LESVAC 170

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La Emperatriz se volvió a casar 170

Atraer la atención



"Escuché que estás embarazada. Felicidades, Emperatriz Navier."

Princesa Soju giró la cabeza, haciendo una mueca de desdén.

Ella sólo había visto a Rashta como una concubina que intentaba imitarme. No quería verla en su posición actual.

De hecho, yo tampoco quería ver a Rashta.

Por cierto, ¿por qué no entró junto al Gran Duque Lilteang? ¿Acaso vinieron por separado?

"Sí. Gracias."

Bueno, eso no importa. Me limité a responder secamente con una sonrisa.

Los que sabían de la relación que tenía con Rashta nos miraban conteniendo la respiración.

Por mi parte, observaba a Rashta en silencio. Ahora que me felicitó, tenía curiosidad por ver lo que realmente quería hacer.

Probablemente me daría un regalo. En el pasado, no le gustó que le diera una espada decorativa, así que puede que haya traído un regalo que me disgustara.

"Ah, te he traído un regalo."

Fue completamente como esperaba. Oh, corrección... Fue un poco diferente de lo que esperaba. El regalo que Rashta me extendió no resultó ser un regalo que me disgustara.

"Me resulta familiar."

La espada decorativa que le di anteriormente. Era exactamente esa espada. Así que Rashta, me estaba devolviendo el regalo que le di.

"¿No es increíble el destino?"

Ella me preguntó, los extremos de sus ojos se curvaron en forma de media luna y su voz era nuevamente muy dulce.

Parecía querer mostrar que no tenía malas intenciones. Pero si lo que quería de mí era que reaccionara enojada, jamás lo conseguiría.

"Gracias por devolverlo."

Deliberadamente, acepté su regalo con una sonrisa y elegí la palabra 'devolver'. Luego, hablé en voz baja para que sólo Rashta pudiera escuchar.

"En realidad, nunca quise darte nada de lo que es mío."

La expresión de Rashta se volvió rígida, pero no le di importancia.

***

Como si no quisiera quedarse más tiempo, Rashta me miró fríamente, se dio la vuelta y se marchó.

En cuanto Rashta se alejó considerablemente, la Princesa Soju, que se había escondido detrás de Mastas, caminó lentamente hacia su posición original y preguntó,

"No me agradaba antes, pero viéndola ahora me desagrada aún más. ¿No crees que su humor ha cambiado un poco?"

"Su expresión es más fría."

En el pasado, siempre trataba de parecer débil y lamentable.

He oído que han pasado cosas malas en el Imperio Oriental, ¿ha cambiado por eso?

Mientras estaba sumida en mis pensamientos, el Marqués Farang preguntó.

"Por cierto, ¿vio el regalo que le envió Su Majestad Sovieshu?"

Aunque parecía estar divirtiéndose con mi hermano, sus oídos debían estar inclinados hacia aquí.

"Me regaló un carruaje a través del Gran Duque Lilteang." Mientras observaba la espalda distante de Rashta, me di cuenta de que iba en dirección a Heinley, así que la miré fijamente y respondí, "Un carruaje de carreras capaz de acelerar rápidamente."

Pero el Marqués Farang dijo, "¿Eh? No," sacudiendo la cabeza.

"No el regalo enviado a través del Gran Duque Lilteang."

"¿Envió otro regalo?"

"Sí. Envió a esa chica llamada Eber o Evely."

El inesperado nombre captó mi atención. Aparté la mirada de Rashta y pregunté sorprendida al Marqués Farang.

"¿Evely? ¿Estás seguro?"

¿No debería Evely estar ahora en la academia mágica?

Cuando le pregunté desconcertada, el Marqués Farang murmuró, "Ah. ¿No ha llegado todavía?"

"¿Estás seguro de que Evely realmente va a venir?"

Al volver a preguntar, el Marqués Farang me describió algunos rasgos de Evely, y una vez que le respondí que parecía ser la misma Evely que yo conocía, dijo ladeando la cabeza,

"Partió casi a la misma vez que yo, tiempo suficiente para haber llegado. Pensé que vendría enseguida. ¿A dónde más podría haber ido? Es extraño."

"Se habrá perdido..."

"No puede ser. No creo que esté conduciendo el carruaje por sí misma."

Eso es cierto. Si venía como un regalo de Sovieshu, no vendría por su propia cuenta.

Me sentía intranquila. ¿Se encontró con bandidos o ladrones en el camino? ¿Se averió el carruaje? En cualquier caso, estaba preocupada.

Eventualmente, ordené que se investigara la situación porque uno de los invitados no había llegado.

"Estará bien, Su Majestad. No es que venga sola, ¿cierto?"

Aseguró el Marqués Farang.

***

Pero contrariamente a lo que aseguró el Marqués, Evely no apareció esa noche, ni la mañana del día siguiente, ni después.

Hasta el punto de que temía que le hubiera pasado algo realmente malo. Evely ni siquiera apareció al final de la fiesta.

Como resultado, no pude evitar preocuparme por Evely incluso cuando me senté a comer con algunos de los invitados distinguidos que aún permanecían en el palacio imperial.

No podía comer bien debido a eso, pero una risa clara despertó mi mente.

¿Quién se estaba riendo? Mi estado de ánimo empeoró rápidamente. La risa era de Rashta.

"Por supuesto. Probablemente no habrían sido Navier y Su Majestad Heinley los que estuvieran sentados uno al lado del otro, sino Su Majestad Heinley y yo."

Además, cuanto más escuchaba, más evidente resultaba que la risa no era el problema. ¿Qué tonterías estaba diciendo?

"Entonces la Emperatriz Navier y yo estaríamos en posiciones contrarias, ¿no es así?"

Seguía diciendo tonterías. Aunque Rashta siempre había sido así de todos modos.

Heinley lo negó repetidamente, pero en cada ocasión Rashta se reía en tono de broma e insistía en su punto.

Naturalmente, la expresión de Heinley se oscurecía con cada segundo que pasaba.

"La Emperatriz del Imperio Oriental dice cosas muy extrañas. Nada de eso habría ocurrido."

"Aunque Su Majestad Heinley se niegue a reconocerlo. De hecho, es la verdad."

"Oh. ¿Desde cuándo una suposición es la verdad?"

"Porque siempre tienes un sentido del humor tan perverso con Rashta."

"Señorita Rashta."

"Rashta sólo habla de lo viejos tiempos, ¿qué tiene de malo?"

Pero dejando de lado a Rashta, ¿por qué Heinley no es tan directo como de costumbre? ¿Por qué la escuchaba tranquilamente?

"¿No recuerda las cartas, Su Majestad?"

Ah. Es por las cartas.

Parecía no hablarle con firmeza a Rashta por miedo a que contara sobre las cartas que habíamos intercambiado en el pasado.

Si se supiera que había intercambiado cartas con él antes del divorcio, mis enemigos finalmente se alegrarían.

Nos acusarán de haber tenido una aventura desde el principio, y enfatizarán que el divorcio no fue culpa de Sovieshu sino mía.

Tras la muerte de Christa, la posición de quienes la seguían cayó drásticamente. Aunque en el Imperio Occidental no nos haría mucho daño el rumor de que habíamos tenido una aventura, podrían aferrarse a eso.

"No, Su Majestad Heinley. Las palabras de la Emperatriz Rashta no son incorrectas. Ahora Su Majestad sólo tienes ojos para la Emperatriz Navier, pero antes le gustaba la Emperatriz Rashta, ¿no?"

Mientras Heinley se presionaba las sienes al escuchar lo de las cartas. Esta vez el Gran Duque Lilteang intervino y expresó que a Heinley le gustaba realmente Rashta.

Heinley suspiró, mirando a Rashta en silencio. Tenía la expresión de una persona sin un plan y parecía estar pensando qué decir en esta situación.

"Emperatriz Rashta. Está obsesionada con mis esposos." Terminé hablando porque no soportaba verlo así, "¿O es que está obsesionada conmigo?"

***

"¿Desde cuándo te interesaste por esto?"

"..."

"Al principio no te interesaba para nada la nobleza, los chismes y demás..."

"..."

"¿Realmente no me lo dirás? ¿Eh? Eso no es justo. ¿Para eso no son los amigos? ¿Eh?"

Tras una serie de preguntas de su colega, Joanson finalmente respondió,

"El interés siempre estuvo ahí, sólo que no era tan alto."

A pesar de responder, estaba claramente molesto. Sin embargo, su colega no se apartó de su lado y le preguntó,

"Pero, ¿cómo un interés que no había sido tan alto se convirtió de repente en algo tan concreto? ¿Eh?"

"¿De qué tienes tanta curiosidad?"

"¡De todo!"

Exclamó su colega con un brillo en sus ojos.

"Es sorprendente que de repente te interesaras en la nobleza, las fiestas de la alta sociedad, los chismes y demás... Es ciertamente sorprendente que, tan pronto como te interesas, hayas difundido todo tipo de rumores. Ahora eres el periodista más famoso del Imperio Oriental. ¿No lo sabes?"

La afirmación de su colega era cierta.

Cuando Joanson comenzó a desprestigiar a la Emperatriz Rashta, no muchos estuvieron de acuerdo con él. Lo mismo ocurrió cuando comenzó a levantar sospechas contra la Emperatriz Rashta.

Pero ahora la situación había cambiado. Los artículos de Joanson sobre la Emperatriz Rashta se vendían como pan caliente.

Ahora era uno de los periodistas más populares, y cada vez que levantaba sospechas contra la Emperatriz Rashta, la gente lo encontraba hilarante y se indignaba.

"¿De verdad no vas a decir cómo lo has conseguido?"

Ante la insistencia de su colega, Joanson acabó respondiendo con indiferencia.

"Un noble de alto estatus me proporciona la información."

Los ojos de su colega se agrandaron.

"¿Un noble de alto estatus? ¿En serio? ¿Un noble de alto estatus te cuenta los chismes de la alta sociedad?"

"Sí."

"¿Confías en esa persona?"

Preguntó su colega amargamente.

"No se puede confiar en todos los nobles, ¿cierto? ¿Ese noble es especial?"

Joanson levantó una esquina de su boca

"Tampoco confió en esa persona."

La expresión de su colega se volvió más confusa.

'¿No confía en esa persona? ¿Escribe artículos tan delicados sin tenerle confianza?'

Para los periodistas plebeyos que no podían asistir personalmente a las fiestas de la alta sociedad, los chismes de los nobles eran un tema difícil y delicado de abordar.

'Además, ¿cómo podía conseguir información tan valiosa de un noble de alto estatus en el que no confiaba...?'

La expresión de desconcierto de su colega hizo reír a Joanson.

"No hay problema. No confío en el noble de alto estatus que me proporciona la información, pero estoy seguro de que detesta a la misma persona que yo."

"¿Quién es ese noble?"

En vez de responder, Joanson se levantó y preguntó,

"¿Llegará la Emperatriz Rashta a la capital esta tarde?"

***

Fue alrededor de las 3 de la tarde cuando Rashta regresó a la capital del Imperio Oriental, tarareando en su carruaje.

Estaba bastante satisfecha con lo que había conseguido en el Imperio Occidental, así que se sentía bien después de mucho tiempo.

Aunque pasó por algunos problemas, no fue nada en comparación con lo que experimentó en el Imperio Oriental. Hasta el punto de que no le importó.

'Puedo entender que el Emperador Heinley ya no esté interesado en mí.' No fue una sorpresa tan grande como para perturbar su alegría. 'Lo merezco por haberlo rechazado primero.'

Rashta incluso consideró insignificante la confrontación con la Emperatriz.

Lo decía en serio. Le resultó desagradable discutir cara a cara, y odió ver a Navier siendo felicitada por todos, pero esos sentimientos fueron sólo momentáneos.

Rashta sonrió levemente.

Lo que la hizo feliz fue la actitud cortés de las personas del Imperio Occidental hacia la Emperatriz del Imperio Oriental.

El Duque Elgy estaba en lo cierto. Independientemente de su situación en el Imperio Oriental, las personas del Imperio Occidental trataron a Rashta como la Emperatriz del Imperio Oriental.

Fue reconfortante después de que su hija le había sido arrebatada, no, después de que un periodista llamado Joanson empezara a manchar su reputación, no, después de que se descubriera que había utilizado los pagarés de Navier.

'Intenté ver a Glorym un par de veces más. Aún así, Su Majestad se negó a mostrarme a mi hija. Entonces, ¿por qué no quedarme a vivir en el Imperio Occidental?'

Mientras el carruaje entraba en el sofocante Palacio Imperial, Rashta pensó con pesar.

'Sí. Ahora que lo pienso, podría ser una buena idea. ¿No sería mejor ser tratada como una invitada distinguida en un país vecino, que ser una emperatriz olvidada aquí?'

Finalmente, el carruaje entró en el jardín del Palacio del Oeste.

'¿Pero eso significa que Su Majestad Sovieshu será libre de ver a otras mujeres? Eso no me gusta.'

Su emoción se desvaneció a medida que veía el jardín familiar. Sus mejillas ruborizadas recuperaron su color y el cosquilleo en su interior también desapareció por completo.

El deseo de vivir en el Imperio Occidental se volvió cada vez menos realista...

Rashta se deprimió rápidamente y se aferró a las cortinas del carruaje. Este sentimiento se intensificó cuando vio a Alan de pie en la entrada del Palacio del Oeste. Hoy sostenía a Ahn como si fuera un arma.

Los ojos de Rashta se tornaron rojos de ira.

'¿Qué está haciendo aquí? ¿Vino otra vez a hacer la absurda exigencia de que su hijo sea tratado como un cuasi-príncipe? Ya le había dado una severa advertencia por escrito. ¿Ha olvidado mis palabras?'

[Nota: Cuasi-príncipe significa tener el poder y los beneficios de un príncipe, pero no el título.]

"Su Majestad la Emperatriz."

Mientras Rashta miraba a Ahn y a Alan a través de la ventana del carruaje, éste se detuvo cerca de la entrada.

Alan, que observaba distraídamente el carruaje, reafirmó su agarre en su hijo como si se hubiera dado cuenta de quién viajaba en el interior.

En cuanto Rashta vio su rostro, se sintió realmente incómoda. En cambio, la expresión de Alan se iluminó sólo de pensar que Rashta iba en ese carruaje.

Reprimiendo el impulso de ordenar inmediatamente que el carruaje retrocediera, Rashta se obligó a bajar del carruaje.

Si se alejara después de verlos, provocaría extraños rumores. Tenía que salir con dignidad.

Después de bajar del carruaje, Rashta se acercó a Alan y le preguntó en voz baja.

"¿Qué quieres?"

"Sólo estaba..."

Alan dudó y abrazó a su hijo contra su pecho. Afortunadamente, esta vez el niño no estaba llorando, por lo que no llamó tanto la atención de las personas de alrededor.

"Hablemos dentro."

Resistiendo el impulso de echarlo inmediatamente, Rashta se adelantó apresuradamente. Pero se detuvo después de unos pocos pasos al escuchar un chirrido desde arriba.

Cuando levantó la mirada, vio un pájaro grande que parecía ser utilizado como pájaro mensajero. Tenía una carta amarrada alrededor de una pata, pero Rashta volvió a bajar la cabeza. No tenía ninguna relación con este pájaro mensajero.

'Sí. Lo importante ahora es enviar de vuelta a Alan lo antes posible.'

Rashta volvió a caminar para entrar primero en el Palacio del Oeste. Y justo en el momento en que Alan estaba a punto de seguirla con el pequeño niño.

El pájaro mensajero, que actuaba mansamente mientras se rascaba la piel, descendió repentinamente.

"¡Fuera!"

Sorprendido, Alan agitó una mano. Pero el pájaro no se asustó, extendió sus alas y descendió más rápido.

Ahn se asustó, por lo que se aferró a su padre. El pájaro grande pasó rozando al pequeño niño. Tras un momento de alboroto, el pájaro se fue volando inmediatamente a otro lugar.

Cuando se disponía a entrar en el Palacio del Oeste, Rashta giró la cabeza y se sobresaltó.

'¡No!'

El sombrero que cubría la cabeza del niño rodó por el suelo como si hubiera sido golpeado por las alas o las patas del pájaro.

Rashta se apresuró a correr hacia el sombrero. En el momento en que extendió la mano para agarrar el sombrero, la atención de la gente de alrededor ya se había centrado en el pequeño Ahn.

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