LESVAC 161

LESVAC 161







La Emperatriz se volvió a casar 161

Negación



Llamó a McKenna a su oficina en medio de la noche. Tan pronto como entró, le dijo,

"Creo que tenemos un problema."

McKenna preguntó amargamente.

"¿Un problema a estas horas de la noche?"

"Está relacionado con el fenómeno de la disminución del maná."

McKenna ladeó la cabeza.

"¿Cómo puede haber un problema?"

La lógica para robar el maná de los magos era sencilla. Sin embargo, era bastante difícil cumplir con las condiciones, por lo que normalmente las personas no se percataban de esa lógica tan sencilla. ¿No fue por un coincidente y terrible accidente en su infancia que Heinley también se dio cuenta de esas condiciones?

"Es por el collar de maná."

"Ah."

McKenna dejó escapar un leve suspiro.

"Aún no es seguro. Pero no hay ningún problema excepto por ese collar."

"Entiendo."

McKenna asintió y preguntó,

"Entonces, ¿debo ir allí a comprobar la situación?"

Quería aprovechar el ir a comprobar la situación para tomarse un descanso. El trabajo había sido pesado últimamente. McKenna se ofreció de nuevo como voluntario, admirando la excelente idea que se le había ocurrido.

"No hay nadie mejor que yo para hacer esto. Iré a comprobar si el collar supone un problema, Su Majestad."

"Tienes que trabajar, McKenna."

"..."

"Es broma. Llamarás demasiado la atención si vas. Ya has sido alcanzado por una flecha."

Heinley, cuyas palabras fueron ambiguas entre la preocupación y la seriedad, lo pensó un momento antes de continuar.

"Me gustaría alguien que no llame la atención y sea prudente."

"¿Qué te parece el cuervo? Es pequeño y rápido."

"Está bien. Entonces envía al cuervo a comprobar la situación. Si realmente considera que nos descubrirán por ese collar, que haga lo que sea necesario para recuperarlo."

"Sí."

"Si no puede traerlo de vuelta, entonces que lo destruya."

"Se lo diré."

Como si el asunto hubiera terminado, Heinley se dio la vuelta después de dar unas palmadas a McKenna en los hombros.

McKenna siguió a Heinley, susurrando en su mente.

'La agenda de hoy también ha terminado. Volveré a casa, dormiré profundamente y le haré muchas preguntas a Heinley en mis sueños.'

Sin embargo, Heinley permaneció de pie frente a la puerta en vez de salir. Aunque sólo tenía que girar el pomo de la puerta, se quedó mirándolo con las manos abajo.

McKenna se acercó y preguntó,

"¿Qué ocurre, Su Majestad?"

Fue entonces cuando Heinley soltó un, "Ahh", con las comisuras de la boca curvadas. Eso fue todo. No hubo respuesta.

'¿Qué tiene de malo?' McKenna miró el pomo de la puerta que miraba Heinley.

En cuanto se fijó en el pomo, McKenna gritó de inmediato, "¡¿Eh?!" El pomo de la puerta estaba blanco.

"¿Qué es esto?"

El pomo se había vuelto tan blanco que incluso a simple vista se podía decir que estaba congelado, y el hielo de encima parecía elevarse 0,7 cm. Alguien acababa de congelar el pomo de la puerta.

"¡Mago De Hielo...!"

McKenna murmuró sorprendido poco después. Sólo un mago podría hacer algo así. Y hasta donde McKenna sabía, no había ningún mago de hielo actualmente en el palacio imperial. De hecho, había muy pocos magos en el Imperio Occidental.

"¡Su Majestad, parece que alguien nos estaba espiando! ¿Es el Imperio Oriental? ¿El Imperio Oriental ha infiltrado un espía?"

McKenna preguntó en pánico. Sin embargo, la expresión de Heinley era tranquila. Heinley puso una mano en el pomo de la puerta sin decir una palabra. Cuando su mano lo tocó, el hielo se desprendió fácilmente del pomo congelado.

***

Cuervo. Collar. Descubierto.

¿Son estas tres las palabras clave...?

Debería haber entrado y preguntado con naturalidad, '¿De qué están hablando?' No obstante, huí del lugar cuando la conversación terminó repentinamente.

No debí haber hecho eso.

Eventualmente, después de deambular por los alrededores, volví a la cama y me acosté de lado.

Pero las palabras de Heinley no dejaban de dar vueltas en mi cabeza. ¿Realmente estaba relacionado con el fenómeno de la disminución del maná? ¿Qué conexión podrían tener un cuervo y un collar? ¿Y si Heinley tuviera que ver con tal fenómeno...? ¿Qué debería hacer?

Recordé a Evely, que sollozaba por haberse vuelto inútil.

En ese momento, escuché el sonido del pomo de la puerta siendo agarrado. El ruido de la puerta al abrirse recorrió cada centímetro de mi cuerpo. Cerré apresuradamente los ojos y me subí las sábanas. A medida que unos suaves pasos se acercaban, sentí una pulsación en la mano con la que sostenía las sábanas.

La presencia de una persona se acercó a mi rostro.

"¿Estás dormida?"



La voz que me susurró al oído era baja y suave. No era diferente de mi habitual Heinley.

"Dulces sueños."

Su voz era más cálida que las sábanas. Después de que me besó en la mejilla con sus labios carnosos, pude sentir que se acostaba cuidadosamente a mi lado, metiéndose en las sábanas.

Se giró hacia mi lado y me atrajo hacia él con su brazo. También pude sentir claramente el firme pecho de Heinley tocando mi espalda. Luego su frente tocando la parte posterior de mi cuello.

Abrazándome, Heinley se quedó dormido.

Mi respiración acelerada se fue calmando gradualmente.

Bajé la mano que sostenía las sábanas y puse mi brazo sobre el suyo que estaba envuelto a mi alrededor.

Aunque Heinley estuviera robando el maná de los magos, no podía culparlo. Parecía tener un espíritu competitivo frente al Imperio Oriental. De hecho, se trataba de un país rival.

Además, era un ciudadano y el Emperador del Imperio Occidental, así que no podía culparlo por poner al Imperio Occidental en primer lugar.

Los estudiantes de la Academia Mágica provenían de todo el mundo, pero la proporción de su propio país, el Imperio Oriental, era la más alta. De hecho, la mayoría de los graduados de la academia eran absorbidos por el Imperio Oriental...

Yo provenía del Imperio Oriental. Mis padres, mi familia, mis parientes, mis antepasados y mis amigos estaban todos allí.

Amaba a mi país, del mismo modo que Heinley amaba al suyo.

Amaría al Imperio Occidental tanto como amaba a Heinley, amaría a las personas del Imperio Occidental tanto como amaba a las personas del Imperio Oriental, y si ambos imperios lucharan por un mismo interés, estaba decidida a darlo todo por el Imperio Occidental.

Sin embargo, no podía pisotear al Imperio Oriental para amar al Imperio Occidental.

Si Heinley era el culpable del fenómeno de la disminución del maná, debía saber cómo me sentía. Sin embargo, seguía buscando formas de perjudicar al Imperio Oriental.

Sí. Racionalmente lo podría entender. Pero emocionalmente, no podría evitar estar resentida con él.

Así que... por favor, espero que no seas tú.

Tan pronto como me desperté por la mañana, el primer pensamiento que me vino a la mente fue, 'tengo hambre'.

Quería comer el pan horneado de Heinley. Ese pan crujiente y delgado. Sólo cuando las ganas de comer pan disminuyeron un poco, recordé lo que había sucedido ayer.

La prioridad en mí está cambiando...

Mientras estaba sorprendida por la inesperada realidad, Heinley me llamó suavemente "Reina".

Al sentarme apresuradamente, vi a Heinley entrando con un carrito de comida.

"¿Ya te has levantado?"

"Parece que Reina no ha podido comer bien últimamente. Lo hice pensando principalmente en la comida que te encanta."

"Este olor..."

"Ah. ¿No te gusta? Sé que hay comida que ni siquiera puedes oler."

Sacudí la cabeza y me acerqué rápidamente al frente del carrito de comida. Al quitar la tela amarilla clara que cubría los platos, pude ver una tortilla, una sopa de verduras y el pan horneado que quería comer.

No pude evitar que mi mano fuera directamente al pan, arranqué un trozo, lo mojé en la sopa y lo mastiqué. Mis papilas gustativas, que llevaban casi diez días sin poder percibir los sabores, por fin comenzaron a funcionar.

"Delicioso."

"Me duele ver a Reina comer con tanta prisa."

"Está delicioso, ¿no es normal?"

"Siento que querías comer, pero no podías."

"Curiosamente, tenía ganas de comer esto."

Volviendo a llevarme un trozo de pan a la boca, señalé lo que quedaba. Sólo después de habérmelo comido todo empecé a preocuparme por mi imagen.

'¡Qué tonta! Comiéndome todo el pan sola sin decir una palabra.'

Afortunadamente, no tomé también el pan de Heinley... En cuanto lo pensé, Heinley incluso me ofreció su propio pan horneado.

"¿Qué pasó con Whitemond?"

Una vez que me sentí satisfecha, pude preguntar como si no hubiera pasado nada. 

Aunque dentro de mí, ya estaba pataleando con la cara cubierta con las sábanas, no lo demostré en absoluto.

En realidad, quería preguntarle sobre la conversación que tuvo ayer con McKenna. Sin embargo, temía que me respondiera, 'me he estado preparando para invadir tu país'. No estaba lista para escuchar eso.

Así que dejaré de lado esta pregunta de momento. También tenía mucha curiosidad por los resultados con Whitemond. Cuando llegué, el rey ya se había ido.

¿Qué dijo el rey? Al haber venido hasta aquí, parece que tampoco quería ir a la guerra...

"El rey dice que puede volver a prestarnos el puerto."

"¿Te parece bien?"

"Bueno. Fue un poco ambiguo."

"¿Por qué?"

"Antes de prestarnos el puerto, exige que firmemos un tratado de que nunca se utilizará el puerto como excusa para invadirlos. Además, quiere que el acuerdo sea certificado por parte de la Alianza del Continente Wol."

"¿Eso significa que nos prestarán el puerto como antes? ¿No habrá ninguna diferencia?"

"Sí."

"¿En ese tratado habrá alguna cláusula que permita contraatacar en caso de peligro?"

"Así es."

Era bastante completo. ¿Incluiría incluso una cláusula en la que el tratado no tendría efecto mientras no se utilizara el puerto?

No para iniciar una guerra primero, sino para poder responder a las provocaciones del otro bando.

Sin embargo, con esta cláusula, ¿no estaría Whitemond aceptando ser invadido mientras no se utilice el puerto?

"¿Qué vas a hacer?"

"En vez del camino complicado, deberíamos tomar el camino sencillo..."

Heinley, que estaba murmurando, me miró de repente y cambió discretamente sus palabras,

"Necesito pensarlo un poco más."

***

Mientras que Navier y Heinley se miraban extrañamente.

El padre de Christa, el viejo Duque Zemensia, estaba en el estudio de su casa. Detrás de él, un subordinado miraba con inquietud el lugar.

El subordinado estaba sorprendido de que el Duque Zemensia no hiciera nada en medio del fuerte rumor que circulaba sobre la posible infertilidad de la Emperatriz Navier.

No es que hubiera decidido ponerse del lado de la Emperatriz, pero no tenía ni idea de lo que estaba pensando, ya que no tuvo ninguna reacción.

"Será difícil que el Marqués Ketron haga un movimiento ahora mismo. La Marquesa cambió completamente la posición de la familia tras el escándalo del Marqués. Considera más importante el futuro de sus hijos que la lealtad entre el marqués y la anterior reina, y parece presionar al marqués para que se quede quieto."

El subordinado continuó con nerviosismo.

"¿No deberíamos definir nuestra posición lo antes posible? Entre tomar venganza o cambiar de lado completamente."

Entonces el viejo Duque Zemensia, que miraba en silencio la cubierta del libro, habló con una voz áspera.

"Lo más probable es que el asunto de la infertilidad sea una trampa."

"¿Quiere decir que la Emperatriz no es infértil?"

"No es sólo que no sea infértil, sino que es posible que esté embarazada. Si no, no estaría tan confiada en poner esta trampa."

Los ojos del subordinado se agrandaron.

"¿Pero no fue el Marqués Ketron quien inició ese rumor? Además, cada vez que se habla del sucesor, la Emperatriz cambia de tema con una expresión seria."

"¿Crees que la Emperatriz, que gobernó el Imperio Oriental, ni siquiera puede manejar su expresión facial?"

"Ah."

"Además, ese emperador astuto como un zorro ha dejado pasar los rumores. Sin duda, algo quieren conseguir."

"Ya veo."

Preguntó el subordinado con cara de preocupación,

"Entonces, ¿qué deberíamos hacer?"

"En primer lugar, tenemos que mantener nuestra posición. Así que permaneceremos con la boca cerrada."

El viejo Duque Zemensia habló pesadamente, se giró lentamente y miró el portaretrato que estaba sobre el escritorio de su estudio. En el portaretrato, una pequeña Christa estaba sentada en su regazo sonriendo ampliamente.

El viejo duque, con lágrimas en los ojos, abrió la boca impotente,

"Lo que quiero ahora es ver a mi hija. ¿Christa todavía no responde?"

"No. Parece que le disgustó mucho que el Duque no interviniera para defenderla."

El viejo duque, que permaneció aturdido por un momento como un árbol muerto, levantó el portaretrato que estaba sobre el escritorio.

"Entonces tendré que ir personalmente."

***

El Vizconde Roteschu había fijado la árida frontera de Palme como punto de partida en la búsqueda de Rivetti y la otra hija de los Vizcondes Isqua.

Palme era el lugar en el que operaba un gran grupo de bandidos, los Mil Eternos. Aunque recientemente no eran tan activos, sí lo fueron cuando el Vizconde y la Vizcondesa Isqua perdieron a su hija.

Los Vizcondes Isqua no perdieron a su hija en el Imperio Oriental, pero dijeron que se vieron envueltos en un ataque de los bandidos mil eternos, por lo que existía la posibilidad de que su otra hija hubiera llegado hasta aquí.

Así que el Vizconde Roteschu estaba muy ocupado buscando a su propia hija y a la otra hija de ellos. No había sido una exageración lo que le dijo a Rashta, ni siquiera sabía cómo se encontraba Alan en estos días.

Alan se había quedado encerrado en casa desde el nacimiento del bebé, centrándose sólo en cuidar de su hijo.

A veces le preocupaba lo que Alan pudiera estar haciendo, debido a su tonta personalidad, pero se tranquilizaba diciéndose a sí mismo que estaría bien.

Luego, después de varios días. El Vizconde Roteschu descubrió una pista sobre la verdadera hija de los Vizcondes Isqua. Se decía que podría haber ido al Orfanato Derose. Después de pasar por dos padres adoptivos, la niña supuestamente fue enviada al orfanato.

Esta no era la pista que quería después de haber pasado días buscando información sobre Rivetti.

Pero en cuanto se enteró, se dirigió a ese orfanato. Rivetti era mucho más importante que la verdadera hija de los Vizcondes Isqua, pero el Vizconde Roteschu se estaba dejando llevar por esperanzas supersticiosas.

Habiendo encontrado rastros de la hija de los Vizcondes Isqua mientras buscaba a Rivetti, esperaba encontrar también rastros de su propia hija mientras buscaba a la hija de los Vizcondes.

"Veamos... ¿cuál es su rango de edad? ¿Conoces sus características físicas? Si no sabes nada sobre su personalidad no importa, la personalidad de los niños cambia constantemente. Además, si se vio envuelta en un grupo de bandidos, es muy probable que su personalidad haya cambiado drásticamente... Hmm. Ni siquiera conoces sus características físicas."

Mientras el director buscaba en los registros de la época en que los Vizcondes Isqua perdieron a su hija, el Vizconde Roteschu miraba con extrañeza el retrato de la anterior Emperatriz Navier colgado en la pared de la oficina del director.

De hecho, este orfanato, era un orfanato patrocinado por la Emperatriz Navier. También un orfanato que Rashta había apoyado con el dinero de Navier.

"Oh, qué suerte."

En ese momento, el director dejó escapar un suspiro y sonrió, girando el documento que estaba examinando hacia el Vizconde Roteschu.

"Sólo dos niñas entraron a nuestro orfanato en ese tiempo."

"¿Dos?"

"No queríamos recibir a nadie más porque estábamos repletos, pero no tuvimos más remedio que recibir a dos más debido a las desafortunadas circunstancias en las que se encontraban."

El Vizconde Roteschu se apresuró a mirar el documento que le había mostrado el director.

Había dos pequeños retratos de unas niñas uno al lado del otro.

Sorprendentemente, uno de los retratos tenía escrito debajo, 'retirada'.

"Esta niña..."

"Como dije, ingresaron dos. Una de ellas, se marchó hace cinco años porque afortunadamente sus verdaderos padres vinieron a buscarla. Así que, está es la única niña."

El director señaló con el dedo a la niña sin una nota debajo y sonrió ampliamente.

"Ella es el orgullo de nuestro orfanato. Su nombre es Evely."

Si te gusta mi trabajo, puedes apoyarme comprándome un café o una donación. Realmente me motiva. O puedes dejar una votación o un comentario 😃😁.

Publicar un comentario

0 Comentarios

Haz clic aquí