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León miraba impasible su reflejo en la ventana mojada por la lluvia.
Otra medalla más. Apretó los ojos y giró la cabeza hacia otro lado cuando ante sus ojos pasó una medalla que le pareció que olía a sangre. Era inútil cerrar los ojos y girar la cabeza hacia otro lado cuando se trataba de una ilusión que se aferraba a su cabeza.
«Ah, Mayor Winston»
Leon se dio la vuelta al oír pronunciar su nombre. Comandante Davenport entraba en el despacho del secretario del comandante.
«Ha estado esperando»
No me extraña que me llamara. Leon siguió al Comandante hasta el despacho. Cuando se sentó detrás de su escritorio y le ofreció asiento, el comandante puso los ojos en blanco.
«¿Qué te ha pasado en la mano?»
Preguntó, fijándose en los vendajes de su mano derecha. Leon se sentó en la silla frente a su escritorio sin responder. Como si su expresión pétrea fuera suficiente respuesta, el comandante sacó un puro de color caramelo oscuro de su caja de puros y se lo tendió. Leon lo cogió sin preguntar.
«Debe de ser tu primer día en el Mando desde la operación»
El comandante no volvió a hablar hasta que se disipó el humo que le había impedido ver.
«¿Qué le parecen sus aposentos privados?»
Leon exhaló una larga bocanada de humo blanco y asintió distraídamente.
«No está mal»
A partir de este año, León fue el jefe del Primer Cuerpo Especial de Misioneros, en lugar del jefe de la sección de inteligencia interior del Mando Occidental.
Para erradicar a los últimos rebeldes de Blanchard, se necesitaba una fuerza especializada con poderes jurisdiccionales y tropas: una unidad de contrainsurgencia creada por el Cuartel General del Ejército con la aprobación del Rey y del Parlamento.
Por supuesto, fue León quien hizo la petición. Sería una buena forma de cazar a una mujer mientras recorría el país en nombre de la aniquilación de los rebeldes. Sólo Comandante Davenport sabría de alguien en las altas esferas que pidiera una unidad de las Fuerzas Especiales por pura codicia personal como aquella.
«Mira, siento lo de la chica»
El Comandante miró fijamente a Leon a la cara y luego soltó.
«Yo fui como tú una vez, estuve perdido durante un tiempo después de aquel incidente, cuando su madre desapareció mientras yo corría de un lado a otro intentando limpiar el desastre. Pero si ella no se hubiera ido y yo lo hubiera sabido todo, habría sido una tragedia aún mayor»
Bajó la voz a un susurro y continuó con una voz que no sabría decir si era reconfortante o medicinal.
«El amor se enfría y las heridas se curan, es hora de que ella y tú sigan caminos separados. Tienes un futuro brillante por delante. No puedes perder todo lo que tienes por lo que has perdido»
«Comandante»
Leon rompió el silencio, tirando su puro al cenicero.
«¿Estás seguro de que eso es lo que piensas? ¿De que lamentas que se haya ido?»
No sólo preguntaba por la desaparición de la mujer. Leon había borrado los registros y el testimonio de Grace Riddle como parte de su investigación.
Las ratas de Blanchard, desesperadas por hablar de los crímenes de la mujer, se callaron cuando les dijo que les quemaría la lengua con un puro si pronunciaban su nombre antes de preguntar.
Hizo borrar todos los registros sobre ella y su identidad.
Una de sus primeras órdenes tras asumir el mando total de la insurgencia fue entregar al Primer Grupo Operativo todo el material y los archivos insurgentes dispersos por el país. Eliminó de ellos todas las referencias a 'Pequeña Riddle', haciendo creer que Angela Riddle nunca había tenido una hija.
Además, la identidad que figuraba en el certificado de nacimiento encontrado en el equipaje de la mujer había sido registrada como muerta hacía mucho tiempo, por lo que ya no estaba en el mundo.
Borrar sus datos era lo que quería el Comandante. Debió de sentirse como sentado sobre espinas, preguntándose si su historia se mezclaría en los registros y testimonios.
«Seguro que te alegras de que hayan desaparecido las pruebas de su mala conducta»
El comandante puso los ojos en blanco ante su sarcasmo.
«Bueno, estoy seguro de que no estás precisamente encantado de que haya desaparecido»
Habría estado bien que todas las pruebas se hubieran destruido limpiamente, pero la mujer que es la mayor prueba y testigo de sus fechorías está ahí fuera, en algún lugar del mundo. Para un comandante que vive con una bomba de relojería que puede estallar en cualquier momento, debe sentirse como si faltara el detonador.
«Mayor Winston»
El Comandante se tranquilizó y cambió de tema.
«No te das cuenta de que te he llamado hoy por una razón diferente, ¿verdad?»
Por supuesto. Leon no había olvidado los términos del trato. Colocó el sobre que había estado apoyando en la pata de su silla sobre el escritorio del comandante.
El comandante abrió el sobre y estudió su contenido. La expresión del autor no se iluminó cuando obtuvo lo que quería, y con razón. El sobre contenía los registros y pruebas de la operación 'Mar del Rey Sol' de la base de operaciones, todos los cuales eran directa o indirectamente relevantes para el comandante.
«Espero que no tengas una copia»
Leon movió la cabeza negativamente. Ninguna copia. Otras cosas, por supuesto.
En cuanto hubo terminado sus asuntos, regresó al cuartel general del Primer Grupo Operativo, un piso más abajo. A diferencia de hace media hora, la oficina era un caos. Los soldados se arremolinaban y varios oficiales mantenían acaloradas conversaciones telefónicas con alguien.
«Mayor, ya está aquí»
El primero de los oficiales en ver a Leon, acurrucado alrededor del mapa en una conversación seria, saludó.
«¿Qué ocurre?»
«Tuvimos otro informe hace un rato»
Campbell, que no pasó por alto el sutil cambio de semblante del capitán al responder, añadió rápidamente.
«Es información sobre el escondite de los restos de los rebeldes»
«Misión cumplida. Buen trabajo»
Leon perdió rápidamente el interés y se dirigió a su propio despacho, escondido en la parte trasera del cuartel general. Al pasar por delante del despacho del ayudante, lanzó una mirada al escritorio de Campbell. Uno de los dos teléfonos no paraba de sonar, el que sólo había recibido llamadas de la mujer. El otro teléfono había estado sonando sin parar durante todo el día, pero ese apenas había sonado.
Su mente volvía a acelerarse.
«Niels, ¿la persona que llamó era una mujer otra vez?»
«Sí, señor»
«Oh, tengo un buen presentimiento sobre esta. El informante debe estar en lo cierto, otra mención honorífica»
Leon se detuvo al abrir la puerta de su despacho al oír la conversación a sus espaldas.
Una mujer. Un informe. Un informe preciso. Una mujer, otra vez. Un extraño sexto sentido comenzó a actuar.
«¿Qué significa eso?»
Volvió a la oficina para verlo más de cerca.
«Oh, no es gran cosa, pero últimamente hay una superstición en la oficina que dice que si la informante es una mujer joven, el caso siempre es un éxito»
«¿Es porque el informe es exacto, supongo?»
«Sí, Mayor»
Los ojos de León, que llevaban muertos un mes, empezaron a brillar de nuevo.
«¡Tráeme los registros de los informes, ahora!»
***.
«Ugh....»
Grace entró en la habitación del hotel, se quitó los zapatos y el sombrero y se tumbó en la cama.
«Ah… ahora sí siento que puedo vivir»
Gimió de dolor. Mis piernas, mi espalda, todo estaba rígido. Antes, un viaje de cuatro horas en tren no me habría dejado tan cansada.
Tumbarme en la cama sin quitarme la ropa ni lavarme nunca habría ocurrido.
«Tuve que tomar un descanso....»
Grace suspiró mientras se quitaba el fino anillo de oro que llevaba para fingir que estaba casada y lo colocaba en su mesilla de noche. El reloj de la mesilla marcaba las nueve de la noche.
Al menos debería desmaquillarme.....
Me iba a quedar dormida si me quedaba aquí tumbada. Así la 'espera' terminaría mañana al amanecer.
Cuando había estado en el tren, había hecho planes ambiciosos para darse un baño cuando llegara al hotel, pero ahora ni siquiera tenía fuerzas para levantarse y desvestirse un momento. Grace se quitó lánguidamente el abrigo y la ropa, uno a uno, los amontonó en una tosca pila a un lado de la cama. Esto asustaría al hombre de la disentería.
«Ah... esponjoso»
Estiró las piernas y dejó escapar un gemido complacido. En el camino de vuelta, un hombre de negocios del mismo compartimento le había recomendado este hotel por sus tarifas baratas y sus buenas instalaciones, era cierto.
«Wow....»
He estado rebotando de hotel en hotel desde que me escapé de Blackburn. Al principio no era mi intención. Había planeado ir directamente de Anderton a Royal Roads, reclamar la herencia de mi madre, conseguir un pasaporte falso y coger un barco para salir del país en un puerto del sur.
Pero, con las prisas, había olvidado que Navidad era festivo.
Para colmo, coincidía en viernes, el día después de Navidad también era festivo.
Así que el Banco Patrimonial Real no abrirá hasta el día 28, 3 días después, para cuando Grace encuentre su herencia, ya habría cuadrillas por todo el reino buscándola.
Para entonces, ya habría renunciado a huir al extranjero, pensando que todos los puestos fronterizos y puertos tendrían una lista de personas buscadas.
Al menos de momento.
Volvería a intentarlo cuando tuviera a su bebé. Las mujeres embarazadas que cruzan la frontera son raras, pero las jóvenes normales son habituales, así que pensó que podría fingir el color de sus ojos y hacerse pasar por ciega.
El problema era que necesitaba dinero para aguantar hasta que naciera el bebé. El dinero que había recibido de Nancy Wilkins y lo que había robado de la cámara acorazada del sótano no era suficiente para mantenerse en un hotel hasta que tuviera al bebé.
Era peligroso alquilar una habitación y permanecer demasiado tiempo en un mismo lugar. Sin nadie que la mantuviera, era imposible pasar desapercibida. Ir y venir atraería la atención de los lugareños, había muchas posibilidades de que el hombre la pillara.
Así que pensó en esperar a que la gente se cansara de los panfletos y dejara de prestarles atención, entonces buscaría un lugar donde alojarse en una gran ciudad.
Al final, se dio cuenta de que la única opción era un hotel, pero menos mal que tenía su herencia.
La herencia de su madre consistía en 30 diamantes de dos quilates y 20 lingotes de oro de 10 onzas. En total, la herencia, que pesaba menos de un kilo, era suficiente para comprar hasta seis casas nuevas en el área metropolitana.
El efectivo que tenía ahora, más el dinero de la venta de los lingotes de oro, era suficiente para financiar su huida hasta que pudiera marcharse al extranjero. Fue un golpe inesperado de buena suerte que el precio del oro se disparara con el auge de la economía en los años siguientes.
Sin más remedio que mudarse al otro lado del país, Grace decidió hacer algo más productivo.
Decidió hacer algo más productivo: encontrar los escondites de los rebeldes e informar sobre ellos.
Deja que el pasado sea pasado y sigue con tu vida.
Sólo un poco más.
Iba a vivir para mí misma y a no tomar partido nunca más, pero cuando vio los anuncios en los periódicos, los remanentes se estaban poniendo en contacto entre sí e intentando recomponer sus filas, no pudo soportarlo.
La única persona que podía detenerlos era la que mejor conocía su modus operandi, así que ayudaría a Leon Winston, ese bastardo, hasta que se fuera.
«Maldita sea....»
Grace suspiró, mirando su abultado vientre.
'Ojalá pudiera salir pronto.......'
Dejaría atrás al bebé.
Lo pesara como lo pesara, había más razones para dejarlo atrás que para llevárselo. De hecho, sólo había una razón para llevárselo: '¿Por qué lo di a luz?' Una proposición sin convicción ni lógica.
Esta extraña sensación de responsabilidad que no sabía de dónde venía era incómoda. En primer lugar, no fue voluntad de Grace dar a luz.
La responsabilidad es del hombre que le hizo.
Ya tenía la vaga idea de que se la daría. Además, ya tenía la premonición de que este niño sería más de lo que ella podría manejar.
Hoy se quedó callada cuando compró un bocadillo barato de pavo para comer, sólo bailó de emoción cuando comió un plato caro de salmón en el vagón restaurante del tren.
«Increíble… Tan exigente con la comida, igual que su...»
Grace suspiró para sus adentros.
Pero entonces pensó: ¿Podría realmente ese hombre ser un buen padre? Después de todo, ese niño solo existía como una herramienta para los planes del hombre, una pieza en el tablero de ajedrez de la operación para eliminar el bastión rebelde, una ancla para mantenerla atrapada. No había forma de que él pudiera sentir un afecto genuino.
El hombre ni siquiera sabe cómo amar en primer lugar.
Ella es una bastarda huérfana de madre, criada por un conde, él va a renunciar a Grace un día y casarse con una Gran Duquesa, así que es tan seguro como el fuego que ella va a ser una bastarda.
'Quizá deberíamos enviarla a un orfanato o buscarle un buen hogar nosotros mismos'
Grace comprendió por fin lo que pensaba su madre.
«Debería haberla enviado a un orfanato....»
Su madre no lo había dicho porque no le gustara u odiara a su hija. Al igual que su madre quería que viviera una vida normal, Grace quería que su hija nonata creciera siendo normal.
Ella no sabía amar con normalidad, Grace tampoco.
Hay tantas parejas en el mundo que quieren tener hijos, yo no quería criarla a medias.
Tener dinero no significa que puedas criar a un hijo como es debido, eso lo veía en el hombre.
Además, no confiaba en mi capacidad para querer a un niño. Me sentía abrumada y desbordada. La idea de un feto seguía incomodándome.
¿Un feto?
Sólo entonces cayó en la cuenta Grace de que no se había movido en absoluto desde que bajó del tren hacia el hotel hasta ahora.
¿Por qué no se mueve? Nunca había estado quieto tanto tiempo.
Grace presionó el lugar donde el bebé solía dar patadas.
«¿Qué haces?»
Intenté hablar con el niño, pero no respondió en absoluto. Se le encogió el corazón.
Se levantó rápidamente y sacó la caja de bombones del bolso, que había tirado al azar al suelo. Cogió uno de los bombones y se lo metió en la boca, masticándolo apresuradamente antes de saborearlo.
«¿Qué pasa, eh?»
Seguía sin responder. Me pregunté si algo había salido mal.
«Hah.... Qué demonios».
Me preocupé en vano. Después del segundo chocolate, el bebé empezó a dar patadas. Grace dejó escapar un largo suspiro mientras se frotaba la zona del ombligo sensible a las patadas.
¿Estaba durmiendo? Me sorprende que se te haya ocurrido dejarme otra vez.
Grace trasladó la caja de bombones a la mesita de noche y volvió a tumbarse en la cama. Justo cuando pensaba que las patadas habían cesado, sintió un pequeño sonido regular en el estómago: puc, puc, puc.
Ahora sé que es hipo.
Es curioso que incluso los bebés nonatos tengan hipo. Era como si mi vientre me estuviera enviando código Morse. Grace, que había estado intentando interpretar el hipo del bebé como un código, se echó a reír porque no tenía ningún sentido.
El hipo se hizo menos frecuente a medida que se recolocaba bajo las sábanas y, mientras se acariciaba la barriga para ver si se había vuelto a quedar dormida, le susurró a su bebé en tono tranquilizador.
«Voy a vivir mi vida, tú vive la tuya»
Vive tu vida libre del yugo de tus padres, aunque sean malos como el infierno....
«Sigue viviendo»
***.
No es una superstición que si la informante es una mujer joven, es más probable que el informe sea exacto.
Cuando examiné los registros de denuncias y marqué sólo las que habían dado lugar a detenciones, me di cuenta de que todas las denunciantes eran mujeres jóvenes.
No es sorprendente que todas tuvieran nombres diferentes. Y las personas que llamaban eran todas diferentes, por lo que era imposible saber si tenían la misma voz.
Aun así, Leon estaba convencido de que los 'miembros honorarios' de la Primera Unidad de Misiones Especiales eran todos la misma mujer, Grace Riddle.
Los informes eran bastante detallados. Y había algo que todos tenían en común. La persona que llamaba siempre se identificaba como una conocida del partido o camarera de un café, pero nunca expresaba inquietud alguna por su anonimato.
Es ella.
Hasta ahora, he analizado en un mapa las ubicaciones de los escondites de los que ha informado, no hay tendencias. No sé cómo sabe dónde están, pero parece que simplemente se mueve en el orden en que los conoce.
Me preguntaba si alguno de los rebeldes capturados por su pista la había conocido. Envié a Campbell a varios campamentos para entrevistarlos, consiguió algunas historias bastante interesantes.
Si ves a una mujer embarazada con gafas de sol, el ejército estará allí en unos días.
Los rumores circulaban por los campamentos. Para ellos, era como la 'mujer de blanco', un símbolo de mala suerte.
¿Cómo puede ser un símbolo de mala suerte? ella es la informante.
Sólo daría el informe después de haber seguido a la mujer y confirmado con sus propios ojos la ubicación del escondite.
Peligrosamente.
«Ha....»
Esa intrépida mujer. Hay una recompensa por la cabeza de Grace Riddle entre el resto de la banda, ella ha estado viajando así. Por su propia seguridad y la de su hijo, tenía que atraparla.
Cuando recibimos el informe el miércoles pasado, dimos prioridad a localizar a la informante antes que a despejar el escondite. Rastreamos su teléfono y nos dimos cuenta de que había llamado desde un Banco de Dunwich, pero el personal no la reconoció.
Aun así, no iba a dormir en la calle, así que comprobamos todos los hoteles de la ciudad y tuvimos cierto éxito.
Cinco noches en el Hotel Mayflower, Dunwich. Sola. Pelo oscuro. Se fue el miércoles y tomó un taxi a la estación de tren por la tarde.
Y ahí terminó todo.
En la estación de tren, encontró a un portero que dijo que la había ayudado con su equipaje, pero que no sabía adónde iba. En el andén donde ella esperaba el tren habían parado cinco trenes sólo a esa hora del día, las paradas posteriores de esos cinco trenes sumaban decenas de estaciones.
«Maldita sea....»
Leon murmuró el improperio mientras estiraba las piernas en el sofá, el soldado de guardia, que estaba sentado erguido en su mesa, en un rincón del despacho, tecleando algo, se puso rígido.
«Niels»
«Sí, comandante»
«Creí haberte dicho que te fueras a la cama»
«No, Mayor»
Leon dirigió su mirada a la pared frente a él. Aún estaba oscuro fuera de la ventana, pero las manecillas del reloj señalaban poco antes de las 6.15 de la mañana.
«Bueno, para ti es casi la hora de salida. Yo no tengo hora de salida»
No había salido del centro de mando desde el miércoles pasado.
«Hoy tampoco tengo....»
«No importa. Puedes irte cuando sea la hora»
murmuró León, interrumpiendo la mirada inútil del cabo.
«De todas formas, los demás se presentarán pronto al servicio»
Otro día pasó así. Sin ninguna cosecha.
Pop Pop.
La pelota de béisbol se elevó hasta una altura que casi tocaba el techo antes de caer de nuevo en su mano. Leon se recostó en el sofá, lanzando y atrapando la pelota de béisbol, volvió a pensar.
Estaba haciendo una audaz llamada de supervivencia en el lugar equivocado -no, en medio de la nada- y no lo sabía.
Cuatro informes hasta el momento. Con un intervalo de cuatro a diez días.
La última llamada fue el miércoles pasado, así que hoy, viernes, es el noveno día.
Era hora de otra llamada.
León lanzó y atrapó mecánicamente la pelota de béisbol, repasando la información que había recitado tediosamente durante los últimos días.
Gafas de sol, sí, eso lo primero, porque los ojos son lo más decisivo.
Tal vez podría conseguir que los rebeldes prohibieran las gafas de sol de alguna manera, pensó Leon, para eso haría falta un dictador.
Entonces también podría prohibir el tinte para el pelo.
'Pelo negro.... Daisy con el pelo negro.... Grace Riddle de pelo negro....'
La comisura de la boca de Leon se crispó al pensarlo. Quizá no deberían prohibir los tintes.
Era todo un espectáculo para la vista, si hubiera estado delante de ella, le habría subido la falda y le habría arrancado la ropa interior. Lo que sucede a continuación es obvio.
«Joder....»
Camino por una ciudad llena de hombres con cara de querer abalanzarse sobre ellos, pero al menos puedo ver que soy el dueño. Nadie se atrevería a tocarlo.
Fiu. fiu.
El ruido sin sentido comenzó de nuevo.
Debes estar en buena forma para viajar por todo el país.
Cuando la preocupación se calmó, el resentimiento asomó su fea cabeza.
No puedo creerlo.
Grace Riddle, me abandonaste, sin una última palabra.
Era una mujer que se había permitido el lujo de guardar sus últimas palabras y su último puñetazo para su ex prometido, sin embargo lo había abandonado sin decir ni una palabrota sobre ser un bastardo. Como si él no valiera la pena.
¿Y luego tuvo el descaro de llamar a mi oficina?
Eso fue cruel.
No quiere volver a verme, pero quiere seguir usándome.
Eso fue aún más cruel.
Agarré la pelota de béisbol con tanta fuerza que los tendones y los vasos sanguíneos del dorso de mi mano se abultaron.
Thud.
Sonó el teléfono. Era el teléfono del centro de llamadas, que sonaba con fuerza.
Cuando el soldado al otro lado de la línea le miró nervioso, Leon se levantó de un salto del sofá y ladró una orden.
«Haz lo que te digo»
«Sí, señor»
El soldado tragó saliva y descolgó el auricular.
«Primer Grupo Especial. ¿En qué puedo ayudarle?»
El soldado levantó la cabeza en cuanto descolgó el teléfono y asintió enérgicamente a León, que se puso a su lado. La persona que llamaba era una mujer joven. Leon cogió inmediatamente el auricular.
[...¿Es este el lugar adecuado para tomar un informe?]
Sonaba un poco carrasposo. Era la voz familiar que había oído por la mañana.
El sonido de la voz de la mujer le produjo un pequeño escalofrío, que comenzó en el oído y se extendió por todo el cuerpo. Sintió como si cada célula de su cuerpo se despertara, tuvo que apretar los dientes para resistir el impulso de preguntar dónde estaba ahora mismo.
Leon cogió el lápiz que había sobre el escritorio y le sacó punta a la nota del soldado raso.
Sí, así es, ¿Dónde estás?
Incapaz de entender lo que la mujer había dicho, habló por el auricular de su teléfono, repitiendo las palabras que él había escrito.
«Sí, eso es, ¿Dónde estás?»
[Estoy en Billford, Camden]
Leon tuvo que apretar aún más los dientes para reprimir una carcajada. Camden. Y Billford estaba a sólo cuatro horas en coche.
Había puesto un pie en sus tierras sin importarle nada. Esto también le parecía una burla cruel.
[Alguien que vivía en el mismo callejón que él era aparentemente un rebelde....]
Estaba absorto en sus notas mientras ella hablaba.
Camden, Billford. Localízalo.
El soldado raso se irguió y siguió su gesto hasta el despacho del ayudante, cerrando la puerta tras de sí. Ahora se pondría en contacto con la compañía telefónica y preguntaría por la operadora de Winsford que había transferido la llamada. Rastreando la llamada hacia atrás, podría localizarla.
[Viajando hacia el sur desde la intersección de las calles Newton y Belmont....]
Leon suspiró mientras se sentaba en el asiento donde había estado el cabo, escuchando la voz de la mujer que parloteaba de forma anticuada y chismosa.
[Madison....]
La voz de la mujer se detuvo en ese momento. León, que había estado escuchando su silencio en el ambiente tenso de una discusión silenciosa, habló primero.
«Hola, cariño»
Su voz era aún más grave de lo habitual al escupir las palabras, conteniendo las emociones que amenazaban con desbordarse.
La mujer permaneció en silencio durante mucho tiempo después de escuchar su voz, de repente se echó a reír.
[Hola. Llegas muy temprano, ¿eh?]
«Ahora no tengo que esperar a que te despiertes»
[Dios, ¿estás diciendo que soy demasiado dormilona?]
«Por supuesto que no. Todo lo contrario»
Los dos intercambiaron saludos con tal despreocupación que un extraño podría haberlos confundido con amantes perdidos hace mucho tiempo.
«¿Has desayunado?»
[Sí]
«Bien. Por cierto, ¿Cómo está el niño? Dile que su padre le echa mucho de menos»
Se oyó una risita al otro lado del auricular. Leon alargó la llamada todo lo que pudo para ganar tiempo de seguimiento, pero fue al grano.
«Nena, ¿Dónde andas vagando en este frío invierno sin mis cálidos brazos? Estoy preocupado por ti»
[No estoy vagando. Estoy muy bien en mi cálido y acogedor lugar sin ti]
«Eso lo sé muy bien»
Soltó una risita, preguntándose qué tenía de gracioso decir que sabía dónde estaba. Suspirando, Leon quitó la falsa jovialidad de su voz.
«Ahora podemos ser razonables por favor....»
[¡Oh, claro! ¡Felicidades!]
La mujer ni siquiera le escuchó y continuó felicitándole.
[¿Debo llamarte Su Excelencia Conde o Mayor ahora?]
«Hmm, pensé que no habías oído de mí»
[Bueno, por supuesto que sí. Estoy tan harta. Me siento como si estuviera cautiva, incluso cuando estoy lejos de ti]
«Bueno, si ese es el caso, prefiero ser atrapado....»
[Sabes que estás en deuda conmigo por todo esto, te estaré eternamente agradecida]
«Lo sé, por eso estaré en deuda contigo el resto de mi vida....»
Con la mirada fija en la puerta del despacho del ayudante, que seguía firmemente cerrada, interrumpió la conversación.
[Oh, cierto, tengo una confesión que hacerte]
«...¿Qué confesión?»
[Te mentí]
«Te perdono. Así que vuelve»
Ella refunfuñó que él estaba siendo generoso sin siquiera escuchar lo que decía, luego hizo una confesión que Leon no había pedido.
[En realidad, aquella noche había cuatro personas involucradas en los asuntos de tu padre, no tres]
«¿Qué?»
[Te acuerdas de Fred Wilkins, ese meritorio traidor]
«Uh, por eso lo maté»
[Su padre, David Wilkins, también estaba en la casa de campo esa noche]
Leon agarró su lápiz como si fuera a romperlo al recordar haber visto el nombre en la lista de los líderes encarcelados del campo.
[Oí que cometió un error fatal, no sé cuál fue, pero vi a Jonathan Riddle padre consolando al Tío Dave]
Leon apretó los dientes.
«¿Por qué me lo has ocultado todo este tiempo y ahora me lo dices?»
[¿Por qué no? Antes no, pero ahora tú y yo tenemos el mismo enemigo y nos ayudamos mutuamente]
«No sé si te estoy usando para vengarme o tú me estás usando para vengarte»
Murmuró Leon, luego dejó escapar un largo suspiro.
[¿Qué? ¿No lo atrapaste?]
«Está en el campamento»
[Entonces ¿Qué pasa?]
«Eres tú, una zorra»
Asure: acá se refiere a zorra (astuta), no la otra zorra (bitch)
Se enfureció cuando la acusó indirectamente de mentir sobre la muerte de su padre, entre otras cosas.
[Vaya, te he dicho la verdad, me vas a acusar así, no te voy a ayudar en el futuro....]
No sé si hago esto porque me remuerde la conciencia o qué. La mano que sujetaba el lápiz se agitó cuando un ruido inesperado se mezcló con la voz emocionada de la mujer.
La débil nota grave era el milagroso sonido del tren. La nota aguda era sin duda el silbato que anunciaba la salida.
La mujer estaba en una cabina telefónica pública de la estación de tren.
En cuanto terminó de escribir la nota, Leon lanzó la pelota de béisbol a través de la puerta del despacho del ayudante.
Pak.
Un crujido sonó en el fino cristal de la puerta. Exactamente tres segundos después de que la pelota cayera al suelo, un soldado raso se acercó sigilosamente a la puerta y se asomó por la rendija. Leon le tendió la nota para que la viera mejor.
Policía a las estaciones de Wilford Central y Oeste, ya.
El cabo asintió y cerró la puerta. Ahora vamos a seguir el guión y llamar a la policía para que coopere.
[...¿Qué ha sido ese ruido?]
Preguntó la mujer, haciendo una pausa para ver si había oído romperse la puerta.
«Oh no, algo se me resbaló de la mano»
[...]
Ella parecía pensar que él había golpeado con el puño el escritorio.
«Oh, ¿por eso huiste, porque temes que me enfade contigo? No lo haré, así que vuelve, ¿vale?»
Había dos estaciones en Wilford. En cualquier caso, el objetivo de Leon a partir de ahora era entretenerla hasta que llegaran los agentes y la encontraran. Ya se le estaba empezando a secar la boca.
[¿Así que lo que estás diciendo es que mi trabajo como cebo ha terminado y que debería volver a la trampa? Piénsalo. ¿Por qué querría volver con el hombre que me infligió toda esa humillación, cuando tú no eres más que un bastardo que me utilizó para tus propios deseos]
«No te utilicé para mis propios deseos, estaba intentando desaprender tu lavado de cerebro, no me creías por muchas veces que te dijera la verdad, así que no tuve más remedio que dejarte experimentar y ver por ti misma. Sé que es una forma radical de hacerlo, alejada del sentido común, pero sin mi hijo, habrías vuelto a estar bajo el mismo demonio que te dictó tu régimen de belleza y habrías sido utilizada igual»
[Excelente. Autodefensa o excusa. Intenta ser abogado cuando dejes la milicia]
«Como sea, mis métodos funcionaron al final, no puedes negarlo. Abriste los ojos a la verdad gracias a mí»
[Oh, sí. Se me saltan las lágrimas gracias a ti. Qué negocio más rastrero el tuyo, sin pedir nada a cambio salvo que dé a luz a tu hijo y esté atada a ti el resto de mi vida. Dios mío, Excelencia, esto va a arruinar al Conde]
La mujer se burló sarcásticamente, y luego, con voz pesada, interrumpió.
[Yo obtengo mi venganza, tú obtienes tu título de caballero, ese es el final de nuestro asunto]
«Te equivocas, tu venganza aún no ha terminado, por eso viajas por todo el país con ese cuerpo, no hace falta, yo me encargaré de ellos por ti, los exterminaré sin que muevas un dedo»
[Lo único que puedes hacer es decirme que vuelva, ya me aburrí, adiós]
Mientras colgaba el teléfono, Leon cambió rápidamente de tema.
«Por si no te has dado cuenta, no soy el único que te persigue»
[Dime algo que no sepa]
«¿De verdad me refería a los rebeldes?»
La mujer se calló, inesperadamente.
«Los monárquicos también te persiguen»
[...¿Los monárquicos?]
«Recordarás que el inspector vino a las dependencias buscándote. El rey y el Gran Duque están detrás, descubrieron tu presencia cuando trataban de encontrar un punto débil para presionarme con el arma Sinclair»
[...¿Y aun así me mantuvieron encerrada en lugar de dejarme marchar?]
Murmuró la mujer, enloquecida.
«La familia real y el Gran Ducado te siguen la pista, cuanto más poderoso me vuelvo, más desesperados estarán por encontrar mi punto débil»
La mujer se quedó estupefacta, sin habla. Leon había tenido razón.
El hecho de que la Familia Real y la Casa del Gran Ducado también la estuvieran buscando era, por ahora, sólo una suposición por su parte. Por supuesto, ella no necesitaba saberlo.
«Incluso tu padre biológico está desesperado por encontrarte, porque conoces un secreto que le hará caer de una vez por todas»
León clavó una cuña, su agitación palpable incluso a través del auricular.
«Sabes mejor que nadie que puedo protegerte. Vuelve si quieres vivir»
Suspiró y murmuró.
[Cuando regrese, usarán la excusa de que todos me persiguen para encarcelarme]
«Encarcelamiento. Ya conocen mi plan»
[Entonces....]
Después de un momento de silencio, ella exigió.
[Ruégame]
Leon se quedó sin habla. Estaba claro que ella quería que le rueguen, pero él no tenía otra opción.
«Vuelve»
[¿Eso es rogar? Ruega como es debido]
Leon, que nunca había suplicado a nadie en su vida, se tragó la amarga humillación que le subió a la barbilla y escupió las palabras con dificultad.
«...Por favor»
La mujer soltó una carcajada desgarradora, preguntándose qué le hacía tanta gracia, luego borró bruscamente la sonrisa de su rostro.
[Estás omitiendo algo importante]
Leon gimió, ahuecándose la cara con una mano, antes de volver a hablar.
«Lo siento, ha sido culpa mía, así que vuelve, por favor»
Fue una advertencia más que una petición. No había manera de que una persona inteligente se le hubiera escapado eso.
[Te disculpas con demasiada facilidad, no veo ningún signo de remordimiento]
«Estoy seguro de que no lo sientes por teléfono»
[Ya tienes mala actitud, ¿No dijo el gran capitán Winston que cuando ruegues, asegúrate de saber lo que quieres que se haga y cómo quieres que se haga]
La mujer hizo lo que él esperaba que hiciera. Golpeó el escritorio con el lápiz, dándole vueltas a las palabras que había reunido en su cabeza.
«Fui duro contigo, te odié, fue demasiado y no lo volveré a hacer, te perdono por lo que me hiciste. Quiero hacer borrón y cuenta nueva contigo, así que dame una oportunidad»
Ella no contestó.
«Por favor»
Volvió a suplicar, la respuesta fue escalofriante.
[Las promesas vacías no funcionan, Leon Winston]
El lápiz en la mano de Leon se quebró con un fuerte crujido. Lo que quería romper ahora era su propia garganta por haberle dicho esas palabras.
Ha ido a pagar por todas las cosas que le he hecho. Leon no tuvo más remedio que aceptarlo. Parecía un paso necesario para hacer borrón y cuenta nueva.
«Si quieres pagarme por toda la mierda que te he hecho pasar, ven y hazlo tú misma»
Urgh
La mujer resopló.
[Te equivocas, ya no te guardo rencor ni me interesas]
En ese momento, algo se agitó en las tripas de Leon.
[De todos modos, gracias por decirme la verdad, ahora seré una mancha en tu vida, que por lo demás es perfecta]
«¿Cuándo te he llamado mancha....?»
[Oh, vaya, veo a esos mensajeros que enviaste aquí, será mejor que me vaya]
«Eso....»
Estaba a punto de llamarla por su nombre. Ella lo llamó primero.
[León]
«¿Eh?»
[¿Todavía me amas?]
León cerró los ojos con fuerza.
«...Sí»
[¿Así que eres infeliz?]
«.......»
Mientras él seguía sin habla, ella colgó el teléfono. Dejando sólo una mueca a su paso.
«¡Grace!»
Él la llamó, pero ella no lo escuchó.
***.
No la atrapé después de todo.
No, casi lo hice. Casi.
Fue capturada por oficiales en la estación central de Billford. El problema fue que los agentes no se dieron cuenta de lo astuta que era.
Se dejaron engañar por ella fingiendo estar de parto y fueron al hospital en vez de a la comisaría, mientras ellos miraban hacia otro lado, ella desapareció en el abarrotado hospital.
Desapareció de nuevo mientras él corría de vuelta a Billford.
Una semana después, llegó una carta al cuartel general del Primer Grupo Especial, dirigida a Leon. El nombre del remitente estaba escrito con descaro: «Daisy Abington».
Cuando Leon la abrió, se sintió descorazonado.
Dentro había una nota que explicaba cómo encontrar los mensajes de los rebeldes de Blanchard en los anuncios de los periódicos y cómo descifrarlos.
Era una expresión de intención de dejar de informar.
León aún tenía esperanzas. Estableció una fuerza alrededor de los escondites rebeldes y los puntos de encuentro que había encontrado siguiendo las instrucciones de la mujer, por si aún no se había desprendido de sus pensamientos vengativos y le seguía la pista.
Incluso intenté provocarles con falsos anuncios en el periódico, haciéndome pasar por un carroñero.
Pero pasó un mes y ninguna 'mujer embarazada con gafas de sol' apareció en el punto de encuentro ni en el escondite. Era sólo un montón de ratas.
En cuanto tuvo forma de confirmar su seguridad y paradero, volvió a desaparecer.
En ese momento, Leon se hartó y destrozó la última trampa con sus propias manos.
«Has visto mi cara en los periódicos, así que no hace falta que me presente»
Leon se sentó con las piernas cruzadas frente a una mesa destartalada, sacó un puro y preguntó.
«Encantado de conocerte, Charles Henderson. No, Jonathan Riddle Jr.»
Sonrió con el rabillo del ojo, el hombre que estaba al otro lado de la mesa, mirándole en silencio, apretó los puños. Detrás de él, la mujer sostenía a un bebé en brazos, temblando. El niño, que parecía tener dos o tres años, se agarraba al dobladillo de la falda y miraba con los ojos muy abiertos a los soldados que registraban la casa.
Una docena de soldados rastrillaban la casa de un obrero en ruinas en la esquina de la granja Red Hill, mientras otra docena registraba el exterior.
En realidad no la estaban buscando.
Ya sé que no está aquí. Hemos estado vigilando este lugar desde antes de que desapareciera.
El propósito de la búsqueda era doble: encontrar algo que pudiera llevarnos hasta ella, y presionar a Jonathan Riddle Jr. asustando a su familia.
«Bueno, Joe....»
A juzgar por la forma en que la mujer jadeó y tiró de la manga de su marido, el segundo objetivo ya se había conseguido.
«Oh, no.... Tu mujer parece bastante asustada, deberías haber llamado antes»
Mientras Leon se reclinaba en su silla y se burlaba, Jonathan Riddle Jr.
«Lento. Dos meses. Grace dijo que estarías aquí en un mes a más tardar»
La mano de Leon se congeló mientras se llevaba el puro encendido a la boca.
Estuvo planeando su huida desde entonces.
El puro le supo amargo en la boca incluso antes de darle un mordisco. Volvió a mover la mano en pausa, reprimiendo el amargo pesar de que debería haberla atrapado en cuanto regresó a la estación de Chesterfield. Sus dientes se hundieron en la punta del puro.
«Porque no me conoce tan bien como parece»
Igual que yo no la conozco a ella.
«Campbell»
Los ojos de Leon se desviaron hacia Campbell, que estaba de pie detrás de él, abrió la carpeta que tenía en la mano y empezó a leer.
«Dirigió el asalto al tren correo de Oakley, colocó bombas en la ruta del desfile del vigésimo aniversario del rey, rezó por el asesinato del rey, se infiltró en el ejército como recluta, provocó incendios, falsificó identificaciones y documentos oficiales....»
La recitación se detuvo cuando Leon levantó la mano izquierda. Miró la cara de Jonathan Riddle Jr., que estaba cenicienta desde hacía un momento, sus ojos se arrugaron.
«No lo niegas»
Por supuesto que no. Todo esto se basaba en el testimonio de quienes habían participado en el crimen.
«Mereces que te lleven al campo ahora mismo»
El agarre de la mujer sobre la manga de su marido tembló visiblemente, mientras un sollozo incontrolable brotaba de ella, Leon le sonrió y añadió:
«Ah, tu mujer también participó en algo de esto, también....»
Jonathan Riddle Jr. apretó los dientes y dio la respuesta que quería.
«Responderé a cualquier pregunta que tengan, pero no toquen a mi mujer ni a mis hijos»
Leon fulminó a Campbell con la mirada, pronto los soldados estaban fuera, registrando el salón y la cocina. Cuando empezaban a sacar a las mujeres y los niños, el hombre los detuvo.
«No se preocupe. Sólo quiero hablar contigo en privado»
La caótica habitación pronto se calmó. Joe observó desde la ventana cómo Martha y los niños eran conducidos por los soldados a la casa del dueño de la plantación, luego se sentó de mala gana para enfrentarse al demonio cuando se lo ordenaron.
El demonio cogió un puro de una pitillera que había sobre la mesa y se lo ofreció a Joe, que negó con la cabeza.
Winston le preguntó entonces si conocía toda la historia del exterminio. Joe no tenía ni idea, pues sólo se había enterado por la radio y no se le había acercado la gente de Blanchard desde aquel día. Ante la 'amable' explicación de Winston, el rostro de Joe se torció.
«Todavía queda trabajo por hacer»
Maldita sea, ¿era esa la palabra?
La comprensión del papel de Grace en la caída de Blackburn dejó a Joe sin habla por un momento antes de que lograra recomponerse y preguntó.
«Entonces, ¿Qué quieres saber?»
Ya sabía lo que iba a preguntar: dónde escondía a Grace.
Pero las preguntas de Winston estaban fuera de lugar desde el principio.
«¿Cómo te llamó?»
Joe frunció el ceño. Miró a Winston por un momento, luego contestó sin rodeos.
«Joe»
«Sí, Joe. ¿Se llevaban bien tu hermano y tú?»
Joe asintió sin vacilar.
«Hmm... Bueno, supongo que debemos estar en buenos términos si ella te extorsionó dinero y me lo dio como regalo de Pascua»
La cara de Joe se contorsionó al recordar que había recibido una gran suma de dinero de Grace la pasada Pascua, pero no tenía ni idea de que era suya.
Era un buen momento para estar despistado y persiguiendo el culo de una criada. Leon cortó el inútil preámbulo y fue al grano.
«Debió de acudir a usted en algún momento entre la noche del 23 de diciembre y la madrugada del 24. ¿De qué hablaron?»
Había predicho que, una vez roto el lavado de cerebro de la mujer, se mostraría vengativa. Pero el comportamiento de la mujer el día de la purga había sido más de traicionada y furiosa de lo esperado.
Leon se lo creyó. En sus conversaciones con él, ella debía haber descubierto algo, algo que él no sabía.
«Grace dijo que había algo que quería preguntarme: si ella era el hijo de mi padre....»
Mientras Leon escuchaba a Jonathan Riddle Jr. en silencio, tuvo una extraña sensación. Sentía que faltaba lo más importante.
«Eso es todo»
«No, eso no es todo»
Con un suspiro, salió humo blanco. Leon advirtió al bastardo, que seguía echando humo de rabia.
«No sabes quién soy. He pasado una década determinando las mentiras de tus camaradas, mi experiencia me dice que estás mintiendo ahora mismo. No intentes fingir»
La mujer era de carne y hueso, pero él siguió terco y argumentó.
«Ya no somos camaradas»
«Sí, seguro que los hombres con los que compartirás celda en el campamento también lo piensan. No eres un camarada, eres un traidor»
Joe se estremeció ante la amenaza de ser enviado al campamento si no confesaba. Estaba lleno de hombres que han sido capturados por la traición de Grace. Seguramente tomarían represalias contra él y su familia.
Maldita sea. Joe tragó saliva, repitiendo las mismas palabras una y otra vez.
Deberían haberlo capturado ese día.
Menos mal que había dirigido sus flechas contra los perpetradores en vez de contra él, pero sólo había delatado la ubicación de su base de operaciones, no el hecho de que se le echarían encima y se vengarían.
Tak. Tak.
Los pensamientos de Joe fueron interrumpidos cuando la punta de su dedo índice comenzó a golpear la mesa con un ritmo constante.
Miró a Winston, que le estaba presionando tácitamente para que le contara todo. Estaba perplejo; no entendía por qué había venido hasta aquí y exigía más cuando ya había cumplido su propósito de vengar la muerte de su padre en la destrucción de la base de operaciones.
«¿Qué demonios quieres saber? Si se trata del paradero de Grace, no lo sé, eso es algo que quiero saber más que nadie»
Los ojos de Winston se endurecieron ante eso.
«Te he preguntado de qué estabas hablando»
«¿Por qué necesitas saberlo? Es un asunto privado entre mi hermana y yo, nada que ver con los rebeldes»
«Creí haberte dicho que dejaras de mentir»
Le espetó León en cuanto hubo apagado el cigarro sobre la desgastada mesa.
«Ugh....»
Maldita rata. Si no hubiera estado en malos términos con ella, ahora mismo le habría hecho hablar como a cualquier otra rata. Leon le tiró del cuello y le miró fijamente a los ojos avellana, gruñendo.
«Te dije que me contaras todo lo que ella te dijo»
León lo soltó como si fuera a lanzarle una bofetada al todavía testarudo y sacó un nuevo puro de la vitola.
«Te daré tiempo para pensar en ello hasta que fume todo esto, sino hay nada, tú y tu mujer se van al campamento, los niños al orfanato»
El rostro de Jonathan Riddle Jr, visible a través del humo blanco, parecía bastante apenado. Se quedó pensativo, como si le pidieran que eligiera entre matar a su mujer o a sus hijos, cuando el cigarro le llegó a la altura del pulgar, se levantó de un salto.
Rebuscando en los armarios de la cocina, puso ante Leon un diario con las esquinas deshilachadas. Al hojear la portada, vio un nombre escrito con alfabeto.
«Ah, el diario de la infame zorra»
Joe fulminó con la mirada a Winston mientras éste empezaba a hojear el diario de su madre, luego se pasó una mano bruscamente por la cara.
Maldita sea. Maldición. Lo siento mucho, madre.
Fue un momento humillante, tanto para él como para su difunta madre. Ese demonio seguramente disfrutaría exponiendo a su némesis, su madre, por lo que era.
Pero contrariamente a las expectativas de Joe, el rostro de Winston palideció al pasar las páginas.
«.......»
Leon se quedó mirando la última página en blanco durante lo que pareció una eternidad, con la mano en su cigarro cada vez más corto.
«¿Esto... es lo que vio?»
Cuando Joe asintió, Leon se llevó una mano a la frente y cerró los ojos.
«Joder....»
Enviada por su hermano para averiguar la verdad que rodeaba su nacimiento y su belleza, la mujer se enfrentó a una verdad aún más horripilante, una verdad tan horripilante que es un milagro que no se suicidara en el acto.
Asure: Feliz domingo chiques, pagina 146/579 .... un capítulo más y terminamos el primer arco del volumen IV .... espero les guste la traducción
PD: igual que la semana pasada, si se llega a 40 reacciones + 10 comentarios (1 por persona) tendrán un capítulo más en la semana (técnicamente seria terminar el primer arco), el segundo arco por el nombre, parece que va nacer la hija .... asi que terminamos octubre con esto
Ey, estoy de vuelta ----> Si te gusta mi trabajo, puedes apoyarme comprándome un café o una donación. Ya tu sabes, no te exijo, es de tu bobo aportar o no, no te exijo :p
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