LESVAC 153

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La Emperatriz se volvió a casar 153

La Decisión de Vizcondesa Verdi



Una vez que Rashta se recuperó un poco, se celebró un banquete durante tres días y tres noches para festejar el nacimiento del primer bebé de Sovieshu.

Mientras Rashta se recuperaba, numerosos nobles e invitados distinguidos, que habían recibido invitaciones con antelación, se reunieron en el Palacio Imperial con carruajes llenos de regalos.

Estaban emocionados por conocer a la bebé nacida del Emperador y la Emperatriz, que eran admirados por su belleza.

Cuando entraron al salón de banquetes, todos quedaron muy impresionados al ver a la rumoreada Princesa Glorym.

La princesa, que se parecía a Rashta, era tan encantadora como una pequeña hada.

Se veía pequeña y frágil, quizá por haber nacido antes de tiempo, pero no parecía haber sido perjudicial para su salud.

"Es una bebé realmente hermosa."

"Ya es tan adorable, Su Majestad debe estar muy complacido."

"¡Nunca había visto a una princesa que pareciera tan lista, Su Majestad!"

Los presentes se acercaron al mismo tiempo para felicitar a Sovieshu.

Sovieshu sostuvo a la bebé en sus brazos, como una nutría orgullosa que no se separaba de su cría.

Esa actitud protectora del emperador, hizo reír involuntariamente a los presentes.

'Ahora mismo soy la única que está sufriendo.' Rashta pensó mientras contemplaba la feliz escena.

Recostada en un sillón suave, Rashta se quedó mirando aturdida a su hija en los brazos de Sovieshu desde la distancia.

Tres veces.

Después del nacimiento de la princesa, era el número de veces que había visto a su hija.

Alguien en el fondo dijo, "Los pagarés... ¡Hmm!" Entonces, se escuchó una tos seguida de voces que se reían entre sí.

Eran voces que se burlaban de ella por el incidente de los pagarés.

Rashta puso sus manos sobre su vientre, donde la inflamación aún no había bajado del todo, y apretó los labios.

Los cortesanos que se dieron cuenta que ahora Sovieshu sólo tenía ojos para su bebé, comenzaron a cambiar de actitud.

Dado que Sovieshu ni siquiera permitía que Rashta estuviera cerca de su hija, la gente pensaba que Sovieshu, enfadado por el incidente de los pagarés, había separado deliberadamente a la bebé de Rashta.

Era así incluso a los ojos de Rashta.

A pesar de que envió numerosos médicos para que se ocuparan de la recuperación de su cuerpo y personal para atenderla, se podía percibir un verdadero muro en la actitud de Sovieshu.

Pero Rashta no estaba dentro de ese muro. Sólo estaba su hija, que había sido arrebatada, y Sovieshu.

***

"Lo sabías... ¿no?"

"Entonces... era cierto."

"...nunca me agradó."

"Bueno, al final es una plebeya de una familia noble caída..."

Rashta dejó de caminar lentamente y miró hacia la dirección en la que escuchó las voces.

Si van a hablar de mí, ¡¿por qué no lo hacen en un lugar en el que no pueda escucharlos?!

Pero Rashta no sabía que en un momento dado Navier había escuchado tales murmullos, justo en la posición en la que se encontraba ahora.

Las sirvientas que estaban detrás de Rashta tampoco lo sabían.

Sólo la Vizcondesa Verdi, que tenía una expresión pálida, era consciente de este hecho.

La Vizcondesa Verdi habló con amargura, recordando los eventos del año pasado que parecían superponerse.

"Su Majestad la Emperatriz. No se preocupe. No vale la pena preocuparse por eso."

"¿Cómo no preocuparme si puedo escucharlos?"

Rashta replicó con frialdad, pero por su expresión parecía que estaba al borde de las lágrimas.

'¿Por qué está ocurriendo esto?'

El mundo había cambiado tras el nacimiento de su hija. Todo se volvieron más brillantes y animados, pero sólo su mundo se oscureció de repente.

En los días de fiesta por la celebración del nacimiento de la bebé, ella no fue el centro de atención.

La bebé recibió todo tipo de elogios por parte de los asistentes, y Sovieshu recibió todo tipo de felicitaciones, pero ella, que dio a luz a la bebé, se convirtió en el hazmerreír.

'¿Cómo era esto posible?'

Durante los meses que había llevado a su hija en su vientre, se había esforzado en cuidarla. Era como su álter ego, nacida por medio de su cuerpo. Entonces por qué...

"¿Quién crees que será la próxima emperatriz?"

"La mayoría de las jóvenes damas de la edad de Su Majestad ya están casadas..."

"Entonces, ¿las jóvenes damas de la edad de Laura serán las candidatas?"

"¿No es posible que la Señorita Evely se convierta en la Emperatriz?"

"De ninguna manera, Su Majestad no aceptará a una plebeya como Emperatriz dos veces."

"Bueno. Los plebeyos parecen no tener vergüenza incluso si son inteligentes. Sólo hay que fijarse en Su Majestad la Emperatriz. Presumiendo con los pagarés de otra persona... qué descaro."

"¿Aún no está soltera la Princesa Soju?"

Al acercarse a la dirección de las voces, Rashta se detuvo, sorprendida de que estuvieran hablando tan pronto de la próxima emperatriz.

¿Realmente son las mismas personas que decían que era adorable y encantadora sin importar qué error cometiera?

A pesar del incidente de los pagarés y del trato frío de Sovieshu, no fue precisamente eso lo que les hizo cambiar de actitud.

Ya había indicios de este desprecio desde antes.

Desde que se convirtió en la Emperatriz.

Los nobles, que habían sido tolerantes y comprensivos con todos sus errores cuando era concubina, de repente comenzaron a juzgar con dureza todo lo que hacía en cuanto ascendió a la cima.

Como si el simple hecho de que se convirtiera en emperatriz fuera terrible, detallaron todas sus acciones y la destrozaron.

Bueno. Siempre fueron así.

Sólo que antes lo hacían a escondidas, y ahora lo hacían descaradamente.

Rashta corrió hacia ellos y se preguntó si debía gritarles, pero al final regresó por donde había venido.

No fue porque tuviera miedo de ellos. De hecho, fue porque temía que después de armar un escándalo, el poco afecto que a Sovieshu le quedaba por ella desapareciera.

El tiempo prometido como emperatriz era de un año. Si hubiera dado a luz a un príncipe heredero, ese período podría haberse extendido, pero ahora era imposible.

Debía permanecer lo más tranquila posible hasta encontrar la manera de no ser echada.

***

Hubo una persona que observó la escena desde la distancia.

Fue el Barón Lant.

Mientras bajaba las escaleras, vio esto a través de la ventana y chasqueó la lengua.

Aunque no pudo escuchar nada, no era difícil hacerse una idea de la situación.

Por lo visto, los cortesanos habían estado hablando sobre los rumores que circulaban, y Rashta los había escuchado mientras daba un paseo.

Al ver que su tez se volvió pálida y se marchó, era evidente que estaban haciendo comentarios realmente desagradables.

'Sólo hay sirvientas a su alrededor, así que nadie es capaz de dar un paso al frente.'

Si en vez de sirvientas fueran damas de compañía las que estuvieran a su alrededor, se habrían subido las mangas e intervenido al escuchar tales palabras insultantes.

No era porque las damas de compañía tuvieran un mayor sentido de la justicia que las sirvientas, sino porque las damas de compañía tenían el poder para hacerlo y el estatus para no ser despreciadas.

Pero las sirvientas eran diferentes. Por mucho que fueran sirvientas de la emperatriz, todos eran plebeyas.

Era imposible que una sirvienta interviniera airadamente en una conversación entre nobles, a menos que estuviera dispuesta a asumir las consecuencias.

El Barón Lant dejó los documentos que tenía en sus manos en la oficina de la secretaría e inmediatamente se dirigió donde Sovieshu.

"Su Majestad, tengo algo que decirle."

"¿Es urgente?"

"Es sobre la Emperatriz."

"No creo que sea urgente. Más tarde."

El cambio de actitud de Sovieshu hacia Rashta fue percibido incluso por el Barón Lant.

Realmente parecía ocupado, pero cuando se trataba de Rashta, Sovieshu solía escucharlo de inmediato, dejando todo de lado.

Al final, el Barón Lant tuvo que esperar un par de horas antes de poder comunicar lo que quería,

"Su Majestad, creo que debería estar más pendiente de la Emperatriz."

Sovieshu frunció el ceño mientras presionaba sus ojos cansados.

"Le asigne los mejores médicos y personal para cuidarla las 24 horas del día. El chef le prepara toda la comida y los aperitivos adecuados para una madre, y le llene la habitación de regalos de todo tipo. ¿Qué más se supone que debo hacer?"

Ciertamente, en lo material le dio en abundancia. Sin embargo, por muchas joyas y buena comida que le enviará, no significaba nada mientras Sovieshu no fuera a verla.

Y lo que es más importante—

"No la ha dejado estar con la princesa..."

El Barón Lant murmuró con impotencia y miró a un lado. 

Había una linda cuna de bebé que no encajaba con la oficina formal. 

Era evidente incluso sin mirar quién dormía en la cuna.

Ya era conocido por todos en el Palacio Imperial que Sovieshu cuidaba a la bebé de vez en cuando mientras trabajaba.

"Barón Lant. ¿Crees que Rashta, que arrancó las plumas de un pequeño y frágil pájaro para culpar a Navier, cuidará bien de su propia hija?"

Sovieshu esbozó una sonrisa amarga.

"Un pájaro y un bebé son diferentes, Su Majestad. Que uno sea bueno en la caza no significa que uno sea una persona despiadada."

"Se puede saber qué tipo de persona es observando cómo se comporta. Además, me divorciaré de ella de todos modos."

Pero contrariamente a las palabras severas, Sovieshu recordó a Rashta con su primer bebé en sus brazos.

"Su Majestad, por el bien de la princesa, déjela estar con la Emperatriz aunque sea un rato. De seguro la princesa también extraña los brazos de su madre."

Eventualmente, después de pensarlo mucho, Sovieshu envió a la bebé a Rashta por la noche.

La Vizcondesa Verdi se alegró mucho cuando un ayudante del Emperador trajo a la princesa, y la cargó rápidamente.

Estuvo al lado de Rashta durante su embarazo y su parto, por lo que se encariño con la princesa, a la que apenas había visto.

Le disgustó mucho que Sovieshu ni siquiera le dejara acercarse a la bebé. Se sentía muy feliz de poder volver a tenerla en sus brazos.

"¿Cómo puede ser tan tranquila y hermosa?"

La Vizcondesa Verdi sonreía ampliamente mientras cargaba a la bebé. Luego, se acercó apresuradamente a Rashta, que estaba acostada en su dormitorio, y le mostró a la bebé,

"Su Majestad, mire a la princesa. Un ayudante del Emperador ha traído a la princesa."

"¿Mi bebé?"

Rashta se levantó enseguida. Su rostro ensombrecido también se iluminó de inmediato.

Sin embargo, no pudo aceptar a la bebé y se limitó a apretar los puños repetidamente.

La alegría seguida de la angustia, la tristeza y el dolor surgieron en su interior.

La bebé era adorable, pero se sintió atormentada al recordar cómo su posición se había derrumbado en un instante por culpa de esta bebé.

"Su Majestad, tome a la princesa en sus brazos."

Cuando la Vizcondesa Verdi intentó darle la princesa, Rashta dudó, pero no la sostuvo. 

Sin embargo, apenas la princesa comenzó a llorar, incómoda por la posición en la que estaba, Rashta no pudo evitar extender sus manos rápidamente y sostener a la bebé en sus brazos.

"Lo siento, bebé. Mamá lo siente, bebé."

Rashta dio unas ligeras palmaditas en la espalda a la bebé y la meció.

La bebé era pequeña y cálida. Mientras su pequeño cuerpo se agitaba en sus brazos, Rashta sintió una emoción subir por su pecho.

Había dado a luz dos veces, pero ésta era la primera vez que tenía un bebé en sus brazos de esta manera.

Tal vez por eso se sentía tan extraña, pero era agradable.

"Se está meneando."

Cuando Rashta murmuró, la bebé parpadeaba con los ojos llenos de lágrimas mientras miraba a Rashta.

En ese instante, Rashta se dio cuenta. Jamás podría culpar a esta niña.

Ya amaba a su hija.

En cuanto fue consciente de este hecho, el vacío y la debilidad que sentía antes desaparecieron. Estaba decidida a proteger a la bebé.

'Sí. Tengo que ser fuerte.'

No era momento de quedarse de brazos cruzados. Si la echaban de la posición de emperatriz, este niña sería criada por otra mujer.

Esta vez, una inteligente y astuta joven dama de buena familia se convertiría en la Emperatriz.

No importa que la nueva emperatriz fuera tan buena como un ángel, sus hijos seguirían siendo comparados, la familia de la madre de esa emperatriz e incluso las personas a su alrededor rechazarían a la primera princesa.

Aunque la miraran con desprecio, tenía que mantener su posición de emperatriz. Sólo así podría proteger a su hija.

En este punto, el llanto de la princesa se detuvo.

Tal vez porque estaba en los brazos de su madre o porque estaba en una posición más cómoda.

Sin embargo, cuando la princesa dejó de llorar y se tranquilizó, la intensa vitalidad, que podía sentirse en todo su cuerpo, disminuyó drásticamente. Parecía inerte.

Rashta miró horrorizada a la bebé con la cabeza inclinada. Sintiendo de repente la misma sensación del pasado cuando sostuvo en sus brazos al bebé muerto.

Ante el espeluznante horror que la invadió de pies a cabeza como un rayo, Rashta soltó un grito ahogado y tiró a la bebé.

"¡Fuera! ¡Fuera de mi vista!"

Tras tirar a la bebé, Rashta temblaba mientras se agarraba la cabeza con ambas manos. Sentía un olor repugnante a cadáver en los brazos, así que se los pasó apresuradamente por las rodillas y las sábanas para quitárselo.

"¡Princesa!"

La bebé, que había sido tirada al suelo, lloraba desconsoladamente, sólo entonces Rashta se calmó un poco y preguntó con la mirada perdida.

"¿Está, está viva?"

Por un momento, la Vizcondesa Verdi recordó a Delise, a quien Rashta había cortado la lengua y encarcelado después de ver algo que 'no debía ver', y a la sirvienta cuyo padre estuvo a punto de ser ejecutado por hablar de más.

Y la imagen de Rashta tirando a la bebé.

La Vizcondesa Verdi tragó fuertemente.

"¿Está viva?"

Rashta volvió a preguntar, su voz sonaba áspera.

La Vizcondesa Verdi sabía lo que se avecinaba. Por alguna razón, Rashta estaba aturdida ahora, pero una vez que entrara en razón intentaría matarla por haber presenciado una escena que 'no debía haber visto'.

Dio un paso atrás, agarrando a la bebé con fuerza.

"¿Vizcondesa? ¿No le estoy preguntando a usted? ¿Está viva?"

Rashta volvió a preguntar sin comprender.

La Vizcondesa Verdi apenas consiguió abrir la boca y pronunciar unas palabras.

"La bebé... parece conmocionada. Por favor, espere un momento. Iré a examinarla."

Habló en voz baja para no irritar a Rashta, dio otro paso atrás y se apresuró a salir del dormitorio.

Luego salió también del salón y corrió por el pasillo.

Temiendo que los caballeros y sirvientas bajo el mando de Rashta fueran a por ella en cualquier momento, la Vizcondesa corrió desesperadamente hacia el Palacio del Este con la bebé en brazos.

Cuando Rashta se liberó finalmente de la conmoción causada por el bebé muerto, se dio cuenta de que la Vizcondesa Verdi se había ido a alguna parte con la bebé en sus brazos. También se dio cuenta de que la Vizcondesa Verdi la había visto tirar a la bebé al suelo.

"¡No puede ser!"

Rashta salió a toda prisa al pasillo y preguntó a uno de los caballeros apostados en la puerta.

"¿Y la Vizcondesa?"

"¿A dónde ha ido la Vizcondesa con mi bebé?"

El caballero respondió con una mirada de desconcierto.

"Salió corriendo en esa dirección con la bebé en brazos."

Rashta palideció y ordenó,

"¡Atrapen a esa perra! ¡Ahora mismo! ¡Esa perra ha secuestrado a mi hija!"

Los caballeros se sorprendieron por un momento y se miraron el uno al otro.

Consideraron descabellado que la única dama de compañía de la emperatriz secuestrara a la Princesa en el Palacio Imperial.

Sin embargo, por sus ojos rojos y su rostro pálido, parecía que no se trataba de una broma.

Los caballeros corrieron apresuradamente por el pasillo.

Sin embargo, la Vizcondesa Verdi ya había llegado al Palacio del Este.

Al verla correr sin aliento, los Caballeros de la Guardia Imperial se acercaron en su ayuda.

"¿Qué ocurre?"

"Su, Su Majestad, necesito ver a Su Majestad."

Suplicó desesperadamente la Vizcondesa Verdi.

Tenía una expresión de terror, por lo que los Caballeros de la Guardia Imperial informaron inmediatamente a Sovieshu.

Al escuchar que la Vizcondesa Verdi venía con la princesa en sus brazos, Sovieshu la dejó pasar al salón.

En cuanto la Vizcondesa Verdi vio a Sovieshu, cayó de rodillas y clamó entre lágrimas,

"¡Su Majestad, la Emperatriz tiró a la princesa al suelo! ¡Por favor, proteja a la princesa!"

***

"¡Embarazada, está embarazada!"

Tardó en abrir la boca, pero luego habló rápido.

El médico del palacio, que no pudo evitar hablar rápido, repitió las mismas palabras varias veces.

Entonces, asombrado por sus propias palabras, se levantó de un salto y me miró fijamente, con sus ojos completamente abiertos.

"¡Emperatriz! ¡Oh, Dios mío! ¡Oh, Dios mío! ¡Oh, Dios mío!"

Miré al médico del palacio con extrañeza.

No pude pensar en nada. En nada. Era como si mi cabeza estuviera realmente vacía, nada pasaba por mi mente.

Mirándolo desconcertada, el médico del palacio tosió y sonrió torpemente,

"Pueden estar tranquilos. Efectivamente Su Majestad la Emperatriz está embarazada."

Dirigí mi mirada a Heinley. 

Heinley cerró una mano en un puño y se cubrió la boca con la otra.

Podía ver cómo su puño temblaba ligeramente.

Heinley, que había permanecido como si estuviera ausente, volvió a mirarme de repente con sus ojos llenos de lágrimas.

Cuando apartó la mano que cubría su boca, vi que se mordía los labios con fuerza.

"Reina."

Heinley me llamó con voz temblorosa, estiró los brazos y me abrazó con fuerza.

"¿Está seguro? ¿No hay una alta probabilidad de que sea un diagnóstico erróneo?"

Sin embargo, en cuanto le pregunté al médico del palacio con firmeza, los brazos de Heinley se debilitaron.

El médico, que nos miraba con una expresión de confusión, respondió rápidamente a mi pregunta,

"Por supuesto, es común hacer un diagnóstico erróneo en este momento. Pero Su Majestad, nunca me he equivocado en esto."

Sin embargo, cuando estaba en el Imperio Oriental fui testigo de varios diagnósticos erróneos 'en esto'.

"¿Cuándo podremos saberlo con seguridad?"

"Podremos saberlo con seguridad después de dos semanas."

"Bien, volveré a chequearme."

Le pedí al médico del palacio que no le contara a nadie sobre esto, y el médico en su euforia, dijo que lo entendía a regañadientes.

"Pero por si acaso, debe reducir su carga de trabajo y tomarse más tiempo para descansar, Su Majestad."

Después de que el médico del palacio se marchara, también se lo pide a Heinley,

"Heinley, no le cuentes a nadie sobre esto. Hay personas que se burlarían de nosotros por revelar que estoy embarazada sin antes confirmarlo."

Fue extraño. Aunque hablé tranquilamente como de costumbre, la voz que salió parecía temblorosa.

¿Por qué?

Fue lo mismo incluso después de toser un par de veces antes de volver a hablar. Mientras me mordía los labios confundida, de repente sentí un extraño cosquilleo por todo mi cuerpo.

Más tarde pude comprender lo que realmente estaba sintiendo. Tenía miedo y ansiedad.

¿Y si el médico decía que fue un diagnóstico erróneo? Cuando ese pensamiento me vino a la mente, un temblor recorrió todo mi cuerpo.

Me froté las manos con nerviosismo, luego envolví mis brazos alrededor de mi cuerpo, pero el temblor no desapareció.

Entonces, Heinley me envolvió entre sus brazos.

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