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La Villana Vive Dos Veces  24

El Corazón De Santa Olga (5) 


El casino del Barón Yetz en la Calle Fontai era el lugar más espléndido y a la vez superficial de la capital.

Los pilares de la entrada estaban revestidos en pan de oro, y las deslumbrantes obras de artes estaban situadas en el salón sin ningún orden. (Nota Asure: Pan de Oro  es una lámina muy fina de oro)

La alfombra que se extendía por el suelo estaba hecha de una tela muy costosa importada del Sur. El candelabro de cristal reflejaba la luz de las velas, brillaba intensamente incluso en medio de la noche.

Esta era la estrategia del Barón Yetz, gastar dinero hasta el punto de parecer exagerado.

De todos modos, no importaba cómo estuviera decorado el interior, sólo se escucharía que un plebeyo de poca monta había comprado su título con dinero.

En ese caso, era mejor presumir la cantidad abrumadora de dinero que tenía.

Los clientes enmascarados vitoreaban mientras jugaban sus cartas o tiraban los dados.

Hombres y mujeres semidesnudos con copas doradas se deslizaban como peces entre los sonidos.

El Barón Yetz estaba feliz con el ambiente de hoy. El negocio prosperando.

Cuando terminó su patrullaje satisfactoriamente y se giró para irse, el secretario se acercó en pánico.

Todos los presentes miraron al secretario, preguntándose qué estaba pasando.

"¿Qué te he dicho, idiota? Si irrumpes de esa manera en el salón principal, los clientes no pueden concentrarse en el juego..."

"¡No es momento de preocuparse por eso! ¡Estamos en problemas!"

"¿En problemas?" 

"El Gran Duque Evron está aquí. ¡Trae el documento de propiedad del Corazón de la Santa Olga!"

Por supuesto, era imposible que el Barón Yetz no supiera quien era el Gran Duque Evron. Sin embargo, estaba desconcertado, y por un momento no pudo entender lo que el secretario le quería decir.

Nunca había pensado que el Gran Duque Evron vendría a su casino. 

Además, el incidente del Corazón de la Santa Olga había sucedido hace mucho tiempo, por lo que le tomó un poco de tiempo entender el significado de las palabras del secretario.

Pero, poco después, comprendió la situación y se dirigió desesperadamente hacia la oficina.

Un aire frío circulaba por la oficina, como una cuchilla afilada.

El Barón Yetz dudó mientras entraba. Siete caballeros habían tomado el control de la oficina.

Los caballeros del Gran Duque Evron tenían una estricta disciplina militar y un gran espíritu. Eran jóvenes, por lo que podrían haberse dejado llevar por la atmósfera bulliciosa y depravada del casino, pero todos mantuvieron su compostura.

El Gran Duque Evron estaba sentado en el sofá. Parecía disgustado.

"Saludos, Gran Duque Evron.¿A qué se debe el honor de que Su Gracia se haya tomado el tiempo de venir a este lugar tan cutre y humilde?"

"Siéntate."

Cedric dijo con firmeza.

No le agradaba el ambiente del casino.

Cedric no era tan inflexible como para decir que odiaba la idea de reunirse en pequeños grupos de dos o tres caballeros, para jugar cualquier juego de apuesta en algún club o salón.

Pero en estos juegos de apuestas, un gran número de personas caían en la bancarrota.

Además, casinos como este, donde resultaba imposible distinguir entre la noche y el día, cuya verdadera naturaleza permanecía oculta bajo el resplandor de la luz, eran capaces de absorber la vida de la gente y convertirla en oro.

Así que, de alguna manera, uno podría ejercer el poder sin tener en cuenta la legalidad procesal. 

「Su Gracia debe ejercer el poder. Puedes apuntar en la dirección que quieras. Esto no es ni siquiera una centésima parte de todo lo que el Barón Yetz ha hecho hasta ahora.」

Eso fue lo que Freyl le había dicho con un resoplido.

Cedric esperó a que el Barón Yetz revisara el documento que sostenía con sus manos temblorosas y luego dijo.

"He adquirido la propiedad del Corazón de la Santa Olga. Como no has pagado durante siete años, no creo que vayas a hacer algún reclamo al respecto."

"Esto..."

"Voy a registrar el lugar para encontrar el diamante y chequear tus libros de cuentas." 

Cedric dijo unilateralmente.

"¿Perdón?"

El Barón Yetz preguntó por reflejo. 

Pero los caballeros no esperaron para actuar. Tan pronto como Cedric hizo un gesto con su mano, comenzaron  a registrar la oficina en perfecto orden.

El Barón Yetz se sobresaltó e intentó ponerse de pie. Antes de que se diera cuenta, uno de los caballeros que estaba detrás de él, puso su mano sobre sus hombros y lo forzó a sentarse de nuevo.

Hubo un grito afuera. Los siete caballeros en la oficina no eran los únicos que Cedric había traído. 

Docenas de caballeros ocuparon el área administrativa del casino al mismo tiempo. Los guardias del Barón Yetz trataron de responder, pero rápidamente fueron doblegados.

Por supuesto, no había forma de que simples pandilleros pudieran resistirse a verdaderos caballeros.

El espacio en el que se encontraban los clientes no había sido puesto bajo control, pero resultaba imposible que la conmoción no se transmitiera al exterior.

Los invitados asustados salieron apresuradamente del casino, cubriéndose la cara.

Uno de los empleados se dirigió rápidamente a la oficina para informar de la situación, pero los caballeros lo atraparon y lo pusieron de rodillas.

"¡Ni siquiera Su Gracia tiene derecho de hacer esto en mi lugar de trabajo!"

El Barón Yetz gritó con voz llorosa. Cedric dijo sin inmutarse. 

"La oficina de seguridad no se opondrá a que registre la oficina de un casino que parece haber cometido ilegalidades. O, ¿Tal vez no hay necesidad de hacer esto para que me entregues la joya?"

Cedric dijo esto a pesar de que sabía que el Barón Yetz no la tenía.

¿Mencionaría a la Marquesa Camellia? En ese caso, haría lo que fuera necesario para que el Barón lo acompañara a una reunión con la Marquesa Camellia. 

Sin embargo, la probabilidad de que el Barón Yetz la nombrará era extremadamente baja.

Se formaron gotas de sudor en la cara del Barón Yetz. Como era de esperar, intentó excusarse.

"...Bueno, si esperas un poco, te lo traeré."

"Los caballeros presentes pueden traerlo enseguida, sólo tienes que decir dónde está."

"Dame tiempo hasta mañana."

"¿Cómo puedo confiar en ti? Las personas que toman los bienes de alguien más y no pagan durante siete años no tienen ninguna credibilidad, ¿Verdad?"

Cedric dijo fríamente.

"Si usaste tu poder para estafar a un buen comerciante, y te apoderaste del diamante en el que había invertido la mayor parte de su dinero, sin duda has hecho otras cosas similares. Necesito confirmar eso."

"Uhh…"

"Si tienes alguna queja, dime dónde está el diamante."

Cedric dijo educadamente, pero era una completa amenaza.

El Barón Yetz no pudo decir nada.

No tenía forma de salir de esta situación.

El Gran Duque Evron tenía un estatus demasiado alto como para ignorarlo u oponerse.

Si se tratara de un insignificante noble de clase menor, habría utilizado la reputación de la Marquesa Camellia para su provecho.

Sin embargo, la Marquesa Camellia no toleraría que el Barón Yetz utilizara su nombre contra el Gran Duque Evron.

Su otra opción consistía en pretender que el documento de White ya no tenía validez, pero existía un riesgo demasiado grande.

El documento manipulado estaba con otros archivos ocultos.

Y este almacenamiento de archivos no podía abrirse delante de los demás. Como había sucedido hace tanto tiempo, lo había guardado con otros documentos falsos sin saber que esto pasaría.

Además, el Gran Duque Evron tenía el documento original en su poder, así que no tendría problemas en desacreditar la autenticidad del documento. La corte se pondría del lado del Gran Duque Evron de forma incondicional.

Podría incluso, de alguna manera, provocar la ira de la Marquesa Camellia por causarle molestias.

Los caballeros pusieron la oficina patas arriba. Habían sacado tanto los archivos ocultos como la caja fuerte.

El asustado secretario del Barón Yetz entregó la llave. Con la llave, ahora no había necesidad de romper la cerradura de la caja fuerte.

El Barón Yetz intentó su último recurso con la cabeza gacha.

"Su Gracia, tengo un diamante azul que es mucho más grandioso y magnífico que ese, puedo dárselo en su lugar..."

"Es una pena. Realmente necesito el Corazón de la Santa Olga. La dama a quien le daré el presente me pidió ese específicamente. No puedo arriesgarme a darle otra joya, ¿?"

La cara del Barón Yetz se puso pálida. Porque pensaba que la única dama con el estatus suficiente para recibir el Corazón de la Santa Olga como un presente del Gran Duque Evron era la Emperatriz.  

Estaba en un verdadero aprieto. No podía pensar en una salida por mucho que lo intentara. Y si descubrieran lo que había en el sótano...

Cedric apartó su mirada del Barón Yetz.

El Barón Yetz era una escoria. Destruir la oficina de este hombre no era algo por lo que sentirse culpable. Además, le había prometido a Freyl ignorar la justificación procesal.

Sin embargo, a Cedric no le agradaba utilizar un pretexto para oprimir a otros con su poder.

Justo cuando estaba pensando eso.

Uno de los caballeros se acercó apresuradamente y se arrodilló ante él.

"Su Gracia, hay un calabozo en el sótano, pero creo que debe venir a verlo en persona."

"¿Qué ocurre con eso?"

Cedric preguntó, desconcertado. La mayoría de las mansiones aristocráticas tenían al menos un pequeño calabozo. Sería extraño que no hubiera un calabozo en este casino con pandilleros.

Pero la actitud del caballero era inusual. Cedric se puso de pie y siguió al caballero hasta el sótano.

Luego contuvo la respiración cuando llegó al lugar.

Lo que había no era un pequeño calabozo que podía albergar a tres o cuatro personas, sino un campamento de prisioneros que podía albergar a más de un centenar.

En el interior, docenas de chicos y chicas desnudos estaban encadenados.

Era tráfico de personas.


***


"Aunque las leyes imperiales ahora sólo existen nominalmente, no significa que no exista un estado de derecho."

Artizea dijo en voz baja, sosteniendo su taza de té.

El té tenía un aroma maravilloso. Sin embargo, era un poco pesado para Artizea beberlo en medio de la noche, porque contenía un poco de nuez de betel que no encajaba con su frágil constitución.

Pero no podía rechazarlo porque se lo había dado la Marquesa Camellia, así que se bebió el té.

"El Emperador hace lo que quiere. Pero todavía teme despertar la ira del pueblo, aunque no lo dice. Está bastante obsesionado con la legitimidad y el poder." 

"..."

"Leí en alguna parte que lo que experimenta un príncipe heredero puede influir durante todo su gobierno, y creo que eso es cierto."

"¿Entonces que quiere decir, Lady Artizea?"

"Los juegos de apuestas están bien. Las dr#gas están bien. Los sobornos están bien. Incluso la violencia está bien. El público no le da importancia, porque para ellos ese es el comportamiento típico de la nobleza."

Artizea continuó. 

"Pero lastimar a niños pequeños provocará la ira del pueblo. Su Majestad también se pondrá furioso. Incluso si sólo lo finge, para mantener controlado el sentimiento público." 

"¿Intentas amenazarme, Lady?"

"Sólo le estoy diciendo, que le conviene cortar ese conexión, por el bien del Gran Duque Roygar. Marquesa Camellia."

Artizea la miró fijamente con sus ojos turquesa. 

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