Jin Xiu Wei Yang 290
Impulso abrumador que sobrepasa a los demás
Traducción: Asure
Cantidad caracteres: 41293
El rostro de Tuoba Yu se contrajo en un ceño fruncido y una mirada glacial se posó en su emperatriz.
Al sentir esa mirada, Ping Ting tembló por dentro, pero se obligó a continuar:
—Su Majestad, su insistencia en atacar Yuexi es por la instigación de Kang Lande, pero por más que investigué su procedencia, nunca obtuve una respuesta definitiva. Pensándolo bien, hace mucho tiempo, una persona misteriosa, con media máscara y un aspecto aterrador, visitó nuestra mansión. Poco después de su llegada, Kang Lande fue enviado a la mansión de Su Majestad. Y para que Su Majestad pudiera ascender al trono, Kang Lande debió de haber hecho un gran esfuerzo, por eso es considerado un héroe, no tengo nada que decir al respecto. Sin embargo, siempre he sospechado que él fue enviado a su lado por Yuexi.
La mirada de Tuoba Yu se volvió aún más sombría, pero soltó una risa burlona:
—Eso es curioso. ¿Estás diciendo que la gente de Yuexi ha infiltrado a un traidor a mi lado? Piénsalo bien, si Kang Lande fuera realmente de Yuexi, ¿por qué me instigaría a atacar su propio país?
Ping Ting no pudo evitar responder:
—Su Majestad, después de tantos años a su lado, ya no soy esa Princesa ignorante. Kang Lande podría ser de Yuexi, pero el poder dentro de ese país es complejo. No sé quién sea ese hombre misterioso, pero Kang Lande definitivamente tiene malas intenciones. Creo que... quizás Su Majestad ha hecho algún tipo de trato con alguien poderoso de Yuexi para obtener algún beneficio. Solo quiero preguntar, ¿el precio vale tanto como para que Su Majestad ignore todo lo demás?
—¡Qué insolencia!
exclamó Tuoba Yu con voz severa.
Ping Ting se sobresaltó y sus piernas se debilitaron, a punto de arrodillarse. Pero se obligó a mantenerse firme, negándose a mostrar su pánico.
Tuoba Yu la miró con frialdad:
—Ya te he dicho, estos asuntos no te incumben. ¡Cumple bien tu papel de emperatriz! No digas lo que no debes, ni hagas lo que no te corresponde,
Dicho esto, levantó la cortina y salió a grandes zancadas de la tienda.
Ping Ting lo siguió fuera, llamándolo con voz suplicante:
—Su Majestad.......
Sin embargo, él no pareció oírla. Ordenó que le trajeran un caballo y, con su túnica de dragón y las mangas ondulando, la luz del sol lo bañó en un aura deslumbrante y sublime. Saltó sobre el caballo y miró a Ping Ting desde lo alto. La postura de Tuoba Yu era imponente, llena de una majestad y nobleza supremas, que reflejaban la grandeza de un emperador capaz de someter reinos y hacer que diez mil súbditos se postraran. Ping Ting no se atrevió a decir una palabra más, bajó la cabeza y Tuoba Yu no le echó otra mirada. Cabalgó velozmente, alejándose de la tienda del campamento.
Paso a paso, Tuoba Yu subió a lo alto de la torre, su mirada gélida se fijó en el norte. A lo lejos, se podía ver la ciudad de Yuexi. En ese momento, un erudito vestido con una túnica azul se acercó a su lado.
Sin siquiera voltear a verlo, Tuoba Yu sonrió levemente:
—Kang Lande, ¿sabes lo que la Emperatriz acaba de decirme al oído?
Kang Lande bajó la cabeza:
—Este humilde súbdito no lo sabe.
Tuoba Yu soltó una risa fría:
—Dijo que eres un traidor enviado por Yuexi, con la intención de sacar provecho de mí.
Después de una pausa, continuó.
—Pero no se equivoca. ¿Qué quiere Emperatriz Pei? ¿Por qué le está filtrando información de su país a mi corte para instigar esta guerra?
Kang Lande suspiró suavemente:
—Su Majestad, este era un acuerdo que la emperatriz y usted hicieron hace mucho tiempo. Ella lo apoyó para ascender al trono, esta guerra es otro regalo para usted.
Tuoba Yu volvió a reír con frialdad:
—No me tomen por tonto. Iniciar una guerra no es bueno para el país ni para su gente, mi trono aún no está seguro. El resultado de esta guerra es impredecible.
Kang Lande, sin inmutarse, respondió:
—Su Majestad se equivoca. Usted es sabio y valiente, cuenta con el favor de los dioses, su fama se ha extendido por todas partes. Además, posee un ejército de millones de soldados y excelentes generales en la corte. Yuexi es todo lo contrario: su emperador es cruel, los soldados y ministros están desunidos y los príncipes luchan por el trono. Este es el mejor momento para que Su Majestad inicie la guerra. Además, cuando hay demasiadas mentes planeando, las cosas no son fáciles de lograr. Esos ministros no entienden a Su Majestad. Tome sus propias decisiones, no es necesario consultar sus opiniones. Son personas de mente estrecha. Si Su Majestad se deja llevar por sus consejos, ¿cuándo obtendrá mayores beneficios?
Tuoba Yu alzó una ceja, mirando a su interlocutor con una sonrisa que no lo era:
—Por lo que dices, parece que cada una de tus palabras es por mi bien, pero no olvidaré que tú, al final de cuentas, eres de Yuexi.
La expresión de Kang Lande era tranquila:
—Sí, este humilde súbdito es de Yuexi, pero para mí, todo Yuexi no se compara con una sola orden de la Emperatriz. Si Su Majestad sigue todos mis consejos, pronto obtendrá todo lo que desea, incluyendo diez ciudades de Yuexi y también a esa persona que tanto odia en su corazón.
Tuoba Yu entrecerró un poco los ojos, con una sonrisa serena:
—¿Sabes lo que pienso?
Kang Lande bajó la cabeza:
—Su Majestad, no me malinterprete. Solo transmito las palabras de la emperatriz. Ella dice que usted es su mejor aliado y que, por supuesto, cumplirá sus promesas. Pero espera que siempre tenga esto en mente y no se desvíe de sus planes por los consejos de ignorantes.
Al escuchar esas palabras, Tuoba Yu exhaló un largo suspiro, su mirada se perdió en la distancia, su voz denotaba una profunda emoción:
—El emperador de Yuexi seguramente nunca imaginó que su propia compañera, por su propio beneficio, filtraría información del país, lo que resultaría en una derrota tras otra. No importa cuántos ejércitos o generales envíe, el resultado será el mismo. Me pregunto, ¿qué le han prometido al rey de Da Zhou?
Kang Lande sonrió:
—La relación entre Da Zhou y Yuexi es aún más hostil. No es necesario prometerles nada, se lanzarán a la batalla por su cuenta. Además, Da Zhou sufrió grandes pérdidas al construir el canal y apoderarse de la vía fluvial, ahora, al darse cuenta de que la persona que los ayudó a construir el canal era un espía enviado por Yuexi, seguramente se enfurecerán.
Así que Emperatriz Pei estaba traicionando a su Emperador a sus espaldas. Una ráfaga de viento sopló, haciendo ondear la túnica de Tuoba Yu. Miró a los soldados bajo la ciudad, preparados para la batalla, de repente se sintió lleno de espíritu, soltando una carcajada sonora:
—Bien, ya que esta apuesta ha comenzado, no pienso dar un paso atrás. ¡Puedes estar tranquilo!
No se sabía a quién iba dirigida esa frase, pues el sonido fue arrastrado por el viento y se desvaneció.
Kang Lande esbozó una leve sonrisa y no dijo más.
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En la ciudad de Yuexi, justo al otro lado de Da Li, Yuan Lie, al enterarse de que Tuoba Yu había enviado tropas para cortar el río, dijo con frialdad:
—Gran General, siempre he admirado a los innumerables y poderosos generales bajo su mando, pero esta vez me ha decepcionado demasiado. Originalmente, las fuerzas de Yuexi y Da Li eran parejas. Si no nos hubiéramos desorganizado, no habríamos fracasado tan fácilmente, pero usted perdió el canal para transportar provisiones. Ahora que Da Li tiene este canal, puede transportar una cantidad inagotable de grano por agua para abastecer a sus tropas. ¡Por lo tanto, nuestro transporte de provisiones dependerá del transporte terrestre, seremos incapaces de seguirle el ritmo al enemigo!
Wang Gong tenía una expresión de vergüenza en el rostro, Wang Qiong se apresuró a interceder por su padre:
—Su Alteza, Tuoba Yu está usando todo el poder de su país para respaldar su ejército. En comparación, nosotros estamos en una posición más débil. Sería más prudente retirarnos temporalmente a Huazhou. Cuando el momento sea oportuno, aún podemos encontrar una manera de recuperar esta ciudad.
Yuan Lie soltó una risa fría, mirando a Gran General Wang Gong:
—Gran General, ¿también está de acuerdo con General Zhen Dong?
Aunque Gran General Wang Gong era el comandante en jefe, Príncipe Xu, Yuan Lie, tenía una posición especial. Una orden secreta del emperador le había otorgado todo el poder militar, por lo que incluso Gran General Wang Gong y General Zhen Dong, Wang Qiong, no podían refutar su opinión. Afortunadamente, Wang Gong no estuvo de acuerdo con lo que Wang Qiong acababa de decir, declaró en voz alta:
—¡Su Alteza, la guerra ha llegado a este punto, solo podemos aguantar! Nosotros aquí no la estamos pasando bien, ¡Tuoba Yu tampoco! Sus millones de soldados, al menor movimiento, son fácilmente detectados, por lo que no puede avanzar ni retroceder. Ahora, es cuestión de ver quién tiene más paciencia. En mi opinión, el primer paso que debemos dar es encontrar una manera de cortar su suministro de alimentos y así confundirlos.
Al escuchar esto, Yuan Lie sonrió levemente:
—Como se esperaba del Gran General, sus palabras van al grano. Sin embargo, el enemigo ya tiene el control del canal, no será fácil recuperar su vía de suministro.
Wang Gong no pudo evitar sacudir la cabeza. Hizo lo mejor que pudo, pero no importaba qué decisión tomara, el resultado era el mismo, la información se filtraba. Sospechaba que había un traidor en el ejército, pero ¿quién de los muchos generales sería? ¿Por qué, a pesar de sus estrictas precauciones, el enemigo seguía infiltrándose? ¿Quién estaba detrás de todo esto? Pensando en esto, dijo en voz baja:
—Su Alteza, para el plan actual... la confidencialidad de nuestras acciones debe ser primordial y no debe ser revelada.
La mirada de Yuan Lie se volvió profunda, su hermoso rostro brilló bajo la luz de las velas:
—Gran General, ¿está hablando de un traidor en el ejército?
Wang Gong miró hacia la entrada de la tienda del campamento y dijo con indiferencia:
—No puedo estar seguro de eso, pero si no hubiera un traidor, ¿cómo es posible que el enemigo sepa de todos nuestros planes de ataque y acciones por adelantado? He investigado a todos los generales y soldados, pero no he encontrado nada extraño, lo que indica que la persona se esconde muy bien. Por el momento, no tenemos más remedio que mantener los planes en secreto.
Yuan Lie jugueteó con el pisapapeles sobre la mesa, con una sonrisa que no lo era:
—Esa es una solución temporal, no una cura. Ya que al enemigo le gusta escuchar a escondidas, ¡le daremos un regalo!
Al escuchar lo que dijo Yuan Lie, Wang Gong y Wang Qiong se miraron, aparentemente confundidos.
Yuan Lie continuó:
—En la guerra, la información es lo más importante. Cada vez que el enemigo conoce nuestras acciones, su posición debe ser alta, debe estar entre los generales que participan en la discusión. Sin embargo, cada uno de ellos ha seguido al Gran General durante muchos años, e incluso si el General sospecha, su corazón no le permitirá hacerlo. Para mí, todos ellos son extraños. ¡General, no se preocupe, me desharé de este traidor lo antes posible, sin importar quién sea!
Wang Gong suspiró y dijo:
—En ese caso, ¡le dejo todo a Príncipe Xu!
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Esa misma noche, los hombres de Príncipe Xu tomaron el control de las tiendas de más de diez generales subalternos. Cualquiera que se resistiera fue ejecutado en el acto, fuera o no un traidor. Esta acción provocó un gran alboroto en el ejército. Muchas personas se reunieron frente a la tienda de Wang Gong para exigirle que tomara medidas de inmediato y liberara a los generales capturados. Pero la tienda de Wang Gong permaneció en silencio; él apoyaba completamente las acciones de Yuan Lie, no preguntó nada y se negó a ver a nadie. Algunos generales, insatisfechos, se acercaron a Yuan Lie para reclamarle. A diferencia de Wang Gong, Yuan Lie no les guardó las formas: a cualquiera que se opusiera, simplemente lo ejecutó.
Este método brutal y directo dejó a todos con los pelos de punta. Tres días después, todo se calmó. Nadie se atrevía a ir a la tienda de Yuan Lie para protestar, mucho menos a decir una palabra en favor de sus compañeros encarcelados.
En ese momento, un espía de Yuexi recibió un informe militar secreto: las provisiones necesarias para Da Li estaban siendo cargadas en barcos y transportadas por los canales de Yongzhou y Suoshui. Esa misma noche, General Zhen Dong, Wang Qiong, ordenó a sus soldados que se prepararan para interceptar los barcos de provisiones del enemigo. Sin embargo, Yuan Lie los detuvo antes de que pudieran partir.
Yuan Lie dijo con frialdad:
—General Wang, ¡no pueden partir esta noche!
Wang Qiong se quedó perplejo:
—La luna está brillante y las estrellas resplandecen. Podemos aprovechar la luz de la luna para cortar la línea de suministro del enemigo por sorpresa, ¿por qué no podemos ir?
Yuan Lie sonrió:
—General, su objetivo es cortar su línea de suministro, pero Tuoba Yu tiene tropas fuertes y bien preparadas, es probable que haya tendido una emboscada esperándolos. Un ataque directo sería muy difícil de lograr. He oído que Tuoba Yu tiene los barcos de provisiones alineados a lo largo del río; si esos barcos se incendian, se podría lograr el objetivo de destruir las provisiones. Desafortunadamente, aunque la luna es hermosa esta noche, no hay viento en el río. Sin el viento del oeste para ayudarnos, cualquier intento de ataque con fuego sería inútil. Solo nos quedaría un combate cuerpo a cuerpo, ¿y de qué serviría eso?
Wang Qiong se sorprendió y lo miró:
—¿Viento del oeste?
Yuan Lie lo miró directamente:
—Sí, viento del oeste. Sin viento del oeste, su fuego no prenderá.
Wang Qiong suspiró profundamente:
—Fui demasiado impaciente. En el pasado, Zijin siempre estaba a mi lado para recordármelo, pero esta vez no está... Afortunadamente, Su Alteza, Príncipe Xu, es meticuloso. De lo contrario, este viaje habría sido en vano. Pero ahora no tenemos a nadie en el ejército que entienda de astrología o de los cálculos del yin y el yang. Zijin está en la capital, no puede ayudarnos desde tan lejos. ¿Qué podemos hacer?
Yuan Lie se rio:
—Aunque Señorita Wang sea experta en astronomía, geografía y cálculo, no es imprescindible para una campaña militar. En mi opinión, podemos seleccionar a algunas personas inteligentes en el ejército y pedirles que se paren a la orilla del río para observar la dirección del viento. En cuanto el viento cambie de dirección, partiremos de inmediato. Este método parece tonto, pero no es imposible.
De repente, se escuchó una voz:
—Pero ¿y si el viento cambia poco después de empezar a soplar o si el viento del oeste simplemente se detiene? Nuestros barcos quedarían a mitad del camino, sin poder avanzar ni retroceder, sin poder atacar ni rendirse. ¿Qué haríamos entonces? Además, he notado que el viento ha soplado principalmente del sur últimamente, por lo que esperar el viento del oeste es demasiado difícil. Si perdemos el mejor momento, nuestra estrategia no funcionará.
En ese momento, Wang Ji levantó la cortina y entró con un aspecto de preocupación.
Yuan Lie lo miró con una sonrisa burlona:
—Eso no es difícil. ¡Podrías enviar un mensajero a toda prisa a la capital para preguntarle a Señorita Wang cuándo podemos partir! ¡Que haga bien sus cálculos!
Al decir esto, estaba claramente burlándose de Wang Ji por ser anticuado e inflexible. Wang Ji se sintió un poco enojado, pero como había estudiado el budismo durante muchos años, sabía cuándo retroceder y solo pudo decir en voz baja:
—Su Alteza, Príncipe Xu, solo pienso en el bienestar del ejército. No hay segundas intenciones, por favor, no me malinterprete.
Yuan Lie agitó la mano y dijo:
—Sé que lo que dice el joven maestro Wang no está del todo mal, pero una campaña militar se trata de aprovechar el momento adecuado y de tener el apoyo de los dioses. Si tenemos suerte, nos encontraremos con el viento del oeste; si los dioses no nos ayudan, no hay nada que podamos hacer más que enfrentarlos cara a cara.
Después de que Yuan Lie dijo esto, el padre y el hijo de la familia Wang se miraron sin saber qué hacer. Nunca habían visto una guerra librada de esta manera. ¿El apoyo de los dioses? ¡Quién sabe a quién favorecerían! Lo que sucedió a continuación los tomó por sorpresa: a la tarde siguiente, las nubes cubrieron el sol poniente, el cielo se oscureció temprano y, de hecho, un viento del oeste sopló lentamente sobre el río. El hombre que había sido enviado a la orilla del río para observar la dirección del viento se llenó de alegría y corrió directamente a la tienda para informar:
—¡Su Alteza, Generales, el viento del oeste ha llegado, el viento del oeste realmente ha llegado!
Wang Ji también había estado observando el clima. Salió de la tienda y miró al cielo:
—Pero por lo que veo, parece que va a llover.
Wang Ji también estaba muy preocupado:
—Su Alteza, si llueve a cántaros, nuestra estrategia de quemar los barcos fracasará.
Yuan Lie se mantuvo inmutable, con la mirada muy firme:
—Nuestros barcos incendiarios pueden prender fuego al acercarse. Los barcos de Tuoba Yu suelen estar recubiertos de aceite de tung, que es muy fácil de quemar. Si actuamos antes de que llueva, lo lograremos. Joven maestro Wang, esta vez iré yo mismo con los soldados, ¿quieres venir conmigo?
Wang Ji se sobresaltó y se apresuró a decir:
—¡Su Alteza, no debe ir! Su posición es demasiado importante, no debe ir de forma imprudente. Déjeme a mí encargarme de esto.
Yuan Lie sonrió y negó con la cabeza, diciendo:
—Ya que le prometí a Su Majestad que me encargaría personalmente de este asunto, no puedo dejar algo tan importante en manos de otra persona. No es que no confíe en las habilidades del joven maestro Wang, sino que este asunto es demasiado peligroso. Como general, debo ser el primero en la línea de batalla para inspirar a las tropas, de lo contrario, todos pensarán que Príncipe Xu es solo una fachada. ¿No le parece?
Al escuchar esto, Wang Ji y su padre se miraron, sin saber qué decir.
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Esa noche, Yuan Lie se llevó veinte barcos llenos de pólvora, cañas secas, leña y otros materiales inflamables. Para evitar que se mojaran, ordenó que los cubrieran con tela de tung. Como Wang Ji había predicho, esa noche llovió a cántaros. La lluvia caía sin cesar, Wang Ji se encontraba en la cabina del barco, lleno de preocupación. Sabía que si la lluvia no se detenía, el ataque con fuego de ese día sería un fracaso. Dudando, miró a Yuan Lie, que miraba la lluvia torrencial, le dijo:
—Su Alteza, ¿cree que deberíamos hacer otro plan?
La mirada de Yuan Lie se mantuvo fija en el cielo azul oscuro:
—Joven maestro Wang, lo único que podemos hacer es esperar.
Wang Ji estaba ansioso y dijo:
—Su Alteza, si esperamos mucho tiempo, nuestros barcos podrían ser descubiertos por Da Li. Será mejor que nos rindamos y volvamos.
Rendirse ahora sería un fracaso total. Yuan Lie sacudió la cabeza:
—No, esperemos media hora más.
Dicho esto, ordenó que todos los barcos pequeños se escondieran en los juncos cercanos, observando en secreto los cambios del tiempo. Con la lluvia cayendo sin cesar, hasta el generalmente tranquilo Wang Ji estaba a punto de estallar. Después de seguir a su abuelo y a su padre durante tantos años, nunca había visto una táctica tan arriesgada como la de Yuan Lie. Si algo salía mal, todas sus vidas terminarían allí. Quería agarrar a Yuan Lie por el cuello y sacudir a ese arrogante para que entrara en razón. La guerra no era un juego de niños. El viento del oeste no aparece solo porque tú lo quieras. ¿De dónde sacaba tanta confianza? Pero no podía hacerlo, porque el otro era un miembro de la realeza y un guerrero mucho más fuerte que él. Solo podía pararse en la proa, mirando al cielo con ansiedad.
Quizás lo que Yuan Lie llamó el 'camino de los dioses' realmente funcionó. Media hora después, la lluvia comenzó a disminuir gradualmente, pero el viento continuó soplando con fuerza, tanto que se podía oír su silbido desde la cabina del barco. Al parecer, el fuerte viento del oeste había dispersado las nubes de lluvia. La lluvia se hizo cada vez más leve y, poco a poco, desapareció por completo.
Wang Ji observó todo esto con asombro. Yuan Lie salió de la cabina y dijo con voz fría:
—Podemos actuar.
Veinte barcos de fuego partieron en silencio. Con el viento a favor, llegaron a la zona donde Da Li almacenaba sus provisiones. Ya era de noche, aunque los guardias de Da Li habían establecido estrictas defensas, al ver que la noche había transcurrido sin incidentes y que la lluvia caía a cántaros, solo dejaron a unos cuantos hombres de guardia y se fueron a dormir tranquilamente en la cabina del barco para resguardarse del viento y la lluvia.
Los barcos de fuego llegaron a diez metros de los barcos de provisiones. Yuan Lie ordenó a los soldados que usaran flechas con fuego y garfios para incendiar los barcos. Luego, los veinte barcos de fuego se lanzaron hacia los barcos enemigos. Los barcos de fuego contenían azufre, salitre, minas, cañones, cañas y leña, todos materiales inflamables. Rápidamente, el fuego se propagó de un barco a otro, el viento del oeste avivó las llamas, que iluminaron la mitad del cielo. En ese momento, todos, incluyendo a Yuan Lie y Wang Ji, saltaron al río y nadaron hacia la orilla.
General Zhang Yao, a cargo de la defensa de los barcos de Da Li, se vistió a toda prisa al oír el incendio. Lo único que vio fue, entre el aullido del viento, cómo el fuego se extendía entre los barcos de provisiones del río, como un dragón de fuego con las garras listas para atacar. Enfurecido, se puso su armadura, montó a caballo y se fue a investigar. Por desgracia, justo cuando llegó a la orilla, vio un grupo de hombres bloqueando su camino a la luz de las llamas. El hombre a la cabeza del grupo, con su rostro especialmente apuesto iluminado por el fuego, estaba empapado, con una mirada feroz y una sonrisa fría. Era el mismísimo Príncipe Xu, Yuan Lie.
Zhang Yao desenvainó su espada a toda prisa y se lanzó contra Yuan Lie. Pero en menos de tres movimientos, Yuan Lie le atravesó la garganta con su espada. Cayó al suelo y murió. Los guardias que seguían a Yuan Lie eran como tigres y lobos, rápidamente se abalanzaron sobre el grupo enemigo, cortando y apuñalando. Los soldados de Da Li, que acababan de despertar, al ver que su general principal había sido asesinado y que los atacantes eran tan feroces, ordenaron apresuradamente la retirada. Los soldados que no pudieron escapar a tiempo fueron masacrados sin piedad.
Yuan Lie, sin ninguna vergüenza, tomó el caballo de guerra de Zhang Yao y ordenó a sus soldados que prendieran fuego al resto de las provisiones y suministros militares de Da Li. A la luz de las llamas, Yuan Lie ordenó a sus hombres que se retiraran de forma rápida y ordenada hacia la orilla del río. Wang Ji, que los había estado esperando con ansias, se sintió aliviado al ver que regresaban a salvo y les ordenó que subieran a los botes pequeños que habían preparado, los cuales estaban atados a los barcos de fuego.
En una sola noche, las provisiones y los suministros militares de Da Li se convirtieron en cenizas, cientos de barcos de transporte de provisiones fueron quemados. Era imposible volver a transportar provisiones por agua como antes. Al enterarse de la noticia, Tuoba Yu se enfureció. Ordenó que el vicegeneral a cargo de la guardia, Gao Hua, fuera sacado y decapitado. Pero matar no servía de nada; ahora, su mejor método para obtener provisiones había sido destruido. No era posible construir cien barcos de provisiones de la noche a la mañana, ni tampoco reunirlas de inmediato en el país. No podía contener su ira, los ministros que lo acompañaban también se pusieron ansiosos. Un sinfín de voces clamaban por firmar un tratado de paz con Yuexi y poner fin a la guerra.
Ping Ting no pudo evitar intervenir:
—Su Majestad, ¿lo ve? Los ministros y los generales anhelan regresar a casa. Si esto sigue así, temo que habrá un gran problema. Ahora que no podemos avanzar ni retroceder, ¡estamos en una situación muy peligrosa! Y si hay otro cambio inesperado en la retaguardia, Su Majestad, ¿qué hará entonces?—.
Antes de que Ping Ting terminara de hablar, Kang Lande se adelantó y dijo:
—Emperatriz, la guerra no es un juego de niños. Usted es una persona de la corte interior. El anterior emperador ya lo había dicho: la corte interior no debe interferir en la política. ¿Lo ha olvidado?
Ping Ting apretó los dientes y dijo:
—Tú, Kang Lande, ¿quién eres realmente? ¿Por qué lo estás embaucando así a Su Majestad?
Al ver la disputa, los ministros se miraron entre sí.
Tuoba Yu rugió:
—¡Fuera de aquí, todos ustedes!
Los ministros se sobresaltaron, se miraron entre sí y se retiraron sin decir una palabra más, dejando solo a la emperatriz Ping Ting y al inexpresivo Kang Lande. Tuoba Yu sentía una opresión en el pecho y el fuego en su interior ardía cada vez más fuerte. Ahora que Ping Ting le pedía que retirara las tropas, el enojo le subió a la cabeza de nuevo:
—¡Tú también, lárgate!
Ping Ting se quedó paralizada. Las lágrimas brotaron de sus ojos, pero no había nada que pudiera hacer. Al final, no pudo evitar fulminar con la mirada a Kang Lande y gritó:
—¡Su Majestad, no crea que no sé nada! ¡Hay otra razón importante por la que inició esta guerra, es por esa Li Weiyang!
Al oír eso, Tuoba Yu se quedó completamente rígido, pero el movimiento involuntario de los músculos de su rostro le confirmó a Ping Ting que tenía razón. Se armó de valor y dijo en voz alta:
—Su Majestad, Li Weiyang es solo una simple mujer. Si a Su Majestad le gusta, puede tener a miles de mujeres de Da Li. ¿Por qué se obsesiona con ella? Ella lo ha abandonado como si no fuera nada. ¿Por qué se atormenta así por ella? ¿Y qué si Emperatriz Pei le entrega a Li Weiyang como acordaron? ¡Sus pensamientos no están en Su Majestad en absoluto! Enloquecerse por una belleza es la cosa más estúpida que se puede hacer.
Tuoba Yu la miró fijamente, con los ojos echando chispas. Asustada por la terrible mirada, Ping Ting casi se echa para atrás. Solo escuchó la voz de él, como si estuviera rechinando los dientes:
—¡Si Li Weiyang cae en mis manos, la haré pedazos!
Al escuchar eso, Ping Ting lo miró con incredulidad:
—Usted... ¿por qué hace esto?
—¡Fuera de aquí!
gritó Tuoba Yu con voz severa.
Ping Ting, asustada por su imponente aura, no se atrevió a decir nada más. Cuando llegó a la entrada de la tienda, de repente escuchó a Tuoba Yu decir:
—¡Den la orden al ejército! ¡Cualquiera que se atreva a mencionar la retirada, será ejecutado sin piedad!
Ping Ting no pudo evitar volver a mirarlo, con lágrimas en los ojos:
—Su Majestad, el ejército no tiene provisiones y no podrá aguantar. Si todos se amotinan para irse, ¿acaso Su Majestad va a matarlos a todos? ¡Quizás sea mejor matarlos, así ya no habrá nadie que le aconseje!
Sin esperar la siguiente arremetida de Tuoba Yu, ella se marchó. Tuoba Yu la miró fríamente mientras se alejaba y se volvió hacia Kang Lande:
—Tus informantes me dijeron que no había habido movimientos en el ejército recientemente, entonces, ¿por qué ocurrió este ataque sorpresa?
Kang Lande suspiró:
—El comandante en jefe ha sido cambiado y sus métodos son mucho más despiadados que los de Wang Gong. Acabo de enterarme de que él ha tomado el control de todos nuestros hombres en el ejército, por lo que los mensajes no pudieron ser transmitidos, lo que causó este retraso.
Tuoba Yu se burló:
—Creía que Emperatriz Pei era más poderosa, ¡pero resulta que no es gran cosa!
Kang Lande no se enojó, sonrió levemente y dijo:
—Su Majestad, las artes de la guerra dicen que se debe ser flexible en la batalla. El plan actual es revertir la situación, apoderarse de la debilidad del enemigo y atacarlos ferozmente, obligándolos a reaccionar. ¡Ese es el camino hacia la victoria! Podemos abandonar la ciudad que ellos defienden y atacar la ciudad de Yaozhou, en el sureste. Por un lado, podemos obtener más provisiones y apoyo, por el otro, la ubicación de Yaozhou es muy importante. Príncipe Xu definitivamente regresará con sus tropas para rescatarla, nuestro asedio actual se levantará de forma natural. Luego, podemos encontrar una manera de que la reputación de Yuan Lie como cobarde llegue a la capital, obligando al emperador a reemplazar al general en el frente. Entonces, ¿tendremos miedo de que la gran empresa no se logre? En cuanto a las provisiones, la emperatriz sin duda encontrará una solución.
Tuoba Yu miró a Kang Lande y de repente se echó a reír.
Kang Lande vio la extraña sonrisa del otro y, sin saber de qué se reía, le preguntó:
—Su Alteza, ¿qué le pasa?
Tuoba Yu se rio incontrolablemente y finalmente suspiró suavemente:
—Eres de Yuexi, ahora estás en mi tienda, dándome consejos. ¿No es esto ridículo? Me temo que el Emperador de Yuexi ni siquiera sabe que su Emperatriz es la verdadera culpable. Realmente me gustaría saber, ¿Qué quiere Emperatriz Pei? ¿Qué gana ella dándome estas ciudades?
Antes de que terminara de hablar, su expresión se volvió extraña.
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Mientras tanto, la noticia de que las provisiones de Da Li habían sido quemadas llegó a la capital. Li Weiyang estaba en el patio, alimentando a las palomas. Cuando Zhao Yue le informó, ella sonrió levemente:
—Yuan Lie es realmente audaz. Si el viento del oeste no hubiera soplado, o si se hubiera detenido de repente, habría perdido mucho. No hay necesidad de apresurarse para establecer su autoridad.
Al escucharla, Zhao Yue sonrió y dijo:
—Jovencita, no se preocupe. Dominar los cálculos del yin y el yang y el I Ching no es tan difícil. No es que el amo no tenga gente así a su alrededor, solo que normalmente no son necesarios.
Li Wei Yang sabía que Yuan Lie había reunido a muchas personas extraordinarias bajo su mando, por lo que estaba seguro de que el viento del oeste soplaría, pero aun así era arriesgado. Ella pensó por un momento y luego sacudió la cabeza:
—Realmente no entiendo por qué Tuoba Yu no se retira. ¿Hay alguna razón para que sea tan obstinado?
Al escuchar esto, Zhao Yue miró a Li Weiyang con una expresión muy extraña.
Li Wei Yang notó su vacilación y dijo con una sonrisa:
—Si tienes algo que decir, dilo sin rodeos.
Zhao Yue bajó la cabeza, sacó una carta de su pecho y se la entregó a Li Weiyang personalmente, diciendo:
—Esta carta fue enviada por el amo y me pidió que se la entregara a la señorita para que la revisara.
Li Wei Yang soltó una risa ahogada:
—¿Por qué estás siendo tan evasiva? Déjame verla.
Dicho esto, abrió la carta y la leyó de un vistazo.
Zhao Yue vio que la expresión de Li Weiyang cambiaba ligeramente y no pudo evitar preguntar:
—Señorita, esta carta... ¿Qué dice el amo en ella?
La expresión de Li Wei Yang cambió varias veces, finalmente suspiró suavemente:
—Esta carta no la escribió tu amo, la escribió Princesa Ping Ting. Oh, ahora ya no es una princesa, es la Emperatriz de Da Li.
Al escuchar esto, Zhao Yue se quedó completamente atónita:
—¿La Emperatriz? ¿La esposa de Tuoba Yu? ¿Por qué le escribiría a usted?
Li Weiyang agitó la carta en su mano y dijo:
—Ella ya no puede detener a Tuoba Yu. Me escribe ahora para decirme que el problema principal sigue siendo Emperatriz Pei, que debo tener cuidado.
Zhao Yue estaba aún más sorprendida. Ping Ting era la esposa de Tuoba Yu y la Emperatriz de Da Li, ¿por qué le advertiría a Li Weiyang que tuviera cuidado?
Li Wei Yang notó su confusión y sonrió:
—Los conflictos entre dos países no se resuelven tan fácilmente. Ping Ting no quiere ver que la guerra se extienda, quiere que el conflicto termine lo antes posible, por eso quiere que me encargue de Emperatriz Pei.
¿Ping Ting quería que la guerra terminara? Zhao Yue no pudo evitar especular:
—Señorita, ¿está insinuando... que Emperatriz Pei incitó a Tuoba Yu a iniciar esta guerra, que el lado de Da Zhou....
Li Wei Yang asintió suavemente:
—Supongo que sí.
Por más tranquila que fuera, Zhao Yue se quedó boquiabierta:
—¡Está loca! ¿Por qué una emperatriz de un país traicionaría información y ayudaría a otro país? ¿Qué beneficio le trae?
Li Wei Yang se rio:
—Emperatriz Pei no es una persona normal, no podemos usar una mentalidad normal para entenderla. Según Ping Ting, Emperatriz Pei le prometió a Tuoba Yu diez ciudades a cambio de una condición secreta. Y en cuanto al monarca de Da Zhou... no hay noticias concretas. Ni siquiera Ping Ting sabe qué tipo de acuerdo alcanzaron Emperatriz Pei y Da Zhou. Si el frente de guerra fracasa, ¿qué beneficios podría obtener Emperatriz Pei? Esta persona es realmente impredecible.
El pastel en la mano de Li Wei Yang cayó sin querer. Las palomas, que amaban la paz, cambiaron su comportamiento habitual y se apresuraron a luchar por el pastel. Li Weiyang las observó y su expresión cambió ligeramente.
—Señorita, Quinto Joven Maestro la ha invitado al cuarto secreto.
Li Wei Yang asintió, esparció el pastel restante y dijo en voz baja:
—Vayamos a ver a Ying Chu primero.
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Dentro del cuarto secreto, Guo Dao miró a Ying Chu y dijo:
—Señor Ying, después de haber estado encerrado por unos días, ¿ha recuperado un poco la razón?
Ying Chu ni siquiera levantó la cabeza, solo se quedó pensando en sus propios asuntos y ni siquiera miró a Guo Dao. Evidentemente, no le interesaba lo que decía.
Guo Dao sonrió levemente y le ordenó a un guardia a su lado:
—Tráiganle el regalo que le tengo a Señor Ying.
El guardia le entregó de inmediato una copa que contenía un poco de polvo. El ceño de Li Weiyang se frunció ligeramente. Vio a Guo Dao sonreír con satisfacción:
—¿Reconoce esto, Señor Ying?
Antes de que Ying Chu pudiera reaccionar, Guo Dao esparció suavemente el polvo de la copa en el suelo.
Las pupilas de Ying Chu se contrajeron de repente. Su cuerpo reaccionó de inmediato al polvo.
—¿Por qué tienes veneno de los cinco elementos?
Ying Chu pronunció su primera frase, su voz era ronca como la de un animal, con una sensación de miedo difícil de ocultar.
Guo Dao se rio a carcajadas:
—¿No es esto un regalo que Emperatriz Pei me dio? Ahora que se lo doy a Señor Ying, es solo un intercambio de favores. ¿Acaso no lo reconoce?
Li Weiyang miró a Guo Dao, con una expresión un poco sorprendida. Wang Zijin abrió mucho los ojos. De repente recordó los rumores de que el quinto hijo de la familia Guo había estado muy deprimido durante un tiempo. Parecía que tenía algo que ver con el veneno de los cinco elementos. Pero, ¿cómo logró Guo Dao deshacerse de los efectos del veneno y pararse aquí tan bien? ¿No se decía que nadie podía curarse de la adicción al veneno de los cinco elementos y que solo podían morir en medio de un doloroso tormento?
Ahora, los ojos color melocotón de Guo Dao se entrecerraron. Su rostro, originalmente apuesto, se volvió amenazador como el de un demonio de jade, en el fondo de su mirada se vislumbraba una intención asesina. Pero luego, volvió a sonreír, esta vez una leve sonrisa, como si pensara en algo divertido o mirara a alguien interesante. Su tono estaba lleno de un sarcasmo incontrolable:
—Realmente te compadezco. Sabes que ella no se preocupa por ti, ¡pero aun así prefieres morir antes que traicionarla!
El cuerpo de Ying Chu se contraía mientras se esforzaba por no mirar el polvo. Su voz, ronca, dijo:
—No sé de qué estás hablando.
Guo Dao sonrió débilmente:
—Claro que no lo sabes. ¿Qué puede ver un tonto como tú, cegado por el amor, aparte de esa Emperatriz Pei que te trata como si fueras un perro? Para los demás, es una maldita asesina, pero para ti, es única en el mundo, la única a la que debes proteger. No hay nada de malo en eso, lo que está mal es que confiaste en la persona equivocada. Ella siempre desconfió de ti. Aunque la hayas seguido durante años, fiel y leal, ¡te abandonó como una pieza de ajedrez para cortar la información que le era desfavorable!
Al escuchar esto, Ying Chu apretó los dientes y se quedó en silencio, mostrando una actitud poco colaborativa.
El ánimo de Guo Dao parecía bastante bueno. Las comisuras de sus labios se curvaron, su tono tenía un poco de malicia:
—Claramente, sabes que te envenenó, pero sigues fingiendo ignorancia, haciendo todo lo posible para ocultárnoslo. ¡Un amor tan profundo, pero no es más que una broma!
Guo Dao levantó el pie, su bota azul zafiro pisoteó el polvo, moliéndolo hasta convertirlo en barro. Su sonrisa se volvió cada vez más fría:
—El veneno de los cinco elementos, qué bonito nombre, pero es la mejor herramienta para controlar a una persona. Una vez que la ingieres mucho, te vuelves adicto, si Emperatriz Pei confiara en ti lo más mínimo, no usaría este veneno para controlarte.
Ying Chu pareció haber llegado a su límite y dijo con frialdad:
—¡No digas tonterías!
Li Weiyang notó, de forma aguda, que las pupilas de Ying Chu se habían dilatado un tercio y su expresión se había vuelto más feroz. Los músculos de su boca se contraían, lo que demostraba que las palabras de Guo Dao realmente lo habían provocado. Aunque las cadenas lo ataban de pies y manos, Li Wei Yang pudo ver claramente las marcas de sangre en sus muñecas.
Guo Dao sabía que el otro había caído en la trampa y estaba esperando para darle el golpe final. Se rio a carcajadas:
—¡Pobrecito, qué patético eres! Te usan como si fueras un perro, pero aun así quieres darlo todo por ella. Si un tonto enamorado como tú muriera, ¿derramaría una sola lágrima? ¡No, no lo haría! ¡Simplemente se alegraría de haberse librado de un inútil!
Ying Chu se puso de pie de repente y se debatió con furia, acercándose a Guo Dao. Pero justo cuando estaba a una pulgada de la nariz de Guo Dao, las cadenas se tensaron, inmovilizándolo. No pudo dar un paso más, lo que lo hizo enojar aún más. La mitad de su rostro, de una belleza demoníaca, se contrajo en una mueca aterradora:
—¡No la difames! ¡Nunca creeré tus palabras para sembrar la discordia!
Guo Dao se burló, mirando a Ying Chu como si fuera un inútil, una pieza de ajedrez abandonada. Su voz era fría:
—Solo un demente como tú creería en Emperatriz Pei. No puedes ver la verdad que está frente a tus ojos. Será mejor que te mueras.
Ying Chu pareció querer estrangular a Guo Dao, pero no pudo hacerlo. La ira contenida finalmente rompió su límite. De repente, se acurrucó en el suelo, su expresión que había sido tan violenta se volvió frenética. Se retorcía y luchaba en el suelo, luchando desesperadamente contra algún tipo de alma en su interior. A pesar de todo, no tocó el polvo del suelo. Parecía odiar esa cosa con todo su ser...
Guo Dao se acercó un paso y sonrió débilmente:
—Ying Chu, el veneno de los cinco elementos se activa cada cinco días. Cada vez que lo hace, el dolor es insoportable, te hace querer morir. Así que me imagino que en este momento, sientes que desearías no haber nacido nunca. Y la persona que te arrojó a este infierno es Emperatriz Pei, la que siempre has amado. ¿Todavía la amas tanto, que preferirías morir antes que traicionarla?
Al escuchar las palabras de Guo Dao, Ying Chu levantó la vista de repente, sus ojos inyectados en sangre miraron a Guo Dao, su expresión era extremadamente feroz.
Wang Zijin se sobresaltó por la aterradora expresión y retrocedió un paso instintivamente. Pero al ver a Guo Dao provocando a Ying Chu con tanto ahínco, sintió que el otro estaba a punto de tener éxito. Entonces, dio un paso adelante, forzándose a mantener la voz tranquila a pesar de su miedo interno:
—Señor Ying, ¿sabe que Emperatriz Pei ya tiene un nuevo favorito a su lado?
Los ojos de Ying Chu giraron hacia Wang Zijin en un instante, sus espasmos se volvieron más violentos.
Wang Zijin se obligó a mantener un tono calmado a pesar de la mirada fría:
—No estoy inventando nada. Ahora Emperatriz Pei tiene a un apuesto joven eunuco llamado Chang De, que la sirve todos los días. Chang De es muy guapo y es un eunuco recién llegado al palacio. Siempre acompaña a Emperatriz Pei, es muy obediente e inteligente, se ha ganado su favor. Ha reemplazado su posición, Señor Ying. Aunque regresara con Emperatriz Pei, ella no le daría una segunda mirada.
Guo Dao y Wang Zijin trabajaron juntos para forzar a Ying Chu a rendirse. Li Weiyang observó a Ying Chu con una expresión indiferente, sin decir una palabra.
Ying Chu se debatió, como si quisiera decir algo, pero su intenso odio estalló en ese momento, haciendo que todos los presentes sintieran su desesperación.
En ese momento, Guo Dao dio un paso adelante y dijo con voz severa:
—¡No! ¡Quiere morderse la lengua, deténganlo rápido!
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