LESVAC 160

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La Emperatriz se volvió a casar 160

Creer



"No."

Hablé con la mayor firmeza posible.

"En ese caso, Navier—"

"Dije que no."

"Puedes volver cuando quieras."

Pero Sovieshu continuó diciendo lo que quería.

"Escúchame. Dije que no. Que no."

A pesar de hablar un poco molesta, Sovieshu se mantuvo en la misma línea. 

"No tienes por qué herir tu orgullo."

"Sovieshu."

¿Por qué de repente volvía a actuar de esta manera? Antes me había confesado que me amaba... pero lo dijo como si aceptara que fuera feliz, ¿no es así? 

Las palabras se atascaron en mi garganta como un nudo. Era sofocante y hormigueante. Me lamí los labios varias veces.

"Me iré ahora." Pero al final me tragué todas esas palabras, di un paso atrás y me despedí, "Parece que no hay nada más que decir."

Pero Sovieshu aún tenía cosas que decir,

"Lo escuché."

¿Ahora qué?

"¿De qué hablas?"

"Tu esposo te ha hecho sentir triste."

"¿Quién te dijo eso?"

"Muchas personas."

"No sé quién realmente te lo dijo, pero deberías echarlo. Maneja muy mala información o tiene un pobre discernimiento."

"Navier. Esto no es algo de lo que sentirse orgullosa."

Ahh... Dios mío. Sovieshu.

Reprimiendo las ganas de arrancarle el cabello con mis manos, le dije, trazando otra línea.

"Sovieshu. Su Majestad. Ahora soy más feliz que nunca. No sé lo que escuchaste, pero no es asunto de Su Majestad. Eres mi ex-esposo. Desde el momento en que nos divorciamos, dejaste de estar involucrado en mis asuntos."

"¿Eres más feliz que nunca? ¿Más feliz que cuando teníamos una buena relación?"

El tono de Sovieshu y el mío cambiaba naturalmente entre amigos que crecieron juntos, una pareja que se separó, un emperador y una emperatriz.

Lo miré, mordiéndome los labios.

¿Era más feliz que en mi infancia? Por supuesto, los momentos más felices fueron en mi infancia, antes de que me hicieran daño. Nunca pasé por nada malo. La esperanza en el futuro brillaba con fuerza. Sólo estaba rodeada de personas que me querían. Una época en la que no había luchas políticas, en la que no sufrí ni una sola traición, en la que mi hermano vivía con mis padres, los padres de Sovieshu me adoraban, Rashta no existía, y Sovieshu era mi mejor amigo.

Mis padres eran más sanos y jóvenes que ahora. Cuando volvía a casa después de un duro día de clases, me aferraba a mis padres lo más fuerte que podía, para así olvidar el cansancio.

Sí. Fue una época muy feliz. Pero, ¿no fue el hombre que tenía delante quien se encargó de destruir esos días?

"Mi infancia con Su Majestad también fue feliz."

La expresión de Sovieshu se iluminó claramente.

"Pero sólo fui feliz por mi infancia, no porque Su Majestad estuviera a mi lado. ¿Lo entiendes? Si pudiera cortar con unas tijeras los momentos en los que estuve junto a Su Majestad en esos días, los habría cortado todos hace mucho tiempo. ¿Lo entiendes?"

Sin embargo, se volvió a oscurecer en cuanto escuchó mis últimas palabras.

¿Es suficiente? Lo miré directamente con una expresión fría. ¿Puedo irme ahora? ¿Me dejará de retener?

"Me enteré de lo que pasó entre el Emperador Heinley y la anterior reina Christa."

Supongo que aún no había terminado. No obstante, al escuchar lo que acababa de decir, pude entender por qué Sovieshu insistía tanto hoy en que volviera.

Temía que esta vez Heinley me abandonara en el Imperio Occidental.

"Es sólo un rumor."

"¿Estás segura?"

"Sí. Y aunque fuera cierto, no es asunto de Su Majestad."

Incluso intercambiar palabras así con Sovieshu fue mentalmente agotador. Me di la vuelta, sacudiendo la cabeza con una expresión verdaderamente disgustada.

"Me retiro."

"Te acompañaré."

"No es necesario."

"Emperatriz."

No sé qué palabras saldrían de mi boca si siguiera siendo cortés. Dejando de lado la cortesía por un momento, seguí adelante en silencio.

"Por cierto, Emperatriz."

Pero Sovieshu volvió a llamarme, acercándose a mí desde atrás.

¿Por qué no intentó hablar así antes del divorcio? Quería golpear esos labios con un abanico. 

"¿Qué te trae por aquí?"

"Su Majestad no tiene por qué saberlo."

"Si hubiera venido 'Navier', tendrías razón. Pero siendo la Emperatriz del Imperio Occidental quien vino, debería saberlo."

Finalmente, tuve que detenerme de nuevo. Al darme la vuelta con el ceño fruncido, estaba de pie con una expresión inusual que no parecía la de alguien que se estuviera aprovechando hábilmente de su posición.

Aunque fruncí el ceño, estaba en lo cierto. Aunque se decía que Wirwol funcionaba como una región autónoma, el emperador mantenía los ojos cerrados para que los magos pudieran actuar libremente. Wirwol era definitivamente territorio del Imperio Oriental.

"Vine a ver al decano."

A regañadientes, le mencione un poco del objetivo de mi visita. No me importaba decirle esto.

"¿Por qué al decano?"

"¿También tengo que decírtelo?"

"¿Es un secreto?"

"Sí."

Pero esta vez, la expresión de Sovieshu se volvió realmente oscura. Fue un cambio de expresión tan repentino que temí haberme expresado mal.

¿Por qué de repente se puso así? Mientras lo miraba sorprendida, preguntó cuidadosamente.

"¿También estás involucrada en este asunto?"

"¿Qué asunto?"

Su expresión era tan seria como si estuviera en una reunión discutiendo un tema complicado. No sé de qué estaba hablando, pero parecía grave.

"El fenómeno de la disminución del maná."

"¿Qué quieres decir?"

El fenómeno del aumento del maná... si fuera el caso, podría tener algo que ver conmigo. Pero no creo que sea eso lo que está preguntando.

"¿No lo sabes?", murmuró Sovieshu en voz baja. Y en lugar de esperar una respuesta añadió,

"Si realmente no lo sabes, te aconsejo que tengas cuidado con el Emperador Heinley."

***

Finalmente, pude separarme de Sovieshu e ir a la oficina del decano, pero dejó mi mente confundida y se marchó.

Sus palabras todavía me atormentaban.

¿Qué quiso decir con eso? ¿Preguntando si tenía alguna conexión con el fenómeno de la disminución del maná y luego diciéndome de repente que tuviera cuidado de Heinley? 

Mi inquietud empeoró cuando me reuní con el decano.

El decano, a quien no veía desde hace tiempo, tenía una expresión peor de lo habitual. Solía ser amable y alegre. Sin embargo, esa imagen había desaparecido, y en su frente se formaron tres profundas líneas de arrugas.

Ahora, me vinieron a la mente las extrañas palabras de Sovieshu, y me sentí preocupada.

Aún así, fingiendo no darme cuenta, saludé al decano de forma amistosa.

"Perdón por la visita repentina."

"Está bien..."

Sin embargo, el decano parecía no querer cuidar su expresión. Evidentemente, se inclinó levemente de forma incómoda.

Estaba segura de que la expresión del decano no era mala simplemente porque estaba de mal humor. Creo que estaba disgustado conmigo.

Pero volví a fingir no darme cuenta, le di un presente y saque a relucir el motivo de mi visita.

"En realidad, Decano. Vine a pedir su ayuda."

"¿Ayuda?"

"Tiene que ver con el maná..."

En ese momento, incluso antes de que pudiera terminar mis palabras, el decano me interrumpió y dijo rotundamente,

"Lo siento, Su Majestad la Emperatriz. No puedo ayudarle en este momento."

Como imaginaba, estaba disgustado conmigo. De repente, me sentí deprimida. No éramos lo suficientemente cercanos como para pasar tiempo juntos, pero pensé que teníamos una relación de respeto mutuo. La actitud fría del decano fue decepcionante. 

Para no expresar un sentimiento tan íntimo, pregunté casualmente.

"¿Es porque me fui al Imperio Occidental?"

Excepto por esto, el decano no tendría una actitud fría hacia mí.

Pero el decano lo negó.

"Eso no tiene absolutamente nada que ver, Su Majestad. Por favor, no me malinterprete. Di la bienvenida al segundo matrimonio de Su Majestad con los brazos abiertos."

¿Entonces?

"¿Por qué de repente...?"

"Soy un mago y un ciudadano del Imperio Oriental."

¿Qué relación tenía eso? ¿No le agrada que me convierta en maga y contribuya al poder del Imperio Occidental? Pero ya había ayudado un poco a Heinley, ¿no es así? Además, el decano ni siquiera sabía que podría convertirme en maga.

"Hasta que se demuestre que las sospechas actuales son falsas, no tenemos otra opción que permanecer alejados del Imperio Occidental."

"¿Sospechas?"

"... Lo siento."

Cada vez se volvía más confuso. ¿Qué estaba pasando?

"No está relacionado con Su Majestad la Emperatriz. Aunque podría, no creo que la Emperatriz sea esa clase de persona."

El decano añadió, mirándome con sentimientos encontrados.

"... Espero que no."

Acabé viniendo sola al restaurante que Heinley y yo habíamos planeado venir juntos. Me senté en la misma mesa que antes, pedí lo mismo del menú y, mientras esperaba a que llegara la comida, reflexioné sobre las palabras de Sovieshu y del decano.

¿Qué 'sospechas' exactamente?

La expresión de Sovieshu se tornó oscura al mencionar el 'fenómeno de la disminución del maná'. El decano enfatizó que era un ciudadano del Imperio Oriental y un mago, además habló de 'sospechas'.

¿Piensan ambos que el Imperio Occidental causó el fenómeno de la disminución del maná?

Tal vez sea ese el caso.

Si no, la actitud fría del decano y la repentina seriedad de Sovieshu, que me había estado suplicando que volviera, no tenían sentido.

Sin embargo, las sospechas en sí mismas eran realmente absurdas. ¿Cómo podría el Imperio Occidental hacer algo así? ¿Qué clase de persona sería Heinley?

... ¿Qué clase de persona?

De repente recordé que yo, que no tenía ni un poco de maná, me estaba convirtiendo en maga. La gran cama de maná del dormitorio compartido, los efectos secundarios de la cama de los que habló Heinley, y demás.

Sentí un hormigueo inexplicable en mi pecho. Me forcé a beber un poco de agua fría para disipar las dudas.

Sí. Aunque Heinley era bastante astuto, no podría ser tan aterrador, ¿verdad?

¿Cómo podría estar robando el maná? La imagen de Evely sufriendo estaba tan vívida en mi mente, que no podía creer que Heinley fuera la causa de ello. Era ridículo.

Afortunadamente, el camarero trajo la comida que había ordenado antes de que le diera más vueltas al asunto. 

Pero para entonces había perdido todo el apetito. El apetito que no había tenido en un tiempo había desaparecido por completo. Aunque mi estómago se quejaba de hambre, fruncía el ceño con el simple hecho de llevarme la comida a la boca.

Mientras todavía trataba de comer en contra de mi voluntad, un empleado me trajo el periódico de hoy.

"Um... Lady. Aquí tiene."

Estar sentada sola con el ceño fruncido no parecía apropiado.

"Gracias."

Lo saludé con una sonrisa forzada y abrí el periódico con una mano. Mi mente estaba en otra parte, pero quería pensar en cualquier otra cosa.

En cuanto abrí el periódico, mi atención se centró inmediatamente en el nombre de Rashta que estaba en un artículo.

¿Qué es esto?

Dejé la cuchara y levanté el periódico.

¿Apareció un hombre que afirmaba ser el verdadero padre de Rashta?

Esta era una noticia que aún no había llegado al Imperio Occidental.

Le había dicho a la Condesa Jubel que tenía algo en lo que pensar, así que se sentó en una mesa separada detrás de mí. En este momento, se inclinó hacia atrás para ver si también había recibido un periódico del empleado y susurró,

"Su Majestad, ¿ha leído esto en el periódico?"

"Acabo de verlo."

"Dios mío. ¿De qué se trata todo esto? Me lo llevaré. ¿¡Hay algo más delicioso!?"

Leí el periódico detenidamente. El hombre que afirmaba ser el verdadero padre de Rashta había aparecido hace unos días. Por supuesto, Rashta lo negó.

Podía imaginarlo. Si se inventó a estos padres nobles, no aceptaría a su verdadero padre de ninguna manera, independientemente de que fuera real o falso.

Sin embargo, anoche parecía haber cambiado sus palabras. Ella dijo que el hombre que afirmaba ser su verdadero padre, aunque en realidad no lo era, la había cuidado y criado durante un tiempo.

El hombre, que sostenía firmemente que era el verdadero padre de la Emperatriz, cambió repentinamente su postura después de que Rashta hiciera tal anuncio, estando de acuerdo con sus palabras.

Sin embargo, el reportero llamado Joanson, quien escribió el artículo, cuestionó entre líneas que, '¿cómo podía una personas cambiar su afirmación tan drásticamente?', y levantó sospechas de que había sido amenazado o recibido dinero. No de forma rotunda, pero sí un poco inverosímil.

"Dios mío, Dios mío. Su Majestad. ¿Vio esta parte?"

Supongo que estaba leyendo lo mismo. La Condesa Jubel volvió a llamarme ruidosamente.

"Esa mujer debe haber hecho enojar a este periodista. Está levantando sospechas desde muchos ángulos."

"Sí."

El periodista apuntaba aparentemente al verdadero padre en el artículo. ¿Se trata de un estafador?

Pero el hecho de que se atreviera a plantear el tema del dinero y las amenazas indicaba que en realidad era un artículo que había escrito para perjudicar a Rashta.

En definitiva, después de todo esto, parece que Rashta anunció que apoyaría tanto al hombre recién aparecido como a sus verdaderos padres nobles...

Pero este reportero, al dar la última noticia, atacó a Rashta fingiendo estar preocupado por ella.

[Su Majestad la Emperatriz tiene realmente un buen corazón. Es muy amable de su parte querer apoyar a ambos padres, pero la emperatriz de un país también debe tener determinación. Las personas comunes también son propensas a ser víctimas de estafas si son demasiado generosas, pero si la emperatriz de un país actúa de esta manera, todo el país podría ser estafado. En lugar de apoyar a los padres equivocados, ¿no sería mejor que Su Majestad se sometiera a una prueba en el templo para determinar quiénes son sus verdaderos padres, y así apoyar únicamente a ellos?] 

"¡Santo cielo! ¡¿Cómo puede saber tan bien?!"

Pude oír el silbido de la Condesa Jubel detrás de mí.

Bebí agua y doblé el periódico.

Antes, estaba tan concentrada en lo ocurrido con Sovieshu y el decano, que no me di cuenta. Escuchando atentamente, había mucho ruido alrededor sobre Rashta. Todos en el restaurante hablaban de ella.

Desde, "No está también el caso de los pagarés, la Emperatriz Rashta es una mentirosa", Hasta, "este reportero siempre habla mal de la Emperatriz Rashta. Sus palabras no son de fiar".

En este punto, creí que viviría feliz, criando a la hija que dio a luz. ¿Qué ha pasado, Rashta?

* * *

De vuelta en el Imperio Occidental.

Calmé a Heinley, que se acercó a mí como un cachorro ansioso, y le conté lo sucedido con Sovieshu y el decano. También sobre su extraña actitud.

"Nunca harías eso. Parece que hay algún tipo de malentendido."

"¿Entonces no recibiste ninguna ayuda con el maná?"

"No. De hecho, quería volver a visitarlo, pero... no lo hice porque estaba disgustado."

Agarré la mano de Heinley con fuerza, besé el dorso de su mano y dije,

"No lastimarías a otras personas con unas manos tan adorables."

"¡!"

"Heinley. No creo que harías sufrir a otras personas como sufrió Evely."

"Reina..."

"Le preguntaré al Gran Duque Kapmen sobre el maná. El Gran Duque tomó clases en la academia de principio a fin, así que podría ayudarme."

No me molesté en hablar de Rashta. No había necesidad de hacerlo.

Heinley me abrazó con fuerza sin decir una palabra.

Esa noche, recostada sobre el pecho de Heinley con los ojos cerrados, todas las preocupaciones de mi viaje a Wirwol desaparecieron.

Antes de darme cuenta, se había convertido en una persona especial para mí. Este príncipe de un país vecino, que era a la vez como un enorme cachorro y un águila astuta, era ahora realmente mi esposo, y me sentía reconfortada con sólo estar a su lado.

Al percibir la fragancia de su cuerpo, el cansancio de los últimos días me invadió y me quedé dormida mientras jugueteaba con los músculos de Heinley.

Pero cuando me desperté, no pude ver a Heinley.

Después de sentarme desconcertada, me volví a acostar pensando que quizá tenía algo que hacer. Pero en cuanto me acosté, de repente sentí mucha hambre. Quería comer el pan que Heinley preparaba.

Llevaba días sin comer bien, así que pensar en la comida me hizo sentir tanta hambre que me levanté y salí a buscar a Heinley.

No está en su habitación...

Entonces me dirigí a su oficina. La puerta de la oficina estaba cerrada.

En el momento en que toqué inconscientemente el pomo de la puerta, pensando en volver más tarde. Salió una fina capa de hielo de mi mano, el pomo se congeló, y tras un leve sonido, la puerta se abrió un poco sin hacer ruido.

¡Cielos!

Debería reunirme con Kapmen mañana mismo.

Mientras miraba perpleja mi mano, oí una voz suave a través de la puerta entreabierta.

"Envía al cuervo a comprobar la situación. Si realmente considera que nos descubrirán por ese collar, que haga lo que sea necesario para recuperarlo."

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