Mi deseo son dos camas separadas 39
El incidente del secuestro de la reina (1)
Traducción Coreano-Español: Asure
—¡Su Majestad! ¿Está despierto?
El techo de dosel de color azul oscuro apareció ante sus ojos. Endymión, al darse cuenta de que estaba en la habitación privada del rey, frunció el ceño. La amplia cama estaba vacía, solo él yacía allí.
Endymión se quitó las cobijas y se incorporó. El mayordomo, visiblemente alterado, se apresuró a ayudarlo a levantarse.
—¿Qué ha pasado?
—¡Después de que Su Majestad se desmayara, la reina también perdió el conocimiento!
Al escuchar eso, los eventos previos a su desmayo inundaron la mente de Endymion como una marea.
Al regresar al salón de baile, notó que Julia no estaba allí. Pensó que tal vez había salido por algún asunto, pero el tiempo pasaba y ella no regresaba. Sintiendo que algo andaba mal, envió a varios guardias reales a buscarla, pero su paradero era desconocido.
Endymion intuyó que había un problema. Sin embargo, con tantos embajadores extranjeros y nobles importantes presentes, no podía anunciar públicamente la desaparición de la reina.
Reunió a los guardias reales y comenzó una búsqueda en secreto. Fue entonces cuando notó una extraña luz proveniente del invernadero del jardín.
Una intensa energía dorada, Julia atrapada dentro, extendiendo su mano, Killian, inmóvil, sosteniendo el anillo que ella siempre llevaba.
En el momento en que vio esa escena, solo un pensamiento cruzó la mente de Endymion: debía colocar ese anillo en la mano de Julia.
—Aléjate antes de que te mate.
Así que, al ver a Killian vacilando justo frente a él, sintió un impulso asesino.
¡Él estaba preocupado por Julia, al borde de la locura, temiendo que incluso un solo cabello de ella pudiera dañarse, y su corazón palpitaba con angustia! ¿Por qué diablos se quedaba ahí parado, mirando sin hacer nada?
A pesar de haber actuado con tanta amabilidad antes, el hecho de que no ayudara a Julia, incluso estando frente a ella, le hizo deducir que debía haber un peligro mortal en el intento de salvarla.
Pero eso no importaba. A diferencia de ese hombre, lo más importante en su vida era Julia.
Endymión atravesó la amenazante cortina dorada, sin saber qué podría ocurrir. Luchó contra el calor que quemaba su piel y fluía por sus venas, y logró colocar el anillo en su lugar.
Y luego perdió el conocimiento.
Al llegar al punto donde sus recuerdos se interrumpían, despertó de golpe. Endymión tragó la sensación de ardor en su garganta y preguntó rápidamente:
—¿Y la reina?
—¡Se desmayó y la llevamos a sus aposentos! Su Majestad, es un milagro que haya despertado sano y salvo. ¡Médico! Venga de inmediato.....
Endymión se levantó bruscamente de la cama. Empujó al mayordomo y al médico, que le insistían en que debía descansar, y se dirigió directamente a los aposentos de la reina.
Tenía que asegurarse de que Julia estuviera a salvo, ahora mismo.
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El camino hacia los aposentos de la reina estaba en silencio. Aunque había pasado una hora, afortunadamente, no parecía que los rumores se hubieran extendido.
Duque Hyde se había hecho cargo del salón de baile después de recibir la notificación de la situación, informó el capitán de la guardia mientras seguía a Endymion. Luego, continuó con el informe.
La hija de Duque Sore, encontrada en la escena, había sido encarcelada en una prisión especial por el cargo adicional de fuga. Las heridas misteriosas habían sido tratadas al mínimo, y como había recuperado la conciencia, podía ser interrogada de inmediato. El cadáver de la bestia mágica había sido trasladado al Instituto Real para su análisis, se esperaba que los resultados llegaran pronto...
Así, mientras se acercaba a los aposentos de la reina, Endymion recibió un informe completo de lo que había sucedido después de que perdiera el conocimiento.
—Su Majestad, hay algo más que debo informarle......
—¡Su Majestad!
El vicecapitán de la guardia, que custodiaba la entrada de la habitación, exclamó sorprendido. Su rostro, que había estado tenso por la situación sin precedentes de que tanto el rey como la reina hubieran perdido el conocimiento al mismo tiempo, se relajó con alivio.
Endymion levantó una mano para detener al capitán de la guardia, que intentaba decir algo más, y cruzó el largo pasillo con expresión seria. En ese momento, lo más importante era asegurarse de que Julia estuviera bien.
Los guardias que custodiaban la habitación de la reina se apresuraron a abrir paso.
—¡Su Majestad el Rey!
Justo cuando estaba a punto de abrir la puerta de la habitación, una voz sobresaliente hizo que Endymion girara la mirada.
—¡Su Majestad! ¡Déjeme ver a la reina también...!
¡Bang!
Endymion cerró la puerta sin contemplaciones frente a Killian.
El ruido del pasillo quedó instantáneamente bloqueado. El médico real, que estaba dentro, se volvió y abrió los ojos con sorpresa y alivio. Endymion cruzó rápidamente la habitación y se acercó a la cama.
—¡Su Majestad! ¡Es un alivio que haya despertado! ¿Hay algún malestar...?
—¿Cómo está la reina?
—Ah, eso es...
La voz del médico, que se había sentido aliviado al verlo, perdió su confianza. Endymion sintió que su cabeza se enfriaba mientras apartaba bruscamente las cortinas del dosel.
—......
Julia yacía tranquila y silenciosamente. Parecía estar durmiendo, como de costumbre. Pero su rostro estaba pálido y su respiración era débil.
Endymion sintió que su corazón se detenía y, mordiéndose el labio, extendió la mano.
Apartó su cabello dorado, que caía sobre su rostro, tocó su mejilla. Solo sintió la frialdad de su piel, sin rastro del cálido aliento que solía tener.
—¿Qué le pasa?
Ante la voz del rey, que hervía de preocupación, el médico real se secó el sudor y habló con dificultad.
—Es... es difícil de diagnosticar. No hay ningún problema físico aparente, pero no recupera la conciencia, y su temperatura corporal y respiración son débiles. Lamento decir que, en mis 30 años de experiencia, nunca he visto algo así.......
El capitán de la guardia había llegado después de que la situación se resolviera, por lo que no pudo informar al médico sobre lo que le había sucedido a Julia. Afortunadamente, Endymion había recuperado el conocimiento sin problemas, pero......
—¿Podría decirme qué sucedió antes de que perdiera el conocimiento?
Endymion, con el rostro tenso, tocó detrás de las orejas y la nuca de Julia, a punto de hablar sin pensar. Pero entonces recordó la escena en la que Julia había estado atrapada en una extraña cortina dorada, cómo esa extraña energía había desaparecido justo después de que él colocara el anillo.
—¿Su Majestad?
Era magia. Por mucho que no supiera nada sobre ese tema, no podía ignorar que estaba relacionado con la magia.
Pero si hablaba de ello, no sabía cuándo o dónde podría filtrarse la información. Sin embargo, no podía dejarla así, sin tratamiento.
Endymion pensó por un momento y luego habló con voz grave.
—¿Hay posibilidad de que su estado empeore?
—No puedo asegurarlo, pero no lo creo. He estado monitoreando su estado cada minuto, aunque es débil, se mantiene estable. Supongo que su temperatura corporal y respiración disminuyeron justo después de perder el conocimiento.
El médico agregó que su estado era similar a la hibernación.
Endymion examinó a Julia, que yacía dormida. Ciertamente, su rostro estaba pálido, pero no parecía estar sufriendo. Su respiración y pulso eran lentos y débiles, pero no inestables.
Toc, toc.
En ese momento, se escuchó un golpe en la puerta. Pero Endymion no se movió, concentrado solo en Julia.
Los golpes continuaron durante varios minutos, cada vez más desesperados. El médico, al darse cuenta de que Endymion no solo los ignoraba, sino que ni siquiera los escuchaba, abrió la puerta con cuidado y dejó entrar al mayordomo.
—Disculpe, Su Majestad. La ceremonia de clausura del baile nocturno está por comenzar. ¿Qué deberíamos hacer?
El mayordomo preguntó con cautela. Endymion, que había estado acariciando a Julia en silencio, frunció el ceño. Pronto, se levantó lentamente.
No quería dejar el lado de Julia, pero si tanto el rey como la reina faltaban a la ceremonia de clausura, la situación se complicaría. Primero, debía cerrar el baile para reducir las miradas en el palacio y evitar que se filtrara información.
—Dediquen todos los esfuerzos a cuidar de la reina. Les otorgo todos los permisos necesarios para encontrar una manera de que recupere la conciencia.
—¡Sí, Su Majestad!
Endymion ordenó que todos los médicos reales se reunieran en los aposentos de la reina para ayudarla, y luego salió de la habitación.
Parecía que el tiempo para la ceremonia de clausura era ajustado, ya que un sirviente enviado por Duque Hyde esperaba afuera. Endymion ordenó que la mitad de la guardia real se quedara en los aposentos de la reina, mientras que el resto regresaba al salón de baile. Luego, partió hacia el salón de baile junto con el capitán de la guardia.
—¡Su Majestad! ¡He cometido un error! ¡Por favor, déjeme ver a la reina solo una vez!
Parecía que había estado esperando todo el tiempo. Killian se abrió paso entre los guardias, pero Endymion no le prestó la más mínima atención.
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Afortunadamente, la ceremonia de clausura terminó sin problemas. Muchos notaron que el rey y la reina de Semelé habían estado ausentes durante más de una hora hacia el final del baile, pero todos parecían pensar que era simplemente un descuido de una pareja feliz.
Y no era para menos, ya que era una noche de celebración para la mayoría de edad. Cuando Endymion apareció con su habitual expresión serena, la gente solo le lanzó sonrisas cómplices.
Endymion realizó la clausura en solitario, los embajadores y nobles, envidiando la armonía de la pareja real, dieron por concluido el baile. Solo quedaba el desayuno oficial del día siguiente para marcar el final de los eventos de la mayoría de edad, Miladi e Iris, sin darse cuenta de la situación, se dirigieron a los aposentos de la duquesa.
—Su Majestad, ¿qué ha pasado exactamente?
Duque Hyde, el único que había sido informado de la situación, lo siguió y preguntó. Sin embargo, incluso él desconocía por qué Endymion y Julia habían perdido el conocimiento al mismo tiempo.
Endymion explicó brevemente la situación.
—¿Cómo... cómo pudo pasar algo así? Su Majestad, ¿entonces deberíamos pedir ayuda a la Torre Mágica?
Duque Hyde, pálido, bajó la voz y preguntó. Endymion respondió con frialdad:
—Si se trata de magia, harán todo lo posible por ejercer sus derechos. No podemos informarles antes de entender la situación.
—Pe-pero la reina aún no ha despertado. Si los médicos reales no encuentran una solución...
—Déjenme ver a la reina.
Una voz desconocida resonó. Endymion y Duque Hyde, que acababan de entrar en el pasillo de los aposentos de la reina, giraron la cabeza al mismo tiempo.
En el pasillo frente a la habitación, un hombre estaba parado frente a los guardias reales. El duque Hyde preguntó con cautela:
—¿Quién es usted?
Era un rostro desconocido. Un hombre de apariencia común, con un acento diferente, que no habían visto en el salón de baile.
El rostro del hombre se iluminó al ver a Endymion y a Duque Hyde. Inclinó ligeramente la cabeza y se presentó:
—¡Es un honor conocer a Su Majestad el Rey de Semelé! Me llamo Boris Arkon.
... ¿Arkon?
Endymion frunció el ceño. Mientras tanto, el capitán de la guardia le susurró rápidamente al oído:
—Su Majestad, es el asunto del que intenté informarle antes. Justo después de que usted y la reina cayeran, este hombre apareció. Como no estaba invitado al baile, lo arrestamos y verificamos su identidad. Tenía un documento de identidad emitido por la Torre Mágica. Ha estado insistiendo en verlo desde entonces.
Un hombre con el mismo apellido que el señor de la Torre Mágica. Era un mago.
—He oído que la reina aún no ha despertado. Creo que puedo ayudar.
El hombre habló con la confianza característica de un mago. Endymion, que se acercó lentamente a la habitación, lo miró con frialdad.
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