La Villana es una Marioneta Cap. 90
Organización y Establecimiento (3)
Los ojos de Rezef se abrieron tanto que casi se rasgan las esquinas.
'¿Qué era esto? ¿Por qué su hermana...?'
¡clat!
La cuchara cayó encima de la bandeja.
"¡Hermana!"
"¡Su Alteza!"
Cayena se encontró con los ojos de Rezef.
"Rezef..."
Ni siquiera pudo terminar sus palabras antes de desmayarse.
Rezef abrazó a Cayena mientras ella se desplomaba.
Su rostro se volvió completamente blanco, y el miedo puro se abatió sobre él como un tsunami. Rezef gritó: "¡Doctor! Llama a un médico".
El asistente que había ido corriendo a por el médico entró jadeando. Las damas de la corte de Cayena también entraron corriendo, con el rostro ceniciento.
"¡Alteza!"
Rezef acostó a Cayena en un largo sofá.
El médico vertió inmediatamente el antídoto en la boca de la princesa y la vigiló.
"¡Si no puedes salvar a la hermana, no dejaré que nadie quede libre!"
Rezef se puso furioso, ordenando que todos los sirvientes que habían participado en la elaboración de la comida fueran arrestados de inmediato. Su propio asistente no fue la excepción.
"¡Su Alteza! Uno de los sirvientes de la cocina ha desaparecido!"
A Rezef le invadió una furia enloquecedora.
"Libera a las tropas en toda la capital de inmediato. Encuentren al sirviente".
Planeó hacer que ese sirviente deseara estar muerto una vez que lo encontraran.
Haría pedazos a toda la familia del sirviente, uno por uno, delante de ellos... ¡Y tampoco dejaría en paz a los amigos o amantes del sirviente!
La vista de Rezef estaba casi roja de ira.
"Afortunadamente, su cuerpo rechazó rápidamente el veneno. Parece que ha ingerido otro veneno recientemente..."
"¿Qué? ¿Otro veneno?"
"Sí. Y como los venenos son incompatibles, vomitó enseguida. Debería despertar pronto".
Las emociones de Rezef pasaron por encima de la ira y se convirtieron en absurdo y confusión.
Otro veneno. ¿Qué veneno era este, y dónde lo había tenido?
"Este otro veneno parece ser del tipo que hace que el interior del cuerpo se deteriore rápidamente, aunque no muestra ningún síntoma inmediato".
"...¿Qué has dicho?"
Rezef conocía ese tipo de veneno.
¿No era ese el mismo veneno que usó contra el emperador?
"Imposible".
Cayena no tenía ninguna razón para consumir ese veneno. Tampoco podía haberlo estado tomando durante todo este tiempo; aquella dama llamada Vera revisaba minuciosamente lo que Cayena comía.
La voz burlona de Henverton Gillian resonó en los oídos de Rezef.
"Esto no ha sido por mí, ha sido por Su Alteza".
Rezef se apartó de Cayena.
"¿Crees que cosas como esta se detendrán si desaparezco?"
Esa voz, como una terrible marca de hierro, no se detenía. Le roía la mente.
"Parece que valoras mucho a tu hermana..."
"No..."
"Será mejor que la cuides bien en el futuro".
No fue su culpa...
Rezef jadeó.
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Sentía que la cabeza se le iba a romper. Quería destrozar algo, cualquier cosa, ahora mismo. O necesitaba ver sangre.
Ahora mismo.
Se agarró la cintura, pero entonces se dio cuenta de que no había llevado la espada que siempre llevaba desde que iba a encontrarse con Cayena. Recordó que había dejado su espada porque le preocupaba que pudiera hacerse daño.
En ese momento, los párpados de Cayena se abrieron lentamente.
"¿Estás consciente?"
Tras oír hablar al médico, las damas de la corte se acercaron a Cayena. El rostro de Vera, en particular, estaba empapado de lágrimas.
"¡Alteza! ¿Se encuentra bien?"
Una barrera humana se formó entre Cayena y Rezef. Éste se quedó congelado mientras miraba fijamente a Cayena.
La cabeza de Cayena se volvió vacilante hacia él.
"Rezef".
La calma con la que le llamó le hizo sentir frío. Al mismo tiempo, le envolvió una sensación de alivio y otras emociones enrevesadas.
El área alrededor de sus ojos se sentía caliente.
"No fui yo".
"Lo sé".
Su voz era áspera.
"Tú nunca harías algo así".
Cayena exhaló lentamente y volvió a hablar.
"No consumí veneno. Sólo que la cuchara que tocó la sopa se volvió negra".
Todos se quedaron confusos.
"¿Perdón? La cuchara no es de plata, así que no hubo decoloración..."
Cayena dijo con firmeza: "Trae una cuchara de plata y hazlo así".
"...¿Perdón?"
"No me envenenaron. Me desmayé porque me sorprendió ver la cuchara de plata descolorida. ¿Lo entienden todos?"
Fue entonces cuando comprendieron que Cayena intentaba proteger al príncipe Rezef.
A Vera le costó aceptarlo ya que sabía que si Cayena era envenenada, el siguiente en la línea sería Rezef; pero Cayena habló con tanta decisión y severidad que Vera obedeció sus deseos.
"Como tú mandes".
"Ve y ocúpate de ello".
Todos empezaron a borrar rápidamente las pruebas del envenenamiento de Cayena.
Le limpiaron la cara y las manos con un paño negro empapado en agua tibia. Ayudaron a Cayena a ponerse una prenda fina sobre su vestido ensangrentado.
Le permitieron a Rezef acercarse de nuevo a ella cuando estuvo limpia y sin señales de haber vomitado sangre.
"Sé que no has sido tú. Así que deja de llorar. Se te hinchará la cara".
En algún momento se había puesto a llorar en silencio.
Cayena suspiró e hizo que Rezef se sentara a su lado. La cara de Rezef mostraba que estaba muy conmocionado.
"Debes haberte sorprendido mucho".
Cayena lo abrazó y le acarició la espalda. Ella había sido la que bebió el veneno, y sin embargo estaba consolando a Rezef.
"Oh, no..."
Julia, que estaba a su lado, no sabía qué hacer. Sentía pena por Rezef.
Mientras tanto, Vera hervía de fría ira. Se dio cuenta enseguida de que Rezef estaba implicado en todos estos casos.
Cayena nunca habría sufrido así, en primer lugar, si no fuera por Rezef. Aun así, Cayena lo consolaba. Era ridículo.
Por otra parte, a Olivia le parecía extraño este espectáculo. Susan parecía pensar lo mismo.
'Es demasiado extraño'.
Sin embargo, Olivia contempló la situación con más detenimiento.
La situación parecía ser un nudo enmarañado sin solución.
No había otra forma de resolver el nudo que cortarlo.
Así era la relación entre Cayena y Rezef. Los dos tenían una relación que no podía separarse.
Una relación que había que cortar.
Cayena volvió a acariciar la espalda de Rezef y le dijo:
"Ya lo he dicho antes, pero no lo estás viendo todo".
“……”
Luego, susurró al oído de Rezef en voz baja, para que nadie más pudiera escuchar.
"No olvides que los que están debajo de ti están apuntando con sus lanzas".
Un hombre apareció en la mente de Rezef.
"Zenon Evans".
El que usó el veneno debía ser Zenon Evans.
Las lágrimas de Rezef se detuvieron de repente. En su lugar, una llama azul surgió en sus ojos.
"Siento frío", dijo Cayena.
Inmediatamente, Vera -que quería mantener a Rezef alejado de Cayena- vino a ayudar.
"Necesitáis descansar, Alteza. Por favor, la ayudaré a acostarse".
Cayena asintió y miró a Rezef una vez más.
"No hagas nada peligroso. Sabes que eres la única con la que puedo contar, ¿verdad?".
"...Sí, hermana".
"Necesito descansar un poco".
Rezef ayudó a llevarla hasta que estuvieron frente a su alcoba. Salió del palacio de la princesa sólo después de ver a Cayena entrar en la habitación.
Ahora, tenía una rata que atrapar.
"Su Alteza, ¿está realmente bien? Vamos a poner un médico afuera. Qué más..."
"Está bien. No hagáis un escándalo mayor y dejadlo pasar tranquilamente".
Cayena volvió a decir a sus damas de la corte que se mantuvieran calladas y se aseguraran de que todo quedara bien limpio.
Sólo Olivia se quedó en el dormitorio para vigilar a Cayena.
"Bien hecho".
Ante las palabras de Cayena, Olivia negó con la cabeza.
"El criado de la cocina ya debe haber huido de la capital".
"Bien..."
Cayena se había envenenado a sí misma.
No hacía mucho, Cayena había podido llenar la cocina central con su gente gracias a que Vera y Olivia habían husmeado. Había estado esperando a que Rezef le preparara la comida.
"Pensaba que ese niño me traería sin duda comida al menos una vez".
Ya que Cayena no dejaba de prepararle dulces, Rezef tenía que hacer algo recíproco. Eso era lo que había planeado.
La cuchara para comer la saludable sopa era deliberadamente elegante y no estaba hecha de plata. Era bonita de ver, pero no era útil en una crisis.
Esto también era algo que Cayena había preparado a través de Olivia.
Vera era claramente hostil hacia Rezef. Un niño tan perspicaz como él reconocería enseguida sus sentimientos hacia él.
Olivia era equilibrada y serena, pero también audaz. En muchos sentidos, era la persona perfecta.
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"Dijiste que tu casa estaba atrapada en una extraña deuda, ¿correcto?"
"Sí, Su Alteza".
"No hay nada de qué preocuparse. Todo se solucionará".
Cayena dejó escapar un largo suspiro.
"Sé que esta situación le parecerá extraña".
“……”
"Sólo diré que es una forma de sobrevivir".
"Lo entiendo muy bien".
Cayena sonrió levemente ante la respuesta de Olivia.
"Gracias por esas palabras".
Cerró los ojos. Sentía el cuerpo frío desde hacía un rato.
Nota Asure: Si señores, despejado sus dudas del cap. anterior .... buen FDS
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