LESVAC 205

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La Emperatriz se volvió a casar 205

El cambio de Sovieshu



Evely venía una vez al día a usar su magia curativa, tomaba las medicinas prescritas por el médico del palacio y descansaba en la cama, por lo que mi cuerpo se recuperó rápidamente.

Por un instante, creí que realmente moriría. Ahora mi condición física casi ha vuelto a ser la de antes.

"Eso es lo que piensa Reina."

Sin embargo, Heinley insistía en que no me había recuperado.

"Creo que estás exagerando un poco."

"¿Exagerando? Reina, si hubiera sido al revés, estarías tan preocupada como yo."

A pesar de mi mirada indignada, Heinley se mantuvo firme.

"Todavía no estás bien. Debes permanecer en reposo absoluto hasta que te hayas recuperado por completo."

"De acuerdo, deja de regañarme."

Cuando giré la cabeza molesta, Heinley se acercó a la cabecera de la cama, tomó un tazón pequeño del carrito de comida con una mano y una cuchara de plata con la otra.

"¿Quieres darme de comer otra vez?"

"Reina está convaleciente."

"Mis manos están bien."

"Reina, si fuera al revés, harías lo mismo por mí."

"..."

"Vamos. Abre la boca y di, 'aah'. Es la sopa de res que Reina quería comer."

Por mucho que quisiera rechazarlo, no podía porque Heinley utilizaba el 'si fuera al revés' como arma. No había forma de luchar contra eso.
.
En cualquier caso, debió de ser peor para Heinley, que no pudo dormir bien mientras estuve en coma, que para mí, que perdí el conocimiento al instante.

Mi hermano, mis damas de compañía y mis padres, que volvieron a toda prisa al Imperio Occidental... todos estaban muy preocupados. McKenna incluso oró, 'No importa que deba ocuparme de todo tu trabajo, lo haré sin quejarme, así que por favor despierta'.

Finalmente, abrí la boca y comí lo que Heinley me dio con la cuchara.

"Dejaré esto claro. No es a mí a quien estás alimentado."

"Entonces, ¿a quién estoy alimentando?"

"Al pajarito en mi barriga."

"Entonces, pajarito, abre la boca y di 'aah' de nuevo."



Mientras comía obedientemente la sopa, pensé de repente en la Familia Zemensia.

Escuché que el perpetrador, el Duque Zemensia, murió en el acto. El Viejo Duque fue traído en su lugar para reunirse a solas con Heinley.

Después, todos los miembros de la Familia Zemensia fueron arrestados y condenados a muerte o a la esclavitud por intento de asesinato a la Emperatriz.

Sin embargo, no me enteré de los detalles.

Eso no podía ser todo, así que quería saber más, pero la Condesa Jubel fue la única que me contó un poco a regañadientes, mis otras damas de compañía mantuvieron la boca cerrada. Lo mismo pasó con mis ayudantes y caballeros.

Todos decían que lo mejor sería no escuchar esas historias por el bien del bebé en mi vientre. Decían que había pasado por muchos sobresaltos, así que a partir de ahora solo debía prestar atención a las cosas buenas.

"¿Reina? ¿No harás 'aah'?"

"Aah."

Mientras Heinley me daba de comer, la voz ansiosa de Laura vino desde fuera de la puerta.

"¡Su Majestad, Su Majestad! ¡Tengo algo que decirle!"

Me disculpé naturalmente con Heinley y dejé entrar a Laura. En cuanto le di permiso, Laura entró con una expresión de felicidad, se inclinó ante Heinley y exclamó,

"¡Su Majestad, el Gran Kapmen ha despertado!"

Me sorprendí e intenté levantarme, pero Heinley me detuvo. Después de que lo miré con el ceño fruncido, le pregunté rápidamente a Laura.

"¿Cómo se encuentra? ¿Está bien?"

"No lo sé. Se quedó sentado con la mirada perdida desde que se despertó."

La voz de Laura estaba llena de alegría. El Gran Duque Kapmen y Evely son ahora tratados como héroes por haberme salvado.

Laura, que es cercana a mí, estaba por supuesto más contenta.

Le indiqué con la mirada a Heinley que quería ir a verlo.

Kapmen y Evely no sólo fueron héroes, sino también mis salvadores. En especial Kapmen, que resultó más herido que yo, y estuvo en coma hasta ahora porque me protegió con su cuerpo. Quería verlo despierto y sano.

Afortunadamente, Heinley esta vez me extendió su mano para ayudarme a levantar y me dijo,

"Vamos juntos."

Fuimos directamente a la habitación donde se hospedaba el Gran Duque Kapmen.

La habitación del Gran Duque Kapmen se encontraba inicialmente donde se hospedaban los invitados distinguidos, pero después de que fue herido al intentar salvarme, fue trasladado a la habitación frente a la mía para que ambos pudiéramos recibir tratamiento rápido del médico del palacio. Esto me facilitó visitarlo.

Laura se adelantó y abrió la puerta.

Con la ayuda de Heinley, entré en la habitación donde se hospedaba el Gran Duque Kapmen.

En el centro de la habitación iluminada tenuemente, el Gran Duque Kapmen estaba sentado en la cama con las manos sobre las rodillas. Como había dicho Laura, tenía la mirada perdida, pero también parecía un poco confundido.

Al menos no tenía heridas externas por la magia curativa. Por supuesto, su cuerpo aún necesitaba tiempo para volver a su condición anterior.

El Gran Duque Kapmen pareció oírnos entrar, así que movió un poco la cabeza para mirar hacia nosotros. Sin embargo, sus ojos todavía estaban desenfocados.

Tal vez... perdió la vista. Tuve un pensamiento terrible. Le pregunté varias veces en mi mente si se encontraba bien. Debería ser capaz de oírme.

No sé si fue porque las preguntas que hice en mi mente fueron molestas, o si fue sólo casualidad, pero los ojos del Gran Duque Kapmen comenzaron a enfocarse lentamente.

"Oh."

Laura suspiró sorprendida a mi lado, parecía que no era la única que podía ver el cambio.

Cuando me acerqué al Gran Duque Kapmen, su enfoque se hizo aún más claro.

"¿Estás bien?"

La preocupación que sólo había expresado en mi mente, salió de mi boca. El Gran Duque Kapmen parpadeó varias veces.

Mientras lo observaba con más preocupación, el Gran Duque Kapmen finalmente habló.

"Estoy bien."

Contrariamente a su mirada perdida inicial, su voz era tranquila y precisa. Si a esto se le añade que tenía cierta frialdad, era el Kapmen saludable que recordaba.

'Gracias a Dios... parece que está bien.'

Suspiré aliviada y recordé que debía agradecerle. Aunque ya lo había hecho dentro de mí, tenía que decírselo como es debido.

"Gracias."

"... No es nada."

"Me enteré que salvaste mi vida. Muchas gracias, Gran Duque Kapmen."

"Sólo hice lo que debía hacer."

El Gran Duque Kapmen me miró a los ojos con una sonrisa. Su mirada inquebrantable era amistosa y cálida. Oh... Dios mío. Mi boca se entreabrió por sí sola.

Le pregunté con la mirada al Gran Duque Kapmen, '¿Quizás...?'

Pareció entenderme y asintió levemente. Mi boca se abrió por completo.

Laura me miró con extrañeza porque no entendía lo que estaba pasando. Heinley también parecía desconcertado, pero no podía explicarlo bien, así que me reí.

¡El Gran Duque Kapmen finalmente se libró de los efectos de la poción de amor!

Desde el Imperio Oriental llegó un mensaje urgente para Evely. Sovieshu había resultado herido, por lo que esperaban que volviera lo antes posible una vez que mi estado de salud mejorara.

Cuando escuché esa noticia, recordé al Sovieshu que vi en mis sueños. ¿Se encontraba gravemente herido?

"No se menciona que su estado de salud sea grave, así que ¿no debería estar bien?"

Evely habló con relativa tranquilidad, pero era imposible saberlo.

El estado de salud del emperador, especialmente si era delicado, no solía comunicarse debidamente al público.

Por el contrario, hubo muchos casos en los que un emperador mintió con que estaba enfermo para tender una trampa.

"Quería quedarme más tiempo con Su Majestad..."

"Habrá otras oportunidades. Ven a visitarme de vez en cuando."

"¿No puedo venir a menudo?"

"Puedes venir a menudo, pero no quiero que te sientas presionada."

"Por favor, permítame visitarla a menudo..."

"Está bien, ven más a menudo."

Evely juntó las manos mientras movía los pies alegremente.

En ese momento, recordé el carruaje de carreras que Sovieshu me envió como regalo por mi embarazo.

Le pedí a mi ayudante que preparara ese carruaje para Evely. Entonces Evely hizo las maletas y partió directamente hacia el Imperio Oriental.

'Estará bien...'

Incluso después de que Evely se fuera, todavía estaba preocupada por Sovieshu.

¿Fue una verdadera maldición? ¿Podría ser que mi maldición lo alcanzó misteriosamente? En realidad, mi habilidad mágica no es el hielo, sino las maldiciones....

Mientras caminaba despacio por el jardín, sumida en la preocupación, oí una voz llamarme no muy lejos.

"Su Majestad."

Cuando me di la vuelta, vi a Kapmen mirándome en su silla de ruedas.

"Gran Duque Kapmen."

Después de saludarlo con una sonrisa alegre, el sirviente que estaba detrás del Gran Duque Kapmen acercó la silla de ruedas.

"Déjanos un momento a solas."

"Sí."

Una vez que el sirviente se retiró, también le pedí al Vizconde Langdel, que estaba a mi lado, que nos dejara un momento a solas.

"No puedo, lo siento. No podría estar tranquilo si me separo de Su Majestad."

Dado que el Vizconde Langdel se negó rotundamente, el Gran Duque Kapmen y yo fuimos a una habitación cercana.

Sólo entonces el Vizconde Langdel nos dejó a solas y se quedó afuera.

A excepción de nosotros dos, no había nadie en la habitación, sólo se oía el tic-tac del reloj en medio del silencio.

Antes, me habría sentido incómoda al estar a solas en esta atmósfera con el Gran Duque Kapmen. Conocía los efectos de la poción de amor, así que sabía que se sentía atraído por mí de forma involuntaria.

Pero ahora no me sentía de esa manera.

Por supuesto, aún no había escuchado una respuesta concreta, pero estaba convencida de que la poción de amor había perdido su eficacia en el Gran Duque Kapmen.

"En primer lugar, muchas gracias por salvarme la vida."

"Nos salvamos el uno al otro."

"No creo que sea así."

"Si Su Majestad no hubiera ralentizado un poco la caída de ese hombre, podría haber muerto al instante."

"... Lo estás exagerando demasiado, eso fue una coincidencia."

"Sólo bromeaba. ¿Te diste cuenta?"

El Gran Duque Kapmen se rió y jugueteó con el guante que se quitó de una mano.

Mientras observaba cómo el guante blanco cambiaba constantemente de forma en sus manos, hice la pregunta que más quería hacer.

"Los efectos de la poción de amor..."

"Se han ido."

El Gran Duque Kapmen respondió con firmeza antes de que terminara mi pregunta, y dejó de juguetear con su guante.

"Ahora puedo ocultarlo."

"¿Ocultarlo?"

"¿Cómo va tu recuperación?"

'Parece que acaba de cambiar de tema.'

Entrecerré los ojos. El Gran Duque Kapmen podía escuchar mis pensamientos, pero lo ignoró y no respondió.

De repente, sentí que había pasado algo por alto. Incluso antes, cuando el Gran Duque Kapmen acababa de despertarse.... algo no encajaba...

"Te ves bien. La Señorita Evely tiene mucho talento."

La pista que estaba a punto de alcanzar en mis recuerdos me fue arrebatada de las manos por la voz del Gran Duque Kapmen.

Fue una lástima, pero al final desistí de rebuscar en mis recuerdos y respondí con una sonrisa,

"Sí, estoy bien. No puedo hacer movimientos bruscos, pero es mejor que nada."

Kapmen sonrió levemente y se puso el guante que se había quitado.

***

Kapmen, que se había acomodado los guantes como si estuviera a punto de marcharse, permaneció en la habitación incluso después de que Navier saliera primero.

Mientras contemplaba el asiento donde se había sentado Navier, murmuró como si todavía estuviera sentada allí,

"Sólo pude tenerte en mis brazos una vez. Me hace feliz que haya sido para salvarte."

La voz era muy baja para que nadie pudiera escucharlo.

Kapmen miró el asiento vacío, se quitó un guante, y se puso la mano sobre el corazón.

'Todavía me duele... pero ahora puedo ocultarlo.'




'Eso es todo lo que importa. Al menos, eso espero.'

***

El clima de la noche era frío y húmedo.

Envuelta en las sábanas doradas, levantaba la cabeza hacia la ventana cada vez que el viento soplaba fuerte.

Tenía muchas ganas de dormir en los brazos de Heinley, pero el médico del palacio insistió en que utilizara la cama separada hasta que me recuperara por completo.

Por esa razón, hoy estaba acostada sola en la cama de mi habitación, como he estado en los últimos días, y miraba a la ventana sin nada más que hacer.

Heinley...

"¿Qué has estado haciendo desde hace un rato?"

Tenía en sus manos un frasco dorado del tamaño de dos manos con el que esparcía algo alrededor de mi cama, los marcos de las ventanas, los marcos de las puertas, y demás.

"¿Heinley?... ¿Heinley?... Heinley."

Lo llamé tres veces seguidas mientras estaba envuelta en las sábanas, Heinley, que estaba ocupado con lo que estaba haciendo, levantó la cabeza y dijo, "¿Sí?"

Saqué una mano por encima de las sábanas y señalé los cristales blancos que había puesto en una ventana.

"¿Qué estás esparciendo?"

"Hmm..."

Heinley no respondió inmediatamente y jugueteó con los cristales blancos del frasco con una mano.

"Si no respondes, lo congelaré todo."

"Iba a responder. Además, ¿por qué te pones tan violenta? Haces que mi corazón se acelere."

"... ¿Te acelera el corazón?"

"¿No te he dicho que eso me gusta?"

"..."

"Oh, aún no te lo he dicho. Olvídalo, Reina. Te lo contaré con calma en otra ocasión."

Heinley se acercó a mí, tomó unos pocos cristales blancos y los puso en la palma de mi mano.

Me acerqué la palma de la mano a la cara, pero seguía sin saber qué era.

"Es sal."

"¿Sal?"

¿Qué clase de sal?

Cuando lo miré desconcertada, Heinley recogió la sal de la palma de mi mano y dijo,

"La esparzo para alejar las malas energías."

"¿Las malas energías?"

"No es que eso me dé miedo, pero nunca se sabe..."

"¿Es por si aparece el fantasma del Duque Zemensia?"

¿Tiene miedo de que el hombre que sacrificó su vida para atacarme reaparezca como un fantasma? ¿Era eso lo que temía?

"Ah, bueno. Así es."

Antes, en el alboroto del fantasma causado por el Marqués Ketron, Heinley nunca tuvo miedo. Fingió estar asustado delante de mí, pero estaba convencida de que realmente no lo estaba.

Pero ahora que lo veo esparcir sal por todas partes, mi convicción desapareció. ¿De verdad tiene miedo a los fantasmas?

Mientras lo observaba esparcir la sal, sacó una joya azul de su bolsillo y la pasó por la sal.

"¿Es una piedra aromática de mar?"

"Sí."

Se dice que la piedra aromática de mar tiene el efecto de alejar las cosas impuras...

"Ahora es seguro. ¿Verdad, Reina?"

"Me habría sentido segura incluso sin todo eso."

"Yo no. Como te dije, tengo miedo."

Heinley murmuró mientras se acercaba a mí,

"Por favor, reconfórtame. Tengo miedo."

Luego puso sus labios en mi mejilla. No, estuvo a punto de hacerlo.

Sin embargo, se detuvo y volvió a retroceder.

"¿Heinley?"

¿Por qué no me beso?

Mientras lo miraba con curiosidad, Heinley se tocó torpemente la comisura de los labios y, de repente, volvió a tomar el frasco de sal que había dejado.

"Esparciré un poco más."

¿Heinley?

***

En el lujoso dormitorio, los cortesanos susurraban mientras dirigían sus miradas de vez en cuando a la cama con dosel.

Era el tercer día después de la caída del Emperador Sovieshu por la ventana. Aunque se había lesionado el brazo y la pierna derecha, no había sido una lesión tan seria como para no poder despertarse. Sin embargo, el Emperador Sovieshu todavía estaba inconsciente.

Al principio, los cortesanos esperaban en silencio a que Sovieshu despertara, pero al segundo día comenzaron a susurrar poco a poco entre ellos.

Unos decían que se oían llantos lamentables desde la torre donde había muerto Rashta, y otros decían que Rashta parecía intentar llevarse al Emperador Sovieshu.

"¿No habrá visto el fantasma de Rashta?"

"¡Oye, no digas cosas siniestras!"

"¿No lo has pensado? Aunque no resultó gravemente herido, lleva varios días sin despertarse..."

En ese momento, una voz pesada vino del interior del dosel.

"¿Quién es Rashta?"

Era la voz del Emperador Sovieshu.

Los cortesanos se miraron sorprendidos, sus bocas se cerraron y sus ojos se abrieron ampliamente.

Tardíamente recuperaron sus sentidos y comenzaron a llamarlo, "¿Su Majestad?" "¡Su Majestad!"

Una mano salió del dosel y lo abrió bruscamente.

Cuando el dosel fue apartado, se vio a Sovieshu sentado en una posición incómoda en la cama, con una mano en la cabeza.

"Maldición. Me duele la cabeza."

Mientras Sovieshu murmuraba en voz baja, un cortesano salió de la habitación y los otros dos se le acercaron rápidamente.

"Su Majestad, ¿se encuentra bien?"

"¿Se encuentra bien, Su Majestad?"

"Si no hicieran tanto escándalo, no me dolería tanto la cabeza."

Cuando Sovieshu agitó su mano, las bocas de los cortesanos volvieron a cerrarse al mismo tiempo.

Sólo entonces, Sovieshu se quitó la mano de la cabeza y preguntó con una expresión seria,

"¿Qué pasó con Navier? ¿Está bien?"

Los cortesanos, que se habían quedado en silencio, se volvieron sorprendentemente más silenciosos. Se miraron desconcertados mientras una pregunta similar aparecía en sus mentes.

'¿De qué habla Su Majestad?'

Sin embargo, no tardaron en llegar a una misma conclusión.

'Ah... Navier, que se marchó al Imperio Occidental, había resultado gravemente herida, por lo que Su Majestad pregunta si hay noticias suyas.'

"Todavía no sabemos nada."

Ante la respuesta de un cortesano, Sovieshu salió de la cama y se levantó,

"Iré a verla yo mismo."

'¿Al Imperio Occidental? No, ¡ni siquiera debe levantarse en su estado!'

Los cortesanos agitaron sus manos con preocupación.

El médico del palacio descartó que fuera una lesión grave, pero sí necesitaba reposo porque los huesos de su brazo y pierna derecha habían sufrido daños. No debía levantarse todavía.

Como cabía esperar, Sovieshu apretó inmediatamente los dientes de dolor y se tambaleó.

Los dos cortesanos lo sostuvieron al mismo tiempo. Acto seguido, el Marqués Karl y el médico del palacio entraron en cuanto se enteraron de que Sovieshu se había despertado por el cortesano que salió a buscarlos.

"¡Su Majestad!"

"¡Cielos, Su Majestad!"

Sovieshu, que mantuvo el equilibrio apoyado en el hombre de los cortesanos, miró extrañado a los dos hombres que se le acercaron corriendo con caras al borde de las lágrimas.

Luego murmuró con el ceño fruncido,

"¿Su Majestad...?"

Antes de que terminara lo que quería decir, levantó repentinamente las cejas, volvió a mirar al Marqués Karl y preguntó desconcertado,

"¿Marqués Karl? ¿La barba... te ha crecido tanto en un día?"

El Marqués Karl, que estaba a punto de preguntar con lágrimas en los ojos a Sovieshu si estaba bien, se detuvo, "¿Qué?"

'¿De qué está hablando?'

Pensó que había oído mal, pero el dedo de Sovieshu apuntaba precisamente a su barba. El Marqués Karl pasó ambas manos por su barba y respondió,

"¿Su Majestad? He tenido esta barba desde hace cinco años."

"¿Qué?"

La expresión de Sovieshu se distorsionó un poco. Fue como si hubiera escuchado una historia sin sentido.

"¿Qué estás diciendo? Siempre te aplicas cremas raras en la barbilla y debajo de la nariz porque no te crece. ¿Quieres decir que ha funcionado en un día como si tuvieras barba desde hace cinco años?"

Los cortesanos volvieron a mirarse entre sí. Las pupilas del Marqués Karl se contrajeron y la mandíbula del médico del palacio, que esperaba el momento para examinar a Sovieshu, se abrió tanto que pareció caerse.

Sovieshu los miró a todos aún más extrañado y preguntó.

"Además, ¿por qué irrumpes en mi dormitorio sin permiso, Marqués Karl? ¿Por qué están todas estas personas reunidas en mi dormitorio? ¿Por qué me llaman Su Majestad?"

El médico del palacio se cubrió la boca con ambas manos. Aunque el Marqués Karl no era médico, podía darse cuenta del extraño estado en el que se encontraba Sovieshu.

Pero Sovieshu, quien había sumido a los presentes en la confusión, miró a todos como si estuvieran locos y se dirigió hacia la puerta,

"Necesito ver a Navier primero. Antes de caerme, vi claramente que estaba en una posición en la que sería golpeada por los melocotones que caían."

Sovieshu salió tambaleándose del dormitorio, pero nadie lo detuvo.

El Marqués Karl fue el primero en entrar en razón, llamó al Comandante de la Guardia Imperial que esperaba fuera del dormitorio y siguió a Sovieshu. El Comandante se apresuró a ayudar a Sovieshu.

Apoyado en su hombro, Sovieshu bajó las escaleras que conducían al Palacio del Oeste y continuó por el pasillo.

El Marqués Karl le siguió en silencio mientras pensaba, 'No, no, no puede ser'.

"Su Majestad, ¿Navier... no está en el Imperio Occidental?"

'Maldición, creo que me rompí la pierna'.

Sovieshu preguntó mientras caminaba con los dientes apretados por el dolor,

"¿Qué? ¿Cómo Navier estaría en el Imperio Occidental? Justo ayer salimos a escondidas a recoger melocotones."

"..."

El Marqués Karl se acarició la barba con una mano. Aunque era un poco desconcertante, ahora no tenía dudas. Parte de la memoria de Sovieshu... había desaparecido.

Además, por lo que decía, su memoria parecía haberse detenido en sus días de príncipe heredero. No de cuando era demasiado pequeño, sino de cuando tenía entre 18 y 19 años.

Le quedó claro al escucharle hablar del tiempo en que no le crecía la barba, y de lo que pasó en el árbol de melocotones.

Cuando Sovieshu era el príncipe heredero, una vez se subió a un gran melocotonero, que tenía deliciosos melocotones maduros, para recoger unos y dárselos a Navier.

Era extraño que el príncipe heredero se subiera a un árbol a recoger melocotones, pero Navier, en sus días de princesa heredera, tenía una dieta estricta para controlar su peso cada vez que se acercaba una celebración importante.

Sovieshu le llevaba comida a escondidas cada vez que podía, y esa había sido la primera vez que se subía a un árbol.

'Es como si lo hubieran leído juntos en una novela romántica el día anterior, tal vez les pareció romántico y decidieron intentarlo...'

En cualquier caso, Sovieshu consiguió subirse al árbol, pero se cayó bruscamente al tirar de un puñado de melocotones, los cuales golpearon a Navier en la cabeza y le provocaron un chichón.

Por lo visto, Sovieshu pensaba que hoy era el día siguiente.

"Su Majestad."

El Marqués Karl habló con voz grave.

"¿Por qué todos actúan de forma tan extraña?"

Sovieshu miró al Marqués Karl con incomodidad y se frotó su brazo adolorido,

"Todo es extraño, empezando por tu barba. ¿Por qué me llamas Su Majestad...? No, espera un momento, ¿por qué estaba acostado en el dormitorio del Emperador?"

"Su Majestad."

"Estoy seguro de que cuando subí al melocotonero... ¡Maldición! ¡Los melocotones! ¡Navier!"

"Su Majestad."

"Primero comprobemos que Navier se encuentre bien."

"Su Majestad."

Mientras Sovieshu intentaba darse prisa, el Marqués Karl lo llamaba repetidamente detrás suyo.

"Veamos primero a Navier, Marqués Karl. Parece que hoy también me golpeará con su almohada. Navier podría poner melocotones dentro de la almohada para que los golpes sean más fuertes."

"... Su Majestad cayó desde una ventana del segundo piso, no desde un árbol."

"¿Qué estás diciendo?"

"Como he dicho, Navier no está aquí."

Sovieshu se detuvo un momento y preguntó con preocupación,

"¿Se ha ido de viaje porque está enojada? ¿Acaso los melocotones le golpearon fuerte?"

El Marqués Karl respondió con voz grave.

"Navier... se casó con otro hombre."

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