LESVAC 179

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La Emperatriz se volvió a casar 179

Prueba de paternidad



La carta del Emperador Sovieshu fue entregada rápidamente a través de un pájaro mensajero.

Heinley frunció el ceño al recibir la carta, pero reconoció con amargura una vez que la leyó.

"También lo sé."

Desconcertado, McKenna preguntó.

"¿Qué dice?"

"Que siempre deseo lo que es suyo. Su esposa, sus joyas, todo."

Aunque no 'todo', el Emperador Sovieshu tenía muchas de las cosas que Heinley quería.

Un ejército de magos, un sistema que atraía a nuevos magos a través de la academia mágica, muchas personas talentosas, un vasto océano, puertos y ventajas geográficas.

"¿Hmm? ¿No tenemos más joyas?"

McKenna volvió a preguntar desconcertado, sin saber lo que había pasado con la 'Lágrima de Hada'. El Imperio Occidental tenía más joyas que ningún otro país. El Emperador Sovieshu no estaba en posición de hablar de joyas.

"El Emperador Sovieshu envió una joya a mi esposa de regalo, así que la usé como collar para exhibirla ante todos. Supongo que envió esta carta porque alguien le informó."

McKenna abrió la boca sorprendido al escuchar esto, pero la expresión de Heinley parecía tan desolada que no hizo ninguna broma. En cambio, lo animó.

"El bebé que nacerá entre ambos será muy inteligente y valiente. El Imperio Occidental podría tener un puerto propio en la próxima generación. Sí. Ya tiene dos buques antes de nacer, así que estoy seguro de que así será."

Heinley se rió ante las palabras de McKenna.

"Es cierto. Nunca recibí un buque de regalo."

"Ya ves."

"Debería leerle historias de guerra como parte de la educación prenatal."

"No, eso no es educación prenatal."

"Así es como nace un bebé valiente."

"He oído que Su Majestad la Emperatriz le lee todos los días libros de cuentos de hadas llenos de sueños y esperanzas. ¿Vas a leerle historias de guerra?"

"Puedo hacerlo mientras Reina esté dormida."

'Entonces tendrá otro problema de pareja y me consultará a mí, que soy soltero.'

McKenna chasqueó la lengua después de prever lo que pasaría y cambió repentinamente de tema.

"No es momento para esto. La Princesa Charlotte de Whitemond le está esperando."

Después de que Navier le contara a Heinley acerca de la conversación que tuvo con el embajador especial de Whitemond, y de expresar su opinión sobre que no sería bueno iniciar una guerra al haberse convertido recientemente en un imperio. Heinley mantuvo una larga discusión con McKenna y su círculo cercano.

Posteriormente, llamó al embajador especial de Whitemond junto con el resto de la delegación a su oficina y discutieron el asunto entre los dos países durante varias horas.

Al final, Heinley propuso un acercamiento sobre la base de que ambos países firmaran un acuerdo de no invasión.

Y ahora, la Princesa Charlotte había venido desde Whitemond con la respuesta a esa propuesta.

Heinley se mostró indiferente.

"Gracias, estamos de acuerdo, esa sería la respuesta. ¿Qué otra opción tienen?"

"Aun así, el Rey de Whitemond envió a la princesa en persona como parte de la delegación. Ya que hemos decidido llevarnos bien, debemos ser cordiales."

Heinley murmuró que lo sabía, se levantó del sillón y se dirigió al Salón de las Estrellas.

Ya se encontraban reunidos allí funcionarios afines, nobles y la delegación de Whitemond.

Cuando Heinley apareció, todos le saludaron al mismo tiempo.

Heinley borró su anterior expresión de disgusto y se situó en el trono del emperador con una sonrisa leve, dando la bienvenida a la delegación de Whitemond.

"Bienvenidos. Viendo que el Rey de Whitemond envió a la princesa en persona, imagino que la respuesta será positiva."

"Así es, Su Majestad."

Aunque debió sentirse ofendida por haber esperado al Emperador durante media hora después de llegar al Salón de las Estrellas, la Princesa Charlotte sonrió suavemente y expresó su gratitud.

"Gracias por su indulgencia ante el error cometido por Whitemond. Los miembros del equipo fueron liberados y tratados como invitados distinguidos. Los productos especiales de Whitemond fueron añadidos a los bienes comerciales del equipo."

"¿En serio?"

"Y mientras el equipo se encuentre en Luipt haciendo sus negocios, un buque comercial de Whitemond le estará esperando."

Fue una decisión inesperada hacer que un buque comercial de Whitemond esperara en ese continente, donde había poco comercio.

No se sabía cuánto tiempo se quedaría el equipo, así que eso significaba que Whitemond estaba dispuesto a soportar las molestias.

Los nobles suspiraron asombrados.

En ese mismo momento, el Marqués Ketron gritó con fuerza,

"¡Tener una Emperatriz extraordinaria es lo mejor que pudo pasarle al Imperio Occidental!"

El Marqués Ketron elogió a Navier, pero la atmósfera se volvió fría al instante.

Los nobles y funcionarios miraron en silencio al Marqués Ketron. Pensaron que el Marqués Ketron era como un murciélago.

Sin embargo, pronto comenzaron a mostrarse de acuerdo con una amplia sonrisa.

"¡Sí!"

"Fue la emperatriz quien inició esto."

"Ha conseguido tan buenos resultados en menos de un año, espero con ansias el futuro."

"¡Si todo sale bien, el Imperio Occidental podría convertirse en una potencia comercial sin un solo puerto!"

Aunque el Marqués Ketron actuaba como un murciélago desvergonzado, si no se mostraban de acuerdo con él, parecería que no reconocían los logros de la Emperatriz Navier.

Por esta razón, los nobles elogiaron casi al unísono a la Emperatriz Navier.

Heinley resopló al verlos. Las comisuras de su boca se elevaron levemente ante los elogios interesados.

Sin embargo, el animado ambiente se volvió pesado cuando la Princesa Charlotte dijo,

"Para sellar la reconciliación entre los dos países, mi padre quiere celebrar un matrimonio real. Por eso me envió personalmente como representante de la delegación."

Los presentes cerraron la boca y miraron al Emperador Heinley al mismo tiempo.

Un matrimonio por conveniencia entre el Emperador Heinley y la Princesa Charlotte sería posible. Aunque sería ambiguo llamarlo matrimonio porque ya había una emperatriz, no era raro que una joven y bella princesa de un país pequeño se convirtiera en la concubina del emperador de un país poderoso.

Entonces ahora la Princesa Charlotte sería...

Un caballero que observaba la situación abandonó discretamente el lugar y corrió a la habitación de la Emperatriz.

***

"La Princesa Charlotte vino porque el Rey de Whitemond quiere celebrar un matrimonio real para sellar la reconciliación."

Cuando me enteré de la llegada de la delegación de Whitemond, me quedé en mi habitación esperando a que Heinley volviera de reunirse con ellos.

Inesperadamente, Sir Yunim llegó jadeando a mi habitación y me contó sobre la respuesta de Whitemond.

"¿En serio?"

Cuando Rose preguntó bruscamente, Sir Yunim respondió de la misma manera.

"Hermana, ¿crees que mentiría sobre algo así?"

Mi corazón se aceleró.

Aunque sabía que Heinley tendría algún día una concubina, no pude evitar que mi corazón latiera con fuerza cuando finalmente llegó ese momento.

'No quiero.'

Este fue el primer pensamiento que tuve.

"Su Majestad no es esa clase de persona, por favor no se preocupe. Él se negará."

Mastas habló apresuradamente a mi lado, pero el único pensamiento que me venía a la cabeza era.

'No quiero, no quiero, no quiero...'

Me levanté rápidamente, hablando con una voz forzada para parecer tranquila.

"Primero... quisiera comprobar la situación."

"Yo la guiaré."

Sir Yunim me guió hasta dónde se encontraba la delegación.

Era en el Salón de las Estrellas. La puerta estaba abierta, probablemente porque había muchas personas. Intenté mirar a hurtadillas, pero debido a eso, muchos se dieron cuenta de mi presencia.

Aunque me sentí avergonzada en mi interior, extrañamente, las personas que me vieron comenzaron a aplaudir.

¿Qué está pasando aquí? ¿Aplausos en medio de todo esto?

Mientras me esforzaba para no fruncir el ceño, una mujer de aspecto inteligente se acercó rápidamente a mí y me saludó cortésmente.

"Soy la Princesa Charlotte de Whitemond, Su Majestad. He oído que la Emperatriz desempeño un papel muy importante en la reconciliación entre nuestros dos países."

Era una mujer muy atractiva, con una voz alegre y segura.

Asentí con una sonrisa forzada, pero me dolía.

No acepté los sentimientos de Heinley porque no quería salir herida cuando esto sucediera, pero ya era muy doloroso.

¿Era sólo una ilusión que no había aceptado los sentimientos de Heinley? ¿Acaso me había enamorado de él sin darme cuenta? Sentía como si mi corazón se derritiera.

Si Rashta había sido la cuerda que se tensó lentamente, la llegada de la Princesa Charlotte fue como una flecha que se clavó de golpe en mi corazón.

Heinley quería tener un puerto. La Princesa Charlotte podría dar el puerto a Heinley sin necesidad de ir a la guerra.

Me costaba incluso respirar. Cuando miré a Heinley, vi que se acercaba a mí con una expresión rígida.

¿Lo sentía? Dijo que esto nunca pasaría, pero pasó...

Bueno, esto no fue culpa suya. Tampoco esperaba que Whitemond propusiera un matrimonio real para sellar la reconciliación entre ambos países.

Era aún más difícil verlo, así que desvié la mirada y saludé a la princesa con una sonrisa forzada.

"Sí. Bienvenida, Princesa Charlotte."

"Estaba hablando del matrimonio real. Como es necesario el permiso de Su Majestad la Emperatriz, tenía pensando explicárselo adecuadamente a solas. Pero ya que ha venido aquí puedo decírselo ahora mismo."

Mi permiso... para convertirse en concubina de Heinley. Podía sentir cómo se revolvía mi estómago.

Aun así, sonreí.

No quería sufrir, así que me había estado preparando mentalmente para este momento. Pero, ¿cómo no sufrir cuando se está sufriendo?

Al parecer, aún no estaba preparada...

"Su Majestad. Quisiera casarme con su hermano, Sir Koshar."

¿Qué?

Una vez que la delegación enviada al Imperio Occidental regresó, se hizo público el caso del Gran Duque Lilteang.

Todo el mundo comenzó a hablar de esto.

Hubo quienes tenían sospechas como Sovieshu, pero también concluyeron que sería mejor mantener la boca cerrada.

Hubo otros que se indignaron, incluso diciendo, "El Imperio Occidental encarceló arbitrariamente al Gran Duque Lilteang".

Pero a medida que se acercaba el día de la prueba de paternidad, el caso del Gran Duque Lilteang fue naturalmente dejado de lado.

Eventualmente, llegó el día de la prueba de paternidad.

Ese día, se supo tardíamente que los Vizcondes Isqua habían abandonado el Imperio Occidental en medio del revuelo causado por el caso del Gran Duque Lilteang.

— Encontramos pistas sobre nuestra otra hija. La prueba de paternidad puede esperar, pero las pistas acabarán siendo inútiles si nos demoramos, así que debemos irnos inmediatamente. Sin duda nos someteremos a la prueba en otra ocasión.

Esa fue la justificación dejada por los Vizcondes Isqua.

A muchos les pareció sospechoso la sutileza de la desaparición, pero la pareja ya se había marchado.

Además, la cuestión más importante ahora era saber si la Princesa era hija del Emperador. Si la Emperatriz Rashta era hija de un noble caído o de un plebeyo no era un asunto urgente.

***

Poco antes de subir al carruaje para ir al templo, Rashta pudo ver a la princesa después de mucho tiempo.

La princesa estaba en brazos de la Vizcondesa Verdi, que se había convertido en su niñera.

'Los bebés crecen muy rápido.'

Rashta notó inmediatamente que la princesa en brazos de la Vizcondesa Verdi había crecido mucho en comparación con la última vez que la vio.

"Vizcondesa Verdi."

Cuando Rashta la llamó, la Vizcondesa Verdi no levantó la vista y respondió con cautela, "sí".

La Vizcondesa Verdi todavía tenía miedo de Rashta, a pesar de que se encontraba en una posición difícil.

Rashta la miró agudamente y preguntó con frialdad,

"¿Tú también crees que la Princesa no es hija del Emperador?"

Aunque no entendía por qué Rashta le hacía esa pregunta, la Vizcondesa Verdi le contestó sin dudar,

"Yo sí creo que la Princesa es hija del Emperador."

De hecho, como niñera de la princesa, ésta era la respuesta que naturalmente debía dar la Vizcondesa Verdi.

Por eso, la Vizcondesa Verdi pensó que esa no era la pregunta que realmente quería hacer Rashta.

Sin embargo, Rashta se limitó a mirar a la Vizcondesa Verdi con ojos misteriosos sin hacer la verdadera pregunta.

Ni siquiera mencionó que quería tener a la princesa en sus brazos, simplemente se subió al carruaje.

La Vizcondesa Verdi frunció el ceño por la incomodidad, y se subió al otro carruaje que había sido preparado.

En realidad, lo que Rashta quería preguntar a la Vizcondesa Verdi era por qué la salvó cuando la criada se le abalanzó con una silla para matarla.

El cambio de actitud de Sovieshu dejó una profunda cicatriz en Rashta. Sin embargo, la traición de la Vizcondesa Verdi dejó una tenue e imperceptible cicatriz.

La propia Rashta ni siquiera sabía que estaba conmocionada por su traición.

Pero cada vez que recordaba que la Vizcondesa Verdi la había salvado, se enfadaba mucho, pero al mismo tiempo sentía curiosidad.

'¿Por qué me salvó si me traicionaría de todos modos?'

Cuando el carruaje se puso en marcha, el traqueteo del mismo hizo que su cuerpo se estremeciera.

Rashta cerró los ojos y puso su mano sobre su vientre como de costumbre.

Cuando el carruaje finalmente llegó frente al templo, Rashta se bajó y levantó los hombros con orgullo.

Estaba segura del resultado de la prueba. Sabía que Sovieshu y los nobles utilizarían su pasado como pretexto para atacarla después, pero ella nunca lo admitiría.

Ya había resuelto lo problemático, así que si no lo admitía, ese sería el final.

Si luchara podría ser depuesta, pero no podría ser castigada severamente sin ninguna prueba de su pasado.

Mientras no fuera castigada severamente, sería capaz de resistir de alguna manera.

Creía que si resistía unos años, la princesa podría salvarla cuando creciera. O tal vez el Duque Elgy podría venir a rescatarla, así como el Emperador Heinley había rescatado a Navier.

En ese momento.

'¿Duque Elgy?'

Rashta frunció el ceño y miró hacia un pilar del templo.

'¿Será porque acabo de pensar en él?'

Rashta creyó ver a un hombre parecido al Duque Elgy pasar por detrás de un pilar.

'¿Cómo podría estar aquí el Duque Elgy?'

"¿Emperatriz?"

Cuando Rashta se detuvo y se quedó mirando algo, un caballero la llamó desconcertado.

"Espera un momento."

Rashta caminó hacia donde creyó ver al Duque Elgy.

Pero allí no estaba el Duque. Sólo un sacerdote que estaba limpiando.

"¿No ha pasado nadie por aquí?"

Cuando Rashta preguntó, el sacerdote respondió en voz baja.

"He estado limpiando aquí solo."

"... gracias."

Rashta estaba segura de haber visto a un hombre pasar por aquí, aunque no fuera el Duque Elgy. Le pareció extraño, pero se dio la vuelta y pensó.

'Quizá el hombre al que vi no era el Duque Elgy, sino este sacerdote. ¿No es similar cómo revolotea su traje? Además, los sacerdotes no mienten.'

"Su Majestad, debe apresurarse. El Emperador la está esperando."

Dijo el caballero con frialdad, probablemente pensando que Rashta estaba perdiendo el tiempo a propósito.

Rashta asintió, y se dirigió al lugar donde se realizaría la prueba de paternidad.

Sovieshu y la Vizcondesa Verdi, que habían venido en otro carruaje, ya estaban allí.

En cuanto sus ojos se encontraron con los de Sovieshu, Rashta no pudo soportarlo y dirigió su mirada a la princesa en brazos de la Vizcondesa. Cuando lo miró, recordó la pintura de Navier en su dormitorio.

La princesa le sonrió dulcemente a Rashta cuando sus ojos se encontraron. Cuando Rashta sonrió y la saludó con la mano, la princesa se rió.

La bebé parecía reconocer quién era su madre.

Los ojos de Rashta se llenaron de lágrimas al sentir su corazón destrozado, pero se mordió los labios para contener las lágrimas.

Pronto todos los que dudaban de la princesa tendrían que cerrar la boca y enterrar la cabeza en el suelo.

Antes había sido una llorona, pero ahora no quería darles el gusto a los nobles que ansiaban verla sufrir.

"Párense aquí."

En el lugar de la prueba había una estructura similar a un atril con dos platos colocados encima. El sacerdote indicó al Emperador y a la Emperatriz pararse a cada lado de la estructura, de modo que se situaran uno frente al otro.

Sovieshu tomó a la bebé de las manos de la Vizcondesa Verdi, la sostuvo en sus brazos y se situó donde el sacerdote le indicó. Rashta también se acercó vacilante y se paró frente a él.

Irónicamente, la disposición de ambos era similar a cuando sellaron sus votos matrimoniales.

El sacerdote le explicó.

"Sólo deja caer un poco de tu sangre en este plato. Yo sostendré a la princesa."

Un plato ya estaba lleno de un líquido claro, y el otro estaba vacío.

Sovieshu entregó la princesa al sacerdote, se pinchó la punta del pulgar con su daga y dejó caer la sangre sobre el plato vacío.

Rashta no se atrevía a pinchar su dedo, así que le extendió la mano a Sovieshu.

En esa mano, Rashta aún tenía heridas de cuando se la golpeó contra el suelo.

Sovieshu dudo por un momento, pero rápidamente agarró la muñeca de Rashta, le pinchó ligeramente el pulgar para que sangrara e hizo que la sangre cayera sobre la suya.

Mientras la sangre de los dos se mezclaba, el sacerdote vertió un poco del líquido claro del otro plato en el plato de la sangre.

A continuación, acercando el plato hacia él, el sacerdote pinchó suavemente el pulgar de la bebé con una herramienta especial colocada en la estructura.

La princesa rompió a llorar al sentir un dolor punzante.

Mientras la sangre carmesí se acumulaba en el dedo de la princesa, Sovieshu frunció el ceño con el corazón roto.

El llanto de la bebé resonó terriblemente en el silencioso templo.

Sin recuperar el aliento, todos observaron cómo el sacerdote dejaba caer la sangre dentro de la herramienta especial en el plato.

Cuando la sangre de los tres se mezcló con el líquido especial, burbujeó.

Si la Princesa era hija de ambos, la sangre mezclada se aclararía hasta desaparecer. En caso contrario, la sangre seguiría siendo viscosa.

Después de un tiempo, el sacerdote finalmente declaró con el rostro pálido,

"¡La Princesa no es hija de Su Majestad el Emperador!"

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