La Emperatriz se volvió a casar 150
Parto Prematuro
Cuando le pregunté con inquietud, Heinley se mordió los labios con fuerza y me miró con ojos temblorosos. Como si tratara de contener la risa a punto de estallar.
¿Qué dije de gracioso?
Mirándolo desconcertada, Heinley apenas consiguió tragarse la risa y explicó,
"La habilidad no es hielo porque Reina sea una persona fría. Además, aún es demasiado pronto para afirmar que es hielo."
"Pero tu cabello y el lado de tu cama están congelados..."
"En eso tienes razón. Pero no se puede saber si es hielo, nieve o agua hasta que se manifieste por completo."
"Ah."
Aún estaba aturdida. Era la primera vez que me sentía así desde que me convertí en emperatriz cuando era muy joven y asumí las responsabilidades correspondientes.
Sentía como si me adentrara en un territorio completamente desconocido del que no sabía casi nada. De alguna manera se me puso la piel de gallina.
Mientras intentaba controlar los latidos de mi corazón, Heinley murmuró de repente con voz ansiosa.
"Desearía poder guiarte y ayudarte mejor, pero es difícil de explicar porque se manifestó en mí de pequeño."
"¿Tengo que escuchar una explicación?"
"No necesariamente, pero es bueno contar con la ayuda de un experto para perfeccionar la habilidad. Aunque sea por poco tiempo."
Ahora que lo pienso, Heinley se quedó en la academia mágica por un tiempo a pesar de no ser un estudiante regular. Entonces, fue para conseguir ayuda.
"Creo que lo mejor sería que fueras a la academia mágica..."
Quizá porque la academia se encontraba en el Imperio Oriental, la expresión de Heinley se volvió oscura.
Tras la tensión, Heinley preguntó de repente con el ceño fruncido,
"Por cierto, Reina. ¿No has comido muy poco últimamente?"
***
El secretario, al que Sovieshu envió para averiguar lo del collar de Evely, regresó unos días después e informó con una expresión rígida.
"El decano dice que le dio ese collar a Evely por un 'patrocinador'. Pero se negó a revelar la identidad de ese 'patrocinador'."
Parecía haber empleado un lenguaje duro para intentar abrir la boca del decano. El disgusto que se notaba claramente en la expresión del secretario daba una idea de la situación en ese momento.
"Sé que es bueno manteniendo la boca cerrada."
Sovieshu agitó la pluma en su mano y sonrió con satisfacción. Cuanto más difícil era obtener una información, más valiosa era.
Si el decano mantenía la boca cerrada, podía abrírsela apretando su mandíbula.
"Tendré que ir personalmente a Wirwol."
Aunque se decía que Wirwol operaba como una región autónoma, seguía siendo territorio del Imperio Oriental.
Pensó en recordarle al decano que el Imperio Oriental estaba siendo considerado al no oprimirlos, y no porque no tuviera poder para hacerlo.
Después de que el secretario se retirara, Sovieshu convocó al Marqués Karl para chequear su agenda. Tenía tanto trabajo que casi no tenía días libres. Y es que ahora estaba más ocupado porque también se encargaba por su cuenta del trabajo que Navier realizaba.
"¿Es posible reorganizar la agenda? Necesito ir Wirwol."
"Este punto de la agenda es urgente, así que debe resolverse de inmediato. Este punto... este punto puede moverse."
Pero mientras estaban en plena discusión, otro secretario, el Conde Pirnu, entró e informó.
"Su Majestad, un miembro de la Corporación Oso está aquí."
"Si no es urgente, que venga más tarde."
"No sé si puede decirse que es urgente... hizo una solicitud extraña."
"¿Una solicitud extraña?"
"Dice que hubo una situación en la que alguien trató de falsificar los viejos pagarés emitidos por la Corporación Oso."
"¿Los pagarés?"
Sovieshu frunció el ceño. El Marqués Karl también se sobresaltó y se giró para mirar al Conde Pirnu.
Los pagarés de la Corporación Oso habían sido utilizados por la Familia Imperial durante generaciones. La falsificación de los pagarés se trataba de un problema muy serio.
"Afortunadamente, esa situación no pasó a mayores. Pero se preocuparon porque se trataban de viejos pagarés emitidos."
"Lo entiendo."
"Por eso lo primero que harán será cambiar los pagarés de mayor importe por otros pagarés hechos con un nuevo método. Los pagarés que utiliza Su Majestad son de mayor importe por lo que quieren cambiarlos, si decide enviarlos se hará en un día."
Como los pagarés no se iban a utilizar de inmediato, Sovieshu accedió sin dudarlo,
"Está bien."
***
El hombre de la Corporación Oso fue escoltado por caballeros de la Guardia Imperial hasta la sede.
Los Caballeros de la Guardia Imperial se aseguraron de que el hombre entrara en la sede de la Corporación Oso y se reuniera con el presidente antes de volver al palacio imperial.
"Aquí tiene, Presidente."
"Buen trabajo."
El presidente tomó el sobre con los pagarés, y lo dejó sobre la mesa, abrió un cajón, sacó las gafas especiales para distinguir los pagarés de la Familia Imperial y se las puso.
En efecto, todos eran pagarés de la Familia Imperial.
A continuación, sacó el libro de cuentas de pagarés emitidos y el informe detallado de uso para chequear el número y el importe de cada uno.
Hizo esto de forma rápida y cuidadosa. Como se trataba de un asunto importante el presidente lo comprobó unas cuatros veces, y suspiró quitándose las gafas.
'¡Lo que usó la Emperatriz Rashta fueron pagarés de la Emperatriz Navier!'
No era posible distinguir entre los pagarés de la emperatriz y los pagarés del emperador. Sin embargo, los pagarés emitidos al Emperador Sovieshu encajaban perfectamente con la emisión, el gasto y el importe total.
En otras palabras, no había manera que fueran de la Emperatriz Rashta.
En este caso, sólo había una respuesta. La Emperatriz Rashta utilizó el dinero de la anterior emperatriz como si fuera de ella.
'Es realmente perversa.'
El presidente chasqueó la lengua.
Habiendo vivido como propietario de una gran corporación durante muchos años, también se había convertido en una persona calculadora. En muchos casos antepuso las ganancias al sentido de la justicia. Sin embargo, nunca usó sin permiso otro dinero que no fuera el suyo.
Además, se trataba de la Emperatriz Navier. ¿No se divorció por culpa de la Emperatriz Rashta? Cómo pudo atreverse a usar su dinero... incluso se aprovechó de ese dinero para elevar su reputación y ganarse los elogios de la gente.
Había muchos emperadores y emperatrices peores en el mundo. Muchos estaban matando a decenas de miles de personas o arruinando su país cobrando más impuestos de los necesarios. Quizá la Emperatriz Rashta sea menos condenable que ellos.
Pero era despreciable.
El Presidente de la Corporación Oso había comido en varias ocasiones con la Emperatriz Navier. Honestamente, era una emperatriz fría. Durante cada comida, se aterraba al pensar si la persona que tenía delante era un libro de etiqueta o incluso estaba viva.
Pero no odiaba a la Emperatriz Navier. Aunque la Emperatriz no le mostró una sonrisa amable, tampoco lo traicionó con una máscara de amabilidad, y mucho menos cambió su palabra después de darse la vuelta.
Navier no era una persona cálida y acogedora, pero era digna de confianza y leal.
Aunque no abrazaba a los pobres con un corazón bondadoso y compasivo, sin duda cuidaba de ellos mejor que los habladores.
Cuando Rashta se convirtió en emperatriz, el presidente pasó varios días de ansiedad con sentimientos encontrados.
Era doloroso ver a la inocente Emperatriz Navier desaparecer como si hubiera sido desplazada. Al mismo tiempo, se alegró, desde la perspectiva de los plebeyos, de que hubiera una emperatriz de origen plebeyo, y estaba asombrado por su gentil corazón. Cuando donó enseguida una enorme suma de dinero, se maravilló al ver que era realmente una buena persona.
Al final, simplemente decidió adaptarse a la nueva época. Concentrándose en seguir expandiendo y fortaleciendo su equipo de comercio.
Pero descubrió la oscura verdad oculta con sus propias manos. El presidente cerró los ojos y se reclinó en el respaldo de la silla mientras le invadía rápidamente un sentimiento de vacío y desolación.
"No puede ser..."
Al cerrar los ojos, murmuró con una sensación de abatimiento, inexplicablemente aparecieron lágrimas en las esquinas de sus ojos.
Fue en su boda cuando la Emperatriz Rashta declaró que donaría una gran suma de dinero a numerosas instituciones. La Emperatriz Navier también había sido invitada a la boda.
Escuchó a la gente que elogiaba a Rashta murmurar que la Emperatriz Navier era desvergonzada y descarada.
Aunque no lo consideraba hasta ese punto, el Presidente también pensaba que la Emperatriz Navier no tenía vergüenza. ¿Cómo pudo asistir a la boda de su ex-esposo con su nuevo esposo?
Por supuesto, se trataba de un asunto de estado, pero podría haber fingido que estaba enferma y enviado una delegación en representación.
'Como era de esperar de una emperatriz que se volvió a casar, debía ser un poco desvergonzada.' Pensó en ese momento al ver a la fría Emperatriz Navier.
Pero había sido una idea equivocada desde un principio. Un malentendido, un prejuicio.
El Presidente se lamentó, imaginando cómo debió sentirse la Emperatriz Navier cuando la Emperatriz Rashta había repartido su dinero y recibido los elogios de la gente.
Fue injusto. Debió de sentirse molesta y triste. Incluso las personas más frías tenían sentimientos. Debió haberse quedado sin palabras.
Recordó los vítores de los plebeyos hacia la Emperatriz Rashta en el desfile nupcial y el silencio casi mortal cuando la Emperatriz Navier pasaba por delante de ellos en el carruaje.
"No puede ser..."
El presidente estaba gimiendo inexplicablemente. Sentía pena por lo injusto y lo doloroso que debió haber sido. Se puso así a pesar de que no le agradaba especialmente la Emperatriz Navier.
El presidente, que había estado sollozando durante unos 15 minutos, volvió en sí tarde al escuchar los golpes en la puerta.
"¿Presidente?"
El secretario, que vino con una pila de documentos, se acercó sorprendido al presidente al ver sus ojos rojos.
"¿Se encuentra bien?"
Agitando la mano para decir que estaba bien, el presidente ordenó con voz fría.
"Olvídalo, olvídalo. Busca a un periodista llamado Joanson y tráelo aquí."
* * *
Se preguntaba por qué lo llamaría el Presidente de la Corporación Oso. Normalmente, este no habría sido el caso.
"Gracias por venir."
El presidente señaló con el dedo la silla situada al otro lado del escritorio. Joanson miró entre el presidente y la silla con una expresión amarga antes de tomar asiento.
"¿Me estaba buscando?"
"No tienes buena cara."
"He estado muy ocupado."
"¿Ocupado recolectando información para redactar artículos en contra de la Emperatriz Rashta?"
La mano de Joanson, que abrió tranquilamente su cuaderno, se detuvo. Jugueteando con una hoja, sonrió y cerró el cuaderno. Sin embargo, levantó la mirada con ferocidad.
"¿Así que resulta que el presidente es un ferviente partidario de la Emperatriz Rashta? Había escuchado que tenían una muy buena relación."
En cuanto vio esa expresión, el presidente supo que había encontrado a la persona adecuada. Pero...
"Sé más racional."
Por alguna razón, Joanson estaba muy exaltado ahora mismo.
Ante las severas palabras del presidente, Joanson ladeó la cabeza, perplejo. También se podía notar la fuerza con la que sostenía la pluma en su mano.
"No necesito un periodista tonto que ve a una persona como su enemigo nada más conocerla. Peor aún si se trata de un periodista que ni siquiera puede reconocer si la otra persona es un enemigo o no. Lárgate."
Mientras lo observaba, el presidente habló con frialdad y tocó la campana de su mesa.
En cuanto el secretario entró, el presidente dijo, "El invitado se va." Luego, como si no le interesara en absoluto Joanson, giró su silla hacia un lado y sacó un periódico.
El secretario tiró del brazo de Joanson.
"Por favor, retírese."
¿Por qué diablos me llamó entonces? Joanson encontró momentáneamente absurdas las acciones del presidente. ¿Qué tienen que ver los malos artículos que escribía sobre la Emperatriz Rashta?
Después de resoplar, Joanson se levantó de inmediato y siguió al secretario hasta la puerta. Pero al cabo de tres pasos, regresó, se sentó en la silla y se disculpó.
"Lo siento. No estaba pensando con claridad."
Sólo ahora comprendió el extraño matiz contenido en las palabras del Presidente.
¿No podía reconocer si era un enemigo o un aliado? Normalmente un enemigo no diría esto. Por el contrario, lo diría una persona que quisiera ser un aliado.
Tras la desaparición de su hermana menor, su racionalidad, enterrada en todo tipo de emociones negativas e intensas, se elevó un poco revelando su existencia. Fue en el momento oportuno.
"No soy tan tonto."
El presidente soltó una carcajada y giró la silla nuevamente hacia el frente. El secretario cerró la puerta discretamente y salió.
Joanson volvió a abrir su cuaderno, lo colocó sobre su regazo y miró al presidente con ojos ardientes.
El presidente lo sondeó con lo de la Emperatriz Rashta, y luego insinuó que no era el enemigo. Era evidente que lo que el Presidente quería contar estaba relacionada con la Emperatriz Rashta.
"La Emperatriz Rashta causó un gran revuelo al declarar que donaría veinte millones de krangs en pagarés el día de su boda. ¿Lo recuerdas?"
Como esperaba, el nombre de la Emperatriz Rashta salió de la boca del presidente.
Las comisuras de la boca de Joanson se curvaron.
"Cómo no iba a recordarlo. La elogié durante una semana por eso. Fue lo único bueno que hizo."
"Hmm, ¿sabes de quién son los pagarés?"
Por un momento, la expresión de Joanson era un poco dubitativa. Por qué hacía una pregunta como esa...
"¿Los pagarés no son de la Emperatriz Rashta?"
Su expresión se convirtió entonces en una fría sonrisa.
"Así que el Emperador estaba tratando de elevar el prestigio de su esposa, ¿no es así?"
''Desafortunadamente, el Emperador no ha hecho uso de sus pagarés.''
"..."
Joanson, que parpadeó perplejo, se levantó sumamente aterrado tras comprender tardíamente sus palabras. La silla cayó al suelo estrepitosamente.
"¡De ninguna manera...!"
"Son pagarés de la Emperatriz Navier."
"¡Qué... qué diablos estás diciendo!"
El presidente le contó todo lo que había averiguado. Joanson escuchó la historia con las manos temblorosas, y se quedó atónito al enterarse que Rashta se había aprovechado de esos pagarés delante de la Emperatriz Navier el día de la recepción de su boda.
La Emperatriz Navier, nació en una buena familia, comía bien, vivía bien y alcanzó la cima del poder. Lo único que no tenía era el amor de su esposo. En un principio, encontró absurdo que la gente que debía pensar en cómo llegar a fin de mes, se preocupara por la Emperatriz Navier.
La concubina Rashta, que había pasado por todo tipo de penurias para llegar a esa posición, daba más pena que la Emperatriz Navier.
Incluso después de convertirse en concubina, los nobles se burlaban de ella y la Emperatriz la trataba con frialdad, ¿pero aún se compadecían de la Emperatriz Navier? Lo consideró verdaderamente absurdo.
Aunque después sufrió un poco por el divorcio, la Emperatriz Navier acabó volviéndose a casar con el rey de un país vecino. Joanson llegó a pensar que había nacido con alguna bendición natural para poder llevar una vida tan tranquila.
¿Pero el dinero que la Emperatriz Rashta donó era de la Emperatriz Rashta? ¿Incluso lo hizo delante de la Emperatriz Navier y fue elogiada por los presentes?
Joanson se quedó boquiabierto y sin palabras. El mundo que hasta ahora creía conocer parecía haberse puesto patas arriba.
Así como le sorprendió que la Emperatriz Rashta, la luz y la esperanza de los plebeyos, estuviera relacionada con la desaparición de su hermana, también le sorprendió que la Emperatriz Navier, una noble de corazón frío hasta la médula, se contuviera mientras observaba el extraño comportamiento de la Emperatriz Rashta.
"Esto... esto es realmente..."
El Presidente le ordenó con frialdad.
"Escribe un artículo sobre esto. No sabemos qué represalias podría tomar la familia imperial, así que no lo afirmes del todo, sólo lo necesario para sembrar la duda."
Joanson se dejaba llevar por las emociones, pero el Presidente era un hombre completamente calculador.
No fue fruto de la emoción el que llamara a Joanson y le diera esta orden.
La confianza. Fue porque había perdido la confianza en la Emperatriz Rashta y había decidido desvincularse porque no tenía un buen presentimiento sobre lo que le aguardaba.
"Asegúrate de dejar claro que la Corporación Oso y la Emperatriz Rashta no tienen nada que ver entre sí. Hablo de trazar una línea."
***
Sentada en su sillón sin fuerzas, sus sirvientas le cepillaron el cabello y le lavaron la cara con un paño suave.
Mientras continuaban arreglándole el cabello, Rashta tomó un periódico de otra sirvienta para leerlo.
La expresión de la sirvienta al entregarle el periódico era muy extraña, pero Rashta no le dio mucha importancia. Sólo pensó que habría alguna noticia interesante.
Al cabo de un rato, las manos de Rashta temblaban mientras leía el periódico. El temblor se extendió gradualmente por todo su cuerpo.
"¿Su Majestad?"
La sirvienta, que estaba arreglando su cabello, se inclinó sorprendida. La cara de Rashta estaba tan blanca como la nieve.
"¡Su Majestad!"
"El vientre... el vientre..."
El periódico que Rashta sostenía se extendió al caer al suelo.
La mirada de la sirvienta se dirigió al artículo que levantaba sospechas sobre los pagarés de la emperatriz. Sus ojos se abrieron completamente por un momento, pero cuando el cuerpo de Rashta se tambaleó, apartó los ojos del periódico y la sostuvo.
"Ah... Ahhh!"
Los gritos de Rashta sonaban como si salieran del fondo de una profunda cueva. Gritó intensamente una vez más y se desplomó por completo. Toda su cara estaba empapada de sudor frío.
"¡El médico, el médico del palacio! ¡Traigan al médico del palacio!"
* * *
"¡Su Majestad, la Emperatriz está teniendo un parto prematuro!"
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