La Emperatriz se volvió a casar 102
El sufrimiento de Kapmen
"Uh.. Entiendo."
Cuando Christa se enteró que uno de los líderes de la Orden de Caballeros Transnacional había venido hasta aquí para servir a Navier, murmuró amargamente.
Como ella era la Reina del Reino Occidental, pensaba que esto era bueno para su país. Sin embargo, Chista se sintió un poco triste de que no fuera ella quien lo hiciera.
Después de pensarlo por un rato, fue al jardín de flores que cuidaba ella misma y ordenó a sus damas de compañía,
"Hagan una cesta de flores con esas flores y dénsela a Navier."
"Oh, Dios mío. ¿Le darás un regalo primero?"
Las damas de compañía miraron disgustadas a Christa por su petición.
Desde un principio no les agradaba Navier porque era una enemiga potencial de Christa.
Y después de que unas de las personas cercanas a Navier ofendiera abiertamente a una de las damas de compañía de Christa, odiaban verdaderamente a Navier y a su gente.
No podían creer que le quería enviar un regalo.
"¿Habla en serio, Reina Christa?"
"Si me agradaba o la odio, eso no importa."
"Su Majestad..."
"Mientras la actual reina no cometa ningún error, debo mostrarme amigable con ella como antigua reina."
Christa suspiró, y luego añadió.
"Y ahora está a su lado unos de los lideres de la Orden de Caballeros Transnacional. ¿Qué sentido tiene luchar?"
Eventualmente, una de las damas de compañía no tuvo mas remedio que arrancar las preciadas flores de Christa y comenzó a ponerlas en una cesta.
Mientras ella trabajaba en la cesta de flores, las otras damas de compañía continuaron hablando con Christa sobre Navier.
"Reina, no sirve de nada que intente llevarse bien."
"Así es, ella ya considera a la Reina una enemiga."
"¿No ha escuchado que quiere reunirse con Lady Mullaney?"
Christa frunció el ceño mientras jugueteaba con el lazo de la cesta de flores.
"¿Lady Mullaney?"
La duodécima candidata para el puesto de Reina de Heinley.
Fue ella quien le dijo a Christa que se fuera del palacio real porque ya no era la reina.
A Lady Mullaney no le agradaba Christa.
¿Y ahora Navier quería reunirse con ella?
"Está tratando de poner a Lady Mullaney de su lado."
Murmurando con una expresión rígida, Christa suspiró de nuevo.
"Parece que realmente me ve como una enemiga..."
"Así es. De lo contrario, habría permanecido tranquila hasta la ceremonia de boda, para luego centrarse en conducir correctamente al país."
"Si quiere reunirse con Lady Mullaney, significa que quiere deshacerse de usted."
"Debe hacer algo, Reina."
Las damas de compañía instaron a Christa ansiosamente.
Christa no fue la única cuyo poder se había desvanecido con la llegada de Navier.
Las damas de compañía más cercanas a ella también experimentaron lo mismo.
Si Heinley se hubiera casado con una dama de la nobleza del Reino Occidental, estaría en una posición mejor que la de ahora.
Porque ninguna dama iría más allá de su influencia en la alta sociedad.
Además, el Rey Heinley era un playboy. Un playboy que quizá tendría docenas de amantes en el futuro.
Además, el Rey Heinley era un playboy. Un playboy que quizá tendría docenas de amantes en el futuro.
La dama que se casara con él por razones políticas se sentiría sola y marginada, sería una reina sólo de nombre, sin el corazón del rey o el poder de la alta sociedad.
Entonces... las damas de compañía resoplaron con exasperación.
"Por favor, haga algo al respecto, Señorita Christa."
"Aunque no pueda deshacerse de ella, al menos debería destruirla."
"No debe permitir que esa mujer la despoje de su posición en la alta sociedad."
Christa se veía pálida y sonrió con tristeza.
"¿Qué puedo hacer? Si nuestra relación no es buena, otros países y sus ciudadanos se reirán de nosotros. Si soy hostil hacia ella en secreto, el Rey me odiará. Además, ahora mismo... ya no tengo ningún poder."
***
Cuando Nian estaba hablando con mis damas de compañía. Inesperadamente, el propio Vizconde Langdel vino a verme.
"Reina Navier."
El Vizconde Langdel me miró con ojos temblorosos, y torpemente se arrodilló sobre una rodilla para saludarme.
"No esperaba verte aquí."
Él dudó como si no supiera qué decir.
Quise ayudarlo a levantarse, pero el Vizconde Langdel sacudió la cabeza y dijo,
"He venido para mostrarte mi gratitud."
No lo había hecho con la esperanza de ser recompensada, pero lo acepté en vez de negarme.
"Gracias."
Aunque todavía no sabía en qué podía ayudarme el Vizconde Langdel, ya estaba agradecida de tener a tanta gente cerca a mi en un país extranjero.
"Estoy feliz de que tú y Lady Nian estén aquí. Eso es suficiente para mí."
Sin embargo, la gratitud del Vizconde Langdel superó mis expectativas.
"He traído a mis caballeros. Por favor, permítanos ser sus caballeros personales."
¿El Vizconde Langdel trajo a sus caballeros?
Eso me sorprendió.
El Vizconde Langdel era un noble sin territorio. Y aunque un noble tuviera una mansión en la capital, sin eso no podría levantar un ejército privado.
Pero, él tenía sus propios caballeros...
Lo que esto significaba no los contó un asistente de Heinley que llegó después de que el Vizconde Langdel y Nian se marcharon.
Los caballeros que él dirigía no eran caballeros personales ordinarios, sino caballeros transnacionales.
"¡Caballeros Transnacionales!"
Mastas saltó de alegría tan pronto como escuchó eso.
"¡Quiero enfrentarlos! ¡Será genial!"
"Señorita Mastas, eso sería descortés con la Reina."
"No creo que sea descortés, puedo solicitar en secreto un duelo no oficial."
Mastas sonrió. Las otras damas de compañía estaban intentando calmarla mientras ella se preguntaba cuántos días necesitaría para enfrentarlos de uno en uno cada dos días.
Me senté en el sofá y murmuré para mí misma con sentimientos encontrados.
"Sólo hice un favor, y ahora he recibido mucho más a cambio."
Rose también preguntó con entusiasmo.
"Su Majestad, ¿Lady Nian no vendrá como su dama de compañía? Como la Condesa Jubel y Laura."
Le respondí con una risa.
"Nian no podría trabajar como dama de compañía."
A Nian le gustaba estar rodeada de personas. Es una mujer que atrae la atención en los círculos sociales y eso la hacía sentir llena de vida.
Si se convertía en mi dama de compañía, inevitablemente el número de personas que podría conocer sería limitado.
No importa cuán honorable sea esta posición, no era adecuada para Nian.
Seguramente pensando lo mismo que yo, Laura y la Condesa Jubel, que conocían bien a Nian, estallaron en risas.
Pero, mientras reíamos y charlábamos, llegó otro visitante.
Habiéndome reunido con mis amigos del Imperio Oriental uno tras otro, tenía la esperanza de que esta persona también fuera del Imperio Oriental, así que dije rápidamente,
"Adelante."
Este visitante también era del Imperio Oriental.
Pero no era mi amigo.
Aunque conocía su cara...
"Señora Navier, he venido a verla por órdenes de Su Majestad el Emperador."
Cuando este visitante la saludó, los rostros de Laura y de la Condesa Jubel se volvieron fríos de inmediato.
Él sonrió amargamente, como si hubiera anticipado esta atmósfera.
Luego movió los labios, como si tuviera algo que decirme.
Mientras lo observaba, le pedí a mis damas de compañía que se retiraran y le pregunté.
"¿A qué has venido?"
El visitante rápidamente sacó algo de su bolsillo.
Era una carta.
Una vez que la acepté y la abrí, vi la letra de Sovieshu, que me resultaba tan familiar.
Después de terminar de leer la carta, la doblé, la metí en el sobre y le ordené que se retirara.
"Estaré esperando afuera, siéntase libre de llamarme."
Luego de decir eso, salió tranquilamente.
Parecía pensar que yo le enviaría una respuesta a Sovieshu.
Cerré los ojos y me puse la mano en la frente.
Una respuesta...
El contenido de la carta de Sovieshu fue completamente inesperado.
Que realmente no quería divorciarse de mí, que se lo había prometido a Rashta, pero que sólo sería por un año. No quería que su hijo fuera ilegítimo, así que después que ella diera a luz, me haría emperatriz de nuevo.
Todo tipo de emociones extrañas que no podía comprender estaban surgiendo en mi interior.
Era como... si mis sentimientos estuvieran envueltos en una tela gruesa, sin forma alguna de poder distinguirlos.
De lo que sí estaba segura es que mi relación con Sovieshu había terminado.
Todavía me afecta pensar en él.
Pero incluso si él estuviera arrepentido, Sovieshu y yo nunca nos cansaremos de nuevo.
Porque ya estoy casada con Heinley.
¿Me estaba pidiendo que dejara a Heinley, quien tomó mi mano cuando más lo necesitaba?
Eso no sucedería.
Además, ¿qué pasaría, si Rashta da a luz, y yo me convierto en la Emperatriz de nuevo?
Entonces yo sería la madre adoptiva de ese bebé, pero no querría aceptarlo como mío.
El niño no tiene culpa de que ellos sean sus padres. No quiero que sufra.
Pero aparte de eso, no podía amar al niño ni tampoco quería estar cerca de él.
Por otro lado, lo mismo sería cierto para el bebé de Rashta.
Aunque yo ocupe la posición de emperatriz primero, el niño pensaría que había tomado el lugar de su madre.
Él me guardaría rencor por ser la emperatriz.
Incluso si Rashta jugara el papel de Emperatriz sólo por un año, como dijo Sovieshu en esta carta, habría esta incómoda discordia a la espera después de todo, sólo me esperarían conflictos y disputas.
'No responderé.'
Finalmente, salí y le dije al mensajero de Sovieshu que se marchara, ya que no tenían intención de enviarle una respuesta.
***
Incluso después de que el mensajero de Sovieshu se marchó, mis sentimientos eran un desastre.
Intenté leer un libro, pero mi atención estaba en otra parte.
Me senté en mi sillón y miré aturdida por la ventana.
Esto me hizo sentir como si estuviera en el Reino Occidental y al mismo tiempo en el Imperio Oriental.
Las mariposas que volaban fuera de la ventana se parecían a las mariposas vistas en el Palacio del Oeste del Imperio Oriental.
'¿Cuánto tiempo ha pasado desde entonces?'
La figura de Heinley apareció en la ventana.
Pensé que estaba alucinando, pero ciertamente era real.
"¿Estás tratando de entrar por la ventana otra vez?"
Le pregunté, mientras me levantaba y abría la ventana, Heinley parecía querer decir algo, pero simplemente dio medio paso atrás y respondió, "No."
"Sólo vine aquí para conversar, Reina."
"Ibas a entrar por la ventana."
"Lo único que quiero es conversar."
"Ya no eres un príncipe. Debes prestar atención a tus acciones."
"¿Estás preocupada por mí?"
"No te conmuevas por algo tan extraño."
"¿Me estás regañando? Eres mi Reina, si quieres regañarme, está bien."
Heinley estaba demasiado positivo.
En esta situación, era obvio que señalar sus errores no serviría de nada.
Le pregunté en lugar de seguir insistiendo con este tema.
"¿Qué te trae por aquí a esta hora?"
Por lo que sé, debería estar ocupado en el trabajo ahora mismo...
Estaba calmado y sereno cuando le regañaba, pero se puso pálido cuando le hice esta pregunta.
Luego miró hacia el césped sin razón aparente.
"¿Es porque te enteraste de que un mensajero de Su Majestad vino a verme?"
Al preguntarle lo que había imaginado, Heinley respondió, "Sí", y me miró de reojo.
"Eso… te afecto..."
"Recibí una carta."
"¡Una carta!"
Parece que no sabía que había recibido una carta.
Bueno, no tenía forma de saberlo porque le había pedido a todos que se retiraran en ese momento.
"Pero no le respondí."
"Ah..."
Dejando escapar un suspiro de alivio, la expresión de Heinley se hizo más brillante.
Extendí mis manos, lo agarré por los hombros y le dije claramente.
"Ahora soy tu esposa. No tienes que preocuparte por cosas innecesarias, Heinley."
En ese momento, Heinley abrió los ojos un poco más, y susurró con una sonrisa tan amplia que los extremos de sus ojos se curvaron.
"Reina... mi corazón está latiendo con fuerza."
Quizá fueron palabras vacías, pero estaba ligeramente sonrojado.
De alguna manera, verlo así me hizo querer morderle las mejillas. Sentía que si le mordía las mejillas, saldría mermelada del interior.
Era un pensamiento ridículo, y por un momento me sentí muy avergonzada.
No estoy completamente segura de mis sentimientos hacia Sovieshu.
Pero, cuando Heinley me mira, no sé por qué se ve tan lindo y adorable.
En ese momento, quería... quería responder a sus palabras.
Pero, no sabía que debería decirle.
Después de pensarlo un momento, le dije repetidamente.
"Me siento aliviada."
***
En ese momento.
Kapmen seguía buscando formas de contrarrestar los efectos de la poción de amor en su cuerpo, en lugar de buscar un país para establecer una alianza.
Después de vagar de un lugar a otro, decidió ir a ver a unos de sus maestros de la academia mágica.
Al principio, el maestro de Kapmen se agarró la cabeza al escuchar que sus estudiantes habían hecho una especie de poción de amor para venderla en el mercado negro.
"¡Están locos, locos, qué hacían a nuestras espaldas, sólo causar problemas!"
"... Me disculpo, maestro."
"¡Incluso si otros estudiantes actuaron imprudentemente, tu no debiste comportarte de la misma forma!"
"..."
"No puedo creer que siendo un Gran Duque te hayas involucrado en el mercado negro... Oh, mi cabeza, mi cabeza."
Después de gruñir por un tiempo, el maestro de Kapmen examinó de arriba abajo a su estudiante cuando él le dijo que algo andaba mal con su cuerpo.
"¿Ha pasado mucho tiempo desde que tomaste la poción?"
"La tomé no mucho después de las celebraciones de Año Nuevo."
"No ha pasado tanto tiempo."
El maestro presionó el cuerpo de Kapmen en distintas zonas y le preguntó de nuevo.
"Por lo general, cuanto tiempo tardan en desaparecer los efectos de la poción."
"Si uno toma el antídoto, debería estar mejor en un instante, e incluso si uno no toma el antídoto, debería estar mejor en una semana."
El Gran Duque Kapmen respondió, agarrando con fuerza un relicario con el retrato de Navier que había comprado en una tienda.
"Aunque sea una poción de amor, no es verdadero amor lo que provoca. Sin embargo... los efectos parecen más fuertes de lo que había pensado..."
El maestro echó un vistazo al relicario del Gran Duque Kapmen, pero no se percató de que la mujer en el retrato era la antigua emperatriz.
"¿Has probado con el antídoto hecho con una mezcla de amapolas y lirios negros?"
"Sí, un montón de veces."
"¿Con la píldora hecha con una mezcla de caléndula y acebo?"
"También."
"¿Has probado a mezclar claveles rojos con bayas de baniano?"
"Sí."
El maestro gruñó y siguió haciéndole preguntas similares.
Sin embargo, Kapmen, quien era uno de los mejores graduados de la academia mágica, ya había probado con todos los posibles tratamientos.
A medida que la expresión de su maestro se oscurecía, también lo hacía la de Kapmen.
Le preguntó, apretando el relicario.
"¿No se puede nada al respecto, maestro?"
El amor no correspondido era demasiado doloroso.
El Gran Duque Kapmen pensó que si no tenía a Navier cerca, sus síntomas mejorarían, así que abandonó el palacio como si estuviera huyendo en cuanto tuvo la oportunidad.
Sin embargo, dos días después, se dio cuenta de que estaba realmente equivocado.
Cada vez que la veía, se sentía mejor.
La sola idea de no volver a verla en persona, provocaba un gran dolor en su corazón.
Entre sus pertenencias ya tenía docenas de retratos de Navier.
Pero eso no detuvo su sed ardiente, y ahora tenía miedo de sí mismo.
A este paso, terminaría visitando a Navier y rogando por su amor.
"Bueno..."
Después de pensarlo un rato, el maestro finalmente habló.
"No sé la solución. Pero se me ocurren tres posibles causas."
"¿Tres?"
"Las tres podrían no serlo. Sólo son conjeturas. Es más fácil encontrar una solución cuando se conoce la causa del problema."
"Maestro, ¿Cuáles son?"
"La primera, es que se trata de una poción que hiciste personalmente, por lo que fue especialmente efectiva contigo."
"¿Qué hay de las otras causas?"
"La segunda, es que últimamente no sólo los magos están perdiendo su maná, sino que el número de personas que se manifiestan como magos también ha disminuido significativamente. Eso significa que el equilibrio de maná se ha vuelto inestable, así que tal vez esto haya influido."
"..."
"La última causa..."
El maestro miró suspicazmente al Gran Duque Kapmen y dijo,
"Puede ser que... incluso antes de que tomaras la poción, estabas enamorado de la persona que supuestamente te enamoraste después de tomar la poción."
"¡!"
"También es posible que se trate de algo más complejo."
En ese momento, el ayudante de su maestro gritó en el pasillo mientras llamaba a la puerta.
"¡Maestro! Un hombre del Reino Occidental está buscando al Gran Duque Kapmen."
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