LESVAC 194

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La Emperatriz se volvió a casar 194

Alguien en quien confiar



De vuelta al Palacio del Oeste, las manos de Rashta temblaban mientras tiraba de su cabello.

Nunca imaginó que los Vizcondes Isqua la traicionarían al final de esta manera.

El intento de engañar al emperador era un crimen sumamente grave, que no podía compararse con el intento de matar a Evely.

Por esa razón, el Juez de la Corte Suprema los sentenció a muerte en el acto.

Más adelante, la sentencia podría ser anulada en función de los resultados de la prueba de paternidad del templo.

'No será anulada.'

Rashta sacudió la cabeza. No era su verdadera hija, así que el resultado de la prueba de paternidad era obvio. La sentencia definitivamente no sería anulada.

Ahora que esto había sucedido, sólo había un escenario posible. Morirían como malvados y miserables nobles caídos que se aliaron con la concubina del emperador para engañarlo, por otro lado Rashta...

"¡No! ¡No!"

Rashta gritó y rompió el juego de té. Hubo un estruendo, pero no lo encontró tan fuerte.

Rashta respiraba con dificultad. No podía creerlo. Sus crímenes se agravarían debido a la escandalosa confesión de los Vizcondes Isqua.

Una parte de su vida se había convertido rápidamente en una farsa. 

'¡Por las mentiras de personas despreciables!'

Ya era un crimen grave hacer creer al emperador que Glorym era su hija, pero ahora era como si el propio matrimonio hubiese sido una artimaña.

"¡No! ¡No es así! ¡Ese bastardo de Sovieshu fue quien me pidió que me casara con él!"

Rashta gritó, empujando la mesa y pateando la silla.

"¡Y el Duque Elgy fue quien trajo a los Vizcondes Isqua!"

Apretó el puño, pateó la cama con furia, mordió una almohada y la tiró al suelo.

"¡Vizconde Roteschu, maldito bastardo! ¡No estaré satisfecha incluso si lo torturo hasta la muerte! ¡Debí matarlo primero! ¡Debí matarlo primero!"

A pesar de desahogarse, su ira no disminuyó. Rashta gritaba, se retorcía, tiraba de su cabello y sollozaba.

'El Vizconde Roteschu. El Vizconde Roteschu siempre fue una maldita basura, pero a los Vizcondes Isqua realmente los quería. Incluso llegué a desear que fueran mis verdaderos padres.'

La última traición de los Vizcondes Isqua se convirtió en una lanza enorme que se clavó en su corazón.



Rashta sollozaba de rodillas.

'¿Por qué todos me traicionan? ¿Por qué todos me atacan? ¿Por qué nadie me apoya?'

Rashta recordó a las personas que lanzaban huevos y frutas a Alan mientras maldecían. Junto con las horribles voces que pedían a gritos que la Emperatriz Rashta fuera arrastrada con ellos de una vez...

Eventualmente, el miedo se hizo más fuerte que la ira.

"Debo, debo huir."

Rashta murmuró nerviosa,

"La propuesta de huir del Barón Lant no es un disparate. No puedo permanecer aquí por más tiempo. ¡Todos me culpan!"

Rashta llamó desesperada a Arian, la sirvienta más experimentada. Aunque Rashta tampoco confiaba en ella, no podía abandonar el Palacio del Oeste por su cuenta.

Sólo el Barón Lant podía ayudarla a huir, así que tenía que pedirle a Arian que lo llamara.

"¿Su Majestad?"

Arian se sobresaltó al ver cómo Rashta había puesto la habitación patas arriba.

Rashta pidió a Arian con ojos llenos de lágrimas,

"El Barón Lant... Llama al Barón Lant. Por favor, ¡date prisa!"

Arian dudó un momento antes de salir.

Rashta no estaba segura de que Arian le haría este favor, pero al cabo de un rato el Barón Lant sí apareció.

En cuanto Rashta indicó a Arian que saliera de la habitación, se aferró al Barón Lant y le suplicó entre lágrimas,

"Tengo miedo. Tengo miedo, Barón Lant. Todos me culpan de sus propios errores. Exageran mis errores para tratar de salvarse. A este paso definitivamente me condenarán a muerte. No quiero morir. ¡No quiero morir! Por favor, ¡ayúdame a escapar!"

El Barón Lant levantó las manos torpemente con una expresión complicada.

Le había propuesto huir en un impulso momentáneo, ya que pensó en la inocente Rashta de los días de concubina, pero ahora estaba entrando lentamente en razón.

Todavía se compadecía de ella, pero había demasiados factores a tener en cuenta como para actuar sólo por compasión.

Además, la situación era peor que cuando le propuso huir. El Vizconde Roteschu se declaró culpable, y los Vizcondes Isqua soltaron una bomba que nadie previó.

"Su Majestad..."

"Por favor, Barón Lant. Por favor."

Mientras el Barón Lant dudaba, Rashta lo miró con ojos suplicantes como un cachorro.

Se veía tan lamentable que haría estremecer el corazón de cualquier persona. Sus ojos negros parecían los de un animal acorralado en un momento de desesperación.

"No puedo ayudarte del todo, pero... te ayudaré a salir de la capital."

Al final, el Barón Lant cedió. Aunque podía hacer oídos sordos a la petición de Rashta, sentía que tendría pesadillas el resto de su vida si no la ayudaba.

"¡Gracias! ¡Muchas Gracias!"

"Debemos salir de aquí de inmediato."

"Pero los caballeros me impiden salir del Palacio del Oeste."

"Puedo distraer a los caballeros por un tiempo. No es fácil hacerlo muchas veces, pero una sola vez es suficiente para tener éxito, así que date prisa y toma todo tu dinero."

A Rashta no le quedaba mucho dinero. Esto debido a que cuando les pidió a los Vizcondes Isqua que se fueran de este lugar, les dio la mayoría de las joyas que tenía porque se sintió apenada.

Nunca tuvo acceso directo a los fondos de los que disponía la emperatriz, así que no podía utilizarlos.

"Espera unos minutos."

Aun así, Rashta comenzó a buscar en cada centímetro de la habitación. En un sitio donde no tendría conexiones, identidad ni parientes, lo único que podía ayudarla era el dinero. Así que decidió tomar todo lo que pudiera ser usado como dinero.

"Me adelantaré para hacer los preparativos..."

El Barón Lant recordó el carruaje que había preparado para Rashta hace unos días, confirmó su reloj y dijo,

"En 30 minutos haré que los caballeros abandonen sus puestos en la puerta principal del Palacio del Oeste. Sal por ahí, dirígete al corredor y sigue en línea recta."

"De acuerdo."

"Vístete como lo harías normalmente hasta llegar a la puerta principal del Palacio del Oeste. Una vez afuera, ponte inmediatamente una capa para cubrir tu ropa y tu cara."

El Barón Lant salió de la habitación después de que le dio algunas explicaciones. Rashta todavía se movía afanosamente por la habitación, recogiendo joyas y objetos de valor. Al mismo tiempo, no se olvidaba de comprobar la hora.

Rashta dejó la habitación cuando faltaban 15 minutos. Consideró que sería mejor irse antes que quedarse sin tiempo.

Sin embargo, cuando pasó por el salón se encontró con Arian, que parecía estar esperándola. Rashta se detuvo sorprendida.

"¿No dijiste que... que ibas a lavar la ropa?"

Rashta tartamudeó y examinó a Arian. La expresión de Arian era firme, no su habitual expresión obediente e indiferente.

En cuanto Rashta vio esa expresión, supuso que Arian había tomado una decisión importante.

'Es evidente que quiere delatarme.'

Rashta miró amenazadoramente a Arian mientras su rostro palidecía.

Arian le aconsejó como si estuviera preocupada,

"Su Majestad, huir solo empeoraría su situación. En vez de huir, es mejor enfrentarse a las acusaciones."

Pero a Rashta, estas palabras le sonaron falsas.

'¿Desde cuándo ella se preocupa por mí?'

Incluso cuando las sirvientas dejaron de obedecerla, Arian, la más experimentada de las sirvientas, no las disuadió.

Si no hubiera sido por el artículo sobre que sustituía a sus sirvientas con demasiada frecuencia, Rashta habría asignado inmediatamente a Arian a otro lugar o simplemente la habría despedido.

Le resultaba sorprendente que ahora hablara así.

"Su Majestad, si ha hecho algo malo, debe pagar el precio, y si no es así, debe defenderse. Huir no es lo correcto."

Arian intentó disuadirla de nuevo, pero Rashta respondió entre lágrimas,

"¡Dices eso porque no estuviste en la Corte Suprema, no sabes lo indignados que están todos! ¡No me escucharán!"

Arian miró a Rashta en silencio por un momento, luego suspiró y dio un paso atrás.

"Entonces márchese rápido, Su Majestad. Haré como si no la hubiera visto."

Rashta se secó las lágrimas mientras miraba a Arian con asombro.

"¿Qué quieres decir?"

"Haré como si no hubiera visto huir a Su Majestad. ... Márchese rápido."

Rashta se quedó mirando a Arian sin palabras. 

'¿En serio? ¿Lo dice en serio?'

Encontró extraño que Arian, quien acababa de decirle que no debía huir, de repente dijera, 'haré como si no la hubiera visto, así que huya'.

Rashta se alejó vacilante, pero no apartó la mirada de Arian.

"Gracias, gracias."

Rashta murmuró y caminó hacia la puerta. Aunque no sabía por qué la sirvienta cambió repentinamente de opinión, se sintió aliviada...

'No.'

Sin embargo, Rashta se detuvo con los ojos entrecerrados en cuanto agarró el pomo de la puerta. 

'Arian sólo actúa así para salvar su propio pellejo.'

Rashta recordó a quienes la traicionaron. Todas las personas que consideró 'diferentes' la defraudaron. Desde Alan, a quien creía bondadoso, hasta Sovieshu, su salvador.

Arian, con quien ni siquiera tenía una relación cercana, ¿ahora quería ayudarla?

'Por supuesto que no. En cuanto me marche, irá directo a decirle a Su Majestad que me escapé. Es por eso que actúa tan obediente ahora.'

Después de pensarlo, Rashta sacó cautelosamente la daga que traía escondida y la sujetó con fuerza detrás de su espalda.

"Arian... muchas gracias."

Luego se acercó lentamente a Arian con lágrimas en los ojos.



***

Cuando llegó a la puerta principal del Palacio del Oeste a la hora indicada por el Barón Lant, ciertamente no vio a los caballeros.

A juzgar por el bullicio que venía de no muy lejos, parecía que el Barón Lant había utilizado algún truco para forzarlos a perseguir a otra persona.

En cuanto Rashta salió del Palacio del Oeste, se puso la capa holgada que había preparado de antemano y ocultó su rostro con la capucha.

Una vez que entró en el corredor cercano a la entrada del Palacio del Oeste, la luz del sol sobre su cabeza fue bloqueada y los alrededores se volvieron silenciosos en un instante.

Mientras caminaba en línea recta a un paso rápido, vio un pequeño carruaje estacionado al final del corredor.

"Por aquí."

El Barón Lant la llamó en voz baja desde el interior del carruaje. Rashta corrió rápidamente, abrió la puerta del carruaje y se sentó para recuperar el aliento.

Le temblaban las manos. La sensación de atravesar la carne aún permanecía en sus dedos.

"¿Su Majestad?"

"¿Si? ¿Sí?"

"Desprende un olor a sangre, ¿se encuentra bien?"

"Me descubrieron de camino aquí, así que tuve una pequeña pelea..."

Cuando Rashta habló con los labios temblorosos, el Barón Lant no hizo más preguntas. En cambio, quitó la cubierta del asiento de enfrente.

Rashta observó las acciones del Barón Lant mientras todo su cuerpo temblaba con los brazos envueltos alrededor suyo. En medio de esto, sintió un poco de curiosidad sobre por qué había quitado la cubierta del asiento.

"Su Majestad. Por favor, entre aquí."

"¿Aquí?"

Cuando Rashta preguntó sorprendida, el Barón Lant respondió con un rápido "sí".

"Navier debió utilizar este método para escapar. Parece sencillo, pero nadie busca aquí a menos que se realice una inspección exhaustiva del carruaje. Además, la mayoría de los carruajes no tienen el interior de los asientos huecos porque los asaltantes podrían atacar los carruajes por debajo."

"Está bien."

El espacio interior del asiento parecía estrecho e incómodo, pero Rashta se metió rápidamente y se acurrucó.

El Barón Lant volvió a poner la cubierta del asiento. Al cabo de un rato, el carruaje comenzó a sacudirse levemente.

No era fácil permanecer encerrado solo en un espacio oscuro. Cada vez que el carruaje traqueteaba o escuchaba voces cerca, a Rashta se le encogía el corazón y se abrazaba con más fuerza a sus rodillas.

Para deshacerse de sus temores, se forzó a pensar en cosas divertidas y esperanzadoras.

'Si salgo de aquí... al menos no volveré a ser una esclava, venderé las joyas que traje para comprar una casita. ¿Qué más puedo hacer...? Supongo que cualquier cosa. Eso si, no volveré a enamorarme. Tampoco confiaré en otras personas.'

¿Cuánto tiempo he estado así?

"¿Ya salimos de la capital?"

El Barón Lant le informó en voz baja,

"Sí, hemos salido de la capital. Estamos a mitad de camino de nuestro destino. Puedes estar tranquila."

Rashta suspiró aliviada. Las lágrimas se deslizaron por sus mejillas y mojaron el piso del carruaje.

"Cuando lleguemos al próximo pueblo, me aseguraré de encontrar un cochero que lleve a Su Majestad a otro país y volveré enseguida. Si permanezco demasiado tiempo fuera de mi puesto, levantaré sospechas."

Rashta se acurrucó aún más y agradeció al Barón Lant varias veces.

'¿Puedo realmente... confiar en el Barón Lant? Es el secretario de Su Majestad Sovieshu. ¿No acabará sintiéndose culpable y le contará lo sucedido?'

Aunque la situación se volvió un poco más segura, comenzó a sentirse intranquila de nuevo.

'Sovieshu confiaba en el Barón Lant. Si el Barón Lant era una persona en la que podía confiar, ¿está bien que sea una persona en la que Sovieshu también puede confiar?'

En ese momento, se oyó un repentino traqueteo y el carruaje se detuvo bruscamente.

'¿Qué está pasando?'

Rashta se quedó en silencio con los ojos bien abiertos. Pero los latidos de su corazón eran tan fuertes que no podía oír lo que ocurría afuera. Aunque parezca absurdo, así es como se sentía Rashta.

Lentamente, las voces circundantes se volvieron claras. El nombre del 'Barón Lant' y el nombre del 'Duque Tuania' salieron a relucir en medio de la multitud de voces.

'¿Duque Tuania?'

No tuvo tiempo de sorprenderse por el inesperado nombre, ya que de repente sintió como si el carruaje se hubiera volcado. Sobresaltada, Rashta quitó las manos de sus rodillas y trató de sostenerse al interior del asiento con sus extremidades.

El carruaje, que se había volcado completamente hacia un lado, se detuvo tras un fuerte golpe. Rashta no pudo mantenerse firme y cayó de lado.

Se esforzó por utilizar ambas manos para quitar la cubierta del asiento. Sin embargo, había quedado en una posición más incómoda para moverse después de que el carruaje se volcara.

Aunque la cubierta del asiento estaba alta, abrirla no era difícil. El problema era salir.

Tenía que subir un poco para llegar a una altura en la que pudiera salir por su cuenta, pero el interior del asiento era tan estrecho que no tenía espacio para moverse.

Sin embargo, había demasiado alboroto afuera como para quedarse en el carruaje.

"¡He dicho que no hay nadie dentro!"

"¿No hay nadie? ¿Quieres decir que puedo atravesar todo el carruaje con una lanza?"

"¡No puedes tocar el carruaje de otra persona sin su permiso!"

"¿Desde cuándo se volvió tan ingenuo, Barón Lant? ¿Eh?"

"¡No puedes hacerlo! ¡No puedes hacerlo!"

"Te pagaré por el carruaje. ¡Soldados, atraviesen todo el carruaje con sus lanzas!"

""¡Entendido!""

Rashta trató nerviosamente de salir del espacio estrecho con ambas manos, pero seguía resbalándose.

Le temblaban las manos... entró en pánico.

En ese momento, la afilada punta de una lanza atravesó la parte superior del asiento con un sonido chirriante.

"¡Aaah!"

Rashta gritó aterrorizada. No hubo la más mínima piedad en la lanza que atravesó el carruaje.

Tan pronto como esa lanza atravesara la parte inferior del asiento, estaba segura de que sería apuñalada.

Sin tiempo para calmar su asombro, varias lanzas atravesaron el carruaje desde diferentes direcciones con una fuerza similar.

"¡Sáquenme! ¡Sáquenme! ¡Hay alguien dentro! ¡Sáquenme!"

Rashta gritó aterrorizada. Tan pronto como lo hizo, las lanzas que atravesaban el carruaje se detuvieron.

Rashta lloraba con la cara cubierta de lágrimas. Su cabeza estaba hecha un lío, no podía ni pensar en lo extraño que había sido que atravesaran el carruaje con sus lanzas, en vez de inspeccionar primero el interior del mismo.

Poco después, la puerta se abrió con un estruendo y varias manos grandes la sacaron del interior del asiento.

Cuando Rashta vio la situación afuera, todo su cuerpo se estremeció.

Soldados la rodeaban por todos lados.

El Barón Lant se encontraba tendido en el suelo. Por la forma en que se retorcía, parecía haber sido golpeado mientras intentaba detener a los soldados.

Pero el más llamativo de todos fue el Duque Tuania con una sonrisa cruel en su rostro.

"Perdí a mi esposa por tu culpa. He estado esperando el día en que pudiera vengarme desde que descubrí lo que hiciste, Rashta."

Rashta se puso pálida y retrocedió tambaleándose.

"Déjame ir... ¡Déjame ir!"

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