La Elección de Afrodita 64
Por primera vez
"Es natural querer justicia. Y exijo un juicio justo sin que nadie coaccione a Hefesto para que declare en falso, una vez más. ¿No es así, Dama Hera?"
Miró a Hera fijamente.
Hera no respondió. Parecía asombrada de que Afrodita lo supiera. Significaba que ella podía revelar todo a Zeus en un instante. Ella había difundido vagos detalles sobre el incidente, por lo que nadie sabía con certeza lo que realmente había sucedido.
"¿Por qué no intentas pedirlo amablemente para variar, Dama Hera?"
Preguntó Afrodita
"Podríamos ser capaces de dejar de lado las diferencias y resolver todo racionalmente con educación, ya sabes"
Hera percibió la amenaza en sus palabras: mostrar respeto a Hefesto o arriesgarse a revelar el secreto. Hera se llenó de rabia y apretó los puños. Quería borrar de la faz del mundo a esa plaga. Afrodita agarró la mano de Hefesto y la miró fijamente, retándola a que causara todos los estragos que pudiera.
Hera inclinó la cabeza y abrió los brazos.
"Por favor, Hefesto ... te pido perdón por la estupidez de Ares. Por favor, libéralo".
La mano de Hefesto en la de Afrodita se apretó. Dejó escapar un fuerte suspiro. Sus frustraciones de toda una vida parecían escapar en ese único suspiro. Parecía inflexible e inamovible como siempre, pero su corazón se aceleraba. Hera, que le había tratado de la forma más ruin posible, le mostraba respeto y le pedía perdón -aunque fuera por Ares- por primera vez. Nunca había imaginado ni en sus sueños más salvajes que esto fuera posible.
Su respuesta fue vacilante y lenta.
"Ya que pides perdón, Dama Hera. Lo liberaré por ahora para salvar vuestra cara...."
Se armó de valor.
"Pero su posterior castigo aún debe ser discutido. No puedo permitir que los dioses, mayores o menores, consideren oportuno invadir mi santuario a su antojo"
Hefesto sintió que cada palabra que pronunciaba lo liberaba de toda una vida de grilletes. Había bloqueado cualquier malestar y dolor y había construido un muro a su alrededor. Nunca había podido liberarse del todo, sólo había podido encerrarse más y más. Pero con Afrodita a su lado, cada palabra que pronunciaba en ese instante lo hacía tan ligero que sentía que podía volar si así lo decidía. Tenía una suave sonrisa en su rostro al darse cuenta de ello. Hera parecía sorprendida.
"Hefesto"
Llamó Afrodita, mirándolo con preocupación. Una pregunta silenciosa en sus ojos: ¿Estás bien?
Él se volvió hacia ella y la abrazó con fuerza. No le importaban los muchos pares de ojos que aún los miraban.
"Te quiero"
Le susurró al oído. Su sincero sentimiento, que provenía de lo más profundo de su corazón, estalló. No esperaba una respuesta. Se limitó a abrazarla con fuerza y a sentir cómo su corazón se aceleraba en su pecho. Los latidos de su corazón, y sus manos listas que lo envolvían con ternura eran todas las respuestas que necesitaba. Se rió en silencio, incapaz de creer que ella estaba aquí, y que estaría aquí para siempre, a su lado.
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