La Emperatriz se volvió a casar 200
La desesperación de Sovieshu
La sangre corría por el suelo, pero no había demasiada sangre en el cuerpo de Heinley.
Una vez que salió por la puerta de hierro, Heinley no se dirigió directamente a la habitación de Navier, sino que fue al baño a ducharse.
En parte para limpiarse la sangre, pero también porque no quería ir donde Navier con el profundo resentimiento del Viejo Duque sobre su cuerpo.
Aunque su resentimiento era mayor que el del Viejo Duque, ahora estaba decidido a impedir por completo cualquier cosa que pudiera hacer daño a Navier.
Incluso si se tratara de una superstición.
Heinley vertió agua fría sobre su cabeza varias veces mientras se miraba en el espejo. Luchaba por dominar su expresión.
Quería abandonar su aspecto aterrador para recuperar el aspecto adorable y puro que amaba Navier.
Pero sin importar cuánta agua vertía sobre sí mismo, lo que se reflejaba en el espejo era un hombre lleno de resentimiento y venganza.
Heinley dejó el balde a un lado, cerró los ojos y respiró profundamente para reprimir su ira.
Como había dicho el Viejo Duque, las personas lo considerarán sospechoso aunque muestre piedad con el resto de su familia.
Las últimas palabras de un moribundo pueden influir fácilmente en las personas.
Como el Duque Zemensia no podía derrotar a Heinley con su poder, manchó su honor con su suicidio y cuestionó la muerte de su hermana.
Acabó con su propia vida en público y difundió un testamento en el que afirmaba que su hermana había sido asesinada.
La compañía postal reveló que había distribuido copias de ese testamento por todo el país, incluso en el extranjero.
Heinley volvió a verter agua fría sobre su cabeza.
Si se desempeñaba bien como emperador, las personas de su generación dejarían atrás las sospechas y los prejuicios, pero esto de todos modos quedaría registrado en la historia, y sería cuestionado.
Hasta que su hermano ascendió al trono, la Familia Zemensia era el orgullo del país, por lo que las personas podrían decir en el futuro,
— El Emperador Heinley presuntamente envenenó a su hermano para ocupar el trono. Sedujo a una respetada emperatriz de otro país para cambiar su imagen. Luego encarceló a la esposa de su hermano por un escándalo y la asesinó. El hermano de la Reina Christa, que lo admiraba sin saber esto, enloqueció y se suicidó al descubrir la verdad. Al final, el Emperador Heinley incluso acabó con toda la familia de la Reina Christa.
Si mostrara un poco de piedad hacia la Familia Zemensia, la última parte de esta evaluación desaparecería.
La Duquesa Zemensia escapó con sus hijos a un país extranjero, y para capturarlos debía involucrar a otros países en esto. Por el bien de su honor, sería mejor dejarlos ir.
Heinley abrió los ojos lentamente.
Aún así, no podía tener piedad.
Aunque la historia lo desprecie, su odio sólo se desvanecerá cuando acabe con todos los miembros de esa familia.
Incluso si pudiera, mataría a los niños. Pero...
'Si lo hago, Reina me odiará cuando se despierte.'
Después de que tomó un baño completo con agua fría, Heinley se esforzó por borrar sus pensamientos aterradores.
Pensaría en esto más adelante.
Fue directamente a la habitación de Navier. No se perfumó ni se vistió espléndidamente, como de costumbre.
***
"¡Su Majestad!"
"Por favor, abra los ojos..."
"Emperatriz Navier..."
Después de medio día, la habitación todavía estaba envuelta en un mar de lágrimas.
Las damas de compañía de Navier, sus ayudantes, sus caballeros personales, Nian y Koshar, que se apresuraron a venir en cuanto fueron informados, la Princesa Charlotte, que todavía se quedaba en el Palacio Imperial, y las mujeres de la nobleza con las que se había vuelto cercana, lloraban en la habitación.
Afortunadamente, el Duque y la Duquesa Troby no volvieron. Si hubieran visto a su hija colapsar, habrían perdido la cabeza por completo.
"Su Majestad, Su Majestad. Por favor, salve a nuestra Navier. La Emperatriz Navier finalmente pudo rehacer su vida. ¡Por favor, salve a nuestra Navier!"
Laura se aferró al dobladillo de la ropa de Heinley mientras lloraba. Koshar también miró a Heinley con ojos suplicantes.
Podía proteger a su hermana con su espada, pero no podía hacer nada para curarla.
Heinley se acercó a Navier, apretó su mano y le dijo a Koshar.
"En cuanto ambos perdieron el conocimiento, envié al pájaro más rápido al Imperio Oriental. Navier estará bien, hermano."
"¿Al Imperio... Oriental?"
Condesa Jubel preguntó desconcertada,
"¿Llamarás a la Duquesa Troby?"
"Aunque también llamé a la Duquesa Troby, escuché que en el Palacio Imperial de ese país hay una maga que la Emperatriz Navier ha patrocinado desde pequeña. Puede utilizar magia curativa, por lo que será capaz de curar tanto a la Emperatriz como al Gran Duque Kapmen."
Heinley apretó más la mano de Navier. Le dolía el corazón mientras hablaba.
'Si no hubiera devuelto el maná a esa chica, Navier ahora...'
Su mano se estremeció levemente.
"¿Su Majestad Sovieshu aceptará enviarla?"
Rose consiguió preguntar en voz baja.
Heinley asintió.
'La enviará. Ese maldito emperador todavía ama a Navier. La noche del día del juicio de Rashta incluso se quedó mirando hacia las ventanas donde se alojaba Navier.'
"Le envié un mensaje que no podrá rechazar."
***
"Vizcondesa Verdi escapó con Glorym."
"¿Dónde se encuentra?"
"Todavía no ha salido de la capital."
"Ayúdala a escapar en secreto."
"Sí."
"Síguela a escondidas... cuando sea el momento en que la Vizcondesa deba reunirse con el subordinado del Duque Elgy, hazte pasar por esa persona y llévala al Reino del Sur. Una vez que lleguen a la frontera del Reino del Sur, se encontrarán con Conde Elia."
"Sí."
Como los preparativos se habían hecho de antemano, el caballero partió en cuanto recibió la orden de Sovieshu.
Sovieshu suspiró y trató de sacar a Glorym de su mente.
'Esto debería ser suficiente para desprender cualquier vínculo.'
La niña no era su verdadera hija, ni la princesa que tanto amaba.
Por el contrario, los padres de esa niña eran personas a las que detestaba, así que ya había hecho mucho por ella.
En cierto modo, su estatus de princesa cambiaría al de una falsa noble, pero desde una perspectiva diferente, al menos no viviría como una esclava el resto de su vida.
Sovieshu volvió a su dormitorio y miró al pájaro azul en la jaula.
El pájaro azul se rascaba tranquilamente las plumas con el pico y chirrió de felicidad al ver a Sovieshu.
Sovieshu dio de comer al pájaro y se sentó en la cama con la mirada perdida.
Después de un tiempo, Sovieshu fue al Palacio del Oeste.
El Palacio del Oeste estaba vacío. La habitación decorada lo más hermosamente posible para Rashta estaba ahora vacía, ya que Rashta había sido encerrada temporalmente en el Palacio del Sur antes de ser llevada a una torre.
La habitación estaba tan desolada porque todos los muebles que Rashta utilizaba habían sido retirados porque se creía que podían traer desgracias.
Hace un tiempo utilizados por su madre, hace un tiempo utilizados por su esposa...
"Navier."
Sovieshu pronunció el nombre de la mujer que había sido su esposa desde la infancia, se apretó el pecho y exhaló con dolor.
Rashta era quien había utilizado esta habitación hasta hace poco, pero la habitación vacía le recordó a Navier.
— ¿Ve esto, Su Majestad? Es mi habitación.
Le vino a la mente lo que había dicho Navier con mucho entusiasmo, el día que vino por primera vez a utilizar esta habitación.
Recorrió la habitación con los brazos extendidos y las puntas de los pies levantadas. Al final, respiró profundamente y murmuró cuando sus ojos se encontraron.
— Este es el aroma del poder...
Cuando Sovieshu se rió porque lo encontró divertido, Navier también se rió. El actual Sovieshu también se rió al recordarlo.
Si bien la mayor parte del tiempo actuaba con frialdad, a veces solía hacer bromas. Incluso sus bromas parecían serias porque mantenía una expresión indiferente.
Sovieshu miró aturdido alrededor de la habitación. Sus ojos se posaron en el sitio donde solía estar el escritorio de Navier.
En el sitio que ahora estaba vacío, había un escritorio de madera del Reino del Norte que había obsequiado a Navier.
Sovieshu se sentó en el escritorio y abrió los brazos en el momento en que se lo dio. Navier se quejó de que no era tan elegante, pero se le acercó y lo abrazó cariñosamente.
"Navier."
Sovieshu cayó de rodillas y se agarró el pecho porque le resultaba difícil respirar.
'¿Por qué comencé a considerarla fría a pesar de que teníamos tantos buenos recuerdos?'
Al menos dos veces por semana, ambos cenaban juntos y hablaban de todo tipo de cosas.
Los dos no eran tan dulces como los protagonistas de las novelas románticas, pero eran buenos amigos.
En todos los años que pasaron juntos hubo ocasiones en las que discutieron, pero nunca se pelearon de verdad.
Cuando eran el príncipe heredero y la princesa heredera, los nobles los veían tan lindos como un par de jóvenes tortolitos.
"Navier..."
Susurró el nombre de Navier con desconsuelo.
Si hubiera sabido que esto pasaría, habría tomado a ese tonto de Scherl como su sucesor desde el comienzo.
'Debí observar un tiempo más, y hacer del tonto de Scherl mi sucesor si parecía que no tendríamos un hijo. ¿Por qué demonios abandoné a mi esposa y amiga de la infancia? ¿Por qué tengo que pasar por esto?'
"Navier..."
Sovieshu golpeó repetidamente el suelo con sus puños.
Navier, me siento solo. Es doloroso. Estoy exhausto. Navier, mírame sólo una vez. Navier, me viste. Te vi mirarme. Te vi escondida detrás de las cortinas. ¿Por qué me evitas? Navier, por favor, sólo mírame una vez más...
Su mente estaba confusa. Los acontecimientos de la noche del día del juicio de Rashta y el presente se superpusieron.
También recordó al Emperador Heinley, que lo miraba directamente desde otra ventana.
Con su mirada parecía decir que ahora era él quien vivía con ella, quien reía con ella y quien tomaba su mano. En otras palabras, la mujer a mi lado es mi esposa, no tuya.
No podía olvidar los ojos fríos de Navier mientras se iba en el carruaje...
Sovieshu estaba realmente desesperado. 'Si me encontró en mi último aliento, ¿volvería a mirarme? Si le pidiera perdón en mi lecho de muerte, ¿querría verme una vez más?'
Estaba demasiado cansado. Sólo quería que le diera ánimos una última vez. Una sola palabra estaría bien. Deseaba al menos verla de cerca.
'¿Se compadecerá de mí si muero?'
Un intenso deseo y dolor nublaron por completo sus sentidos.
"Navier... mi esposa."
Sovieshu sonrió tontamente. '¿Dónde comenzó? ¿Dónde me equivoqué?'
Rashta... Sovieshu cerró los ojos. Lo que le había dicho a Rashta era cierto. Al menos no la culpaba de su separación con Navier.
'Pero si Rashta no me hubiera hecho creer que el bebé en su vientre era mío...'
Sovieshu sacudió la cabeza. Aunque la situación habría sido diferente, ese no fue el problema principal.
'El problema fue traer a Rashta aquí. No debí ir de caza ese día.'
'No, lo que no debí hacer fue traer a Rashta para tratar sus heridas y después compadecerme de ella.'
'No, lo que debí hacer fue contarle a mi esposa después de compadecerme de Rashta.'
'Debí decirle a Navier que había salvado a esa esclava, que había resultado herida por mi culpa, que su situación era lamentable, y que si la aceptaba como sirvienta en el Palacio del Oeste.'
— Escuché que encontraste una esclava fugitiva en el terreno de caza. ¿Es cierto?
'Debí responder a la pregunta de Navier de otra manera.'
'No debí castigar a Laura encerrándola por insultar a Rashta.'
'No debí comparar a Navier con Rashta.'
'No debí decirle, ¿no puedes dejarlo pasar por una vez?'
'No debí convertir a Rashta en mi concubina.'
'No debí enviar regalos a Rashta en nombre de Navier.'
"Basta."
Exclamó Sovieshu mientras las venas de su cuello sobresalían. Estaba completamente exhausto. No podía soportar el torrente de arrepentimientos que invadía su mente sin control.
Lo más doloroso es que los numerosos errores que cometió podrían haberse enmendado.
Si no hubiera pedido el divorcio a Navier, podría haber corregido todos sus errores arrepintiéndose, pidiendo perdón y volviéndose a acercar a ella con cuidado.
"Alcohol."
Sovieshu salió al pasillo y ordenó a un caballero.
"Trae una botella de alcohol."
Cuando el caballero trajo la botella de alcohol, Sovieshu comenzó a beber sin parar.
Bebió, bebió y bebió hasta que sintió que el alcohol le subía por la nariz.
Cuando inclinó su vaso para beber, pudo ver a Navier sentada en el escritorio a través del líquido amarillo claro. Parecía pensativa antes de que lo mirara con el ceño fruncido.
"¿No vas a dejar de beber?"
"Ah... ah... Navier... Navier..."
Perdió la fuerza en su mano por un momento, el vaso de vidrio cayó al suelo y se hizo añicos.
Sovieshu se derrumbó donde estaba y sollozó.
'Arruiné todo con mis manos. Con mis propias manos.'
En medio de su llanto, se elevaron los gritos efusivos de las personas.
Las personas celebraban la ejecución del Vizconde Roteschu, Alan Rimwell y los Vizcondes Isqua.
***
Rashta, que había sido encarcelada temporalmente en el Palacio del Sur, fue depuesta en el mismo Gran Salón donde había alcanzado la cima.
La corona de emperatriz le fue quitada y su vestimenta de emperatriz fue cambiada por una túnica negra.
Sovieshu no apareció. No hubo una última cortesía hacia la emperatriz que provocó la ira del emperador, la emperatriz que ocultó su origen de esclava para ascender al trono, la emperatriz que intentó dar sus tierras.
Rashta estaba agotada y soportó todo el proceso sin fuerzas.
Quedó completamente destruida cuando su padre, que la había abandonado en dos ocasiones, la abandonó por tercera vez en la Corte Suprema.
Era como si la pequeña esfera de cristal que quedaba en su corazón se hubiera hecho añicos por completo.
Con ambos brazos sujetados por los caballeros, Rashta subía las estrechas y empinadas escaleras de la torre.
En el camino, un caballero habló con voz oscura.
"He estado esperando este momento desde el día en que acompañé a mi señora a la corte de divorcio."
Rashta miró a un lado mientras subía las escaleras descalza.
"Tú..."
El caballero no reveló su nombre, pero Rashta lo reconoció.
Era la subcomandante de los Caballeros de la Guardia Imperial, que siempre seguía a la Emperatriz Navier como una sombra. Sir Artina.
Rashta la miró fijamente y le preguntó,
"¿Cómo es posible?"
"¿Qué quieres decir?"
"¿Por qué no todos la traicionaron?"
"..."
"Todos me traicionaron. Pensé que no me traicionarían si ascendía al trono, pero una vez que ascendí, me traicionaron aún más. ¿Por qué no traicionaron a Navier?"
Las comisuras de la boca de Sir Artina se curvaron con frialdad.
"¿De qué estás hablando? Es porque ella fue traicionada que pudiste ocupar la posición de emperatriz aunque sea por un corto tiempo."
"Ah..."
Rashta parpadeó y estuvo de acuerdo. Una leve sonrisa apareció en su rostro.
.
"Eso es cierto."
La actual Rashta no tenía la misma fortaleza que cuando lanzó sus zapatos y gritó en la corte suprema que el emperador era un hombre castrado.
Otro caballero hizo un guiño a Sir Artina con una expresión que parecía decir, '¿Se ha vuelto loca?'
Sir Artina sacudió la cabeza. No importaba si se había vuelto loca. Rashta permanecería encerrada en la torre el resto de su vida.
Pasaría sus días sola en una habitación donde tendría tiempo para reflexionar sobre los malos actos que había cometido.
No tendría forma de morir ni nadie con quien hablar, sólo podría pensar en el pasado día tras día.
El encarcelamiento era un castigo cruel aunque no lo pareciera.
Aunque se arrepintiera de sus malos actos, nada cambiaría.
Encerrado en una torre durante muchos años, incluso una persona normal acabaría por volverse loca.
Mientras Sir Artina observaba a Rashta moverse sin fuerzas, pensó que no resistiría por mucho tiempo.
Cuando llegaron a la parte alta de la torre, un caballero abrió la puerta y Sir Artina empujó a Rashta al interior.
"¡Aah!"
En cuanto Rashta cayó al suelo, la puerta fue cerrada de forma brusca.
Se escuchó cómo la puerta era trancada.
Rashta miró a su alrededor. Estaba oscuro. La habitación estaba a oscuras, sin una sola vela.
La luz del sol que entraba por una pequeña ventana en lo alto era la única luz aquí.
Una cama deteriorada y un pequeño baño... a oscuras. La habitación se volvería más oscura por la noche.
¿Viviré aquí el resto de mi vida? Rashta finalmente entró en pánico.
"No quiero... ¡no quiero!"
Rashta se acercó rápidamente a la puerta y comenzó a golpearla.
*Thump, thump, thump.*
Sus golpes sacudieron la pequeña habitación.
"¡Abran la puerta! ¡Abran la puerta!"
Los ojos de Rashta se abrieron mucho y no paró de golpear la puerta.
"¡No quiero quedarme aquí! ¡Abran la puerta! Abran la puerta!"
Rashta dio patadas, puñetazos y cabezazos a la puerta, pero no se abrió. Ni siquiera hubo respuesta.
Los caballeros parecían haber bajado las escaleras.
Rashta dio un paso atrás y gritó con todas sus fuerzas.
"¡Kiaaaaaaah!"
Gritó varias veces como si fuera un cuervo.
Sintió un alivio temporal al pensar que no moriría fácilmente porque aún era demasiado joven, pero eso también implicaba que,
'¿Cuántas décadas pasaré aquí? ¿Qué haré en ese tiempo?' Todo era aterrador.
"¡Sovieshu! ¡Su Majestad! ¡Abra la puerta!"
Completamente confundida, Rashta volvió a golpear la puerta.
"¡Su Majestad! ¡Abra la puerta! ¡Lo lamento, abra la puerta! ¡Su Majestad, abra la puerta!"
Rashta se aferró a la puerta llorando. Por más que rugía a la puerta, no había respuesta.
"¡Su Majestad! ¡Por favor, abra la puerta!"
Rashta sollozó y golpeó su cabeza contra la puerta.
"¡Dijiste que serías mi salvador! ¡Me prometiste que nunca más pasaría por momentos difíciles! ¡Su Majestad, dijiste que siempre me protegerías!"
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