LESVAC 159

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La Emperatriz se volvió a casar 159

¿Por qué está aquí?



Rashta agarró y soltó repetidamente los reposabrazos del sillón.

Su mirada estaba puesta en el suntuoso tapiz de la pared de enfrente, pero en realidad no estaba mirando el tapiz.

Estaba recordando la advertencia de Joanson.

Eventualmente, Rashta se levantó del sillón. Cuanto más pensaba en eso, más le dolía la cabeza, así que iba a acostarse en la cama para echar una siesta. ¿Qué mejor lugar para olvidar y escapar de la realidad que un dulce sueño?

"Su Majestad. El Emperador está aquí."

Pero ahora parecía que ni siquiera podría escapar. Al escuchar que Sovieshu había venido, Rashta murmuró con miedo e impotencia.

"Dile que entre..."

En el pasado, ella se sentía bien sólo con verlo. ¿Cómo se convirtió en una relación de este tipo en menos de un año?

Rashta miró con tristeza al hombre que abrió la puerta y entró. A diferencia de la demacrada Rashta, Sovieshu todavía desprendía dignidad y encanto.

Pero tenía una expresión fría y escalofriante, lo que hizo que Rashta se asustara aún más. ¡Ha leído el artículo! 

"¿Eso es cierto?"

Sovieshu no le dio vueltas. Preguntó de inmediato nada más cerrar la puerta. Como Rashta temía, parecía haber leído el artículo en el periódico de hoy.

"Pregunté si eso cierto, Rashta. ¿Es cierto lo que se afirma en el artículo?"

Rashta respondió débilmente.

"¿Viniste buscando una respuesta o ya tienes una?"

Su voz desdichada y su expresión pálida podían provocar lástima, pero la mirada de Sovieshu permanecía indiferente. ¿A dónde fue el hombre que cantaba canciones de cuna a mi vientre hace unos meses?

'Este hombre también me arrebató a mi hija.'

"¿Creerás en la respuesta de Rashta?"

"¿Y si no te creo? ¿Hay algún problema?"

"..."

"Sé honesta. Tienes que decírmelo ahora para poder solucionarlo."

Rashta se mordió el labio.

Sovieshu continuó, mirando el periódico extendido sobre la mesa baja.

"Tanto si esa persona es tu verdadero padre como si no, no es tu culpa que haya aparecido tan inesperadamente. No pretendo culparte por esto. Así que sé honesta conmigo. Hagámoslo fácil."

"Si Rashta miente... ¿Su Majestad abandonará a Rashta?"

"No tengo tiempo para juegos."

"¿A qué te refieres con hacerlo simple?"

"Rashta."

Se sintió realmente asfixiada por la voz de Sovieshu.

Rashta dudó y respondió,

"No es mi verdadero padre."

Rashta bajó los ojos, evitando la mirada fija de Sovieshu.

Después de mirar a Rashta en ese estado durante un tiempo, Sovieshu respondió con calma, "Está bien." Entonces, se dio la vuelta y salió. No volvió a preguntar si era cierto.

¿Se dio cuenta de que mentí? Temiendo que volviera y la presionara en cualquier momento, Rashta se congeló aterrorizada, tragando fuertemente.

No obstante, Sovieshu no volvió y ella se arrepintió tardíamente.

Lo hizo porque no quería ser una molestia para Sovieshu. Aunque Sovieshu lo solucionara, no quería que pensara en el proceso, 'Es una mujer incompetente y agobiante'.

Sovieshu ya sabía de las mentiras de Rashta. Nada más entrar en la oficina, se lo comentó al Marqués Karl, que le estaba esperando,

"Al final mintió."

"¿Otra vez?"

"Sí. Otra vez."

El Marqués Karl suspiró,

"... Pero esta vez me da un poco de lástima. Debe haber sido por ese hombre que Rashta se convirtió en esclava. Y ahora volvió a aparecer."

Sovieshu asintió. Le había dicho a Rashta que se encargaría si respondía con honestidad, fue una oportunidad que le dio con esto en mente.

"¿Qué piensa hacer, Su Majestad?"

"Si lo dejo tranquilo, perjudicará a mi hija. Una persona así no tiene escrúpulos y no hay forma de que cambie en el futuro. Hay que encargarse discretamente antes de que sea demasiado tarde."

"¿Nos encargamos ahora?"

"Hay mucha gente prestando atención en este momento. Será mejor encargarse de eso una vez que la atención de la gente se desplace a otra parte... o después de salir de la capital."

* * *

"Bueno, es mejor encargarse de eso lo antes posible. Más adelante el embarazo estará muy avanzado. Eso también dificultará el movimiento..."

Heinley, que había estado acariciando mi vientre en silencio, había decidido finalmente cómo manejar el asunto de ir a Wirwol.

Parecía pensar que sería mejor ir ahora que en otra ocasión en el futuro.

"Pero el médico del palacio me indicó que los primeros meses son los que más cuidados requieren."

El cojín en mi espalda no dejaba de inclinarse, así que extendí la mano hacia atrás para acomodarlo.

Recostándome de nuevo en el cojín levantado, Heinley volvió a poner su mano en mi vientre con naturalidad y respondió,

"Eso también me preocupaba mucho, Reina. Pero más adelante no podrá ocultarse que estás embarazada."

"Eso es verdad."

Cuando mi barriga crezca, todo el mundo sabrá que estoy embarazada. La noticia llegará también a otros países.

Heinley suspiró.

"¿No están los países vecinos en alerta desde que nos autoproclamamos un imperio? Si se corre la voz de que Reina está embarazada, los ojos de los asaltantes podrían iluminarse."

"Tienes razón."

"Preparé un carruaje grande y cómodo. Piensa en ello como un viaje."

"Sí."

Respondí, y puse mi mano sobre la mano de Heinley en mi vientre.

Heinley giró su mano, entrelazó sus dedos con los míos y susurró,

"Reina. Si vamos a Wirwol, también pasaremos por allí."

"Donde cenamos juntos."

"Sí. Ese lugar."

Nuestras mentes estaban conectadas, Heinley susurró suavemente, besando nuestras manos entrelazadas y sonriendo entre dientes.

Aunque no se sabe cuándo va a salir hielo de mi mano, no parecía tener el más mínimo miedo.

También me incliné y besé la frente de Heinley.

Aunque íbamos a Wirwol por el asunto de la magia, los dos deseábamos salir juntos después de tanto tiempo.

Ahí es donde le pedí que se casara conmigo...

En cuanto nos decidimos, comenzamos a preparar el viaje.

Como no se trataba de una visita oficial, sino de una visita breve, los preparativos no fueron nada del otro mundo.

Se preparó principalmente lo esencial, y el carruaje se decoró como un carruaje noble normal.

Heinley mencionaba ocasionalmente los nombres de los deliciosos restaurantes de Wirwol, y decía con gran entusiasmo que iríamos de uno en uno.

Pero dos días antes de partir. Llegó un mensaje urgente del lado de Whitemond. El Rey de Whitemond vendría en persona para reunirse con Heinley. Quería discutir el problema del puerto directamente, no a través de una delegación.

Para el momento en que llegó el mensaje, el rey ya debía haber dejado el país.

Whitemond no era un país lejano. Si el rey envió el mensaje y partió de inmediato, llegaría aquí justo después de que Heinley y yo nos hubiéramos marchado, a menos que se diera alguna circunstancia especial.

Sujeté su cabeza con ambas manos y consolé a Heinley, que estaba sufriendo.

"Quédate aquí. Puedo ir sola."

Lo sentía por Heinley, que tenía mucha ilusión en que hiciéramos el viaje juntos, pero tenía que hacerlo.

"No, Reina. Es peligroso."

"El Vizconde Langdel dijo que me acompañaría con los Caballeros Transnacionales. ¿Qué podría ser peligroso?" 

"Pero..."

"Heinley. El rey de otro país nos visitará en persona. Los dos no podemos estar ausentes al mismo tiempo. Especialmente tú."

Tras hablar con firmeza, Heinley asintió a regañadientes. Aunque a veces parecía actuar emocionalmente, en realidad Heinley no tenía problemas para separar los asuntos públicos de los personales.

"Volveré tan pronto como pregunte sobre la magia."

Una vez que se lo prometí, Heinley volvió a asentir sin ánimo.

La tranquilidad reinaba en el carruaje traqueteante.

Aunque seguía sin tener apetito, no me sentía mareada por el movimiento del carruaje y el viento era fresco. Con el cielo despejado, el tiempo era perfecto para viajar.

'Realmente quería que viniéramos juntos.'

Mientras estaba apoyada en la ventana del carruaje observando cómo el verde paisaje se transformaba en magníficos edificios, no pude evitar sentir cierta lástima. La imagen de Heinley parloteando a mi lado no dejaba de venirme a la cabeza.

¿Cuándo invadió mi mente de forma tan natural?

"Parece que ya casi llegamos, Su Majestad."

Estaba sumida en mis pensamientos cuando escuché la animada voz de la Condesa Jubel. En ese momento, recordé lo que había sucedido antes de partir y me reí.

El hecho de que podría convertirme en maga también era un secreto, pero sólo lo mantendría como una carta de triunfo.

No necesitaba engañar a todos como hice con el bebé, así que les conté a mis damas de compañía el propósito de este viaje.

Mis damas de compañía se emocionaron tanto que se pusieron nerviosas. Por supuesto, todas querían acompañarme.

Pero al final decidí llevar sólo a la Condesa Jubel y a Mastas, lo que escandalizó a Rose y a Laura. Al ver a Rose y a Laura quejándose juntas, la Condesa Jubel estalló en risas.

"Parece estar alegre, Su Majestad."

"Bueno. Estaba pensando que la próxima vez debería venir con la Señorita Rose y la Señorita Laura..."

Justo cuando Mastas iba a hablar, el carruaje se detuvo y el Vizconde Langdel abrió la puerta.

"Hemos llegado, Su Majestad."

"Bien."

El Vizconde Langdel me extendió la mano y bajé del carruaje.

Por cierto... ¿se encontraba bien? Su expresión era sombría bajo la luz del sol.

¿Podría ser porque estaba lejos de la Duquesa Tuania?

"Lamento haber hecho que me acompañaras en este largo viaje."

Me disculpé, pensando que podría ser por mi culpa, pero el Vizconde Langdel respondió inmediatamente.

"¿Qué? No, no. Eres mi salvadora, mi señora aunque sea temporal."

Aunque lo negó, no tenía buen semblante...

Mientras reflexionaba sobre si sería descortés preguntar, el Vizconde Langdel murmuró, tomando esta vez la mano de la Condesa Jubel para que bajara del carruaje.

"En realidad es por Nian."

La Condesa Jubel preguntó apresuradamente antes de bajar del carruaje.

"¿Qué ocurrió con Nian?"

En el Imperio Oriental, Nian era el foco de los chismes de la alta sociedad.

Desde que llegué aquí, los rumores sobre mí no habían dejado de circular, así que ella había permanecido un poco entre bastidores. La Condesa hace mucho que no oía nada sobre Nian, así que parecía intrigada.

El Vizconde Langdel respondió hoscamente.

"Todo es por culpa del Marqués Liberty."

El Marqués Liberty era el hijo mayor del Duque Liberty. No ostentaba oficialmente el título de marqués, todos le llamaban marqués por ser el sucesor. Profundizando un poco más, era el hermano mayor de Wihan, el hermanastro de Mullaney. Pero, ¿por qué él?

Rechazando la mano del Vizconde Langdel y saltando del carruaje, Mastas preguntó.

"¿Te refieres a esa comadreja tímida?"

"Sí, esa comadreja."

¿Comadreja?

"¿Por qué una comadreja?"

Preguntó la Condesa Jubel, sus ojos brillaron por completo al escuchar que un hombre se interpuso entre el Vizconde Langdel y Nian.

El Vizconde Langdel volvió a responder dócilmente,

"Creo que se enamoró de Nian. Aparece en cualquier fiesta que Nian organice o a la que asista, sin importar lo pequeña o grande que sea."

La Condesa Jubel soltó una carcajada y sacudió las manos como si hubiera hecho un escándalo por nada.

"Pensé que era algo serio. No es el primer hombre ni el segundo así, ¿por qué te preocupa tanto?"

"Él tiene un estatus más alto, más estable... y tiene una apariencia suave."

Mastas intervino rápidamente y consoló al Vizconde Langdel.

"El Vizconde también tiene una apariencia suave."

"¿Es eso un cumplido?"

"¡Por supuesto! El Vizconde también es una gran comadreja."

"¿Es eso realmente un cumplido?"

En momentos como este, el Vizconde Langdel no parecía un temible comandante de los caballeros transnacionales. Viendo cómo el Vizconde Langdel asentía ante el aparente cumplido de Mastas, me mordí los labios para contener la risa.

Pero el Vizconde Langdel, que caminaba tranquilamente, se detuvo de repente y su expresión se volvió rígida. Su rostro inocente desapareció, y surgió al instante la expresión feroz del comandante de los caballeros.

¿Qué ocurre?

Giré mi cabeza hacia la dirección que estaba mirando.

La razón fue fácil de entender.

Sovieshu...

Allí estaba Sovieshu.

Él también tenía una expresión rígida, como si no esperara verme aquí. Los caballeros que seguían a Sovieshu parecían incómodos. La brillante atmósfera se volvió repentinamente pesada.

Nos miramos torpemente por un momento, luego nos acercamos cuidadosamente como si alguien nos hubiera empujado.

Ocupábamos una posición demasiado elevada como para pasar de largo fingiendo que no nos habíamos visto. Como emperador y emperatriz de países competidores, debíamos mostrar respeto mutuo.

Además, este era un camino recto. Si quería evitarlo, tendría que pasar a través de los arbustos a los lados. Sería demasiado obvio que estaba huyendo.

A unos tres pasos de distancia, nos detuvimos de nuevo. Lo saludé cordialmente, sonriendo lo mejor que pude como una emperatriz. 

"Escuché del nacimiento de la bebé. Felicidades."

"... Gracias."

Sovieshu respondió incómodamente.

Levanté las comisuras de los labios y asentí sin decir una palabra. Entonces añadí,

"¿Puedes darle ahora el regalo que le dejé, o lo tiraste?"

Cuando Rashta quedó embarazada, elegí una espada como regalo para su bebé. Una espada espléndida y hermosa, pero decorativa. Una espada que significaba vivir sin trabajar.

La expresión de Sovieshu se congeló rápidamente.

"Bueno. Ese regalo se lo diste a Rashta, así que no sé dónde está."

"Lo entiendo."

Asentí y miré en la dirección en la que debía ir. Esa era la dirección desde la que apareció Sovieshu.

Estaba indecisa. ¿Podría despedirme y seguir mi camino? ¿Podría decirle que me dejara pasar, que tenía asuntos que atender?

"Retrocedan."

Supongo que no.

Sovieshu ordenó a los guardias que traía consigo que retrocedieran. Entonces, dirigí una mirada que expresaba lo mismo a los hombres que estaban detrás de mí.

Vizconde Langdel frunció un poco más el ceño, pero no dijo nada. Aunque Wirwol funcionara como una región autónoma, seguía siendo territorio del Imperio Oriental, por lo que Sovieshu podía preguntar, '¿Qué hace aquí una persona exiliada?' Por alguna razón, parecía que intentaba evitarlo.

Por último, también pedí a la Condesa Jubel y Mastas que retrocedieran.

No podía ignorar su petición a la ligera, seguía siendo el Emperador del Imperio Oriental.

En cuanto todos se alejaron, Sovieshu preguntó con voz desgarrada.

"Pensé que vivirías bien. ¿Por qué has perdido tanto peso?"

Sorprendentemente, sonaba bastante molesto.

Es cierto que he perdido peso, no he comido mucho últimamente.

Pero no podía decir que había perdido el apetito porque estaba embarazada. Mientras permanecía en silencio intentando encontrar una respuesta, Sovieshu volvió a preguntar.

"¿Es culpa de tu esposo?"

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