La Villana Vive Dos Veces 7
Primer Encuentro (3)
El templo donde se encontraba el arzobispo estaba a las afueras de la capital, a una distancia considerable de la misma.
En parte se debía a la doctrina que defendía la necesidad de distanciarse del mundo secular, y en parte por razones prácticas de tratar de establecer cierta distancia de la esfera de influencia del emperador.
En la capital había varios pequeños templos que eran frecuentados por los plebeyos. Sin embargo, cuando los nobles tenían tiempo visitaban este hermoso y pintoresco templo.
Incluso la familia imperial tenía que venir hasta aquí para algunos sacramentos importantes.
Esta también era una de las formas de confirmar la autoridad del templo.
Cedric se adentró en el bosque con varios caballeros bajo su mando para ir al templo.
Un carruaje se encontraba en un ángulo extraño en medio del camino.
"Woah!"
Freyl, que iba a la cabeza, tiró de las riendas de su caballo para detenerse. Cedric también se detuvo después de él.
"¿Qué está pasando?"
Preguntó Freyl. El coachman se quitó el sombrero e inclinó la cabeza avergonzado.
"Disculpen, caballeros. La rueda de nuestro carruaje se salió."
"¿La rueda se salió?"
Freyl miró a Cedric y cuando él asintió, Freyl se bajó de su caballo.
Ellos estaban montando a caballo, por lo que perfectamente podrían desviarse del camino y pasar de largo.
Pero ni Cedric ni los caballeros eran de esa clase de persona. Tampoco tenían un motivo para darse prisa.
Cedric observó la situación por un momento.
El soporte que conectaba el eje a la rueda se había aflojado por alguna razón, causando que la rueda se saliera.
"Esto no es usual. ¿Cómo estabas manejando el carruaje?"
Freyl reprendió al coachman, enérgicamente. El coachman nervioso, se limpió la frente con la mano.
"Estaba manejando cuidadosamente, no sé cómo sucedió."
"¿Puedes arreglarlo?"
Cedric se bajó del caballo y se acercó a Freyl.
"No es tan difícil. Solo se necesita encajar la rueda y colocar el soporte de nuevo. Hay que usar un poco de fuerza, pero parece que las personas que estaban dentro del carruaje eran mujeres, por eso no pudieron arreglarlo.”
Freyl informó y Cedric asintió con la cabeza.
Una chica que estaba a la sombra de un árbol a poca distancia se le acercó con su criada. Parecía ser la dueña del carruaje.
"Gracias por su ayuda."
“De nada.”
Cedric respondió y se dio la vuelta para mirarla. En ese instante, se quedó atónito.
Tenía la misma cara que había visto en su sueño.
Era más joven, mucho más bonita, pero sin duda seguía siendo la misma mujer.
La chica dijo en voz baja.
"Me preocupaba tener que caminar desde este lugar hasta el templo."
"¿Cómo podría una bella dama caminar desde aquí hasta el templo? No se preocupe. Lo arreglaremos enseguida."
Freyl intervino, golpeándose el pecho.
Cedric lo miró con desprecio, esto no es algo que pudiera garantizar. Era un mal hábito de Freyl lucirse frente a mujeres bonitas.
La chica sonrió suavemente. Parecía una sonrisa amarga y a la vez parecía que intentaba contener su risa.
Un rostro lloroso se superpuso.
Cedric giró la cabeza, apartando su mirada de su cara, sintiéndose desconcertado. El carruaje fue reparado rápidamente.
La chica agradeció a los caballeros uno por uno, y dijo.
"Lamento haberlos molestado."
"No tienes porque disculparte. Es nuestro deber ayudar a aquellos que lo necesitan. Eres una dama preciosa, es peligroso para usted salir sin escolta."
De nuevo, Freyl habló en lugar de Cedric. La chica respondió.
“Es solo un viaje a plena luz del día hacia el templo. Estamos en medio del camino así que ahora no es conveniente, pero cuando lleguemos al templo les agradecere apropiadamente.”
"No, no tienes que hacerlo."
Freyl respondió, pero Cedric asintió con la cabeza de acuerdo con ella.
Luego abrió la puerta del carruaje, Artizea parecía estar avergonzada.
“Por favor, suba.”
Él habló brevemente y le extendió la mano.
Artizea dudó y sus mejillas se enrojecieron, pero finalmente agarró su mano y se subió al carruaje.
El grupo de Cedric a caballo se dividió en dos.
Algunos iban un poco por delante del carruaje y otros un poco por detrás del mismo.
Artizea se dio cuenta de que era porque pretendían servir de escoltas.
Cuando las puertas del templo estuvieron a la vista, el grupo de Cedric aceleró y se alejó. No iban directamente al templo, sino que planeaban visitar la residencia personal del arzobispo.
Una vez que el carruaje de Artizea se detuvo en la entrada principal del templo. El sacerdote salió corriendo a recibirla.
"Bienvenida, Dama Rosan."
"Gracias por venir a recibirme a pesar de mi inesperada visita."
Artizea ordenó a Alice que sacara una pequeña caja que había traído.
"He traído velas perfumadas de cera. Me gustaría ofrecerlas a la estatua del hijo de Dios."
"Sígame, por favor. Estoy seguro de que el hijo de Dios estará muy complacido por su gran devoción, Señorita Rosan."
El sacerdote estaba encantado. Las velas perfumadas en el interior eran insignificante, pero la caja era un artículo valioso con un rubí incrustado en el centro, después de haber sido moldeada en oro y cubierta con satén.
Esto fue mucho mejor que hacer una donación directa.
Aunque el templo había sido secularizado hace mucho tiempo, todavía querían fingir ser honestos.
Artizea siguió lentamente al sacerdote con la caja.
El sacerdote no la llevó al salón principal, sino a una pequeña capilla con la estatua del hijo de Dios.
Artizea se acercó a la estatua y se arrodilló respetuosamente.
Abrió la caja y sacó tres velas. Luego las colocó frente a la estatua del hijo de Dios, las encendió, y juntó sus manos.
De niña, rezaba mucho, pero nunca volvió a rezar sinceramente a Dios desde que cumplió 16 años.
Pero ahora deseaba hacerlo de todo su corazón.
‘Usé magia y sacrifique mi cuerpo para ello, pero por favor perdóneme. A pesar de que está sirviendo a los tontos y malvados, El Gran Duque Evron, es un hombre justo, por favor cuídalo. Por último, proteja a su santa hija, Licia.’
Por cada vela, hizo una petición.
Cuando se levantó después de una corta oración, el sacerdote le preguntó cortésmente.
"¿Le gustaría ver al arzobispo?"
"No. Solo tomaré el té y descansaré antes de volver."
"Entonces le preparé la glorieta."
"Y una cosa más, por favor."
Artizea le guiñó un ojo a Alice.
Alice sacó rápidamente una moneda de plata de su bolsillo y se la dio al sacerdote. El sacerdote agarró la moneda con indiferencia y se la metió en la manga.
"Unos caballeros nos ayudaron a reparar la rueda de nuestro carruaje en nuestro camino hacia el templo. Me gustaría agradecerles apropiadamente, así que ¿podría por favor guiar a mi criada hacia ellos?"
"Si fueron unos caballeros, debió ser el grupo bajo el mando de Su Gracia, el Gran Duque Evron."
El sacerdote llamó a un servidor y le pidió que guiara a Alice.
Luego él mismo guió a Artizea hacia la glorieta.
Artizea siguió al sacerdote lentamente a través del templo.
Debido a que el templo estaba situado en un lugar hermoso, muchas de las personas que venían también lo aprovechaban para descansar.
Además, algunas nobles damas que eran profundamente religiosas, vivían cerca y acudían al templo diariamente.
Por esta razón, se construyeron varias glorietas en los extensos terrenos del templo, para que los visitantes pudieran disfrutar del hermoso paisaje natural sin interrupción de otros.
Artizea esperó un rato a solas, sentada en la glorieta donde el sacerdote la había guiado. El arroyo que fluía a un lado de la glorieta producía un sonido armonioso.
Fue alrededor de media hora antes de que Alice regresara con el servidor.
El servidor sostenía una tetera con agua caliente y una cesta de mimbre, mientras Alice sostenía una caja de juego de té.
"Mi Señora, repartí las cajas de almuerzo como usted me ordenó. Les gustó."
"Bien hecho."
La comida que se sirve en el templo no incluye productos cárnicos. Así que, no sería suficiente para los caballeros.
Artizea había planeado esto desde un principio, por eso había empacado un montón de comida.
"También invité al Gran Duque como usted lo ordenó. Mi señora, usted también debería comer algo."
Mientras Alice hablaba, abrió la caja de juego de té que había traído y sacó las cosas que estaban en la cesta de mimbre.
Artizea no tenía mucho apetito. Pero Alice tuvo que arreglar la mesa porque Artizea lo había invitado.
Alice puso unos platos en la mesa, con pequeñas rebanadas de sándwiches, scones y mermeladas.
Mientras tanto, Artizea preparó el té ella misma. Un refrescante aroma cítrico se esparció por el aire.
En el momento en que Artizea vertió el té en su taza, Cedric finalmente llegó a su glorieta.
Artizea se levantó de su asiento. Su corazón latía con fuerza, nunca se había sentido así.
No estaba segura si se debía a la tensión.
“Le saludo de nuevo, Su Gracia, Gran Duque Evron. Soy Artizea Rosan.”
Inclinó la cabeza respetuosamente. Cedric añadió algunas palabras para confirmar lo que acababa de decir.
“La Marquesa Rosan...”
"Sí, soy su hija."
"Si sabías que soy el Gran Duque Evron, y organizaste toda una obra para establecer una conexión conmigo, también deberías saber que la Marquesa Rosan no es de mi agrado. ¿No es así?"
"Te diste cuenta."
"No soy tan estúpido. ¿Cómo es posible que la rueda de un carruaje en perfecto estado, se haya caído de esa manera?"
Cedric continuó.
“Incluso tenías cajas de almuerzo preparadas, como si lo hubieras planeado todo desde un principio.”
Artizea estaba un poco avergonzada.
"Hay algo que necesito decirle. Si no hubiera establecido esa pequeña conexión, te habrías dado la vuelta tan pronto como supieras que yo era la hija de Miraila Rosan."
Cedric la miró en silencio.
A pesar de todo, no le hubiera dado demasiada importancia, si no hubiera sido por el terrible sueño que tuvo anoche.
Artizea lo miró directamente a los ojos.
Cedric pensó que sus ojos turquesa eran como piedras preciosas.
A diferencia de la mirada triste que había visto en el sueño, brillaban cálidamente.
Así que se sentó.
"Espero que lo que tengas que decirme sea valioso y no me estés haciendo perder el tiempo."
"Gracias."
Artizea volvió a inclinar la cabeza respetuosamente.
Mientras Artizea le servía el té caliente en su taza, Cedric dudó por un momento.En realidad, no se sentía a gusto. Sabía que Artizea intentaba hacer algo, aunque pensaba que en el peor de los casos, se trataba de una broma de mal gusto, tampoco podía ignorar que era la hija de la Marquesa Rosan.
Sin embargo, decidió al menos beber su taza de té. Podría levantarse e irse en cualquier momento.
"Por favor, hazme una propuesta de matrimonio."
“¡T-Tos!”
Él se atragantó con el té caliente.
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