POR LA PERFECTA MUERTE DE SEÑORA GRAYSON 136
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La temporada social en Serman normalmente comenzaba a principios de marzo —o incluso a finales de febrero— y terminaba alrededor de julio, cuando el calor se volvía más intenso. En esa época, la alta sociedad solía regresar a sus propiedades en el campo o se iba a sus respectivos lugares de veraneo para escapar del calor sofocante.
Ya casi era mediados de julio, y en un abrir y cerrar de ojos, la temporada social estaba llegando a su fin. Las pequeñas reuniones de desayuno que se celebraban en las casas de la ciudad cada mañana, o los paseos en carruaje por la calle Fiel, cerca del palacio, ya habían perdido su encanto. Los teatros que preparaban óperas y obras se alistaban para la temporada baja, y casi no había eventos para reunirse, salvo alguna que otra fiesta de noche.
Era el momento en el que todos se quedaban encerrados en sus casas de la ciudad, preparándose para irse. Por lo tanto, también era una época muy aburrida, sin temas de conversación interesantes como veladas, bailes o bodas. En ese sentido, la denuncia de la familia del duque Grayson era un tema de conversación que caía como agua de mayo para todos los periódicos.
La gente, en lugar de irse a sus lugares de vacaciones o a sus propiedades en el campo como el año anterior, se quedó en la capital y empezó a hacer visitas matutinas de nuevo. Como era de esperar, la conversación se centraba en el escandaloso caso de fraude.
Cualquiera que hubiera hablado o conocido a la mujer acusada de ser una estafadora se convertía en el centro de atención. Eran bombardeados con preguntas dondequiera que fueran. Algunos se encogían de hombros y exageraban, mezclando algo de fanfarronería en sus relatos, mientras que otros se mostraban incómodos y se abstenían de hablar, como si el tema fuera demasiado delicado para mencionarlo.
Señora Works era una de esas personas, sin duda, pertenecía a la primera categoría.
Al día siguiente de que los alguaciles revisaran la capital de cabo a rabo, se publicó una entrevista con Señora Works en un diario.
Con gran detalle, contó la lamentable conducta de la mujer que se hacía llamar Sasha Grayson durante la boda en el condado. Señora Works recalcó una y otra vez que había sido una ceremonia muy modesta, a la que solo habían asistido unos pocos familiares.
Había sido una actitud arrogante, pues no solo se había negado a la propuesta de negocios de su esposo, Señor Works, sino que también se había burlado de él. Su deplorable reacción al funeral del primogénito Finscher, donde se había quejado como una niña malcriada y restado importancia a la tristeza de la familia. Y por último, su descaro al criticar cada adorno de la boda, como si hubiera esperado algo más lujoso.
Por supuesto, esto era resultado de las acciones unilaterales de la familia Works, que ya no podía esperar nada de la familia Finscher. Pero al día siguiente, una revista semanal más famosa publicó otra entrevista, como si quisiera corregir la primera. La persona entrevistada no era otra que Rachel.
Señorita Works desmintió los rumores sobre su prima y afirmó categóricamente que algunos de ellos eran exageraciones y mentiras.
—Lo que sí es seguro es que mi primo, ese chico...
Se refería de forma cercana y casual a Capitán Isaac Finscher, quien pronto sería Conde Finscher.
—Estaba totalmente enamorado de esa mujer. En la boda, incluso cuando ella se comportó así frente a nuestra familia y parientes, él no hizo más que defenderla. Él siempre ha sido torpe y tonto desde pequeño. Lo digo de nacimiento. Lo que quiero decir es que él no es el tipo de persona que conspiraría con esa mujer.
Por supuesto, no era una defensa de Sasha en lo absoluto.
—En especial, usted, mi esposo, será víctima de ataques aún peores. Lo que más me preocupa es que intentarán culparlo como cómplice.
Tal como temía Sasha, algunos periodistas ya estaban publicando artículos inventados que decían que Isaac había conspirado con Sasha para dividir una parte de la herencia. Algunos de ellos incluso mencionaban la degradación de Isaac, que en su momento había sido un excelente soldado, al punto de haber recibido una medalla. Usaban su situación para justificar el presunto fraude conyugal.
Sin embargo, la reacción del público fue tibia. Aunque Isaac ya tenía una reputación por los suelos, la imagen que los periodistas le habían creado era extraña para quienes lo conocían por sus infames rumores o de forma personal. Después de todo, Isaac era famoso por ser un hombre simple y sin clase, no por tener una imagen astuta y taimada.
Con la defensa a medias de Rachel, la flecha se volvió a centrar solo en Sasha. Por su parte, Isaac fue tratado como un hombre tan tonto y desafortunado que inspiraba lástima, lo que encajaba con su imagen habitual.
—Es mejor así. Señor Benson también dijo que cuanto más se fijara la gente en el caso, mejor sería. Así, el juez de paz no podrá procesarlo de forma rápida como se le dé la gana.
Esto fue el día antes de que se enfrentara al tal Bradshaw. Isaac le dijo con cuidado a Sasha, quien estaba muy ocupada preparándose para el juicio, que quizás no podría asistir el día de la cita. Contrario a lo que esperaba, Sasha no pareció estar triste. De hecho, dijo que sería mejor si él no iba y lo felicitó por su decisión.
'No, no lo hice con esa intención'
pensó Isaac, pero se abstuvo de corregirla. Sasha ya estaba muy ocupada, al punto de no tener tiempo para pensar en nada más.
En cuanto terminó de desayunar a toda prisa, Isaac subió al carruaje despedido por Sasha. Ella creía que él había dejado de lado el documento confidencial y que se concentraría solo en buscar un abogado.
No se lo corrigió porque, después de todo, ella era una civil. Isaac tenía bien marcada esa línea. Una cosa era compartir con su compañera la verdad sin ocultar nada, y otra muy distinta era manejar sus asuntos en su mundo de forma discreta. Al menos como soldado, Isaac lo veía así.
Sasha, que se había quedado despierta toda la noche, tenía un rostro cansado. A pesar de que Isaac le insistió varias veces que entrara, ella negó con la cabeza y se empeñó en despedirlo. Y tanto se empeñó, que se subió al carruaje después de él, cerró la puerta, le puso los brazos alrededor del cuello y lo abrazó. Isaac se apresuró a bajar las cortinas del carruaje.
—... Te amo.
Ella dijo, frotando su cara en su cuello, como si supiera que tal vez no se volverían a ver. Todo su cuerpo se quedó rígido por un momento ante la confesión que nunca se le hizo familiar. Pero tan pronto como escuchó lo siguiente, la apartó.
—Por si algo sale mal...
—Sasha.
—... De acuerdo. No hablaré de lo que no ha pasado.
Y la despedida terminó ahí. Sasha le dio un último beso en la mejilla, abrió la puerta y se bajó del carruaje.
Eso fue hace unas horas. Isaac se asomó por la ventana. Entre los paisajes que pasaban rápidamente, vio algunos edificios familiares. Ya estaba en Lance Field. Isaac se dirigió hacia la pastelería de tarta de manzana que solía frecuentar.
Al entrar en el callejón, el olor a tarta de manzana recién horneada invadió el aire. La superficie crujiente, el interior relleno de manzanas encurtidas y mermelada, y el hojaldre en capas que se masticaba con la manzana. Con solo olerlo, ya se le venía el sabor a la mente.
Sin embargo, Isaac pasó de largo la pastelería y se metió en el callejón de al lado. Luego, giró de nuevo a la izquierda. Después de caminar un poco, llegó a la posada de Lance Field.
Subió al tercer piso y tocó una puerta, que se abrió como si lo estuvieran esperando. Al entrar, vio el rostro de un agente con el que se había familiarizado en los últimos días.
—Los planos.
En cuanto entró y cerró la puerta, Isaac exigió. El agente Wilson, en silencio, señaló la mesa junto a la ventana. Sobre la mesa había un plano de un edificio.
El edificio administrativo del arsenal de Ullrich.
Isaac se sentó, tomó una pluma y marcó la ubicación. Hizo una pequeña 'X' sobre la oficina del sargento York, el que había ido a buscarlo con tanta desfachatez, rogándole que lo salvara y le dijera que si él iba a vivir, lo salvara a él también. Para ser más precisos, en el lugar que se llamaba "oficina del asistente del general Thurston".
—La ruta de infiltración es por aquí. Las lámparas de gas hacen que haya suficiente oscuridad para usar las sombras. Recomiendo la hora, alrededor de las siete de la tarde. Es la hora en que los oficiales y el personal salen del trabajo y la guardia cambia de turno.
Wilson se sentó frente a Isaac y dijo:
—¿Confía en Sargento York?
—No confío en él. Debe ser una trampa.
Isaac respondió con calma a la pregunta de Wilson.
—Entra a sabiendas de que es una trampa. Lo admiro.
—Parece que no pensó en un salvavidas en lo absoluto.
—Oh. No, en lo absoluto. ... ¿Ha desayunado? Tengo un pedazo de tarta que me sobró, ¿quiere un poco?
Era la tarta de manzana de la que Isaac tenía antojo. Isaac no la rechazó y le dio un mordisco al pedazo que Wilson le ofreció.
—Para ser sincero, es una apuesta, ¿no? Si ese informe es el original o si es otra mentira más.
—No hay otra opción. ¿Se le ocurre algo más en este momento?
Isaac preguntó, como si estuviera exasperado, Wilson sonrió, como si la respuesta fuera "no".
Desde el principio, a Isaac no le había caído bien ese hombre, y ahora le caía peor.
—Y por cierto, ¿está seguro de que no tiene que decirle nada a su esposa?
—Mi esposa ya lo sabe. Le conté con sinceridad todo lo que pasé durante esa operación. Y ella me creyó.
—No. No me refería a eso. Me refiero a si ella sabe que usted está yendo a una trampa a sabiendas de que es una.
Isaac respondió sin pestañear:
—Desde un inicio, este es un asunto que no le concierne.
Wilson estuvo a punto de refutar, pensando que la esposa de Isaac no pensaría así, pero se contuvo. Probablemente porque él mismo simpatizaba con la terquedad y convicción de Isaac más que nadie. Aunque sentía más lástima por eso, la empatía por Isaac solo llegaba hasta ahí.
—¿Sabe algo sobre el paradero del abogado? ¿Está investigando a un sirviente llamado Theodore?
Ese era el objetivo de su acuerdo desde un principio. Isaac sabía que no podía superar la capacidad de recopilación de información de esos hombres.
Wilson asintió y dijo:
—No se preocupe por el juicio. Se puede decir que toda la alta sociedad de Serman está atenta a este juicio por las acciones de Señora Finscher. Por más corrupto que sea el juez de paz, no podrá actuar como se le dé la gana.
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