LA VILLANA VIVE DOS VECES 354
El sueño de la mariposa (21)
Artizea golpeó la puerta del armario, sobresaltada. Pero quizás pensando que era demasiado fuerte, hubo una fuerte patada contra la puerta desde afuera.
¡Bam!
—¡Eekk!
Artizea se encogió, acurrucando su cuerpo más fuerte. Estaba asustada.
¡Bam!
Una vez más, la puerta fue pateada con fuerza. Todo el armario pareció temblar. Artizea, sabiendo que cuando la castigaban, guardar silencio era la mejor manera de aguantar, apretó los dientes y se quedó quieta. Sabía que llorar o gritar solo empeoraría las cosas.
Cuando no reaccionó, la persona pareció perder el interés, y pronto escuchó pasos alejándose.
Artizea temblaba dentro del armario. Estar atrapada en un espacio pequeño y oscuro no era algo nuevo para ella. Había sido encerrada en un ático antes e incluso se había quedado atascada dentro de un armario de lino una vez.
Sabía que no estaba atrapada para siempre. Se convenció a sí misma de que estaría bien.
'Lord Pavel vendrá a buscarme'
Después de todo, él prometió que lo haría.
'Y Lord Cedric también vendrá a cenar'
Si supiera que ella estaba desaparecida, definitivamente vendría a buscarla.
Aun así, la idea de que hubiera alguien aquí que la desagradara la hizo sentir aún peor.
Estaba asustada.
Antes de que se diera cuenta, las lágrimas comenzaron a formarse, y Artizea sollozó en silencio, secándose las lágrimas. Pero rápidamente se dijo a sí misma que no debía llorar por algo tan pequeño.
Sacó su pañuelo, que olía a cálido y reconfortante, recién lavado y planchado por Mary, y se secó las lágrimas con él, reacia a dejar que la tela tocara sus lágrimas.
Se escucharon pasos. Pero como no siguió ninguna voz, no pudo saber quién era. Artizea pensó que podría ser la persona que había cerrado la puerta, así que en lugar de pedir ayuda, contuvo la respiración, guardando silencio.
Los pasos pronto se desvanecieron y nunca volvieron.
Artizea no sabía cuánto tiempo había estado en la oscuridad. Probablemente no mucho tiempo.
Pero para ella, se sintió como una eternidad.
El agotamiento de la tensión y el breve llanto pesaban mucho en su cuerpo. Intentó mantener sus oídos alerta, pero antes de que se diera cuenta, se había quedado dormida en su posición acurrucada.
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—¿Tia está desaparecida?
Ese día, Cedric terminó sus estudios temprano y, de camino de regreso a las habitaciones, se encontró con la conmoción. En una habitación rara vez utilizada, Pavel estaba mirando nerviosamente debajo de un sofá.
Cuando vio a Cedric y se puso pálido.
—Ah, bueno...
—¿Qué está pasando? ¿Qué estabas haciendo?
—Estábamos jugando a las escondidas...
—¿Y?
—No importa cuánto busqué, no puedo encontrar a Tia. No salió, estoy seguro.
Cedric frunció el ceño. Pavel agregó rápidamente como si intentara explicarse.
—Le dije que no saliera de este piso. No habría ido a ningún otro lado. Tia siempre obedece, pero no sale cuando la llamo.
—¿No sería obvio si se está escondiendo ahí?
Cedric preguntó, incrédulo. El espacio debajo del sofá estaba completamente abierto, por lo que no había necesidad de mirar siquiera.
Pavel se levantó avergonzado.
—Bueno, eso es cierto...
—¿Dónde empezó todo esto?
—En la habitación de las hermanas Jordyn.
—Sígueme.
Cedric lideró el camino, saliendo de la habitación.
Como había dicho Pavel, Artizea generalmente era obediente. Si él le dijera que no saliera de ese piso, ella no habría desobedecido.
De camino a la habitación de las niñas Jordyn, Cedric se encontró con Kissel, que parecía pálida, igual que Pavel. Hayley y Lysia también salieron de diferentes habitaciones. Todos estaban sucios, habiendo buscado en las esquinas, buscando a Artizea.
—Disculpas, Joven Lord.
Kissel se disculpó inmediatamente.
No habían querido hacer un gran escándalo, así que no habían informado al mayordomo ni a nadie más y estaban buscando por su cuenta, pero no esperaban encontrarlo.
Claramente era culpa suya como institutriz. Había fallado en cuidar adecuadamente a las niñas y había intentado ocultarlo.
Pero Cedric no quería entrar en asignar culpas en este momento. Simplemente asintió a Kissel y entró en la habitación de las niñas.
Como era de esperar, Aubrey estaba allí, con una expresión relajada y charlando. Cuando vio a Cedric, su rostro se iluminó y corrió hacia él.
—¡Lord Ced! ¿Estás aquí?
Por un momento, Cedric se quedó sin palabras. No podía decidir cómo responder. No quería interactuar con ella, pero preguntarle directamente era más rápido.
No era correcto confrontar a un niño sin pruebas, pero Cedric abandonó su enfoque racional.
—¿Dónde está Artizea?
—¿Qué?
Los ojos de Aubrey se abrieron de par en par como si no esperara la pregunta. No actuó como si estuviera fingiendo ignorancia. Realmente no entendía por qué Cedric haría una pregunta así.
Cedric no quería enojarse con la niña, pero estaba realmente molesto. Se tragó su frustración y preguntó de nuevo.
—¿Dónde está Artizea?
Al ver la ira en el rostro de Cedric, Aubrey se encogió.
—No lo sé. ¿Por qué me preguntas eso...?
—Te preguntaré una vez más. ¿Qué hiciste con Artizea?
Ante esto, los labios de Aubrey comenzaron a temblar. La frustración y la injusticia rápidamente llenaron sus ojos de lágrimas.
—¿Por qué me haces esto? ¿Qué hizo ella para que Lord Ced y Lord Pavel siempre estuvieran de su lado?
Aubrey gritó con enojo. La aterrorizada Kissel corrió para cubrirle la boca, pero Aubrey luchó, mordiendo desesperadamente la mano de Kissel.
—¡Ah!
Kissel gritó cuando soltó su mano. Aubrey golpeó el suelo con los pies y gritó de frustración.
—¿Por qué debería importar esa chica fea? ¡Soy mucho más bonita y preciosa que ella!
—¿Estás loca?
En shock, Hayley tiró del brazo de Aubrey con violencia. ¿Qué tipo de palabras absurdas eran estas frente al Joven Lord?
Cedric ya no pudo contener su ira y gritó. Pavel, que rara vez lo veía enojado, le gritó ansiosamente con una voz pequeña.
—Hey.
Pero Cedric ignoró la llamada de Pavel y se volvió hacia el sirviente que estaba detrás de él y habló con voz fría.
—Ve a buscar al Conde y a la Condesa Jordyn.
—¡Sí!
El sirviente salió corriendo apresuradamente.
—Tráiganla aquí.
Cedric le hizo un gesto a Kissel para que se llevara a Aubrey. La temblorosa Kissel agarró a Aubrey, que seguía golpeando el suelo con los pies con enojo. Con la autoridad de la orden de Cedric, Kissel sujetó firmemente a Aubrey y la arrastró.
Cedric salió y entró en la habitación contigua.
Artizea había desaparecido durante el juego de las escondidas. Debió haberse quedado atascada en algún lugar como un armario. Kissel o los otros niños no habían pensado que alguien la encerraría a propósito y solo la estaban llamando, buscando por todos lados.
Cedric entró en la primera habitación y abrió todas las puertas de los muebles. Hizo lo mismo con la segunda y la tercera habitación.
—No está aquí. Ya he mirado.
Dijo Pavel, pero la puerta del armario de la cuarta habitación aún estaba cerrada.
Cedric se acercó a la mesita de noche y abrió el cajón. Las llaves de las habitaciones sin usar deberían haber estado dentro de la mesita de noche, pero no había llaves allí.
Se volvió hacia Aubrey y extendió la mano.
—Dámela.
—¿Q, qué?
En este punto, Aubrey temblaba de miedo. Cedric la miró con furia y habló de nuevo.
—Si no la entregas, te haré registrar. Si no está ahí, registraré tu habitación, y luego la casa.
—Uh... uuh...
Aubrey comenzó a sollozar. Hayley corrió inmediatamente y metió la mano en el bolsillo de Aubrey, sacando la llave con el rostro pálido. La colocó en la mano de Cedric.
Cedric usó la llave para abrir el armario. Dentro, Artizea estaba acurrucada, profundamente dormida.
Se arrodilló con cuidado, extendiendo la mano y llamándola por su nombre.
—Tia.
—Uung...
Artizea murmuró en sueños, agarrando su mano.
Debió haber estado llorando, había rastros de lágrimas en su rostro.
Un Cafesito ;
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