Miércoles, 07 de Abril del 2021

La Emperatriz Regresa 43

Sin descanso (1)

La sorpresa que se desprendía de su rostro era muy estimulante. Pero la inocente muchacha no se percataba de ello... de cómo sus más mínimas reacciones estaban impregnadas de seducción... llevando al hombre al frenesí.

Había conocido mujeres antes, pero ninguna como ella. Nunca había sido capaz de frenar su deseo carnal... que aumentaba como ahora sin parar. Nunca había tenido un impulso tan imperioso de acaparar a una mujer. Los pequeños movimientos de ella lo vigorizaban mientras su ternura lo provocaba. Su mirada desconcertada hizo que su corazón se acelerara... su desplante lo despertó. Estaba claro que era una mujer que le estimulaba en muchos sentidos. Era extraño que deseara tanto el cuerpo de una mujer cuando siempre había pensado en el último obstáculo con desagrado.

Veremos si esto es una especie de prueba de Dios...

Apretó los dientes. 

¿Era un truco para que se moviera ahora que estaba cansado de que no lo viera controlarse? Era sospechoso. Estaba seguro de que era un truco divino lo que le hacía excitarse tanto con su cuerpo.

Vale .... bien. Pruébame.

Lustian la abrazó, con un rápido movimiento la levantó y se dirigió con paso firme hacia la cama. Los ojos de Viola se abrieron hasta el límite.

"¿Tienes miedo?" le preguntó, mirando los aturdidos iris azules que le miraban fijamente.

"¡No! No es eso" no quiso admitir que su corazón dio un vuelco, momentáneamente.

"Si te da vergüenza desnudarte por la mañana, taparé la luz"

Mientras hablaba, cerró las cortinas de la ventana. La habitación se oscureció moderadamente con la cortina azul oscuro que tapaba la luz. Así, la habitación se sumió en un tenue silencio.

Cuando se dio la vuelta, lo primero que notó fueron los labios temblorosos de la chica. Fue sólo ligeramente, pero no escapó a su mirada de halcón. Poco a poco se puso en pie, al darse cuenta de que no había salida. Entonces, comenzó a desvestirse lentamente... probablemente queriendo hacerlo ella misma en lugar de que él lo hiciera.

"Me lo quitaré yo misma"

Se quedó quieto, contemplando la belleza que tenía delante... como si fuera un tesoro. De pie en un rincón alejado de la cama, la chica se estaba desvistiendo sin prisa. Si era consciente de los lujuriosos orbes que tenía sobre ella, no se podía decir.

Pero aquellos movimientos tan suaves estaban avivando el fuego en su interior, su corazón palpitaba y la respiración se hacía cada vez más agitada. Una a una sus ropas fueron cayendo al suelo hasta que, finalmente, sólo quedó un corsé. Había llegado a su límite, todo su cuerpo ardía... lo único que quería era abrazar el río de deseo que tenía delante. Con rápidas zancadas, llegó hasta ella, la rodeó con sus brazos y la atrajo hacia su abrazo. Sus ojos azules se estremecieron, se vio envuelta en su calor ... pudo oír el latido del corazón. De quién era... no lo sabía.

Con la cabeza enterrada en su cuello, sus pantalones rozaron sus oídos hasta que una voz ronca rompió el silencio... 

"Deja el resto para mí. Disfrutemos de este tiempo juntos"

Lustian besó mientras manoseaba sus montes. Luego bajó los labios a los picos, con sus ojos brillantes impregnados de niveles de deseo casi peligrosos.

"Mhmmm"

Aplastó sus labios sobre los de ella y cuando su pequeña lengua se escapó, la agarró con la suya y la chupó. El enredo de sus lenguas era tan intenso y caliente que lo estaba volviendo loco. Sintió que iba a derretirse cuando la punta de su lengua tocó el suave interior de su boca.

Lamió frenéticamente el interior de su boca y lo frotó suavemente con la lengua. El calor que se extendía por todo su cuerpo hizo surgir su deseo de vencer. La sangre bárbara, que solía correr por las vastas tierras conquistando pueblos, hervía en su interior. Tenía sed de ella como lo haría una bestia. Su robusto antebrazo la abrazaba con más fuerza cada vez que su cuerpo se agitaba mientras introducía su lengua aún más profundamente.

"¡Mhmmmm!

"Haaa... haaaa..."

Levantándola, le rodeó la cintura con las piernas y se dirigió hacia la cama. Cayeron de espaldas sobre el mullido lecho, sin que el beso se rompiera en ningún momento. Más bien, se profundizó.

Ella le arañó el brazo, quizá sin aliento. Había una larga marca de uñas en su brazo, pero a él no le importaba. Podía perdonarla por mucho que le arañara y le hiciera daño. Sentía que la cabeza le iba a estallar si no satisfacía su deseo ahora mismo.

"Hoo, Haaa...."

Le inmovilizó los brazos hacia el cielo y se apresuró a quitarle la ropa interior mientras la besaba. Su lengua se movía incesantemente dentro de sus húmedos labios mientras le quitaba la ropa sin parar ni una sola vez.

"Haaa... ¡Haak!"

Estaba caliente. Su ropa interior cayó al suelo con un ruido sordo de sus fluidos. No podía ocultar que todo su cuerpo estaba mojado.

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