LESVAC 181

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La Emperatriz se volvió a casar 181

¿Y la Princesa?



Duque Elgy llevaba en brazos a un niño que tenía un gran parecido con la princesa. El niño miraba a todos lados con ojos temerosos. Obviamente, también tenía un enorme parecido con Rashta.

"¡¿Qué haces con Ahn?! ¡Ahn!"

Alan gritó y corrió hacia el niño, pero fue inmediatamente bloqueado por los caballeros.

"Duque Elgy. ¿Qué estás haciendo aquí?"

Sovieshu tenía ahora un fuerte dolor de cabeza, como si le fuera a explotar. En cuanto el Duque Elgy apareció en medio de este caos, su corazón ardió aún más.

En cualquier caso, el Duque Elgy respondió con naturalidad.

"De alguna manera, acabé haciéndome cargo de este niño. Me enteré que el padre y la madre del niño estaban aquí, por lo que vine a devolverlo."

Alan, que había sido presionado contra el suelo por los caballeros, exclamó, "¡Ahn! ¡Ahn!"

El Duque Elgy lo miró de reojo antes de volver a centrar su atención en Sovieshu. A primera vista, parecía realmente preocupado.

Después de que Sovieshu hiciera una señal, los caballeros soltaron a Alan. Una vez liberado, Alan corrió hacia Elgy para arrebatarle a Ahn.

El Duque Elgy se lo entregó tranquilamente sin pelear por el niño.

Rashta se sintió abrumada por miles de emociones al verlo. Le había pedido al Duque que llevara al niño a un hogar donde quisieran tener un hijo. No entendía por qué había aparecido aquí, ni tampoco por qué había utilizado la expresión 'el padre y la madre del niño'.

Pero ahora no era el momento de pensar en eso.

"Su Majestad, la Princesa es realmente su hija. Por favor, créame. Su Majestad siempre ha creído en mí. Por favor, crea en mí una vez más."

En lugar de discutir con el Duque Elgy, Rashta volvió a suplicar a Sovieshu.

Pero fue inútil. Sovieshu estaba tan enojado y desgarrado por esta situación, que no quería escuchar ahora las excusas de nadie.

Al principio, Sovieshu consideraba a Rashta tan tierna y delicada como una flor silvestre. Ingenua, sin codicia y honesta, pensaba que era completamente diferente a los demás nobles.

Si bien cuando la tenía como su concubina se llevó numerosas decepciones, Sovieshu creía que fue después de convertirse en emperatriz cuando realmente cambió, al saborear el poder y ser menospreciada por los nobles.

Pero incluso esta convicción desapareció una vez que se reveló que la princesa no era su hija.

'¿El hecho de que la Princesa no sea mi hija significa que Rashta ya se burlaba de mí en 'aquellos días llenos de inocencia y alegría'? ¿Desde cuándo? ¿Desde cuándo Rashta jugaba conmigo? ¿Había sido realmente una coincidencia que cayera en la trampa?'

En ese momento, uno de los nobles que estaba observando gritó,

"¡Su Majestad, Su Majestad el Emperador, también debemos aprovechar esta oportunidad para averiguar si el rumor de que Rashta mintió sobre su pasado es cierto!"

"¡Sí! ¡También tenemos que averiguar si ese niño es hijo de Rashta! ¡Si Rashta realmente engañó a Su Majestad para poder casarse, ¡tenemos que averiguarlo ahora!"

Otros nobles le dieron la razón uno tras otro.

Viendo a los nobles exigir al emperador hacer una prueba para averiguar si ese niño era su hijo, Rashta se enfureció hasta el punto de que sus ojos se tornaron rojos de sangre.

De repente, Rashta quiso gritar, 'Su Majestad me aceptó aún sabiéndolo todo'.

Odiaba que Sovieshu se hiciera la víctima mientras ella y la princesa estaban en problemas.

No todo había sido una mentira. Aunque no sabía lo de Ahn y Alan, Sovieshu la aceptó sabiendo que era una esclava fugitiva y engañó a los nobles.

Por supuesto, la mayoría de los nobles no le creerían. Pero Rashta se conformaba con sembrar la duda en algunos de los presentes, quería perjudicar a Sovieshu todo lo posible.

Al final, reprimió el impulso. Pensó que sería más beneficioso para ella y para la princesa aferrarse al menos a una debilidad de Sovieshu.

Revelar el secreto sólo le tomaría un momento, y no había garantía de que serviría de algo, pero guardar el secreto sería una fortaleza.

Rashta apretó los dientes y se limitó a mirar fijamente a Alan.

"No tiene vergüenza."

"¡No le bastó con ocultar su pasado, sino que quiso hacer de la hija ilegítima que tuvo con el hijo del Vizconde Roteschu una princesa!"

"Su Majestad se divorciará pronto, ¿no?"

"¿Qué divorcio? Debe echarla."

"Dejó a Navier por alguien así, tsk tsk...."

Los nobles no dejaron de hablar.

"¡Su Majestad, es un error! La princesa es su hija, ¡lo juro! ¡Por favor, repitamos la prueba! ¡Su Majestad! ¡Por favor! ¡Una vez más! ¡Por favor!"

Rashta volvió a gritar lamentablemente, pero eso no conmovió en absoluto a Sovieshu.

"Ya se ha hecho público que no es mi hija. Ya se ha hecho público que es hija de ese hombre. ¿Hay necesidad de repetir la prueba? Cuántas veces vas a humillarme, Rashta."

"Su Majestad... estoy diciendo la verdad. Este resultado es realmente absurdo."

Sovieshu se mostró más frío que nunca con Rashta, debido a que ésta podría haberle engañado desde el principio, y a la conmoción que le causó saber que la princesa no era su hija.

Sovieshu la ignoró y le dijo al sacerdote, "Por favor, haz la prueba a ese niño. No necesito ver esto." Luego se dio la vuelta y abandonó el templo furioso.

Rashta intentó perseguir a Sovieshu, pero fue detenida por sus propios caballeros.

"Debe obedecer la orden del emperador de hacerse la prueba."

"'¡Suéltenme! ¡Déjenme ir!"

Rashta intentó quitarse de encima a los caballeros, pero después de haber sido golpeados por Rashta no se preocuparon, la emperatriz pronto sería expulsada de todos modos.

Alan también fue arrastrado bruscamente de nuevo.

En el proceso, Ahn estuvo a punto de caer al suelo de los brazos de Alan, pero el niño resultó ileso porque fue rápidamente atrapado por el sacerdote.

La Vizcondesa Verdi, que ahora tenía a la princesa en sus brazos, observó la situación con la respiración contenida y decidió seguir a Sovieshu.

Sovieshu, que iba delante, miró de reojo a la Vizcondesa Verdi y su corazón dio un vuelco, pero Sovieshu no negó que le siguiera. En cambio, subió al carruaje y se marchó sin decir nada.

Después de que la Vizcondesa Verdi subiera al carruaje en el que había venido con la princesa, ese carruaje no tardó en seguir al de Sovieshu.

La Vizcondesa Verdi abrazó fuertemente a la princesa, cuyos ojos estaban enrojecidos, acariciando su espalda y murmurando,

"Princesa, te protegeré. No importa lo que digan, para mí sigues siendo una princesa."

La Vizcondesa Verdi temblaba pero no soltaba a la princesa.

Habiendo cuidado de la princesa hasta ahora, incluso desde antes de nacer, la Vizcondesa Verdi se había encariñado mucho con la bebé.

A la Vizcondesa Verdi no le importaba que no fuera una princesa. Sentía lástima por la bebé que recibiría los señalamientos de todos sin tener culpa alguna.

Esperaba que Sovieshu siguiera siendo cariñoso y no tratara a la princesa con demasiada frialdad.

"Ba...Ba..."

"Princesa, Su Majestad la ama. Su Majestad está un poco enfadado ahora mismo. Pronto la abrazará y la cuidará."

***

Aquellos que vieron las caras del Emperador Sovieshu, del Marqués Karl y de la Vizcondesa Verdi, que regresaron al palacio imperial primero, supieron la respuesta antes de escuchar el resultado.

La gente se reunió en grupos, especulando sobre lo que se avecinaba.

"¿La Emperatriz será expulsada?"

"Está bien si la expulsa. También debería ser castigada severamente."

"Estoy más interesado en saber qué hará Su Majestad con la Princesa que en cualquier otra cosa."

"Sí. Su Majestad la quería tanto que siempre la llevaba a su lado."

"¿Qué princesa? No es hija del Emperador Sovieshu."

Mientras la gente discutía, Sovieshu fue directamente a su habitación, pero por el camino cambió de parecer y se dirigió a su oficina. Luego se puso a trabajar frenéticamente.

Sin siquiera cambiar de postura, estaba revisando los documentos, haciendo correcciones y decidiendo qué informes devolver, lo cual era natural pero también antinatural en esta situación.

Viendo esto, el Marqués Karl se preocupó por el futuro.

La hija por la que dejó a la Emperatriz Navier, que había estado a su lado desde su infancia, resultó no ser suya. A estas alturas, debía estar sin palabras.

Dicho esto, Sovieshu no se sentiría bien echando a la princesa que tanto amaba en un instante, por lo que estaba en una posición difícil.

Además, no era sólo esto. La gente pensaría que Sovieshu era tonto si se quedara con la hija de otro, pero si echaba a la princesa, el Emperador sería considerado frío y sin escrúpulos.

Era irónico, hubo un tiempo en que Navier también pensó que si presionaba a Rashta con su poder se convertiría en una villana, pero si no hacía nada sería tratada como una tonta.

La diferencia es que Rashta pronto sería expulsada de la posición de emperatriz. La emperatriz depuesta ya no podría tratar como princesa a la hija que tuvo con otro hombre en sus días como concubina. Incluso si la dejaba como princesa, no había forma de que ella siguiera viviendo en el palacio imperial.

Sin embargo, Sovieshu no dijo ni una palabra sobre qué haría con la princesa.

Dos horas más tarde, cuando el Barón Lant llegó e informó que Ahn también era hijo de Rashta y Alan, Sovieshu finalmente dejó la pluma y cerró los ojos.

Una fuerte tensión invadió la oficina.

Al cabo de un rato, Sovieshu abrió la boca con una expresión decaída.

***

Las noticias del Imperio Oriental aún no habían llegado al Imperio Occidental.

Heinley no dejaba de tirar el frasco de tinta con el codo o el dorso de la mano. Parecía estar en las nubes a causa de la confesión de Navier. Fue breve, pero bastó para acelerar su corazón.

El 'te amo' de Navier todavía le hacía cosquillas en el oído.

Pero a McKenna no le hacía ninguna gracia el comportamiento de Heinley. McKenna finalmente perdió la paciencia.

"Su Majestad. A no ser que lo esté haciendo a propósito para molestarme, por favor, preste atención a su entorno."

"Soy un hombre amado, McKenna."

"¿Qué?"

"Soy amado."

"¿De qué estás hablando?"

Heinley sonrió con orgullo mientras estiraba los hombros.

McKenna frunció el ceño, sin entender por qué Heinley actuaba de esta manera.

Entonces McKenna dijo, "¡Ah!" llegando a una profunda comprensión.

"Ya sé por qué está tan feliz. ¿Está deseando que Whitemond le dé al menos un puerto cuando la Princesa Charlotte se case con Sir Koshar?"

"... McKenna, no tienes corazón. ¿Cómo puedes pensar solamente en los beneficios?"

Cuando McKenna frunció el ceño, Heinley juntó las manos y dijo con una ilusión en sus ojos,

"Piénsalo, McKenna. Cuando mi hijo crezca un poco me preguntará. Papi, papi, ¿por qué se casaron tú y mi madre? Entonces podré responderle. Tu padre y tu madre se casaron por amor."

"Pero ese fue un caso afortunado, no siempre uno puede casarse con la persona que ama."

Viendo a Heinley todavía en las nubes, McKenna añadió,

"No está mal, pero los matrimonios son normalmente arreglados..."

McKenna no quería seguir hablando sobre esto, así que preguntó,

"¿Por qué tienes esa mirada?"

"McKenna. ¿No piensas casarte?"

"¿Qué?"

"No estoy bromeando, hablo en serio. ¿No hay alguien que te guste?"

"Ah, ¿qué dices?"

Heinley tenía una expresión seria, por lo que resultaba evidente que no estaba bromeando, como él mismo dijo.

McKenna se sintió más incómodo, sonrió avergonzado y rápidamente cambió de tema.

"Más importante, Su Majestad. ¿Sabe que el Viejo Duque Zemensia tuvo una pelea con el Duque Zemensia?

Heinley intuyó que McKenna no quería hablar del matrimonio, y respondió inmediatamente a su pregunta. De todos modos, este tema también era agradable.

"Sí. El Viejo Duque se consumirá en su ira. Sólo hay que seguir echando leña al fuego."

Heinley sonrió mientras miraba los documentos manchados de tinta negra.

Recordaba claramente que el Viejo Duque Zemensia intentó perjudicar a Navier y a su hijo con comida perjudicial para el embarazo. Definitivamente no lo iba a pasar por alto.

"Su Majestad piensa tanto que a veces... me preocupa que se le escape algo."

"McKenna. ¿Te estás burlando de mí?"

"No es eso."

***

McKenna salió de la oficina, bostezando.

Aunque Heinley se lo tomó como si fuera una broma, no lo era, McKenna estaba realmente preocupado.

A juzgar por la actitud de Heinley, parecía que su relación con la Emperatriz Navier iba cada vez mejor, la Emperatriz Navier y el bebé en su vientre se encontraban sanos, se decía que el Imperio Oriental pronto se vería sacudido por un enorme escándalo, el incidente con Whitemond se había resuelto bien, y el Viejo Duque Zemensia parecía derrumbarse debido a las luchas internas.

Todo iba bien, pero algo le incomodaba.

Mientras caminaba, reflexionando sobre qué le incomodaba exactamente, vio al Gran Duque Kapmen de Luipt, sentado solo, apoyado contra un árbol. Su ceño estaba fruncido, como si no estuviera pensando en algo bueno.

"Gran Duque Kapmen."

McKenna tenía un buen criterio de Kapmen porque había ayudado en el caso de Christa. Así que se acercó a Kapmen y le saludó como si fueran cercanos. Si podía ayudarle con sus problemas, lo haría.

Kapmen le devolvió el saludo con arrogancia, pero McKenna preguntó sin ningún disgusto.

"¿Te preocupa algo? No tienes una buena expresión."

'Tú tienes tus propias preocupaciones.'

Kapmen respondió con sinceridad sólo en su interior, y sonrió falsamente con frialdad.

De hecho, el ceño fruncido de Kapmen se debió a que el nombre de Navier apareció varias veces en los pensamientos de McKenna.

McKenna no fue el único. Últimamente, la gente pensaba tanto en Navier que era difícil caminar por las calles.

"Bueno, parece que no quieres contármelo a mí."

McKenna sonrió avergonzado ante la reacción de Kapmen.

Una vez que McKenna se marchó, Kapmen volvió a recostarse contra el árbol y cerró los ojos.

El primer equipo había hecho un gran trabajo, y el segundo equipo lo estaba haciendo mucho mejor, por lo que estaba ansioso por el futuro, pero no con la misma alegría que los demás.

Kapmen estaba sufriendo al no poder hacer nada frente al dolor en su corazón, hasta el punto de pensar que sería mejor que Navier congelara su corazón.

Justo en ese momento, escuchó la voz de Navier cerca.

Kapmen se levantó de un salto involuntariamente. Sintió como si una luz se acercara a lo lejos.

***

Extrañamente, no pude mirar a Heinley a la cara después de decirle 'te amo'. El simple hecho de estar frente a él hacía que mi corazón se estremeciera, y se dibujara una leve sonrisa en mis labios.

De todos modos, volverá por la noche.

Mientras daba un paseo para apaciguar los latidos de mi corazón, vi al Gran Duque Kapmen no muy lejos, entre los frondosos árboles.

Su cabello se balanceaba suavemente a medida que el viento soplaba. Cuando sus ojos se encontraron con los míos, su expresión tranquila se distorsionó.

Debe haber leído mi mente, porque estaba pensando en Heinley.

Pero más que miedo, sentí lástima.

Me dio lástima que Kapmen tuviera que pasar cada día por el mismo dolor que yo experimenté cuando malinterpreté a la Princesa Charlotte.

El Gran Duque Kapmen acabó alejándose como si huyera, y Mastas, que estaba a mi lado, refunfuñó disgustada.

"¿Por qué ese hombre ni siquiera se acercó a saludar a Su Majestad? Eso me hace molestar."

Rose regañó a Mastas por esto.

"Puede que no lo haya visto. ¿No te has dado cuenta de que has tratado agresivamente a las personas desde ayer?"

"No. Definitivamente no es así."

"Desde que llegó ayer la Princesa Charlotte, has tenido una mala cara."

"Eso..."

"¿Acaso es porque la Princesa Charlotte quiere casarse con Sir Koshar?"

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