LESVAC 127

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La Emperatriz se volvió a casar 127

Gran plan de Rivetti



En ese momento, sentí una repentina necesidad de decirle que enviara a Christa a Compshire.

Heinley no sabía cómo lidiar con Christa en esta posición, así que si le dijera esto, sin duda lo haría.

Mi boca se abrió involuntariamente. 

Afortunadamente, el hábito de pensar varias veces antes de actuar suprimió el impulso.

Calma.

Aunque enviar a Christa a Compshire por medio de una orden imperial era una forma de salir de la incómoda situación actual, no sería bueno a largo plazo. 

Había muchos nobles en el Imperio Occidental que seguían a Christa.

Además, Compshire era una ciudad tan grande como la capital, y un espléndido escenario para la alta sociedad donde se reunían artistas y juglares.

Incluso si se viera obligada a ir allí, la influencia de Christa en la alta sociedad no disminuiría.

Más bien, para reconfortar su solitario corazón, invitaría a más personas a la mansión. Su influencia en la alta sociedad aumentaría aún más.

La última voluntad del hermano de Heinley fue que cuidara de Christa aquí. Además, Heinley ya era sospechoso de la infertilidad y la muerte temprana del anterior rey. 

En tal situación, la gente podría sospechar más de Heinley si obligara a Christa a ir a Compshire. ¿Por qué desobedecía la última voluntad del anterior rey si nunca hizo nada en su contra?

Christa tenía que ir a Compshire por su propia cuenta, sin importar qué.

"¿Reina?"

Mientras estaba sentada en silencio, Heinley me llamó ansiosamente.

"¿Estás bien?"

"Estoy bien." 

Respondí con una sonrisa.

Todavía sentía un peso en mi corazón, pero también tenía la sensación de que todo estaría bien.

Recordé que al día siguiente de la recepción de boda las damas me enviaron cartas en masa.

En ese momento, estaba desconcertada, preguntándome a qué se debía. Ahora que Heinley me contó del incidente en la recepción de boda, creo saber la razón.

Tal vez la situación era mejor de lo que parecía.

Pero...

Aparte de eso, ¿por qué me sentía tan incómoda? 

***

Después de que terminé de mover los libros de cuentas y los documentos que estaban en mi habitación a la oficina.

Salí de la oficina cuando llegó la hora de comer.

Habiendo trabajado todo este tiempo, pensé en comer junto a mis damas de compañía.

Pero a mitad de la comida, escuché algunas noticias inesperadas.

"Es sobre lo que Su Majestad me pidió que investigara. Lo he descubierto."

La que habló fue Rose.

Dejé la cuchara y la miré fijamente.

Había ordenado a Rose investigar por qué las damas me enviaron repentinamente cartas amistosas. 

Quería confirmar con qué intenciones fueron enviadas esas cartas.

Pero no podía creer que tuviera la respuesta tan pronto.

"¿Y bien?"

"Hay un rumor que circula en secreto..."

"¿Un rumor?"

¿Por qué Rose tenía problemas para decirlo?

"¿Señorita Rose?"

Cuando la llamé por su extraño comportamiento, ella confesó con una expresión muy disgustada.

"Se rumorea que Su Majestad el Emperador y Christa mantienen una relación en secreto."

Tan pronto como terminó de hablar, hubo un tintineo.

Fue el sonido del tenedor que sostenía Laura al caer en su tazón de plata.

Cuando la expresión de Laura se volvió realmente feroz, Mastas tomó silenciosamente un cuchillo que tenía delante y lo puso en la mano de Laura.

Rose resopló y continuó hablando,

"Se dice que en la recepción, Su Majestad el Emperador permitió que Christa limpiara su frente mientras permanecía quieto. Parece que hubo más de una o dos damas que lo presenciaron."

Laura, que recobró el sentido, agarró el cuchillo con fuerza y dijo con voz severa.

"¡¿Eso realmente sucedió en la recepción, en la recepción de boda de Su Majestad Navier?!" 

Cuando Rose no respondió, Laura resopló casi escupiendo fuego por la boca.

Pero Laura se enfureció aún más cuando me vio en silencio.

"¡Su Majestad! ¡Hay que enviarla a Compshire inmediatamente! ¡No puede simplemente esperar y ver que hace el Emperador! Usted lo sabe, ¡no puede dejarlo pasar!"

"¡Señorita Laura!"

Cuando la Condesa Jubel la llamó por su nombre fríamente, Laura cerró la boca.

Sin embargo, no podía calmarse y seguía resoplando enojada.

Heinley ya me había contado de este incidente, así que deliberadamente dije con una sonrisa intentando parecer lo más tranquila posible.

"Es un malentendido. Su Majestad el Emperador ya me contó lo que sucedió ese día."

"¿En serio?"

"Por supuesto."

"Si ese es el caso me alegro..."

Laura y la Condesa Jubel todavía tenían una expresión de preocupación.

Cuando Rashta apareció por primera vez, dije que todo estaría bien. Laura y la Condesa Jubel parecían angustiadas por esos recuerdos.

"Todo está bien."

Sonreí repetidamente, intentando tranquilizarlas. 

"Definitivamente es un malentendido. Además, este incidente podría ser una bendición disfrazada."

A decir verdad, no estaba bien en absoluto.

Esa extraña y desagradable incomodidad que sentí cuando Heinley me contó lo de Christa, aún persistía. 

Pero sin duda este incidente sería una bendición disfrazada.

"¿Una bendición disfrazada?"

Mastas preguntó, desconcertada.

"Todas las damas de aquí sentían lástima por la situación de Christa, así que ni siquiera se molestaban en mirarme apropiadamente. Pero ahora me envían cartas amistosas."

Laura asintió, pero Rose refutó con una sombría expresión de preocupación,

"Pero Su Majestad. La simpatía no es el mismo que el respeto."

"Así es."

"Al final, hay un límite para el afecto que surge de la simpatía, ¿no es así? Su Majestad es la persona de más alto estatus en el imperio, así que eventualmente consideraran que no debe ser objeto de simpatía y volverán a cerrar sus corazones."

"Está bien. Al menos tendré la oportunidad de que me miren sin prejuicios."

"¡Ah!"

"Solían mirarme con desdén sin importar lo que hiciera. Puede ser temporal, pero las paredes que habían construido en sus corazones se derrumbaron. Esta es una oportunidad, y depende de mí aprovecharla."

"He vuelto, padre."

Al entrar en la mansión, Alan parecía cansado pero su rostro desbordaba felicidad.

"¿Viste a Rashta?"

Cuando el Vizconde Roteschu le preguntó, Alan respondió inexpresivamente, "Sí."

"¿Qué hizo Rashta?"

"Sólo...."

"¿Le gustó?"

"Pareció gustarle."

Alan recordó a Rashta, cargando al bebé en sus brazos con los ojos enrojecidos, pensó que su mirada triste y débil provenía de la alegría.

Cuando Rashta estaba embarazada, amaba tanto al bebé que hablaba todo el día de él. Además, cuando creyó que el bebé estaba muerto, actuó como si hubiera casi enloquecido. Alan creía que el gran amor de Rashta hacia el bebé seguía intacto.

El Vizconde Roteschu se rió con satisfacción.

Murmuró, acariciando su chiva.

"Ahora que también una segunda concubina ha aparecido, esa chica arrogante se volverá obediente."

Alan y Rivetti levantaron la vista sorprendidos.

"¿Una segunda concubina?"

"Padre, ¿de qué estás hablando?"

El Vizconde Roteschu chasqueó la lengua.

"¿Cómo es posible que su viejo padre sepa más información que ustedes? ¡Deben mantener los ojos y oídos bien abiertos para poder sobrevivir en la alta sociedad!"

Rivetti movió los labios hoscamente.

Después de que la Emperatriz Navier, a quien más admiraba, se fue al Imperio Occidental, se sentía realmente vacía.

No tenía interés en nada, así que últimamente no había salido con sus nuevos amigos.

Naturalmente, no estaba enterada de lo que sucedía.

De igual manera, Alan prefería cuidar de Ahn en lugar de socializar con otros personas de la alta sociedad.

Siempre estaba encerrado en la mansión, así que estaba menos informado que Rivetti.

"Escuché que el Emperador Sovieshu trajo a una chica que supuestamente había sido una maga, y la alojó en el Palacio del Sur. Todos lo saben, ella será su segunda concubina."

"¿Piensa en una concubina teniendo a Rashta?"

Alan preguntó desconcertado. No podía entender cómo podía fijarse en otra mujer teniendo a Rashta a su lado.

"Rashta también era una concubina, ¿me equivoco?"

Rivetti atacó molesta a su hermano, pero de repente se le ocurrió una buena idea y cerró la boca.

Cuando los ojos de su hija resplandecieron, que había estado malhumorada en todo momento, el Vizconde Roteschu preguntó reacio.

"¿Qué es lo que te gusta tanto? ¿En qué idea descabellada estás pensando?"

"No es ninguna idea descabellada."

"¿?"

"Papá, seré la tercera concubina de Su Majestad Sovieshu."

Alan, que estaba bebiendo té en silencio, escupió todo el té que tenía en la boca.

El té que salió de su boca como una ráfaga se derramó sobre la cara del Vizconde Roteschu.

Ante la mirada feroz de su padre, Alan se asustó y bajó apresuradamente la cabeza.

El Vizconde Roteschu reprendió a Rivetti mientras se limpiaba la cara con un pañuelo.

"¡¿Qué tonterías estás diciendo?! ¡Qué concubina ni que nada! Te vas a casar con un joven noble de una importante familia. Un hombre que sólo tenga ojos para ti, que nunca te engañe, que no tenga ninguna concubina, que sea sincero y de buen corazón."

Sin embargo, los ojos de Rivetti seguían brillando.

"Seduciré al Emperador, y haré que lágrimas de sangre fluyan de los ojos de Rashta. ¡Entonces dejaré sin piedad a Su Majestad el Emperador!"

"..."

"¡En ese momento me habré vengado de ambos! ¡Les haré pagar lo que le hicieron a Navier!"

El Vizconde Roteschu chasqueó la lengua ante el infantil y fantasioso plan de su hija.

No parecía posible de todos modos, así que ni siquiera intentó detenerla.

En cambio, Alan señalo lo inútil del plan de Rivetti de forma realista.

"¿Crees que Su Majestad el Emperador se fijará en ti cuando ha tenido como esposa a Navier y a Rashta?"

"¿Qué? ¡¿Cuál es el problema conmigo?!"

Entonces, un suave cojín salió disparado.

Alan, que fue golpeado en la cabeza por el cojín, abrazó apresuradamente a Ahn, se levantó y huyó a su habitación.


***

Ahora se ha convertido en un hábito de Heinley preparar el desayuno.

Mientras dormía, percibí un apetitoso olor.

Tan pronto como abrí los ojos, vi a Heinley sentado en la cama mirándome con el carrito de comida a su lado.

Cuando nuestros ojos se encontraron, besó ligeramente mi frente, y cuando me cubrí la cara con las sábanas, besó mis dedos expuestos con los cuales sostenía dichas sábanas.

Finalmente, cuando bajé renuente las sábanas, apartó el carrito de comida con sus pies y susurró que deseaba quedarse a mi lado un poco más de tiempo.

A Heinley le gustaba acurrucarse a mi lado en cualquier oportunidad, por lo que tenía que mantener los ojos bien abiertos para cumplir con la agenda de la mañana.

***

"¿cómo estás... tan saludable?"

Más tarde, mientras comía la sopa que preparó él mismo me arrepentí de mis palabras.

Lo que dije sonó un poco extraña, así que añadí rápidamente, "No hablo de tu condición física..."

Se tornó aún más extraño después de decir eso, así que simplemente mantuve la boca cerrada.

"Reina no tiene suficiente resistencia."

Heinley suspiró y se lamentó.

"Tú tienes una gran resistencia."

"Todo es gracias a una buena maestra, Reina."

Cuando lo miré fijamente con los ojos entrecerrados, sonrió hábilmente y se convirtió en un pájaro, se subió a mis brazos, abrió sus hermosos ojos y fingió ser un pájaro inocente.

Era un nuevo truco que había aprendido recientemente, y siempre lo hacía cuando pensaba que iba a enfadarme.

Sabía que no lo haría mientras estuviera en forma de reina.



"¡Pájaro malo!"

Era tan molesto que le di una palmada en el trasero mientras todavía estaba en forma de pájaro, pero luego se convirtió en un hombre desnudo y aprovechó esto para burlarse aún más.

"Manos traviesas. ¿Dónde tocas todo el tiempo?"

"Cuando estás en forma de pájaro, está bien porque tienes muchas plumas."

"No sólo lo tocas cuando estoy en forma de pájaro."

"¡!"

Cuando lo miré fijamente con los ojos entrecerrados de nuevo, Heinley se transformó en un pájaro e intentó irse volando.

Eventualmente, lo atrapé porque no tenía forma de salir del dormitorio.

- ¡Gu!

"¿Por qué no te haces pasar por inocente?"

- Gu....

"No volveré a caer en eso."

***

Después del agitado desayuno. Hubo un pequeño problema cuando llegó el momento de vestirme después de tomar un baño.

Ahora que el clima era más caluroso, tenía que usar ropa ligera.

Heinley... Debido a Heinley tenía marcas por todo mi cuerpo.

Siendo la emperatriz, no, incluso si no fuera la emperatriz no podía andar tranquilamente por ahí con estas cosas en mi cuerpo.

Al final, la Condesa Jubel que había elegido unos vestidos largos y ligeros, se enfadó un poco,

"Su Majestad la Emperatriz. Las mangas cortas en este vestido son hermosas, y el escote de este otro vestido también es hermoso. Hay tantos vestidos que me gustaría que usara, pero debido al emperador... las opciones son muy, muy limitadas."

"Lo siento."

"No es culpa de Su Majestad la Emperatriz. Pero por favor, dígaselo al Emperador."

Asintiendo y sonriendo torpemente, la Condesa Jubel suspiró y sacó otra vez el vestido que había usado hace unos días.

"Esto es lo único que hay para cubrir todas esas partes con marcas."

Pero cuando terminé de cambiarme y fui a la oficina, inesperadamente Heinley estaba dentro. 

Estaba apoyado en mi escritorio, examinando un documento en el que estaba trabajando.

"¿Heinley?"

Una vez que lo llamé por su nombre, Heinley dejó el documento y sonrió.

"La letra de Reina realmente se parece a Reina."

No sé qué significaba que mi letra se parecía a mí, pero me han dicho que tengo una bonita letra.

Sabía que tendría que firmar muchos documentos, así que había practicado mucho junto a Sovieshu.

En lugar de responder, me acerqué a él y le bajé un poco el cuello de su traje.

"¿Reina?"

"... lo veo."

"¿Qué?"

"Marcas rojas."

Ya veo por qué la Condesa Jubel no quería que dejara este tipo de marcas en mi cuerpo.

"Cielos," Heinley se frotó el cuello, sonrió ligeramente y miró mi cuello bien cubierto.

"¿Tenemos que ser cuidadosos hasta el otoño?"

"Así es, la ropa ahora es más ligera y corta ."

"Está bien hacerlo donde no se pueda ver, ¿verdad?"

En lugar de responder, le pregunté, fingiendo mirar el documento que había dejado en el escritorio.

"¿Qué te trae por aquí?"

"Ah, vine por el Consejo de Estado."

"¿El Consejo de Estado?"

"Ahora que podemos asistir juntos, pensé que te gustaría participar..." 

"¿Podemos ir juntos?"

"Si lo preguntas por las anteriores reinas, algunas participaron y otras no. Por lo que sé, mi cuñada no asistía."

"Pero si asisto, ¿todos me aceptarán?"

"Escuché que Reina participaba a menudo en las reuniones del Imperio Oriental."

"Sólo asistía a las reuniones en las que se requería mi presencia."

No asistía a reuniones a las que no tenía que hacerlo. 

Era desaprovechar el tiempo.

Heinley dijo, "Ahh," mientras levantaba las cejas. Probablemente no sabía esto.

Después de pensarlo un momento, le dije que asistiría con él.

Vino a mi oficina sólo para decirme esto. Además, también me gustaría ver cómo es una reunión aquí.

***

Como esperaba, los funcionarios se mostraron desconcertados cuando aparecí en la sala de reuniones junto a Heinley.

Estaban acostumbrados a que la reina no participara en las reuniones, parecían aturdidos.

Traté de ignorar esa atmósfera, y me concentré en la reunión en silencio.

Afortunadamente, sólo me miraron fijamente al principio. Después de un tiempo todos estaban absortos en su propio trabajo.

Era normal.

En la sala de reuniones, la lengua era una espada siendo la información y el ingenio un escudo.

Aunque persiguieran el mismo objetivo, a menudo había conflictos de opiniones entre los funcionarios debido a intereses y caminos diferentes. 

Estarían tan ocupados cuidando sus propios intereses que no tendrían tiempo de fijarse en mí.

Pero incluso en medio de esto, hubo alguien que apuntó en mi contra.

Fue el Marqués Ketron, el primo de Christa.

Me estuvo mirando todo el tiempo, y cuando finalmente salió el tema de los bandidos mil eternos, me señaló abiertamente e hizo una pregunta difícil.

"Hay un territorio que tiene más probabilidades de ser atacado por los bandidos mil eternos, pero hay un total de cinco territorios cercanos a su alrededor. Los seis territorios quieren que les enviemos tropas por si se produce una situación de emergencia, pero si proporcionamos apoyo a los seis territorios, nuestras tropas estarían muy dispersas. El Imperio Oriental lleva mucho tiempo luchando contra los bandidos mil eternos, así que Su Majestad la Emperatriz debe ser una experta en esto. Por favor, quisiera escuchar su sabía opinión. ¿Dónde cree que deberíamos proporcionar apoyo?"

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