LEDA 47

LEDA 47

Martes, 27 de Abril del 2021



La Elección de Afrodita 47

Rapto de los amantes


Por debajo de la cintura, la túnica de Hefesto parecía una de esas enormes tiendas de campaña que los dioses utilizaban para las fiestas fuera de sus castillos. Era como si hubiera un pequeño poste que la sostenía, creando un bulto que se asemejaba a dicha carpa. Al no ser una doncella, Afrodita estaba bastante segura de lo que era. Juró que podía oler algo: algo almizclado, pero agradable; algo varonil y excitante.

Asintiendo con la barbilla hacia la dirección general de la protuberancia, la diosa del amor dijo: 


"Esto"

"¿Qué?" Respondió, confundido.

"Sácalo"


El dios del fuego se quedó en silencio, como si estuviera pensando mucho en su orden. Finalmente, dijo: "Esto no te satisfará", para insatisfacción de su esposa. Afrodita estaba segura de que nunca se había quejado de ningún aspecto de hacer el amor con él. Al fin y al cabo, no había razón para ello. Y aunque lo hubiera hecho, lo cierto es que ahora se lo estaba buscando. Así que, ¿por qué la vacilación?, pensó en tono de prueba.

Inclinando el cuello hacia delante, la diosa del amor mordió parte de la tela suelta bajo la cintura de Hefesto. Tiró de ella hacia un lado, dejando al descubierto la rígida y palpitante virilidad de su marido. Él gritó para que desistiera, pero ya no había forma de parar. Afrodita abrió la boca y trató de engullirlo entero, casi ahogándose en el proceso.

Su marido jadeó, pronunciando palabras confusas en señal de protesta, mientras su lengua jugaba con su cabeza mientras la mitad de la polla estaba dentro de su boca. Sintió que se humedecía entre sus muslos mientras saboreaba la salinidad de sus labios y su lengua y el aroma que inundaba sus fosas nasales.

Afrodita hizo que toda su boca recorriera la longitud de su vara. 


"¡Detente! Escúpelo"


Dijo, cada palabra puntuada por los jadeos lujuriosos de Hefesto. La diosa del amor siguió adelante, sintiendo que había descubierto un punto débil de su marido. Inesperadamente, le agarró la cara con ambas manos y la apartó de su hombría. Ella gruñó de frustración.


"¿Hiciste esto por él?"


Dijo el dios del fuego, con los ojos clavados en ella con una intensidad ardiente.

Hefesto repitió la pregunta, confundiendo el silencio de Afrodita con el resultado de no haberle escuchado o entendido. Pero la diosa del amor escuchó y comprendió. Su silencio era el resultado de su risa interior ante lo ridículo de la pregunta y la lógica que la acompañaba. Después de todo, nunca le gustó ser la "dadora" en la cama, ya que siempre prefería estar en el extremo receptor. ¿Por qué iba a hacer una excepción con Ares, de entre todos los seres del universo?

Pero lo más importante es que todo era un rumor. Uno que Afrodita tramó para que su marido volviera corriendo por los celos. Llegó a la conclusión de que él aún no se había dado cuenta de la verdad. La idea la hizo sonreír. Como para calmar el orgullo herido de Hefesto, comenzó a mordisquear uno de sus dedos que aún le presionaba la cara.

Pero él no se dejó disuadir. Con un tono grave, gritó su nombre. Pero su mujer no se detuvo. Afrodita comenzó a lamerle el dedo, burlándose de lo que podía hacer con otra cosa de Hefesto que era igualmente larga y dura. 


"¿Te gusta? ¿Se me da bien? Es la primera vez que tomo un hombre dentro de mi boca", dijo con una sonrisa.

"¿Qué?"

"No he hecho esto a nadie antes"

"Entonces, ¿por qué lo haces?"

"Porque quiero"


Al ver que su marido seguía mirándola con escepticismo, dijo: 


"¡Lo que digo es que si no fuera tuyo, no lo pondría en mi preciosa boca! Así que deja de quejarte y déjame tenerlo"


Sin palabras, Hefesto se alejó un paso. Afrodita estaba a punto de gemir de frustración cuando sintió que sus manos callosas y sus fuertes brazos la levantaban como si no estuviera hecha más que de plumas. La dejó caer sin esfuerzo sobre la cama y sin más que un aviso, el dios del fuego le separó las nalgas y le clavó su vara de hierro entre ellas.

La diosa del amor quiso gritar, pero en su lugar, mordió con fuerza la almohada que tenía delante. Justo cuando la oleada inicial de dolor empezó a desaparecer, dando paso a una mezcla de dolor y placer, Hefesto empezó a empujar. No con prisa, como si estuviera en una carrera contra un oponente invisible, sino deliberadamente. Cada penetración se hacía como si se hubiera pensado en ella. Y el pensamiento era llegar lo más profundo posible. Afrodita apretó la cama con ambas manos y dejó escapar un grito ahogado.

Hefesto comenzó a acelerar gradualmente el ritmo mientras seguía empujando tan profundamente que su esposa juró que podía sentirlo cerca de su vientre. El rítmico golpeteo de su ombligo contra sus nalgas era música para sus oídos, haciendo que se calentara entre las piernas. Afrodita quiso agarrarse a los muslos de él para controlar su ritmo y su penetración, pero su movimiento fue frenado por las esposas que ataban sus muñecas. El dios del fuego se percató de ello y esbozó una sonrisa lobuna.

La diosa del amor, que no era de las que se echaban atrás ante un desafío, comenzó a empujar sus caderas hacia atrás en sincronía con cada empuje de su marido dentro de ella. En respuesta, Hefesto la agarró por la cintura para ayudarla en sus movimientos. La sensación adicional la hizo gritar de nuevo, pero esta vez, no fue obstaculizada por la almohada ya que dejó de morderla.

Sintió que gotas de líquido caliente empezaban a caer sobre su espalda. Afrodita no podía girar la cabeza del todo así que no estaba segura, pero sentía que era su marido el que estaba sudando. La idea le pareció sexy, así que gritó: 


"¡Qué bien! Más profundo. Aún más profundo"

Si te gusta mi trabajo, puedes apoyarme comprándome un café o una donación. Realmente me motiva. O puedes dejar una votación o un comentario 😊😌.

Publicar un comentario

0 Comentarios

Haz clic aquí