La Villana es una Marioneta Cap. 7
Belleza que llama a la muerte (2)
Los ojos de Vera se abrieron de par en par.
Esta fue la primera vez que Cayena mostró una respuesta tan tibia a Raphael Kedrey.
Era un secreto a voces que la relación entre el Emperador y el Duque Kedrey era pobre, y aunque se desconocÃa por qué era tan mala, el Emperador estaba frustrado por la fascinación de Cayena por Raphael.
"Si Lord Kedrey se convirtiera en el yerno del Emperador, podrÃa haber problemas con la estructura de poder."
Era una declaración bastante simple, pero era un problema que Cayena nunca apareció considerar antes.
Vera volvió a llenar el té en silencio y miró el perfil sereno de Cayena.
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Cayena escondió una tranquila sonrisa detrás de su taza de té. Este asunto no irÃa solo a los oÃdos de Rezef. Seguramente sus comentarios también serÃan transmitidos al Emperador.
"He sido obstinado e indigno hasta ahora porque no habÃa entendido la voluntad del Emperador."
El deseo de Cayena por Raphael era proporcional a la angustia que habÃa causado a su entorno. Ella se habÃa forzado a entrar en su casa y lo habÃa convocado al palacio. Bueno, en realidad, el Emperador habÃa convocado a Raphael al palacio a petición de Cayena cada vez.
Por supuesto, esto no era necesariamente para Cayena sino para humillar a la familia Kedrey rompiendo el espÃritu de su próximo señor.
"Debe haber escuchado sus solicitudes porque sus acciones fueron lo suficientemente apropiadas."
Cayena estuvo de acuerdo interiormente con las palabras de Vera, pero exteriormente frunció el ceño.
"Como princesa Imperial, ¿cómo podrÃa no saber que mi conducta fue inapropiada? Ahora, al menos, debo compensar lo que he hecho."
"¿Qué estás intentando hacer?"
"Primero que nada, tendré que arreglar el vestido para la ceremonia de mayorÃa de edad."
Vera inclinó la cabeza cuando la declaración parecÃa totalmente ajena a su discusión.
"Abre el camerino."
Pronto, habrÃa un banquete para la ceremonia de mayorÃa de edad de Cayena. El vestido que se iba a poner se habÃa preparado hacÃa tiempo, pero Cayena querÃa revisar el concepto para aprovechar el incidente.
"¿PreferÃas algo con una espalda hundida para lucir tus hombros?" Preguntó Vera.
Cayena, al ver el vestido, negó con la cabeza. "No, eso es demasiado revelador."
TenÃa una imagen en su cabeza.
'Una marioneta deberÃa parecerse más a una marioneta.'
Cayena querÃa un vestido con elegantes adornos de encaje, del tipo con el que se vestirÃan sus muñecas. Necesitaba dar la impresión de que le importaba demasiado la belleza.
Cayena miró su reflejo en el espejo y asintió con la cabeza.
"¡Como siempre, nadie será más hermoso que su Alteza Imperial en el banquete!"
La gente de Cayena estaba ocupada adulando su apariencia. Pero Vera pensó para sà misma mientras ayudaba a Cayena a cambiar.
"Todos se alegran de que su Alteza se haya portado bien, pero nunca ha sido tan fácil."
El aura y la imagen de Cayena habÃan cambiado por completo. Recientemente, Cayena habÃa estado actuando de manera muy suave y ahora todos querÃan estar a su lado.
Su apacibilidad e inacción parecÃan estar cediendo la iniciativa a su oponente, pero en realidad era más como darle un bocadillo a un niño que desaparecerÃa rápidamente.
'Después de beber el veneno, incluso su discurso se ha vuelto más refinado.'
La propia Vera parecÃa ser la única que habÃa notado el cambio. Observó a Cayena en silencio e incesantemente.
Cayena sabÃa bien que Vera estaba nerviosa.
Vera es leal, pero ambiciosa.
Ninguna de las damas de la corte en su palacio valÃa la pena usar aparte de Vera. Cayena tenÃa la intención de apaciguarla, asà que permitió que Vera la observara como quisiera.
Cayena se probó el vestido final. Era el vestido que Cayena habÃa preparado con sumo cuidado para la ceremonia de mayorÃa de edad.
A Cayena le encantaban las rosas, por eso le gustaba llevar vestidos bordados con rosas. Lo mismo sucedió con este vestido.
"¡Dios mÃo, te ves como una muñeca!"
Sus damas de honor armaron un escándalo como siempre. Este era el tipo de cumplido que a Cayena le gustaba más.
Vera se mordió el interior de la boca para sofocar su risa.
A su ama ya no le agradaba ese tipo de elogio.
Como era de esperar, Cayena sonrió tranquilamente, sin parecer orgullosa ni engreÃda.
'Ella relamente ha cambiado.'
Vera se preguntó qué significaba este cambio. SeguÃa queriendo descubrir las verdaderas intenciones de Cayena.
¿Cayena podrÃa ser un buen amo para ella?
Hubo muchos casos en los que familias enteras murieron por apoyar a la persona equivocada en la familia Imperial. Vera tuvo que ser cautelosa.
Vera vio que, a pesar de las condiciones en su contra, Rezef se convertirÃa en Emperador algún dÃa. Fue un juicio muy acertado.
Y ahora, la brillante visión de Vera estaba reevaluando rápidamente a Cayena.
"El bordado de rosas no es excesivo y se ha incorporado muy bien."
"Dejemos esto como está."
"Enviaré el resto a la sastrerÃa, Su Alteza."
Cayena asintió. Luego, se miró en el espejo y levantó la mano. Era como si tuviera cuerdas atadas a sus miembros, manipulándola.
Esa mirada le sentaba bien.
'Toda mi vida, he sido controlado por alguien.'
No se habÃa dado cuenta de que era la marioneta de alguien, colgando de las lÃneas de tÃteres. No sabÃa de quién era el poder que tenÃa en sus manos.
'Una vez pensé que me estaba moviendo por mi propia voluntad.'
Pero habÃa aprendido demasiado para seguir viviendo bajo esa ilusión. Cayena no tenÃa la intención de volver a cometer el mismo error.
'Viviré como yo mismo.'
Dejó caer el brazo, como si le hubieran cortado la cuerda.
"Necesito cambiarme de ropa."
Cayena se quitó el vestido y se puso su ropa de diario.
"¿Dónde está Rezef?" ella preguntó.
"TodavÃa está fuera, Su Alteza,"
Rezef estuvo bastante ocupado recientemente, ya que estaba en medio de una lucha de poder con el hijo del Archiduque Heinrich por el puesto de prÃncipe heredero.
'Rezef, ¿pensaste que aumentar mi valor contribuirÃa a tu propio poder?'
Aunque Rezef eventualmente se convertirÃa en un tirano de un Emperador, todavÃa tenÃa solo 18 años en este momento. Él era un niño.
Por otro lado, Cayena solo vestÃa piel de una mujer joven; ella ya habÃa vivido dos vidas. Cayena habÃa experimentado cosas horribles a lo largo de su vida y, por lo tanto, para ella, Rezef era como un niño pequeño.
'Está pasando por alto el hecho de que hay otros que pueden prestarme su fuerza en este momento, Qué tonto.'
Cayena se dirigió a Vera. "Debo ir a ver al Emperador."
***
El Emperador del Imperio Eldaim, Esteban Hill, yacÃa en su cama y bebÃa medicinas. Luego, miró a su hija, Cayena, con ojos sin vida.
"Pensar que vendrÃas a buscarme primero asÃ... Debe ser algo especial."
Al oÃr sus palabras, Cayena agarró el dobladillo de su vestido. Haciendo una reverencia, dijo: "Por favor, perdóneme por mi falta de respeto, Su Majestad."
"Suficiente."
El Emperador no era alguien a quien le conmovieran esas palabras. Su voz era frÃa, sabiendo que su tono herirÃa el orgullo de Cayena.
Su hija era una tonta. Estaba contemplando cuándo volverÃa a sus sentidos cuando volviera a hablar.
"Aunque es tarde, por favor mire con bondad a su hija, que ahora está tratando de cumplir con su deber como su hija obediente."
Sus palabras eran tan dulce como la miel. No eran el tipo de palabras que solÃa decir Cayena.
Las cejas del Emperador se arquearon con asombro. Cayena se acercó más a su lado.
"Debo haberte causado preocupación últimamente," dijo.
Realmente no importaba si el Emperador se habÃa preocupado o no. Lo importante fue que Cayena demostró que pensaba en él y en su bienestar.
"Vengo a saludarte para que no tengas que preocuparte. Casi me he recuperado por completo."
Cayena tomó el plato con la tetera y las tazas que traÃda un asistente para el Emperador. Ella lo ayudó a beber el té con una cuchara de plata, sus acciones eran tan naturales como el agua que fluye.
'¿Eran ciertos los rumores?'
Le habÃan informado que la actitud de Cayena habÃa cambiado considerablemente después del incidente del envenenamiento. Dijeron que ahora habÃa misericordia y generosidad en sus palabras y acciones.
No podÃa recordar cuando su hija alguna vez fue amable, excepto cuando era muy pequeña.
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En algún momento, la relación entre padre e hija se habÃa separado. Cayena se sintió incómoda cerca del Emperador, y el Emperador comenzó a sentir desprecio por ella.
Pero ahora, Cayena no parecÃa incómoda en absoluto mientras se sentaba en la silla junto a él y lo cuidaba.
"¿De quién es esta trama?"
El Emperador habÃa vivido como gobernante toda su vida. Este tipo de incidente nunca sucedió por sà solo.
Comenzó a preguntarse si el proceso de encontrar al culpable, asà como las secuelas del incidente, habÃan sido fabricados.
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