LEDA 48

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Jueves, 29 de Abril del 2021



La Elección de Afrodita 48

Prisionera afortunada


Deseando escuchar a Hefesto llegar al clímax y liberar su prodigiosa semilla dentro de su vientre, la diosa del amor hizo algo que nunca antes había hecho. Apretó los músculos de su órgano sexual como si se tratara de otra boca que devorara hambrienta el asta del dios del fuego.

El efecto fue instantáneo y eléctrico: Hefesto soltó un gemido que amenazó con dejar sorda a Afrodita mientras la agarraba por la cintura casi con dolor. Para ella, podía sentir cada vena palpitante de su órgano mientras él amenazaba con profundizar al máximo.

La sensación no se parecía a nada que ella hubiera sentido o siquiera imaginado antes. Con su mente abrumada, Afrodita se desbordó entre sus piernas mientras sentía que cada centímetro de su cuerpo se derretía. Su orgasmo fue tan tremendo que se saltó la fase de rigidez y se desplomó inmediatamente sobre la cama con un jadeo prolongado.

Pero Hefesto no había terminado. Manteniendo su agarre sobre ella, finalmente liberó su autocontrol y comenzó a bombear tan fuerte y tan rápido como pudo en un deseo de disfrutar de la misma explosión mental que tuvo la diosa del amor. Todo fue demasiado para Afrodita y su último pensamiento antes de desmayarse fue: ¡Más! ¡No puedo más! ¡Más!





* * *




Sus párpados se sentían pegajosos, como si estuvieran hechos de miel, un signo de sueño prolongado. Tuvo que parpadear varias veces para aclarar su visión. Lo primero que vio fue un brazo grueso y fornido que rodeaba su cuerpo como una enorme serpiente. Pasar la mayor parte de las horas de vigilia blandiendo un gigantesco martillo le haría eso a cualquier cuerpo, pensó Afrodita.

A medida que su conciencia volvía como una suave corriente, comenzó a reflexionar sobre lo conmovedor que era que Hefesto la mantuviera en sus brazos toda la noche. Al menos, ella pensó que habían dormido toda la noche. Pero entonces, un pensamiento ahogó todo lo demás. No, no era un pensamiento. Era más bien una sensación. Que algo extraño se alojaba dentro de ella y entre sus muslos. Algo grueso y extraño.

Parecía que se había quedado dormido dentro de ella. No se retiró. Afrodita maldijo en silencio, maravillada por lo sexy que era.

Si sólo hubiera hecho eso durante su noche de bodas, no habría sido necesario todo el complot y las intrigas que la diosa del amor había hecho, así como los problemas que causó a muchos otros residentes del Olimpo.

Como si sus pensamientos le despertaran, Hefesto se movió ligeramente, aún medio dormido.

Con su vientre aún sensible por los golpes recibidos, Afrodita dejó escapar medio gemido antes de morderse los labios avergonzada. Demasiado tarde.


"¿Estás despierta?"

"Sí"

"Está bien si quieres dormir más"


Afrodita quiso decir: "Dormir es lo último que tengo en mente ahora mismo", pero por alguna razón, no lo hizo. De hecho, tuvo un deseo irracional de apretar el calor que empezaba a recorrer todo su cuerpo de nuevo. Sin embargo, todo fue en vano, ya que su cuerpo la traicionó. Una de las manos de Hefesto se acercó a su pecho y descubrió que su pezón ya estaba erecto, como si le hiciera señas para que hiciera lo que quisiera.


"No lo saques"

"¿Perdón?"

"Hagámoslo a mi manera esta vez"


En respuesta, Hefesto retiró el brazo que la rodeaba y la sacó, para disgusto de Afrodita. Cuando estaba a punto de emitir una protesta indignada, su marido la agarró con esa fuerza titánica y la izó sobre su hombro sin esfuerzo.


"Deberías lavarte"


Su mujer apenas se tragó una blasfemia. ¿Qué sentido tenía decirle a este patán lo que quería? Pero estos pensamientos de furia se desvanecieron como la lluvia cuando vio a dónde la llevaba su marido.

A primera vista, parecía un pequeño estanque. Sin embargo, el agua burbujeaba y había vapor por todas partes. El olor singular confirmó sus sospechas.
(Nota Asure: en realidad, donde dice olor singular, decía huevos podridos ... lo cambié porque en mi opinión no va con el contexto ... casos similares he hecho con otros capítulos, si hicieran comparación)


"Es una fuente termal"

"Lo sé. Pero no sabía que hubiera una en el Olimpo"

"Yo lo hice. Se pueden hacer muchas cosas con la lava del Monte Etna"


Afrodita miró el manantial caliente con curiosidad. Había oído que el agua de una fuente así tenía muchos beneficios, pero nunca había llegado a probarla porque no había ninguna en su santuario. Sin necesidad de insistir, se zafó de los brazos de Hefesto y se lanzó al manantial. Sin decir nada, él hizo un movimiento con sus dedos para lanzar un hechizo que disminuyera el calor en la piel de la diosa del amor. El resultado fue que la temperatura del agua estaba justo en el límite entre lo placentero y lo doloroso.


"Oh, querida. Es bueno. Muy bueno"


Su cuerpo, agotado por la intensa actividad amorosa de toda la noche, agradeció el abrazo del agua. Afrodita cerró los ojos mientras empezaba a tararear una melodía para sí misma.

Como cerró los ojos, no vio la expresión de Hefesto. Él la miraba con desesperación, como si esperara algo de ella. Luego bajó la mirada con decepción, como si no hubiera conseguido lo que quería.




* * *




Habían pasado quince días y quince noches desde que Hefesto atrapó a Ares y a Afrodita y se llevó a esta última. Se sentía como una prisionera, salvo que la trataban bien. Teniendo en cuenta que el dios de los fuegos casi nunca tocaba el tema de su infidelidad, su esposa pensó que era afortunada.

Con los estragos que su cuerpo sufría durante horas cada día, era realmente muy afortunada.

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