MDSDCS 140






Mi deseo son dos camas separadas 140

IF: Matrimonio por amor (4)





Julia se sintió desconcertada al ver lo mucho que él había cambiado desde su primer encuentro, pero pronto se adaptó.

Aunque era frío con los demás, se acostumbró con naturalidad a que solo con ella fuera dulce.

Endymion observaba satisfecho a Julia, que siempre sonreía en su presencia. Pero al mismo tiempo, algo le inquietaba.

'Qué extraño'

Sabía que su verdadero yo era otro: indiferente, distante, cínico, retorcido.

Y sin embargo, frente a Julia, sonreía. Escogía palabras más suaves. Se preocupaba por detalles insignificantes.

La situación se había invertido por completo.

Ahora, en lugar de actuar ante el público, actuaba para Julia. Pero ya no le pesaba llevar esa máscara.

Simplemente, al verla, la sonrisa brotaba sola. Las palabras amables fluían sin esfuerzo. A veces, hasta se sorprendía riéndose sin razón.

Era desconcertante.

'Quizá sea por miedo a volver al aburrimiento'

Antes de conocerla, todo le resultaba insípido. Una vida gris, tediosa, irritante.

Pero Julia era diferente: una princesa de un reino rural, ignorante de las últimas modas, cuyas reacciones frescas rompían el molde de las damas de sociedad. Ingenua, cálida, de alma pura.

Gracias a ella, por primera vez, la vida le sabía a algo emocionante. Incluso dormirse era un placer, esperando el día siguiente.

'Sí, debe ser por eso'


—Gracias. Huele maravilloso.


Le había regalado un ramo de flores, torpemente preparado durante la madrugada, solo por curiosidad al ver su expresión al recibirlo.

Julia, con las mejillas arreboladas, abrazó el ramo y sonrió radiante.

Parecía que la luz no solo brotaba de su cabello dorado, sino hasta de su piel pálida.

'......'

Por un instante, su mente quedó en blanco.

Endymion se sintió aturdido, pero al recuperarse, una ola de satisfacción lo inundó. Algo cálido y expansivo le estalló en el pecho.

Esa noche, mientras jugaban al ajedrez en el balcón, Julia anunció:


—¡Jaque mate!


Él solo pudo pensar, contemplando su sonrisa bajo la luz de la luna:

'Yo ya lo estaba desde el momento en que te conocí. Debería casarme con ella bajo contrato. Con esta mujer, podría pasar más tiempo que con cualquier otra'

Era perfecto. A su lado se sentía cómodo, cálido, vivo.

El plan original era fingir afecto en público e indiferencia en privado, pero... ¿qué sentido tenía poner cara seria cada día? Reír juntos era mucho más divertido.

Así que, tres días antes del baile:


—Julia.

—¿Sí?

—¿Te casarías conmigo?


Endymion se lo pidió.


—¿Qué...?


Ella pareció no dar crédito. Julia, que acababa de reírse limpiamente mientras movía un peón, se quedó paralizada. Sus mejillas se tiñeron de rojo al instante.

Endymion, que apoyaba la barbilla en una mano con una sonrisa serena, alargó el brazo.


—No es para tanto.


"Qué adorable", pensó, aunque se mordió la lengua. Le gustó la textura de su piel suave, caliente al tacto. Acarició su mejilla con avidez antes de continuar:


—Quiero casarme contigo.

—......


Sus ojos violetas, redondos como flores, temblaron.

Endymion eligió cuidadosamente un tono dulce, uno que sabía que a ella le gustaba:


—Sé mi princesa heredera.


La sonrisa que dibujó era genuina. Sin pretenderlo, la idea de pasar cada día así la hizo brotar sin esfuerzo.

Empujó el tablero de ajedrez y tomó su mano. Julia mordisqueó su labio inferior, desconcertada.

Él estudió su reacción con agudeza mientras reflexionaba:

Definitivamente...

'Es adorable'

Desde el principio, esos labios le habían llamado la atención. Suaves, de un rosa pálido. Se preguntó cómo se sentirían bajo sus dedos.

Aunque... Parecen frágiles. ¿No le dolerá morderlos con tanta fuerza?


—Endymion...

—Dime.


Despertó de su ensueño justo a tiempo.

Julia, como si finalmente hubiera tomado una decisión, lo miró con el rostro encendido.

Al ver su expresión pura, respirando hondo, le entraron ganas de reír sin motivo. Sus mejillas parecían manzanas maduras. Le picaron los dedos de ganas de tocarlas de nuevo.

Entonces, ella preguntó:


—¿Me amas?

—...¿Qué?


"¿De qué demonios habla?", estuvo a punto de soltar, hasta que cayó en la cuenta:

Se había declarado sin ninguna explicación.


—Ah...


Había sido precipitado. Endymion acarició la mejilla de Julia una vez más —suavidad tibia como la luz solar— antes de explicar:


—Me refiero a un matrimonio por contrato. Mi padre insiste en que debo elegir una princesa heredera en este baile.

—¿Un... contrato?

—Quiero que seas tú.


Hizo una mueca.


—Sería agotador fingir cortesía con una desconocida. Prefiero casarme contigo, que al menos me caes bien.

—......

—Hemos pasado buenos momentos, ¿no? Yo al menos sí.


¿Acaso la idea del matrimonio arreglado la incomodaba?

Siguiendo su plan, Endymion enumeró todos los beneficios que tendría como su esposo, enfatizando:


—No habrá obligaciones maritales. Podemos seguir divirtiéndonos como hasta ahora.

—Vivir juntos sería igual de disfrutable. Parece que yo tampoco te desagrado.


Era una propuesta impecable. Con seguridad, añadió:


—Seré un buen marido. Como príncipe heredero de Semelé, no seré una vergüenza para....

—...¿Y yo?

—¿Eh?


Julia alzó el rostro.

Endymion había asumido que estaba sorprendida por la propuesta, pero sus ojos violetas brillaban con lágrimas.

En ese instante, sintió como si una roca le aplastara el pecho.


—¿Por qué...?

—...¿Qué soy yo para ti?


La pregunta lo tomó por sorpresa. Frunció el ceño sin querer.

Julia mordió sus labios —tan perfectos que a menudo lo distraían— y lo miró, esperando. Rápidamente, buscó una respuesta:

Para mí, eres...

Hermosa. Adorable. Ingenua y radiante, incluso cuando se enfadaba.

Su sola presencia lo hacía sonreír.

Pero decirlo tal cual le pareció vergonzoso, casi infantil. Demasiado simple.

Así que optó por otra verdad:


—Eres... mi comodidad.

—......


La expresión de Julia se quebró. Una inquietud desconocida lo invadió. Intentó suavizarlo con una sonrisa torpe:


—Contigo no debo fingir ni cansarme con protocolos. Tú tampoco. Podemos seguir riendo, jugando, siempre a gusto...


Pero cada palabra empeoraba las cosas. Finalmente, las lágrimas rodaron por sus mejillas.

Endymion experimentó por primera vez algo parecido al pánico.


—¿P-Por qué lloras? No llores...

—...Lo odio.

—¿Qué?


Endymion no podía creer lo que oía.

Su mano, extendida para enjugar sus lágrimas, fue rechazada con violencia. Miró fijamente su propia palma, sorprendido de ser repelido por Julia por primera vez.


—Tú no me amas.


El susurro de Julia goteaba lágrimas.

Una emoción extraña se apoderó de él. ¿Era decepción por el rechazo? ¿Ira? ¿O simple incredulidad? No podía distinguirlo.

No podía apartar la vista de su rostro lloroso, pero no tenía idea de qué decir para consolarla.

Después de abrir y cerrar la boca inútilmente, Endymion endureció su expresión —algo que no hacía desde que se hicieron cercanos—.


—¿...Amor? ¿Es realmente necesario para el matrimonio?


No era lo que pretendía decir. Había querido calmarla, pero las palabras escaparon como un veneno. Y, lo peor, eran sinceras.

'¿Si te amo?'

No lo sabía.

Ella lo hacía feliz. Le encantaba verla reír. Quería que siempre estuviera sonriendo.

Todo lo que hacía le parecía adorable. Incluso si lo insultara, probablemente sonreiría. Le daría toda su fortuna si ella lo pidiera.

Solo deseaba que nunca estuviera triste. Quería reír junto a ella eternamente.

Era un sentimiento extraño.

'Pero... ¿eso es amor?'

Podría sentir lo mismo por una mascota querida. No podía estar seguro.

No sabía qué era el amor.

Con el rostro tenso, reflexionó:

Si amar a la familia era un deber, entonces sí "amaba" al rey, a la reina y a Iris.

Pero lo que sentía por ellos y por Julia era completamente distinto. Entonces... ¿no la amaba?

'......'

Estaba confundido. ¿Por qué hablaba de amor ahora, cuando él le ofrecía matrimonio?

Mentir podría resolverlo, pero la idea le repugnaba.


—¿Cómo puedes hacerme esto? ¿Acaso solo fuiste amable porque querías casarte conmigo?


Su voz quebrada lo irritó. Julia lo pintaba como un villano sin escrúpulos.

Los ojos azules de Endymion brillaron fríos.

Julia temblaba, empapada en lágrimas, con una expresión devastada. Le dolía el corazón al verla así, pero no podía negarlo.

No había sido amable solo para casarse, pero...

Sí se había enamorado de ella mientras lo era.

¿Era lo mismo? No lo sabía. ¿Por qué dos personas que se llevaban tan bien ahora estaban rojas de furia, peleando?

Finalmente, confundido, Endymion habló con una frialdad que Julia nunca había visto:


—Ojalá no menospreciaras el matrimonio.

—......

—Sí. No sé si te amo. Pero sé que haré de ti la princesa heredera más perfecta del...


Intentó continuar con calma, pero Julia golpeó su mano lejos.


—Déjame.


El rostro de Endymion se heló de nuevo. Julia se levantó tambaleándose, la voz húmeda:


—No quiero un matrimonio sin amor.


Y salió del balcón.




¡CRASH!




'¿Cómo llegamos a esto?'

Se sintió desolado. Todo había estado yendo tan bien. Y en un instante, se desmoronó.

Endymion se quedó parado frente a la puerta por la que Julia había huido, incapaz de moverse.

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