LESVAC 122

LESVAC 122







La Emperatriz se volvió a casar 122

Muéstrale su rostro



En el viaje de regreso, el interior del carruaje estaba en silencio.

Rashta no gritaba emocionada como antes, y Sovieshu no decía nada mientras miraba fijamente por la ventana.

Rashta puso su mano en su vientre abultado y miró a Sovieshu varias veces. 

Sin embargo, como Sovieshu no decía nada, como si su alma hubiera sido drenada, no pudo evitar hablar primero,

"Su Majestad. ¿Hay algo que quiera decirle a Rashta?"

Sólo entonces, Sovieshu miró a Rashta. Luego, ella levantó la mano de su vientre.

Después de un extraño silencio de tres segundos. Sovieshu sonrió afectuosamente y bajó su brazo, que estaba apoyado en la ventana.

"¿Qué pasa? ¿Estás aburrida?"

"Sobre ese documento. No le dijiste nada a Rashta."

"¿?"

"No lamentas no habérselo dicho a Rashta..."

"Cuando estás un poco estresada, ¿no lloras porque te duele el vientre? Si te lo hubiera contado, podrías haber colapsado ante la fuerte impresión. "

Cuando Rashta hizo un mohín con sus labios, Sovieshu suspiró, sonrió y habló con un tono de voz suave.

"Vamos, no te enfades. ¿Hay algo que quieras?"

"¿Crees que el estado de ánimo de Rashta mejorará si tan sólo le das un regalo? ¿Crees que Rashta es un cachorro que se calma con sólo un trozo de carne en su boca?"

"Eres más adorable que un cachorro."

"Eso es... cierto."

"En cualquier caso, ¿estás tratando de decir que hoy en día no necesitas nada? Qué considerada. Entiendo tus intenciones." 

Cuando Sovieshu volvió a desviar su mirada, apoyando su barbilla en el alféizar de la ventana, los ojos de Rashta se abrieron completamente.

'¿En serio? ¿De verdad no me dará nada sólo porque no lo necesito?'

Era en serio. Cuando Sovieshu parecía estar sumido en sus pensamientos otra vez, Rashta finalmente estalló en un pequeño llanto.

"¿Rashta? ¿Por qué estás llorando de nuevo?"

"Lo odio, Su Majestad. Usted se burla de Rashta."

"¿Cuándo me he burlado de ti?"

"Lo hiciste justo ahora. Dijiste que no le darías nada a Rashta."

"¿Creí haber entendido que no lo necesitabas?"

"¡Nunca quise decir eso!" 

Mientras Rashta hablaba con severidad, la expresión de Sovieshu era medio sonriente y medio retorcida.



Cuando Rashta lo miró a los ojos y le preguntó, "Qué ocurre?" Sovieshu sacudió la cabeza con una ligera sonrisa. 

"Bueno, está bien. ¿Qué regalo quieres?"

"Su Majestad debe hacer algo por mí."

"¿Qué puedo hacer para mejorar tu estado de ánimo?"

"..."

"Está bien. Dime."

"La Emperatriz Navier."

"¿Por qué nombras a Navier?"

"No puedes comparar a Rashta con la Emperatriz Navier."

"¿Cuándo las he comparado?"

"Le dijiste duramente a Rashta que no esperabas que estuviera a la altura de la Emperatriz Navier."

"Ya veo. No lo haré más. ¿Está bien así?"

Rashta sólo asintió ante la nueva promesa de Sovieshu.

***

En el momento que Sovieshu y Rashta se fueron en su carruaje.

Heinley llamó a varios de sus ayudantes cercanos a su oficina, incluido a McKenna para discutir todo lo que había sucedido después de que se autoproclamó Emperador. 

Incluso antes de autoproclamarse emperador, el Reino Occidental ya estaba mostrando el estatus de un imperio, pero al pasar formalmente de reino a imperio, era necesario reemplazar todos los documentos oficiales...

Lo mismo aplicaba para los procedimientos diplomáticos. 

Heinley hojeó rápidamente los papeles, y chequeó los detalles de las reuniones con las delegaciones diplomáticas durante las celebraciones de la boda.

La mayoría de los países honraron al Imperio Occidental y a su Emperador, pero algunos se mostraron insatisfechos.

Separando a todos los países en dos grupos, Heinley ordenó a McKenna.

"Haz que se prepare una delegación que visite a este grupo de países y a este otro grupo, alternadamente."

"¿No sería mejor tratar a ambos grupos de países de forma diferente? Aquellos que nos honraron y aquellos que no."

"Debemos averiguar si se trató de algo personal de los enviados o del propio país no honrarnos como imperio." 

"Entiendo."

"Además, también debemos averiguar si aquellos que si nos honraron como imperio, no fue sólo debido al momento."

"Sí, Su Majestad."

"Considere esto y haz que se elabore un informe."

McKenna estaba moviendo sus manos afanosamente, marcando de diferente colores los papeles clasificados por Heinley, y guardándolos en sobres separados.

Mientras hacía esto, de repente se rió.

"Será un mes infernal para el Ministerio de Asuntos Exteriores con todo el trabajo que tienen que hacer."

"¿Sólo el Ministerio de Asuntos Exteriores?"

"¿No es la razón por la que puedes terminar todo de una vez? El Marqués Ketron."

Heinley se rió en silencio, mostrándose de acuerdo con McKenna.

Después de ascender al trono, Heinley reemplazó rápidamente a quienes no consideraba necesarios, y dejó en sus puestos originales a quienes creía esenciales, uno de los cuales era el Marqués Ketron.

El Marqués Ketron había sido el Ministro de Asuntos Exteriores desde la época del anterior rey, Wharton III, y también uno de los ayudante más cercanos de Christa.

Aunque era una espina en el costado para Heinley, hasta ahora no había ninguna persona adecuada para reemplazarlo.

Así que no tenía otra opción que confiar este puesto a él. 

"Es una persona minuciosa, al menos en lo que se refiere a su trabajo."

Cuando pensó en el Marqués Ketron, naturalmente también pensó en el asunto de Christa. 

Heinley suspiró.

"Debo encargarme también del asunto de mi cuñada..."

"Su Alteza Wharton III, le pidió como última voluntad que cuidara de su cuñada."

"..."

"Si Christa fuera a la Mansión de Compshire por su cuenta, no creo que sucediera nada. Pero si la obligara, la gente hablaría de ello."

McKenna dijo preocupado.

Aunque no había sido elegido para el trono a través de una lucha política entre hermanos, la posición del hermano mayor enfermizo y del hermano menor más saludable e inteligente había sido objeto de rumores.

Su infertilidad, los ocasionales intentos de asesinato, los problemas con la nobleza... La personas daban por sentado que Heinley estaba detrás de todo esto.

Por mucho que Heinley se alejara de la escena política, las miradas suspicaces se filtraban en él como la sangre.

¿La enviará a Compshire, a pesar de la última voluntad de su hermano mayor, su predecesor? ¿Ignorando también el deseo de Christa?

A quienes les gustaba armar escándalos, también encontrarían fallos en esto.

"Lo sé, pero..."

Frunció el ceño al recordar a Christa, acercándose con un pañuelo cuando su cuerpo se volvió rígido debido a la poción.

Ella sabía que se encontraba en una condición extraña, pero le limpió el sudor sin llamar a nadie. Y su cara sonrojada junto a su mirada temblorosa...

Heinley suspiro profundamente, cerrando los ojos.

Cuando asistía a fiestas en diferentes países junto al Duque Elgy, no eran pocas las jóvenes damas que lo miraban así.

Heinley sabía perfectamente lo que significaba esa expresión y esa mirada.

No podía permitir que su cuñada se quedara aquí, después de eso. 

Sin embargo, la última voluntad de su hermano no suponía el único problema.

Navier. 

Navier ya le había dicho a Heinley que no interviniera en esto.

Entonces, ¿qué pensaría Navier si echara a Christa?

"Tendré que discutir este asunto con mi esposa primero."

McKenna refunfuñó, frunciendo el ceño ante la voz grave de Heinley. 

"La Mansión de Compshire es una gran mansión, de hecho es como un palacio. No, realmente es un palacio, excepto que no tiene instalaciones para acomodar tropas."

"Está en la Ciudad de las Artes."

"Así es. Es un lugar con un ambiente festivo durante todo el año, no sé por qué no quiere ir allí. En esa mansión su voz será escuchada como la dueña del lugar, evidentemente es mejor que estar restringida aquí."

McKenna, que no sabía que Christa gustaba de Heinley, parecía realmente incapaz de comprenderlo.

Heinley se rió en silencio, pero sentía un gran peso en su corazón.

En el palacio imperial, se seguían celebrando pequeñas fiestas de té y banquetes para los invitados distinguidos que aún estaban aquí.

Sin embargo, las celebraciones oficiales de la boda ya habían terminado. Así que me tomé un tiempo para hacer una lista de cosas que debía realizar próximamente.

...................................................................

1. Revisar el Presupuesto del Palacio Imperial. Mirar los libros de cuentas.

2. Revisar los números, puestos, salarios y tareas de los empleados.

3. Chequear las políticas de bienestar social del Imperio Occidental.

4. Realizar los preparativos para el acuerdo comercial con Luipt — ¿Por dónde empiezo? ¿Cómo me pongo en contacto con el Gran Duque Kapmen? ¿Una carta? ¿Envió a alguien? No lo sé.

5. Investigar en detalle la situación familiar de Lady Mullaney.

6. Entregar un regalo de cumpleaños a la Princesa Soju.

7. Entregar un regalo de agradecimiento al Sumo Sacerdote. ¿Podría ser un donativo?

8. Necesito aprender más sobre la historia del Imperio Occidental. Hay cosas que todavía no entiendo.

9. Necesito un ayudante.

10. ¡Necesito una oficina! 

...................................................................

Sin embargo, mientras escribía lo que me venía a mi mente, sentí una mirada fija sobre mi cabeza.

Era Mastas. Estaba mirando la libreta con la boca medio abierta.

"¿Qué ocurre?"

Cuando le pregunté, Mastas sonrió torpemente y dijo,

"Porque hay tantos signos de interrogación."

"Ah, esto no es documento oficial. Sólo estoy escribiendo lo que se me ocurre."

"Ya veo."

Mastas miraba asombrada mi lista, y tan pronto como le di un golpecito en el brazo para que dejara de mirarla, dijo avergonzada, "Ahh, esto es de mala educación," y se fue rápidamente a otra parte.

Al poco tiempo, apareció con una canasta blanca.

La canasta estaba llena de todo tipo de cartas.

"¿Qué es esto?"

Cuando le pregunté mientras dejaba la pluma, Mastas me explicó con una sonrisa.

"Estas son cartas para Su Majestad la Emperatriz."

"¿Cartas?"

Sabía lo que eso significaba.

"Fueron enviadas por las jóvenes damas que se enamoraron de mi hermano, ¿verdad?"

Sonreí naturalmente. 

Recordé a mi hermano, que estaba incómodo entre las jóvenes damas vestidas maravillosamente.

Pero Mastas respondió inmediatamente, "Parece que no."

"¿No?"

"Las firmas de los remitentes son de damas como esta."

Mastas rápidamente me extendió una carta de la cesta para que lo confirmara. 

"¿Damas?"

¿Las jóvenes damas persuadieron a sus madres para que me enviaran cartas?

¿Quieren que me acerque a sus familias para proceder con el matrimonio? 

Primero, abrí el sobre de oro y saqué la carta.

Cuando abrí la carta doblada en tres partes, se reveló una caligrafía clara e impecable.

"..."

"¿Qué dice?"

Le dije a Mastas, "Espera un minuto," entonces, saqué otra carta y la leí.

"..."

Después de hacerlo unas cuantas veces más, Mastas asomó la cabeza con una mirada de curiosidad.

Rose, que había traído otra canasta, actuó de forma similar a Mastas. 

Ellas no sabían nada. 

Después de leer casi veinte cartas, dije con seguridad.

"Mastas tienes razón. Son de las damas."

Eran cartas cordiales y amistosas, llenas de felicitaciones por la boda y buenas intenciones de acercamiento.

Inmediatamente después de la autoproclamación, las familias cercanas a Heinley se mostraron muy amables conmigo, así que esperaba que las damas de esas familias me enviaran este tipo de cartas.

¡¿Pero estas no son demasiadas?!

También me resultó extraño que otras damas de la alta sociedad me vieran en el último día de la recepción y decidieran 'no excluirme de inmediato'.

Tenía entendido que la mitad de la alta sociedad estaba del lado de Christa. Sin importar lo cuidadosa que actuara, tendrían prejuicios hacia mí...

Esto era extraño.

Aún así, de momento tenía que responder.

"Señorita Laura, creo que es necesario conseguir más papel de carta."

"Sí, Su Majestad."

"Señorita Rose, ¿podrías investigar sobre este asunto?"

"Sí, no se preocupe."

Sea cual sea el propósito, si realmente tenían buenas intenciones, les estaría agradecida.

No obstante, si lo que buscaban era acercarse a mí para luego intentar apuñalarme por la espalda, tendría que ser precavida.

***

Tan pronto regresó al Palacio Imperial, Rashta envió a un mensajero adonde el Vizconde Roteschu, ordenándole que viniera al palacio a las 10 de la mañana.

"¿Una orden?"

El Vizconde Roteschu estaba molesto por el mensaje de Rashta, pero la visitó a las diez de la mañana como le ordenó.

Rashta le preguntó fríamente cuando llegó.

"El documento de comercio de esclavos. ¿Dónde está ahora?"

El documento había estado originalmente bajo la custodia de la corporación oso. Sin embargo, Koshar había ido a tomarlo después de cortarle una oreja a Roteschu.

El Propio Vizconde Roteschu ignoró descaradamente este hecho a pesar de que lo sabía claramente.

"Por supuesto que está en mis manos." 

"¿En serio?"

Rashta entrecerró los ojos, mordiéndose las uñas. Mientras Roteschu seguía ignorando deliberadamente ese hecho.

"Por supuesto. De no ser así, ¿quién más?"

"¿No se perdió?"

"No."

"¿En serio?"

"¡Sí!"

"¡Mentira!"

Cuando Rashta gritó y arrojó la taza en la mesa, el Vizconde Roteschu se estremeció y se encogió de hombros como una tortuga.

La taza que salió volando golpeó la pared y se rompió en pedazos.

Los fragmentos se esparcieron vertiginosamente por el suelo.

"¿Es-Estás loca?"

El asombro fue tal que el Vizconde Roteschu chasqueó la lengua, pero cerró la boca inmediatamente al ver la cara de Rashta.

"¿Eso es todo?"

Rashta inclinó su cabeza mientras preguntaba con una voz grave, estaba lista para arrojarle la otra taza en la cara en vez de a la pared si decía algo equivocado.

El Vizconde Roteschu mantuvo la boca cerrada.

Pensaba que cambiaría un poco después de tener poder. Eso pasaba naturalmente con todo el mundo.

Pero no esperaba que cambiara tanto ni tan rápido...

El Vizconde Roteschu sólo chasqueó la lengua sin siquiera pensar en agitar una escoba como en el pasado, diciendo, 'Mi hijo está fuera del alcance de una vulgar esclava'.

"¿Cómo es que su Majestad sabe de ese documento?"

Aunque el Vizconde Roteschu estaba enojado, no podía manifestarlo, así que mostró una sonrisa forzada.

"Todo esto es por culpa de ese tal Koshar. Fue él quien robó el documento."

Rashta miró fríamente al Vizconde Roteschu y le ordenó,

"No quiero verte. ¡Fuera!"

"..."

"¡Dije que te fueras!"

El Vizconde Roteschu se levantó a regañadientes.

Rashta lo miró fijamente, sacó el anillo de su dedo y se lo tiró a los pies.

"Quédatelo."

El anillo de joyas en la alfombra brillaba hermosamente mientras rodaba por el suelo.

El Vizconde Roteschu se agachó, recogió el anillo y salió de la habitación con una sonrisa.

Pero cuando apenas salió, su expresión se volvió terriblemente fría.

'¿Cómo se atreve a ser tan arrogante?'

Aunque era considera por otras personas como 'la esperanza de los plebeyos' o un 'cuento de hadas real', para el Vizconde Roteschu, Rashta no era más que una esclava que podía utilizar.

Sin importar que tan alta fuera su posición, el Vizconde Roteschu no podía pensar en ella como una noble.

Ese pensamiento estrecho, avivaba la ira del Vizconde Roteschu.

'Tendré que darle una lección'. 

No había hecho nada para corregir su comportamiento últimamente, pero el Vizconde Roteschu estaba decidido a suprimir el espíritu de Rashta ahora.

Tan pronto como llegó a su residencia, instruyó a Alan.

"Alan, tú, pide una audiencia."

Alan preguntó, "¿Una audiencia?" desconcertado.

Ya sea un plebeyo o un noble, si uno solicitaba una audiencia podía hablar con el emperador. 

Como resultado, había tanta gente que solicitaba una audiencia que la fila de espera era extremadamente larga.

Aquellos que solicitaban una audiencia debían soportar esa larga fila de espera antes de ser recibidos. 

¿Por qué debería pedir una audiencia ahora?

"¿Para qué una audiencia?"

"¿No participa Rashta en las audiencias?"

Al escuchar el nombre de Rashta, Alan se volvió rígido. Roteschu sonrió y dijo, 

"Estoy seguro de que querrá ver a su hijo. Lleva a Ahn y muéstrale su pequeño rostro."

Si te gusta mi trabajo, puedes apoyarme comprándome un café o una donación. Realmente me motiva. O puedes dejar una votación o un comentario 😃😁.

Publicar un comentario

0 Comentarios

Haz clic aquí