LESVAC 228

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La Emperatriz se volvió a casar 228

Eventos inesperados



Miré sorprendida a Rivetti. Lo último que recordaba era que odiaba al niño nacido entre Rashta y su hermano. Pero para mi sorpresa, vino a pedirme que la ayudara a encontrarlo. La última vez que visité el Imperio Oriental, me enteré de la sentencia del niño. Fue vendido como esclavo, ya que sus padres eran criminales.

"Sé que es extraño, Su Majestad. Todavía le odio."

Cuando me quedé sin palabras, Rivetti inclinó la cabeza y juntó las manos.

"Sin embargo... es el único hijo de mi hermano. Aunque le odio, mi hermano se preocupaba por él."

"¿Lo vas a cuidar?"

"No siento que pueda hacerlo. No puedo quererle. Pero no quiero que le pase nada malo."

Sus hombros pequeños y redondeados se veían lamentables. No podía imaginar cuánto dolor había experimentado para cambiar tanto de parecer...

"Lo encontraré. Te lo prometo."

Fui incapaz de negarme. Rivetti hizo varias reverencias antes de marcharse.

'Qué buena chica.'

Después de que se fue, volví sola a mi dormitorio. Para aliviar mi mente abrumada, abrí un diccionario para leer. Estudié detenidamente cada palabra. Cuando llegué a 'nacionalidad', finalmente me di cuenta de una cosa y cerré el libro.

Para encontrar al sobrino de Rivetti, ¿no se necesitaría la cooperación del Imperio Oriental?

Si fue vendido como esclavo, entonces era probable que su paradero estuviera en los registros judiciales del Imperio Oriental. No había forma de que lo averiguara desde el Imperio Occidental. Si preguntaba, se me negaría. Rivetti tampoco podría consultar el registro. No había forma de que se lo enseñaran a una débil 'señora' de un pequeño territorio, sobre todo si estaba relacionado con su familia.

¿Qué debía hacer? Volví a dejar el diccionario en la estantería y me puse a dar vueltas. De repente, recordé la carta que había recibido ayer de Sovieshu.

Enfadada, la había metido en mi caja de cosas inútiles y luego la había puesto en un rincón. Como no pensaba responder, no me molesté en leerla. Ahora la necesitaba. Podría usar mi respuesta para pedir ayuda para encontrar al sobrino de Rivetti.

Tomé la caja y volví a mi habitación. Quité la tapa y saqué la carta, con su letra familiar.

— El Cuarto Comandante me prometió que la Alianza del Continente Wol se pondría de parte del Imperio Oriental en el caso del puerto si le daba pistas sobre la disminución del maná. Me negué. Dime que lo hice bien. ¿Gané algunos puntos?

P. S. Mi diario mencionaba a un hombre llamado Duque Elgy. ¿Tiene algún tipo de rencor enorme contra mí? ¿Por qué me tiene como objetivo?

Pero... ¿qué es esto? Su carta tenía un contenido sorprendentemente importante. La parte sobre el Cuarto Comandante fue especialmente impactante. No podía creer que fue donde Sovieshu y trató de hacer un trato para obtener pruebas.

"¿Mi Reina?"

Heinley abrió la puerta del dormitorio matrimonial y me llamó. Estaba pensando en enseñarle la carta, así que le había llamado.

"¿Se ha ido la joven Rivetti o como se llame?"

"Se ha ido. Pero mira esto."

Heinley se acercó a mí con una manta envuelta a su alrededor.

"¿Qué es?"

En cuanto vio la carta, su expresión se tensó. Luego miró mi cara y puso una expresión inocente. No obstante, sabía que el simple hecho de que recibiera una carta de Sovieshu era suficiente para alterarle.

"Lee la parte de arriba."

Señalé la parte sobre el Cuarto Comandante, a lo que Heinley murmuró cuidadosamente,

"En realidad, cuando fui a recuperar la piedra de maná, encontré a dos Caballeros de la 4ª División escondidos allí."

"¿Han descubierto algo?"

"Pensé que podrían haberlo hecho, pero ahora que he visto esta carta, tal vez no. Probablemente fueron enviados a investigar, a raíz del incidente en el que un mago perdió su maná en la zona."

"El Cuarto Comandante anteriormente me pidió prestada a la 5ª División."

Ya veo que a ese comandante se le da bien engañar a los demás con una sonrisa tan angelical como su nombre sugiere.

"Lo cierto es que no es bueno ni para mí ni para el Emperador Sovieshu."

"¿También te parece un problema para Sovieshu?"

"El rechazo probablemente hirió el orgullo del comandante. Las personas que trabajan entre bastidores como él suelen tener un alto concepto de sí mismas."

Heinley dejó la carta con seriedad, luego me dedicó una sonrisa radiante.

"Pero todo estará bien. Por mucho que investiguen, me desharé de todas las pruebas. Entonces no tendrán otra opción que concluir que fue sólo un fenómeno natural."

Mi preocupación no disminuyó, así que le agarré la mano. Él apretó la mía a su vez.

"Por cierto, Mi Reina. ¿Puedo romper esta carta?"

¡Ah! Rivetti.

"Escríbele una respuesta."

"¿Es una broma...?"

"Rivetti me pidió un favor antes..."

***

Heinley escribió una respuesta a Sovieshu por mí. Al día siguiente, se fue a buscar otra piedra de maná.

Por alguna razón, el Gran Duque Kapmen y Dolshi vinieron a verme. Kapmen dijo que Dolshi quería probarme antes de enseñarme a dominar mi magia, pero...

"Aquí tiene."

Era sólo una excusa. Me di cuenta en cuanto Dolshi llegó con varias páginas de dibujos. Los dibujos eran representaciones impecables de un muro, así que obviamente no era obra de Dolshi. Cuando tomé los dibujos, me guiñó un ojo, como si me hubiera dado un soborno.

Si va a guiñarme el ojo y sobornarme, ¿no debería traer algo que me guste a mí y no algo que le guste a él? Me quedé atónita, aunque no me atreví a devolvérselos por su probable identidad. Lo único que pude hacer fue aceptar los dibujos y guardarlos en un cajón.

No obstante, como si tuviera un poco de conciencia, Dolshi sonrió,

"Echaré un vistazo a tu magia. ¿No tienes algún lugar abierto?"

"Afuera—"

"No, afuera no. No puede haber más nadie."

Los llevé a él y al Gran Duque Kapmen a una habitación vacía del primer piso. Estaba reservada como sala de conferencias, sin más muebles que una mesa pequeña y una silla.

"¿Qué tal aquí?"

"Servirá."

Tomó asiento con una expresión seria. Al parecer, había decidido que, ya que iba a echar un vistazo, mejor hacerlo bien.

"Primero comprobaré cuánta destreza tienes. Saca toda la fuerza y el maná que puedas."

En el momento en que asentí y tomé una pequeña campana para ordenarle a un sirviente que me trajera un balde de agua, Dolshi extendió su mano para detenerme.

"Espere, dama de nombre gracioso. ¿Qué intenta hacer?"

"Iba a pedir un balde de agua."

"¿Vas a pasarte la vida congelando sólo agua? ¿Sólo quieres aprender a poner hielo en las bebidas frías? Eso es útil, pero si piensas detenerte en ese punto, déjalo ahora."

Siempre había practicado así. ¿De qué otra manera podría hacerlo? Cuando me quedé mirándolo, confundida, levantó la barbilla.

"Solo inténtalo."

Al principio, me sentí nerviosa y poco acostumbrada. Pero ahora que lo pienso, las veces que usé mi magia de hielo instintivamente, lo hice sobre mi alrededor. Cuando desvié la caída del Duque Zemensia, por ejemplo...

Asentí, levanté la mano y la apunté al aire. Con la mano levantada, me sentí como una especie de mago excéntrico. Aun así, me concentré. Aparecieron cosas finas, parecidas al hielo, y cayeron al suelo.

¿Eso era bueno? Miré de reojo a Dolshi.

"Eres débil."

Después de que bajé mi mano molesta, Kapmen no tardó en ponerse de mi lado.

"¿Por qué? ¿No fue increíble?"

"¿Por qué le mientes?"

El Gran Duque Kapmen evitó hacer contacto visual cuando le dirigí una mirada de, '¿En serio?'

Esto me molesto aún más. El Gran Duque Kapmen también pensaba que mi destreza era pésima. No obstante, tenía sentido. Se graduó como el mejor de su clase...

"Dama de nombre gracioso, ¿sabe quién se alegraría de que usara su magia así?"

"¿El enemigo?"

"Correcto."

Luego señaló al aire.

"Inténtalo de nuevo."

No puedo. Por eso le pedí que me ayudara...

Durante dos horas, Dolshi me estuvo criticando. A decir verdad, no fue de ninguna ayuda. Bueno, puede que me ayudara a darme cuenta de que uno debe dominar su magia por su cuenta.

Sin embargo, aunque todo lo que hizo fue sentarse allí durante dos horas y criticarme, se rascó el cuello y refunfuñó,

"Esto es agotador, muy agotador."

Se estiró en la silla mullida y dijo,

"Quiero café."

Cuando nuestras miradas se cruzaron, añadió en tono burlón,

"Ah, tu no puedes beber café."

'Es un dragón irritante.'

Era tan arrogante que sólo podría ser el dragón. Me quejé en mi interior, pero mantuve una expresión plácida. Llamé a un sirviente para que trajera unas sillas, café, bocadillos, y otras bebidas.

Debía de tener mucha hambre. En cuanto la mesa estuvo llena de comida, Dolshi devoró los bocadillos sin descanso. Al mismo tiempo, hablaba con Kapmen de cosas que yo desconocía. Kapmen reaccionaba a todo lo que decía.

Se veían muy cercanos. Fue interesante ver a Kapmen— un noble seco e inflexible como yo— manejar el torbellino de pensamientos de Dolshi sin retroceder.

Empecé a interesarme por su conversación. Dolshi hablaba de interminables extensiones desérticas, cumbres que atravesaban las nubes y enormes monstruos con forma de pulpo que aparecían en el océano. Parecía un entorno totalmente distinto al de la vida en el palacio, llena de elegantes violines, suaves perfumes y finas texturas. Sin embargo, tenía su propio encanto.

Así que me senté en silencio a escuchar la conversación.

"Por cierto, Kapmen."

Los ojos de Dolshi brillaron de repente.

"¿Qué?"

Dolshi se inclinó hacia delante,

"Mencionaste algo sobre una poción de amor en una de las últimas cartas. Que querías encontrar la forma de revertirla."

Kapmen y yo nos estremecimos. Pero Dolshi no se percató.

"¿La revertiste?"

"Lo hice..."

Kapmen apenas se abstuvo de mirar hacia mí.

"¿Cómo?"

"Es difícil de explicar."

No tenía ningún interés en ese tema. Tomé incómodamente una galleta y la mastiqué.

Sin embargo, Dolshi estaba absorto. Interrogó a Kapmen alrededor de treinta minutos, preguntándole cómo se había liberado, cuál era el antídoto y sus efectos secundarios. Al final, preguntó,

"Kapmen, Kapmen. ¿No te queda ninguna de esas pociones?"

Cuando Kapmen lo miró con el ceño fruncido, Dolshi sonrió,

"Dame una."

"¿Para qué la quieres?"

"Sólo dámela."

Una sonrisa confiada cruzó los labios de Dolshi, a lo que Kapmen insistió,

"¿Para qué?"

Dolshi respondió como si fuera obvio,

"Para beberla."

Kapmen lo miró perplejo.

"¿Qué dices? ¿No te he dicho cuánto sufrimiento me ha causado?"

El Gran Duque debe haber pedido ayuda a Dolshi para neutralizar la poción. Sin embargo, Dolshi era terco como una mula.

"¿Y qué? Es patético y fascinante cómo una simple poción te hizo sufrir así."

Una vena azul brotó en la frente de Kapmen. Aún así, Dolshi continuó fastidiándole con una terquedad infantil.

"Sólo una vez, quiero saber qué se siente. Dame una. Soy un mago consumado, así que puedo neutralizarla enseguida."

¿Siempre fueron los dragones criaturas tan obstinadas? Desde que se enteró de la construcción de una represa de joyas, Dolshi no paraba de traerme diseños y dibujos... ahora parecía dispuesto a ir a tomar la poción por su cuenta si Kapmen se negaba a dársela.

Aun así, Dolshi me miraba con ojos brillantes. Una energía caótica destellaba en sus pupilas. No fue una mera sensación. Realmente vi un tono rojo en sus ojos. Al final, Kapmen se levantó y salió. Supuse que iba a buscar la poción.

Cuando se fue, Dolshi se dirigió a mí,

"Si ya ha descansado, dama de extraño nombre, vuelva a practicar."

Mientras intentaba hacer hielo de la nada, Kapmen regresó con la poción.

Le extendió la pequeña botella a Dolshi, que la aceptó con una risita y la levantó como si fuera un villano.

"Dolshi, déjame advertirte una vez más..."

Antes de que Kapmen pudiera volver a disuadirle, Dolshi arrancó el corcho y lo vertió todo en su boca, sin darle la oportunidad.



Kapmen y yo nos escondimos al mismo tiempo debajo de la mesa, un reflejo provocado por nuestro trauma mutuo a causa de los efectos de la poción.

"No sabe a nada. ¿Qué demonios? ¿Por qué se esconden? Tengo que ver una cara para que la poción surta efecto."

Kapmen me miró fijamente, sacudió la cabeza y me dijo que no me moviera. Asentí. Dolshi afirmaba que podría deshacerse de los efectos enseguida, pero ¿quién podría asegurarlo? También podría experimentar otros efectos secundarios. No queríamos involucrarnos con él en ese sentido, así que no teníamos intención de salir.

"¿No saldrá uno de ustedes para probarla?"

Habló un poco molesto mientras daba golpecitos en la mesa bajo la que estábamos escondidos. Aun así, permanecimos tan inmóviles como un muerto.

Entonces soltó una carcajada,

"Elegiré a uno de los dos."

Se puso en pie de un salto. Su silla cayó al suelo al mismo tiempo que la puerta fue abierta de golpe.

"¡Su Majestad!"

Era la voz de McKenna.

Sorprendida, levanté la cabeza e hice contacto visual con Kapmen. Nos pusimos de pie al unísono, ambos imaginando lo peor. Dolshi lo había mirado tan pronto como lo escuchó.

Tragué en seco. ¿Será... eficaz? Por mucho que me preocupaba, dudaba que la poción funcionara en un dragón...

Dolshi señaló a McKenna. Lentamente, se volvió hacia mí.

"¿Quién es ese encantador pajarito azul, tan azul como si estuviera hecho del mismísimo cielo?"

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