las paredes.
Era mucho más trabajo del que esperaba.
Incluso con mi prominente barriga, me encargué de los arreglos para la vida diaria de mi primer bebé.
Sin embargo, los nubarrones en mi cabeza no se disipaban fácilmente, por muy luminoso que fuera mi entorno. ¿Podría eliminar en secreto el nido que Heinley había construido?
Al estudiar sobre la infancia, descubrí cuán vulnerables eran los bebés. Por mucho que lo pensara, un nido seguía siendo poco conveniente. Cuanto más aprendía, menos quería a mi bebé en ese nido descuidado de Heinley. El problema era...
"¡Mi reina, Mi reina! Mira qué bonita es esta joya amarilla. ¿O encuentras más bonitas la joya púrpura?"
Cuando Heinley me extendió dos joyas para que las examinara, suspiré.
"¿Mi reina?"
Estaba ocupado decorando su nido. McKenna también correteaba por ahí, recolectando seda para añadir a su propio nido. Como necesitaban construir sus nidos convertido en pájaros, con frecuencia veía a través de las ventanas de mi oficina a un pájaro dorado grande y otro azul más pequeño revoloteando.
"¿No podemos montar un nido después de que el bebé crezca un poco?"
"Ah, Su Majestad. El bebé necesita pasar varias horas al día en su forma de pájaro."
"Eso he oído, McKenna. Pero mientras el bebé es un pájaro, ¿realmente tiene que estar en un nido?"
"Un nido es más cómodo en forma de pájaro."
Quise decirle que eso no era cierto, pero como yo nunca había sido un pájaro, no podía objetar. Al final, me reuní con Heinley y McKenna en mi salón para elegir la seda y otros detalles para los nidos. Heinley y McKenna necesitaban probar ellos mismos la seda, así que se transformaron y me dejaron como único humano. Mi trabajo consistía en poner y quitar la seda alrededor de sus alas mientras probaban varias opciones.
"¿Su Majestad?"
El Vizconde Langdel llamó desde el otro lado de la puerta.
Había enviado a todas mis damas de compañía fuera para que pudiéramos llevar a cabo esta prueba. Comprobé por última vez cómo estaban los pájaros y me acerqué a la puerta. Les había dicho a todos que, en la medida de lo posible, no me molestaran, porque estaba trabajando en algo complicado.
"El hombre llamado Dolshi está aquí."
Dijo el Vizconde Langdel.
Oh, Dolshi. Había pedido que me avisaran cuando llegara Dolshi. Pero ahora mismo... cuando miré hacia atrás, McKenna lo oyó y se quedó inmóvil con una ramita en el pico. Encontrándolo divertido, Reina batió las alas y rodó por debajo de la mesa.
A veces se comporta como un tonto. ¿O también sus cerebros se vuelven de pájaro cuando se transforman?
"Vizconde Langdel, siento el estómago muy pesado ahora mismo. ¿Puede decirle que no puedo verle en este momento? No me siento bien."
"Si, Su Majestad."
El Vizconde se inclinó.
Después de que cerré la puerta y volví al sofá, McKenna resbaló y cayó de bruces sobre la mesa. Era tierno ver a un pajarito tumbado boca abajo en línea recta. Pero en cuanto me eché a reír, Heinley le dio una patada. Acto seguido, Heinley se tumbó de la misma manera, mirándome con ojos brillantes.
Prácticamente podía oírle pensar, '¿No soy más tierno?'
Sí. Definitivamente sus cerebros se vuelven de pájaro.
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