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El elegante restaurante detrás del parlamento estaba lleno de los miembros de la Cámara de los Nobles, que estaban almorzando después de la última reunión antes del receso de fin de año. En una mesa en el centro, la Gran Duquesa y el Conde estaban sentados frente a frente.
Leon pensó que la persona que habÃa elegido deliberadamente un lugar y un momento en el que las miradas de numerosos nobles se concentrarÃan, no podÃa ser otro que el Gran Duque, conocido por ser astuto.
«Conde, ¿Cuándo dijo que se estrenarÃa su pelÃcula?»
¿En qué sentido es mi pelÃcula? respondió León con brusquedad.
«No lo sé. Tendrá que mirar los carteles en la calle»
«El Conde está demasiado ocupado para molestarse con esas trivialidades»
Mi madre, sentada a mi lado, intervino con una sonora carcajada.
«La inauguración es en Nochebuena»
«Ah, para eso faltan dos semanas»
«¿No es también el tercer aniversario de que el Conde se convirtiera en el héroe que salvó al reino? ¿Te has enterado por Rosaline de que mañana hay un estreno en Prescott?»
La Gran Duquesa asintió, con un atisbo de vergüenza visible en su rostro. Cuanto más tiempo mantenÃa la boca cerrada, más se desviaba el tema del propósito por el que la autora habÃa sacado a colación la pelÃcula.
«Asà que Rosaline y el resto de la familia pudieron verla dos semanas antes»
Intencionadamente o no, mi madre hizo una distinción entre la Gran Duquesa y los Winston en presencia del Gran Duque. Como si quisiera dejar claro que la Gran Duquesa no era de la familia. La mirada de Leon se desvió hacia Jerome, que estaba sentado junto a la Gran Duquesa en la mesa redonda. Una expresión de desagrado cruzó su rostro y no pudo evitar levantar la comisura de los labios.
«Espero fervientemente que la pelÃcula sea un éxito»
«Gracias»
«Para ser jefe del consejo, es importante tener contactos con miembros de la nobleza y la familia real, pero hoy en dÃa no se pueden ignorar el reconocimiento público y la reputación»
Finalmente, el Gran Duque reveló su propósito.
Conde Leon Winston aspira a convertirse en la persona más joven en llegar a Primer Ministro.
La familia real y los cÃrculos sociales aristocráticos bullÃan de rumores, suscitados por sus frecuentes apariciones en la prensa.
Para Leon, las habladurÃas eran ridÃculas: él no querÃa, no sucederÃa. El rey, que tenÃa poder de nombramiento, seguÃa teniendo en jaque a León por vengar a su familia.
Pensó que el brote del rumor pronto se secarÃa y morirÃa; pero se preocupó cuando los consejeros de su propio partido, especialmente el Gran Duque, trataron de alimentarlo y hacerlo realidad.
«¿Qué mejor medio puede haber para influir en el público ignorante que una pelÃcula?»
«SÃ, tienes razón»
El Gran Duque resopló de nuevo, la madre, entusiasmada por convertir a su hijo en el primer ministro más joven de la historia, respondió con entusiasmo. De vuelta a la casa del pueblo, probablemente se enfrentarÃa a él y le preguntarÃa por qué no estaba más entusiasmado por ser primer ministro.
Pero León lo sabÃa mejor. Aunque llegara a primer ministro, serÃa el Rey Espantapájaros de los ancianos. Igual que Pequeño Jimmy.
Su madre, que no podÃa saber esas cosas, escuchaba al Gran Duque con un brillo en los ojos. Pero cuando él empezó a hablar de matrimonio, ella se calló con fuerza:
«¡Oh, vaya! Qué sorpresa encontrarte aquÃ, Vizconde»
«Milord, ha pasado mucho tiempo. ¿Cómo está su rodilla?»
El Gran Duque abandonó la sala para saludar a otro consejero. Su madre, que debÃa de alegrarse por el respiro de las presiones matrimoniales del Gran Duque, no tenÃa ni idea de que tenÃa un espÃa entre sus aliados.
«Si llevas más de tres años prometida, ya es hora»
Imaginé a mi hermano cortando la carne de corzo que tenÃa en el plato, intentando que pareciera un comentario pasajero. Jerome intentaba acelerar el matrimonio de su hermano para que tuviera una razón legÃtima para vivir bajo el mismo techo que su amante.
«Francamente no es educado dejar a la Gran Duquesa sin casar durante tanto tiempo, y....»
«No me importa»
La Gran Duquesa sentada a su lado tomó la palabra, con voz temblorosa de falsa modestia. La madre lanzó a Jerome una mirada de desaprobación, pero no dijo nada. No habÃa nada malo en lo que decÃa su segundo hijo.
«Se ha hablado de ello en cÃrculos sociales y en la prensa, no es bueno para la reputación de ninguno de los dos....»
«Exacto, tampoco es bueno para el heredero»
León, que habÃa permanecido en silencio hasta ahora, interrumpió.
«Celebremos una boda, Gran Duquesa ¿Qué tal la próxima primavera?»
Se ofreció a concederle un deseo, pero su prometida no respondió. El rostro de su hermano se volvió ceniciento.
¿Qué pasa? Voy a casar a los dos como deseas. Se rió.
Pero León era el único que se reÃa en la mesa, pues habÃa utilizado al heredero como excusa para acelerar el matrimonio.
«Estoy impaciente por tener a mi heredero, ahora que lo pienso, creo que nunca he tenido esta discusión contigo, pero ¿Cuántos hijos crees que deberÃas tener? Me gustarÃa tener los suficientes para formar un equipo de polo, la verdad»
Leon se rió por el rabillo del ojo mientras su madre le lanzaba una mirada que decÃa que no podÃa creer las palabras que salÃan de su boca.
«No lo sabÃa, pero hace poco que he descubierto que me gustan mucho los niños»
Prácticamente podÃa sentir las comisuras de sus ojos y su boca crisparse ligeramente.
«Ah... pero Su Excelencia no es....»
La Gran Duquesa, que se habÃa quedado pensativa ante la sugerencia de acostarse con él, tartamudeó.
«¿No prometió dejarme terminar mis estudios?»
La Gran Duquesa estudiaba en la capital. HacÃa tiempo que Jerome se habÃa trasladado a la Capital Real, con una excusa u otra.
«SÃ, estudios y un hijo, es demasiado para soportarlo. Podrás tener un heredero cuando termines tus estudios....»
Cuando Jerome, estupefacto y sin habla, también empezó a hablar, León se hizo el negociador y amenazó.
«Para mÃ, este matrimonio no tiene otro significado que el de producir un heredero»
No, no tenÃa ningún significado. El compromiso con la Gran Duquesa era un cebo para que Jerome lo usara más tarde cuando lanzara su campaña final. Asà que habÃa que dejarlo estar.
«Asà que si no vas a producir un heredero, no tiene sentido casarse con ella. Aún asÃ, debemos respetar los deseos de la señora, asà que pospondremos el matrimonio hasta que hayas completado tus estudios como ella desea»
«...Gracias»
Aunque Leon estaba actuando arrogante como si estuviera tratando de ser amable, la Gran Duquesa no dijo nada en respuesta, sino que le dio las gracias por retrasar el matrimonio.
Ahora los dos insolentes zorros no hablarÃan de matrimonio durante algún tiempo.
Leon miró con desprecio por encima de la copa de vino que tenÃa inclinada a un lado de la boca. Impedir que su hermano y su prometida consiguieran lo que querÃan era uno de sus pocos placeres estos dÃas.
¿Crees que voy a dejar que se aprovechen de m�
Leon no les guardaba rencor, pues siempre habÃa supuesto que se estaban utilizando mutuamente para su propio futuro con sus respectivas amantes, pero verlos pisoteándolo en el barro, soñando con un futuro de color de rosa, le ponÃa enfermo.
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«Que la pelÃcula sea un éxito»
El Gran Duque pronunció estas palabras como último saludo del año y se marchó con la Gran Duquesa. Mientras subÃan a la berlina de los Winston, que se detuvo frente al restaurante y regresaban a la casa de la ciudad, su madre empezó a refunfuñar como si hubiera estado esperando.
«Ese artÃculo sobre la inminente boda debÃa de venir de la Gran Duquesa»
No, venÃa del segundo hijo, que ahora estaba descaradamente del brazo de su madre.
Tal vez la razón por la que Grace aún no habÃa respondido a su provocación era porque Jerome seguÃa difundiendo rumores sobre su inminente boda. QuerÃa acabar con la prensa de Jerome y apartar a ese bastardo del mundo del periodismo, pero sabÃa que le serÃa útil más adelante.
«Cada vez me gusta menos la Gran Duquesa. Está más interesada en la fÃsica que en ser la señora de la casa»
«AstronomÃa»
«Es un tema para hombres, Jerome»
interrumpió Jerome, corrigiendo el error de su madre, al hacerlo asestó un golpe a su orgullo, quizá incluso a su fastidioso cerebro.
«¿Qué te pasa?»
«¿Qué puedo hacer?»
«Nunca pensé que dirÃa esto, pero Jerome, por favor, imita a tu hermano, por el amor de Dios»
Mejor el infierno de las dependencias.
Esto también es el infierno. León suspiró. Era un infierno tener que soportar a estos tipos, desde este coche hasta la casa del pueblo.
Y luego el estreno.
SabÃa que mañana tampoco serÃa más que un infierno.
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Los grandes almacenes estaban llenos de gente comprando regalos de Navidad. Yo la llevaba de la mano al salir del ascensor, metida como una lata de sardinas. Un dependiente se detuvo delante de Grace y exclamó.
«¡El juguete del año elegido por la princesa Isabel para su princesita!»
El dependiente señaló una casa de muñecas, enorme y adornada, que le llegaba a Grace por los hombros.
Su corazón se hundió.
No, no, no. Ellie, no mires.
Mirando a la niña, Grace se desesperó. Era demasiado tarde. Ellie miraba la casa de muñecas con la boca abierta.
En los ojos ávidos de Ellie.
Tenemos problemas. Grace tiró de su hija para que se detuviera y empezó a caminar.
«Ellie, ¿llegaremos demasiado tarde para conocer a Papá Noel?»
La niña, que habÃa sacudido la cabeza de un lado a otro durante todo el tiempo que habÃa sido arrastrada por su madre y no habÃa podido apartar los ojos de la casa de muñecas, empezó a caminar hacia delante.
En el centro de la tercera planta, decorada con trineos, renos de peluche y nieve falsa, habÃa un hombre vestido de Santa Claus. Mientras nos colocábamos detrás de los otros padres y niños que ya habÃan llegado y esperaban su turno, Ellie tiró del dobladillo del abrigo de Grace hacia abajo.
«Mamá, mamá»
«¿Qué pasa?»
Ella se inclinó y la niña le susurró al oÃdo.
«No le digas a Abuelo Santa que no he cogido setas»
«Entonces mamá se convertirÃa en una mentirosa. ¿Eso significa que mamá no recibirá regalos?»
«Ellie te comprará uno»
«Vale. Entonces mamá quiere de regalo una Ellie que coma setas»
La niña que habÃa estado intentando llegar a un acuerdo arrugó el ceño y puso morritos.
«Una Ellie asà no existe»
«¿Por qué no existe?»
«...Están todas agotadas»
«¿Se podÃa comprar a una Ellie? ¡Entonces tenemos que conseguir otra!»
«No, no se puede. Solo hay una Ellie»
«¿Qué? ¿Mentiste? Abuelo Santa, Ellie dijo una mentira»
En medio de todas las discusiones, llegó el turno de Ellie. Grace sacó varias fotos de Ellie en el regazo de Santa Claus, sonriendo ampliamente con su cámara. La idea de que ya habÃa visto antes esos ojos torcidos pasó por su mente mientras tomaba cada foto, haciéndose cada vez más intensa.
«Asà que mi damita ha sido una buena chica este año, ¿no?»
«¡SÃ!»
Ellie asintió vigorosamente con la cabeza y miró a Grace. Medio suplicándole, medio amenazándola para que se diera prisa en decir que habÃa sido una buena chica, sonrió y asintió.
«SÃ. No he estado enferma ni una sola vez este año, sin setas, hmmmmm, como bien, he sido una buena chica»
«Entonces se merece un regalo de Navidad. ¿Qué quiere mi señorita?»
De este modo, los padres averiguaban qué querÃan recibir los niños.
«Ellie quiere....»
Mirando la cara de perplejidad de Ellie, fruncà el ceño al ver cuánto habÃa crecido mi hija en un año. El año pasado, lloró cuando se fueron los grandes almacenes porque pensaba que la dejaba su extraño abuelo. Cuando le pregunté qué querÃa por Navidad, sólo pidió galletas.
«¡Eso!»
Grace, perdida en sus emociones, giró hacia donde señalaba Ellie y jadeó.
«Ellie»
Grace la arrinconó y empezó a atarla.
«Hagamos algo distinto a eso»
«Pero eres una princesa, Ellie»
Ellie señaló la corona de juguete que llevaba en la cabeza y dio un pisotón.
«Soy una princesa, pero mamá no es una reina»
La casa de muñecas le costó a Grace el sueldo de medio año. Si hubiera podido permitirse semejante lujo, antes se habrÃa comprado una nevera.
A menudo me he odiado por ser tan frugal con mi hija, incluso cuando se trata de dinero. Me juré a mà misma que nunca dejarÃa que mi hija fuera como mis padres, que le darÃa todo lo que necesitara.
Sin embargo, un juguete tan caro no es una necesidad. Por mucho que me sintiera mal, no era prudente ceder a la tentación.
«Mamá no tiene dinero para eso, si lo compro, no tendrás ningún otro juguete el año que viene»
Grace fue honesta con ella sobre sus limitaciones. QuerÃa que Ellie le amara para siempre, pero no querÃa que pensara que era un dios que podÃa hacer cualquier cosa. Como hice yo.
«Y si te llevas eso a casa, no hay dónde ponerlo»
TendrÃa que comprar una casa humana para poner esa casa de muñecas gigante.
«¿Asà que Abuelo Santa no va a venir de visita?»
«Dice que no puede porque no cabe en su bolsa»
«Hmph....»
La niña frunció el ceño, pero pronto asintió en señal de comprensión.
«Arrrr. SÃ....»
«Sû
«Compremos un caballo»
Princesa, eso costarÃa una mansión.
Al final, nos decidimos por un poni de peluche. A Grace se le encogió el corazón cuando se dio la vuelta y compró un poni de juguete que medÃa más o menos la cintura de Ellie, tenÃa ruedas y se podÃa tirar de él con una cuerda o montarlo. Efectivamente, la niña que habÃa estado hojeando las estanterÃas junto a ella momentos antes no aparecÃa por ninguna parte.
«¡Ellie!»
Gritando su nombre, Grace corrió hacia el centro de la tienda y se detuvo, aliviada. Su primera suposición era correcta. Ellie estaba delante de la casa de muñecas, no sola, sino junto a un niño rubio de su edad que tocaba el timbre con entusiasmo.
«Ellie, te dije que no te apartes del lado de mamá»
Ellie se aferró a la caja de juguetes que tenÃa entre las manos, sin darse cuenta de que su mamá acababa de poner un pie en el infierno y otro fuera.
«¡Quiero dar un paseo a caballo!»
«No antes de Navidad»
«Hing....»
Uf, salgamos de este infierno. Grace tiró de la lloriqueante niña hacia el ascensor.
«Achus»
Ellie saludó al niño con la mano. Justo cuando parecÃa extraño que estuviera usando palabras del idioma de Norden, el niño también agitó la mano.
«Achus»
Resultó ser un niño de Norden.
«Mamá, ¿qué es eso?»
Me equivoqué al pensar que estaba a salvo fuera de los grandes almacenes. Mientras caminábamos hacia la parada del tranvÃa, Ellie señaló un cartel en la pared de uno de los edificios.
«¿Eh?»
Pensé que se referÃa al póster de la pelÃcula de su padre, pero no era asÃ. El colorido póster de al lado mostraba a Pierrot haciendo piruetas sobre un caballo y a un mago sacando un conejo de un sombrero.
«Circo»
le expliqué a la niña, que no tenÃa ni idea de lo que era, sus ojos se iluminaron aún más. No puedo comprarle un juguete que cuesta la mitad de mis ingresos anuales, pero sà un circo, asà que preguntó en el quiosco de carretera, pero estaban todos agotados.
«Hing....»
«Veré si tu mamá puede conseguir entradas»
Tras tranquilizar a la niña y cantar villancicos con ella, Grace se dirigió a la comisarÃa y se detuvo. Frente a la comisarÃa habÃa una anciana que pedÃa limosna a los transeúntes.
¿No serÃa mejor para el mundo que yo fuera una persona ignorante que diera hasta el último céntimo que tiene a un mendigo, en lugar de un supuesto hombre ilustrado que utiliza su codicia como arma para explotar a otros hombres?
Cada vez que Grace veÃa a personas que vivÃan en la pobreza, no podÃa evitar pensar en la carta de su madre. Abrió el monedero, sacó un billete y se lo tendió a la anciana. Era su forma de expiar su ignorancia y ceguera pasadas.
«Gracias, Señora. Que Dios le bendiga a usted y a su familia»
«Le deseo una cálida Navidad»
Nos despedimos y seguimos nuestro camino. Ellie, asomada a la comisarÃa, tiró de la mano de Grace.
«Mama»
Otra vez, en Norden.
«Es Mamá»
La corregà y seguà su mirada para ver una fuerte discusión en el interior de la comisarÃa. ¿Qué demonios está pasando? Una joven se aferraba a un agente, soltando palabras extranjeras indescifrables como un cañón de disparo rápido.
«Cálmese, por favor. ¿Habla alguno de los idiomas de aqu� No tengo ni idea de lo que está diciendo....»
El acento era familiar, aunque ininteligible, a Grace le sonaba a Norden. Como para probar su punto, Ellie de repente exclamó.
«¡Esa señora perdió a un niño!»
Todos en la comisarÃa, excepto la mujer, se giraron hacia Ellie. Fue solo cuando Ellie comenzó a hablar en Norden que la mujer, con el rostro iluminado, corrió hacia ellos.
«Dos años, niño, con el mismo cabello que yo ........»
Mientras Ellie empezaba a traducir las divagaciones de la mujer y la oÃa describir a un chico rubio más o menos de la edad de Ellie, Grace pensó en el chico que habÃa visto antes en los grandes almacenes. Estaba solo y desatendido, asà que tal vez fuera él.
«Ellie, ¿crees que podrÃa ser el chico de los grandes almacenes?»
«¡Claro que sÃ!»
Grace les dijo dónde lo habÃa visto por última vez, un agente y una mujer corrieron a los grandes almacenes a buscarlo. Cuando Grace se marchaba, el agente de más edad que estaba detrás del mostrador sacó un paquete de caramelos de un cajón.
«Veo que la pequeña intérprete ha resuelto el caso, se merece una recompensa por ser una buena chica»
¡Bam!
jadeó Grace cuando el agente se levantó de la silla.
[Secuestro]
El folleto de búsqueda con el delito en letras grandes le llamó la atención. Desde la descripción de la persona buscada, a la descripción de la chica que se decÃa que habÃa sido secuestrada, al número de teléfono en la parte inferior en el área de Winsford. No pudo evitar darse cuenta de que el folleto era para ella.
«¿Cuántos años tienes?»
«Dos años»
«¿Cómo te llamas?»
Grace cogió a Ellie en un rápido abrazo mientras el agente se agachaba delante de la niña que olÃa caramelos preguntaba.
«Me llamo Susie, gracias, Abuelo»
La niña lanzó a su madre una mirada desconcertada, luego se inclinó obedientemente cuando se le insistió una vez más.
«Gracias»
Maldita sea. DeberÃa haberme puesto gafas de sol.
Grace giró hacia la puerta para que el oficial no pudiera verlas a ella y a la niña, habló.
«Yo... necesito pedirle un favor»
«Claro, adelante»
«Me preguntaba si podrÃa traerme una taza de té caliente, porque una abuela afuera parece tener frÃo»
«Ah... lo haré»
Grace dejó rápidamente a la niña en el suelo y se dirigió detrás del mostrador mientras el agente se dirigÃa a la sala de descanso, al fondo de la comisarÃa, relatando la historia de mendicidad de la anciana. Arrancó el folleto de la pared, lo metió en el bolso y giró hacia Ellie. Mientras sacaba las gafas de sol del bolso y se las ponÃa, el agente salió con una taza humeante.
«Madame ¿También quiere una tasa?»
«No, estoy bien, gracias»
«Es todo lo que tengo que decir, adiós, señorita»
Grace se apresuró a salir de la comisarÃa mientras el oficial le ofrecÃa té a la abuela.
«Me dijiste que hiciera algo bueno»
«Asà es»
Grace abrazó con más fuerza a Ellie mientras ésta piaba en el tranvÃa de vuelta a casa. HabÃa hecho algo bueno y casi habÃa caÃdo en la trampa que el hombre habÃa cavado. Su corazón aún latÃa con fuerza.
Espero que Santa Claus me traiga muchos regalos y una casa de muñecas porque me he portado bien. Mientras Ellie se dormÃa, Grace abrió con cuidado el folleto de búsqueda que llevaba en el bolso.
Una chica de pelo rubio e iris azul oscuro o turquesa. Al final estaba su fecha de nacimiento.
Se busca a una mujer veinteañera años con iris azul verdoso. Incluso decÃa que era muy probable que estuviera en posesión de un arma de fuego y que informara inmediatamente de su avistamiento.
Grace apretó los dientes al levantar la vista, agradeciendo que no hubiera fotografÃas.
El cargo: secuestro.
El folleto se arrugó en la mano de Grace.
No me lo puedo creer. Secuestro, hija mÃa, secuestro.
Gracias a aquel loco sin conciencia, Grace se habÃa convertido en la mujer que habÃa secuestrado a su hija de Ellie.
Estaba furiosa, pero también exultante. Mañana, el hombre vendrá aquÃ. Nunca soñé que estuviera tan lejos. Le hacÃa gracia pensar que él nunca se darÃa cuenta de que ella no estaba lejos.
Grace dejó el papel arrugado y cerró el bolso. Quemaré esto cuando llegue a casa.
He tenido que robar el folleto, porque no quiero que nadie lo vea después y llame al número que pone.
No sospecharán nada. No se acordarán de esto.
El folleto de búsqueda llevaba tanto tiempo colgado que el papel estaba amarillento. Al igual que con los folletos sobre personas desaparecidas que el hombre habÃa dejado antes en la calle, la gente se insensibiliza ante la información que se expone repetida y prolongadamente. Es probable que los agentes ni siquiera recuerden que estaban allÃ. El hecho de que haya estado entrando y saliendo de Prescott como si fuera su casa y no le haya pillado es prueba de ello.
Todo saldrá bien.
Grace intentó calmar sus crecientes nervios. En el pasado, habrÃa abandonado este lugar inmediatamente. Pero ahora que Ellie habÃa crecido, no podÃa permitirse mudarse cuando ni siquiera estaba segura de que la encontrarÃan. Grace abrazó a su hija, esperando que no pasara nada.
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«Qué ha pasado»
Cuando el agente cogió la taza vacÃa de la anciana y entró, su subordinado, que acababa de ir a los grandes almacenes, regresó y preguntó.
«Es el chico que buscaba»
«Qué bien»
Asintiendo y dirigiéndose a la sala de descanso, el agente se detuvo y preguntó.
«¿Dónde está ese folleto de ah�»
«¿De qué volante habla?»
«El de la secuestradora buscada. El que decÃa que la mujer y su bebé tenÃan ojos turquesa, lo cual es ridÃculo, espere....»
Los ojos del agente se abrieron de par en par, dejó de hablar y se quedó mirando al vacÃo.
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Al llegar a la estación central de Prescott, los Winston fueron recibidos por representantes de la compañÃa cinematográfica. Siguiendo sus instrucciones, Leon salió y estaba a punto de subir a un sedán cuando se detuvo.
«¡Kyaaak! ¡Aboo~!»
Oyó la voz del niño. Con el corazón latiéndole con fuerza en el pecho, León giró la cabeza en dirección al sonido y pensó: 'Debo de estar loco'
Una extraña mujer salÃa de la estación empujando un cochecito. Evidentemente, la niña del cochecito no era su hija. No tenÃa edad para seguir en un cochecito y balbuceando.
Ya era mayor.
«¿Leon?»
Volvió a mirar a su alrededor como un loco, de repente recobró el sentido. Su madre, que habÃa sido la primera en subir al coche, le miraba interrogante. Sintiendo las miradas de su hermano, la Gran Duquesa y el séquito, subió al coche como si nada.
Leon se burló de su reflejo en la ventanilla del coche, con los ojos fijos en el paisaje que pasaba.
Correr buscándola.
Era una locura. Ella no deberÃa estar aquÃ.
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«Oh, sÃ.... Supongo que no puedo evitarlo entonces, sÃ, gracias»
Grace suspiró pesadamente mientras colgaba el teléfono. Paré en todas partes de camino al trabajo, incluso llamé a la oficina del dueño del circo, pero me dijeron lo mismo que el dÃa anterior: las entradas estaban agotadas.
Ellie estarÃa decepcionada si supiera las ganas que tenÃa de ir al circo anoche, cantando sobre meter y sacar el conejito de peluche del sombrero de Grace. El año que viene tendré que comprar las entradas con antelación, pensó, apretó los dientes mientras sus ojos se posaban en la lista de invitados que tenÃa sobre la mesa.
¿Quién eres tú para decirme que soy una secuestradora?
Cuanto más pensaba en ello, más se enfadaba. Su teléfono sonó mientras ella apretaba los dientes, deseando poder darle un puñetazo en la cara a él, que ya deberÃa estar en su hotel de Prescott, no muy lejos de aquÃ. Grace se levantó de su asiento y cogió el teléfono que estaba sobre el escritorio, a su lado.
«¿Este es el despacho del presidente de Grant Pictures?»
[¿Sally?]
«Soy Anna, Sra. Tate. Sally está fuera de la oficina por un momento»
[Oh, ¿en serio?]
«¿Puedo ayudarla?»
[Bueno, no podré ir a trabajar hoy]
Grace, que habÃa supuesto que la Sra. Tate se habrÃa ido directamente al Teatro Paramoor porque no iba a trabajar, se quedó estupefacta al oÃr la noticia.
[…Se rompió, ¿puedes creerlo?]
Salió a montar a caballo por la mañana, se cayó y se rompió la pierna.
«Dios mÃo, ¿estás bien?»
[Uh, me siento genial ahora mismo, flotando en una nube de morfina, es la mejor sensación del mundo]
Su jefe hizo una broma poco convincente y luego le dio instrucciones a Grace.
[Entonces, ¿podrÃas decirle a Sally que hoy acompañe a Sir Grant en mi lugar? Tanto decÃa que querÃa ver a Conde Winston, ahora ha cumplido su deseo]
«Ah, sÃ. Jaja... Le pasaré el mensaje. No se preocupe y descanse bien»
[Claro, te lo encargo]
Colgando el teléfono, Grace dejó una nota con las instrucciones de Sra. Tate en el escritorio de su colega y volvió a su asiento. Mirando una vez más la lista de invitados de honor, suspiró pesadamente y descolgó el auricular.
«Este es el despacho del Presidente en Grant Pictures»
Dio a la operadora el número del hotel que habÃa encontrado en la guÃa telefónica, lo que siguió fue una tediosa y nerviosa espera hasta que por fin alguien de la suite contestó.
[SÃ, dónde estás]
Era una voz que no habÃa oÃdo antes.
«Este es el despacho del Presidente de Grant Pictures. ¿Puede pasarme con Sir Stanley Pierce, por favor?»
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En la suite del hotel, el desayuno tardÃo fue tan copioso como el festÃn, pero León puso la excusa de que tenÃa que trabajar y se sentó solo en la barra del otro lado de la habitación, sorbiendo su café.
«Ha....»
Apoyó la cabeza en su puro y dejó escapar un largo suspiro. Le palpitaba la cabeza, un efecto secundario de la medicación. La cabeza le latÃa al ritmo del pulso. Cada latido de su corazón era una tortura.
El estreno era a las 7:00 pm. Antes tenÃa nueve horas de descanso, pero para él carecÃan de sentido. No hay descanso para los muertos más allá de la tumba.
Fue en ese momento cuando se planteó dejar el espectáculo de payasos, que esta vez no servirÃa para atraer a la mujer, volver a la dependencia.
«Su Excelencia»
Pierce entró y le tendió un pequeño sobre.
«Esto es un telegrama de Teniente Campbell»
«¿Campbell?»
Mientras cogÃa el sobre con una mano, apareció el mayordomo de la suite y llamó a su ayudante.
«Sr. Pierce, tiene una llamada para usted»
Pierce se marchó inmediatamente, Leon dejó caer el sobre sobre la barra y encendió un puro. Intentar adivinar lo que habÃa escrito en el interior hizo que la cabeza le diera aún más vueltas.
DebÃa de haber algún tipo de emergencia en el grupo de trabajo. No creà que fuera un informe sobre ella. He aprendido a no hacerme ilusiones.
Sólo después de vaciarse el café abrió el sobre de mala gana y desplegó el papel que contenÃa.
[Mujer y niña, vistos ayer en Ciudad Prescott]
Y eso fue todo. Cada latido de su corazón cobraba sentido.
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[SÃ, soy Pierce]
Pasó mucho tiempo hasta que oyó la voz al otro lado de la lÃnea.
«Hola, soy Anna Snyder de la oficina del presidente de Grant Pictures»
Pierce nunca adivinarÃa que estaba hablando por teléfono con Sally Bristol, a quien habÃa visto tan a menudo en la mansión. Grace escupió una retahÃla de saludos preparados.
«En Grant Pictures queremos agradecerle de nuevo que haya sacado tiempo de su apretada agenda para asistir al estreno invitado de Conde Winston. ¿Ha tenido un viaje cómodo hasta la Ciudad Prescott?»
[SÃ, gracias]
«Me alegra oÃrlo. ¿Encontró alguna carencia en el hotel?»
[No, hasta ahora no]
«SÃ, me alegra oÃrlo. Si necesita algo, no dude en ponerse en contacto con nuestro personal en el vestÃbulo del hotel ....»
Era hora de terminar con las formalidades y recordarle a Pierce el programa de hoy.
[¡Pierce! ¡Tráeme el teléfono ahora!]
Una voz familiar llegó desde el otro extremo del auricular.
«Anna»
En ese momento, la puerta del despacho del jefe se abrió de golpe, Grace hizo una mueca, acercándose aún más el auricular a la oreja cuando alguien la llamó. Por si fuera poco, les hizo un gesto para que se callaran.
A eso se lo tengo que decir al director.
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[La mujer debió llevarse el folleto]
Quien llamó a Campbell fue un agente de la comisarÃa del centro de Prescott, que dijo que la mujer se habÃa llevado el volante, por lo que llamó a otras comisarÃas de la zona y encontró un número al que llamar.
«Para informar de todo, de cualquier cosa, desde el momento en que entró en la comisarÃa hasta que se fue»
[Una mujer acudió a la comisarÃa....]
León escucha atentamente el informe del agente y puso los ojos en blanco cuando oyó que la niña habla idioma de Norden.
[Luego le dio un caramelo a la niña y se dio cuenta de que tenÃa los ojos turquesa]
Su suposición era correcta. León sonrió mientras cogió el teléfono.
[Le pregunté su nombre y me dijo Susie]
Susie. Leon dejó que ese nombre rodara por su boca. ¿Será ese realmente el nombre de mi hija? Siendo una mujer con tantos seudónimos, no podÃa asegurar qué tipo de truco habrÃa jugado con el nombre de su hija.
«¿A quién has preguntado y quién te ha contestado?»
Tras un momento de silencio, como si no entendiera por qué le hacÃa semejante pregunta, el agente respondió.
[Le pregunté a la niña.... Ah, ahora que lo pienso, ese momento fue sospechoso, porque en cuanto le pregunté su nombre, ella le abrazó y contestó]
León dejó escapar un suspiro derrotado. Un seudónimo, entonces. En ese momento, ya habÃa encontrado el folleto.
«Y entonces ella debió pedirte que hicieras algo, algo que requerÃa que te fueras»
[Ah... SÃ, es cierto. Me pidió que le llevara té a la anciana que está afuera]
Se rió irónicamente. Asà fue como distrajo al agente y robó el folleto.
«¿Llevaba gafas de sol después de eso?»
[uh.... ¿Cómo lo sabÃas?]
Leon se rió aún más. Sus instintos sobre ella no estaban muertos. Sintió un cosquilleo de placer en la punta de los dedos.
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En el coche, de camino al Teatro Paramoor, Grace recitó la agenda de la tarde del presidente a partir del libro de bolsillo de Sra. Tate.
«Después de comer, tengo programada una entrevista con el Tribunal Prescott a las 3:00 pm. en el salón de invitados del Teatro Paramoor»
«¡Como desee, Sra. Snyder!»
El rostro de Grace volvió a sonrojarse cuando el jefe del asiento trasero del coche se burló de ella, adoptando incluso una posición de saludo.
«En serio....»
Grace estaba casi avergonzada.
«Ha sido un error, Sir Grant»
Hizo un gesto irritado con la mano a su jefe para que se largara. Llevaba toda la mañana tomándole el pelo y ahora se estaba riendo en el coche de camino al teatro.
«Lamento, Sra. Snyder, que un viejo jefe tenga que interrumpirla cuando intenta escuchar la voz de un joven conde»
Desde el asiento delantero, oyó al conductor reÃr suavemente. Pero la expresión de Norman en el asiento del copiloto no era tan favorable.
Incómoda, Grace miró por la ventanilla del coche. No se habÃa dado cuenta de que Norman siempre seguÃa al jefe.
Al final, abandonó la nota a su colega y decidió ir ella misma al teatro. De todos modos, no llegarÃa hasta la noche y ella saldrÃa del trabajo antes.
«Anna, ya que sustituyes a Sra. Tate, ¿por qué no asistes a la fiesta de esta noche?»
El jefe sonaba tan serio que ella se preguntó si habÃa dejado de tomarle el pelo, pero se equivocaba.
«Te presentaré a Conde Winston. Si vas a oÃr su voz, también puedes oÃr su cara»
«Ese perro....»
Grace se corrigió apresuradamente, casi cometiendo otro error.
«No era para escuchar la voz del conde, lo juro»
¿Por qué hice eso?
Grace suspiró, llevándose una mano a la sien.
No. Después del incidente de ayer en la oficina del magistrado, sólo intentaba escuchar a escondidas por si el hombre descubrÃa algo sobre mÃ. Pero no llegué a oÃr nada más porque Pierce hizo lo que el hombre le ordenó y colgó el teléfono.
[¡Pierce! ¡Tráeme el teléfono ahora!]
Demasiado para su mal genio. No podÃa dejar de pensar en la voz que habÃa oÃdo antes. El jefe, que estaba de negro de pies a cabeza gracias a sus gafas de sol oscuras, preguntó.
«Por cierto, ¿por qué llevas gafas de sol en pleno invierno, como si estuvieras en una estación de esqu�»
«Porque me duelen los ojos»
«¿Y aún no tienes 30 años?»
«Sû
Eso no tiene sentido. Al menos en Prescott, habÃa cubierto mis ojos para que las nuevas personas que conociera no pudieran ver el color de mis iris.
«Tapar los ojos de una actriz... me has quitado una de mis diversiones»
Como si nada, Grace le dirigió a su jefe una mirada maliciosa. El jefe la halagaba diciéndole que tenÃa madera de actriz en sus ocasionales miradas provocativas.
«Mira, Anna, sé que crees que no soy más que una estratagema que los productores de cine utilizan con mujeres al azar, pero hablo en serio. Puede que no seas la Virginia Roche por la que todo hombre arriesga su vida en un calentón de una noche, pero puedes ser el primer amor de su vida, el que nunca olvide»
Cuando Grace aún puso los ojos en blanco y lo descartó como una broma, el jefe sacudió el hombro de Norman en el asiento del copiloto.
«¿Qué te parece, Norman? Realmente se siente asÃ, ¿no?»
«Oh, sÃ. SÃ....»
«Mira esto. Norman también lo cree, Anna, no te preocupes. Estás casada, tienes una hija, puedes ocultarlo, de todas formas puedes hacer tu trabajo bajo un seudónimo»
La sonrisa se borró de la cara de Grace cuando la propuesta empezó a ponerse más seria.
«Sr. Grant....»
«Hablo en serio, si tienes tiempo hoy, ve a unos grandes almacenes y cómprate un vestido de noche con mi nombre, vendrás a la fiesta vestida de pies a cabeza y te presentaré a un agente de actores»
«No gracias, quiero vivir una vida tranquila y normal»
«Entonces ven a ver a tu Conde favorito»
El jefe intentaba que acudiera a la fiesta de alguna manera, para engancharla a un agente. Pero poco sabÃa él que la estaba rociando con repelente, no con cebo.
«DeberÃas ver al conde en persona, es muy guapo, el tipo de cara que les encanta a las mujeres, más parecido a un actor que a un soldado....»
Grace se tragó un suspiro mientras volvÃa a apretarse las sienes ardientes. No veo la hora de que acabe este dÃa, para no tener que oÃrle hablar más de él.
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El personal que preparaba el estreno corrÃa frenéticamente por el teatro. Mientras todos los demás estaban ocupados, Grace estaba vergonzosamente ociosa.
Antes de la entrevista, Grant flirteaba con el presidente del teatro. Sin embargo, no llegaba muy lejos porque no sabÃa cuándo la buscarÃa, asà que cogió una taza de café y deambuló por el teatro.
Como no podÃa ser de otra manera, se dirigió a la sala donde se celebraba el estreno de hoy.
No habÃa nadie.
Lo primero que pensé al entrar en la sala del segundo piso fue que se trataba de una ilusión.
«Cof, Cof....»
Oà una tos y miré por la barandilla de la segunda planta para ver a un hombre vestido con un mono azul que estaba solo delante del escenario de la primera planta, retocando las luces del final del escenario.
¿Está casi listo?
Se quedó mirando la enorme pantalla plateada que tenÃa delante y se dio la vuelta para bajar a la planta baja.
Chak.
La hebilla del bolso de Grace tintineó contra la barandilla, un obrero sacudió la cabeza de un lado a otro, inmediatamente se quitó el sombrero. Cuando volvió a bajar a la planta baja del cine, el obrero habÃa terminado y se dirigÃa a la salida con una bolsa de extensión.
Cuando se marchó, se hizo el silencio y Grace, sola en el enorme cine, se sentó entre los focos al final del escenario y dio un sorbo a su café. Su mirada se posó en un asiento en medio de la primera fila con una etiqueta en la que se leÃa Leon Winston.
Nunca sabrás que he estado aquÃ. Esta noche verás mi marca.
Miró al hombre de las 5:00 pm. y frunció el ceño de repente.
Es molesto.
Molesto.
Se oyó un chasquido en alguna parte. Miró alrededor de la habitación y se acercó el reloj a la oreja, pero no estaba allÃ. No fue hasta que lo acercó a la luz cuando se dio cuenta del origen del tic-tac.
¿Se habÃa dejado el técnico el reloj en la lámpara?
Al sacar la bombilla, que estaba encajada en el cuerpo de la lámpara, Grace se quedó helada al ver lo que habÃa debajo. Un cilindro lleno de clavijas, un pequeño reloj y un cartucho de dinamita en el centro.
Era una bomba.
Asure: Chiques, buenas dias, tardes, noches, madrugadas :v .... (Página 52/533) Comenzamos el Volumen V .... no se si volveremos a lo de antes para hacer 2 capÃtulos la semana que viene .... eso depende de ustedes :v .... Espero les guste, los estoy viendo .... PD: yo esperando gráficos que prometieron para este volumen y no hay nada en este volumen, solo el grafico de la nena al finalizar el Volumen IV (autor troll)
Ey, estoy de vuelta ----> Si te gusta mi trabajo, puedes apoyarme comprándome un café o una donación. Ya tu sabes, no te exijo, es de tu bobo aportar o no, no te exijo :p
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