LESVAC 20

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La Emperatriz se volvió a casar 20

Un Hombre De Secretos



Como de costumbre, fue inútil tratar de evitar enredarse con Rashta. Si no fuera ella, era Sovieshu quien me atrapaba, esta vez fue él.

Algunos de los invitados extranjeros regresarían a sus países, mientras que algunos se quedarían más tiempo en el palacio del sur. Regresé al palacio del oeste, dejando atrás a aquellos que querían quedarse para beber y divertirse. Quería tomar un baño tibio para aliviar la fatiga del día. Las damas de compañía también parecían agotadas, así que en lugar de hacer que me siguieran, las envié a descansar.

Sin embargo, antes de que pudiera terminar de sacar el agua del baño, el capitán de la guardia de Sovieshu vino a verme. Tuve una sensación de hundimiento en el momento en que lo vi. Durante casi un mes, todas las veces que Sovieshu me convocó de la nada habían sido encuentros desagradables.

¿Qué demonios quería esta vez? Mi ánimo se sentía pesado mientras caminaba por los largos corredores, pero me las arreglé para controlar mi expresión. Esperaba poder mantenerla frente a mi esposo...

Finalmente, entré en la habitación de Sovieshu en el palacio del este. Él estaba sentado en una silla junto a la cama, y también noté a Rashta en ella con una toalla en la frente. Nuevamente volví a mirarlo y él tenía sus ojos fijos en mí.

"...Me retiro."

El capitán cerró la puerta y el ambiente se volvió aún más opresivo. Sovieshu abrió lentamente la boca para hablar.

"¿Tienes algo que decirme?"

Su voz era cortante.

"¿Por qué me llamaste?"

Le hablé con la misma franqueza.

"¿Es eso lo único que quieres decir?"

"Eso es lo que más me intriga ahora."

"Ni siquiera pestañeas ante esta situación."

El primer pensamiento que me vino a la mente fue, ‘Debo estar haciendo un buen trabajo para controlar mi expresión facial’, y las comisuras de mis labios se inclinaron hacia arriba. Sovieshu parecía aún más ofendido por mi sonrisa.

"¿Estás contenta de que todos piensen que Rashta es una esclava fugitiva?"

"¿Vas a descargar tu ira sobre mí?"

"Emperatriz."

"Me enteré sobre lo de la señorita Rashta en el gran salón. Sé que estás molesto, pero no te desquites conmigo."

"¿Pensaste que te llamé para desahogarme?"

"¿No lo hiciste?"

"No."

"Entonces, ¿por qué me llamaste?"

No me llamó para enfadarse conmigo, pero ¿no fueron sus comentarios burlones hace sólo un momento? Probablemente pensó que estaba feliz de que se descubriera que Rashta era una esclava fugitiva.

Sovieshu observó en silencio la forma de dormir de Rashta. El tic-tac del reloj resonó en la habitación. Solo después de que pasara un tiempo, Sovieshu habló.

"¿Realmente querías probar que Rashta es una esclava fugitiva?"

"¿Esa historia otra vez?"

"La Emperatriz nació como una gran aristócrata. Tiene una buena familia, una enorme riqueza, un gran poder, una hermosa mansión y un ingenio y belleza naturales. Pero a pesar de eso, ella todavía quiere estar por encima de todos."

No fue un cumplido en esta situación. Miré a Sovieshu con los ojos entrecerrados, y él suspiró.

"Rashta no tenía nada. Se convirtió en una esclava sin recuerdos ni de sus padres ni de su familia. Sin propiedad, ni poder, ni hogar. Ella es como la Emperatriz, inteligente y hermosa, pero no tuvo oportunidades."

"..."

"Y entonces me conoció, y había estado tratando de conseguirlas por su cuenta. La oportunidad de ser amada, de comer una comida caliente, relajarse en una cama cómoda, aprender algo."

También se llevó a mi esposo, pero no dije esto porque mi orgullo estaba herido. Quería preguntarle si quería que simpatizara con Rashta, pero tampoco podía decirlo. Solo lo miré sin decir una palabra. No podía entender por qué estaba hablando tanto— ¿me estaba pidiendo que cuidara a Rashta porque ella estaba en problemas?

"No necesito que entiendas a Rashta. Pero si tienes la más pequeña compasión... ¿puedes darla?"

"¿Compasión?"

"La compasión que muestra la Emperatriz aquí y allá— por ejemplo, hacia los orfanatos, hogares de ancianos, centros médicos, templos, centros de becas. ¡Por qué no puedes sentir esa compasión por Rashta!"

Sovieshu me gritó, pero luego se detuvo y se derrumbó en su silla. Rashta emitió un gemido y él rápidamente la tomó de la mano. Me di cuenta de que ella llevaba una camisa de mangas anchas. Quería apretar el puño.

"Rashta es tu concubina, así que debes cuidarla. No la estoy cuidando, porque no está bajo mi jurisdicción."

"¿Quién dijo que tenías que cuidarla? Ah. ¡No quiero que la cuides, así que déjala en paz!"

"¿La he provocado alguna vez?"

"Ayer frente al Príncipe Heinley, cuando insultó a Rashta. De los dos, el Príncipe Heinley y Rashta, deberías haber estado del lado de Rashta. ¡Si no sabes quién dice la verdad, entonces debes defender a tus súbditos!"

"Como dije, sabía la verdad y me alineé con el Príncipe Heinley en consecuencia."

"¿Rashta mintió?"

"Eres tú quien cree en su inocencia, no yo."

"Bueno, eso fue ayer. ¿Qué tal hoy? ¿Por qué intentaste socavarla hoy?"

"Sabes que hoy no hablé con la Señorita Rashta."

"Lo hiciste. No hablaste directamente con Rashta, pero llamaste a Vizconde Roteschu a sus espaldas."

El aire pareció quebrarse cuando hizo la acusación. Sabía que realmente no podía ser, pero sonaba así. Mire a Sovieshu.

"¿De qué estás hablando?"

"Querías demostrar que Rashta es una esclava fugitiva, así que trajiste a Vizconde Roteschu."

"... ¿Invité al Vizconde por la señorita Rashta?"

¿Qué tipo de invención ridícula era está? Estaba estupefacta y él dejó escapar un suspiro.

"Desde que dije que Rashta no era una esclava fugitiva, ¿no querías demostrarme lo contrario? ¿Te ofendió tanto que todos la amaran?"

"Estás diciendo tonterías."

Forcé mi voz a sonar tranquila, pero me sentí lista para estallar. Sovieshu se levantó de su silla, sus ojos brillaban amenazadoramente.

"¿Quién conoce las invitaciones de los asistentes mejor que la Emperatriz? Debes haber estado trabajando duro. Invitaste a Vizconde Roteschu."

"Sí, conozco muy bien las invitaciones. Es mi trabajo, sin embargo, lo invité semanas antes de que Rashta llegara al palacio."

"No es un invitado importante, entonces ¿por qué lo invitaste a las celebraciones?"

"Como dije antes... no estoy interesada en todo lo que esté relacionado con la señorita Rashta. Y tú estabas seguro de que ella no era una esclava fugitiva. Bajo estas circunstancias, ¿por qué no enviaría una invitación a Vizconde Roteschu?"

Ni siquiera sabía que ella era su esclava. La única conexión que conocía era que Sovieshu la había encontrado en los terrenos de caza cerca de la finca de Roteschu. Desde entonces, nunca había escuchado hablar de ello, y si Rashta hubiera sido una plebeya, entonces la asistencia de Roteschu era irrelevante. Sin embargo, de alguna manera, ¿Sovieshu pensó que calculé que Rashta era la esclava de Roteschu? ¿Yo? Estaba estupefacta.

"Si tienes alguna consideración—"

"Deberías cuidarla tú mismo. No puedes esperar que la cuide, incluso si no supiera que ella era la esclava de Roteschu."

"...Eres desalmada. ¿Una mujer que ha vivido en la pobreza toda su vida ahora quiere mantenerse erguida y no quieres verla? ¿No quieres ser opacada? La emperatriz es una mujer horrible."

Roteschu movió nerviosamente sus manos. Era el señor de una pequeña finca, aunque eso no significaba necesariamente que no fuera importante. Muchos héroes, oficiales militares y nobles de alto rango optaron por vivir vidas pacíficas en una pequeña finca, dejando la capital para estar lo más lejos posible. En algunos casos, lo importante no era el tamaño o las características geográficas de la tierra, sino su ubicación. Por ejemplo, la región de Wirwol estaba ubicada en un profundo valle montañoso lejos de la capital, pero su valor no podía ser ignorado ya que albergaba la sede de los magos y la academia mágica.

Pero esto no era aplicable a Roteschu. Su finca en Rimwell no estaba abierta al desarrollo, ya que era el lugar en donde estaban ubicados los bosques y terrenos de caza del Emperador. Naturalmente, nunca había visto al Emperador desde lejos, y mucho menos en una reunión privada.

"..."

En línea con la fulminante mirada del emperador, Vizconde Roteschu bajó los ojos. Era una experiencia muy incómoda.

Aunque los amigos de Roteschu ocasionalmente lo ridiculizaban por la modestia de su finca, no odiaba su posición. Las propiedades más grandes estaban bajo la influencia del Emperador, mientras que Roteschu podía reinar respetablemente como un rey sobre la suya, aunque fuera más pequeña. Nunca se había postrado ante nadie, hasta ahora. Fue intimidado por el Emperador, un hombre tan joven como su hijo, y su orgullo se vio afectado por ello.

“Vizconde Roteschu. Explique lo que pasó hoy.”

Por fin habló el emperador. Por un momento, Vizconde Roteschu no pudo entender lo que quería decir. Anteriormente, el secretario del emperador había llevado a Rashta al dormitorio, mientras que el capitán de la guardia arrestó al propio Vizconde Roteschu y lo arrastró a esta habitación vacía en el palacio del este. La razón ya todos la conocían— ¿por qué explicarlo de nuevo?

Pero finalmente lo entendió. Era una orden del Emperador para que todo esto volviera a la normalidad.

"Te ruego que me perdones, Su Majestad. Frecuentemente identifico mal las caras de las personas. La esclava que huyó de mi propiedad también era hermosa como la Señorita Rashta y tenía el cabello plateado y los ojos oscuros, y confundí a la Señorita Rashta con ella."

Vizconde Roteschu se inclinó de nuevo y continuó arrastrándose hacia su salida.

"He manchado la reputación de la concubina del Emperador, la Señorita Rashta. Perdóneme por mi error."

Bajó la cabeza, pero sus ojos brillaron con interés. El joven emperador continuó protegiendo a Rashta a pesar de saber que era una esclava fugitiva. Roteschu estaba realmente impresionado con la joven que, simplemente lavó su identidad y se posicionó como una concubina imperial. ¿El Emperador realmente la favorecía tanto? Roteschu sabía en la finca que podía mantener a los hombres bajo su control, pero su talento era mayor de lo que él esperaba.

"Sí. Y debes recordar cuidar tu boca, Vizconde Roteschu."

"Por supuesto, Su Majestad."

Los labios de Roteschu se elevaron en una leve sonrisa. Quizás podría alejarse de ser un pequeño señor del campo y obtener una posición más privilegiada.















***














Seguí por el largo corredor con mis guardias detrás. Tanto mi cabeza como mi corazón pesaban, al igual que mis pasos. Incluso mi vestido parecía pesarme. Con cada paso que daba, sentía un pinchazo alrededor de mis costillas.

Cuando llegué al palacio del oeste, apoyé mi cabeza contra un pilar para sostenerme ante la sensación de malestar en mi interior. Mi orgullo fue herido. ¿Por qué Sovieshu era tan terco cuando se trataba de Rashta? ¿Dónde estaba el Sovieshu que conocía, cuyos ojos brillaban cuando leía un libro sobre el reinado de los emperadores anteriores?

"Reina."

Hubo un crujido y una voz que provino desde el pasillo. Solo había una persona que me llamaba Reina. Rápidamente me enderecé y me di la vuelta, encontrando al Príncipe Heinley parado a cierta distancia y frunciendo el ceño.

"Lo siento. No estoy presentable."

Tuve la suerte de no haber derramado lágrimas, así que puse una sonrisa en mi rostro.

"¿Estás dando un paseo?"

Pero el príncipe no reaccionó. Seguía mirándome a la cara. ¿Estaban mis ojos rojos? Me di la vuelta un momento mientras él se acercaba, y cuando me giré estaba más cerca. El Príncipe Heinley levantó su mano, luego se detuvo y la dejó cerca de mi cara. Su mano temblaba.

"Por lo general, limpio las lágrimas de mis amigos y los abrazo cuando están desconsolados."

"..."

"Dado que la Reina es mi amiga, ¿puedo hacer eso?"

Negué con la cabeza, y el príncipe se retiró, pero aun así parecía afligido y sus orejas estaban sonrojadas.

"¿Tu esposo te insultó otra vez?"

¿Otra vez?

"… ¿Por qué piensas eso?"

"Solamente. Solamente lo pensé."

“Realmente no puedo decirlo. Es algo personal."

"Debería haber conocido a la Reina primero."

"?"

"Si hubiera nacido cinco años antes... maldita sea."

Los labios del príncipe Heinley temblaron. Me sorprendió verlo con tanto dolor cuando ni siquiera le había explicado lo que sucedió. ¿De qué estaba hablando?

Dudó un momento antes de hablar de nuevo.

"Si no puedo ofrecerte ningún consuelo, ¿quieres que te envíe a Reina?"

No podía abrazar al Príncipe Heinley para calmarme, pero la presencia del pájaro sería una calidez bienvenida.

"Sí. ¿Dónde está Reina ahora?”

"Lo enviaré a tu habitación."

“Está bien si lo vemos juntos. Tengo muchas preguntas sobre Reina..."

"!"

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