Una oficina con vistas a los andenes de la estación central de Chesterfield en la oscuridad y el silencio parecÃa una estación de ferrocarril a plena luz del dÃa.
Una docena de soldados parloteaban con sus teléfonos en lo que se habÃa habilitado como improvisado centro de mando, todos repitiendo las mismas palabras como loros.
«SÃ, necesito saber si algún revisor o personal de la estación ha visto a una mujer embarazada con el pelo multicolor, los ojos azul verdoso y un abrigo marrón claro....»
Las llamadas a las estaciones de todo el paÃs, en busca del tren en el que viajaba el objetivo, se prolongaron durante horas en vano.
Fuera, soldados movilizados del Mando Central buscaban en estaciones de tren y ciudades hasta altas horas de la noche. Todo por encontrar a una mujer.
La mayorÃa de los hombres que participaron en la operación no tenÃan ni idea de quién era. Todo lo que sabÃan era que se trataba de una figura de alto nivel que habÃa sido capturada recientemente y de la que se decÃa que conocÃa importantes secretos sobre los rebeldes.
En cuanto se abrió la puerta, cesó el ruido ensordecedor. Todos dejaron de hacer lo que estaban haciendo y se levantaron al unÃsono para saludar, pero el educado comportamiento sólo sirvió para irritar al comandante.
«Ya que pueden permitirse levantarse, supongo que habrán encontrado a Bella, que se ha ido a casa»
Cuando los rostros de todos se tornaron cenicientos, el capitán dio media vuelta y se dirigió a la sala de conferencias con gesto severo. Mientras el parloteo de voces volvÃa a convertirse en una vertiginosa cacofonÃa de preguntas sobre el paradero de la mujer, el capitán ladró instrucciones a Campbell.
«Llama a Teniente McGill»
«Sû
Campbell transmitió sus instrucciones al subteniente que le esperaba y señaló con un dedo una cara conocida sentada ante un escritorio. El soldado que habÃa seguido a la mujer desde Halewood hasta Winsford saltó de su asiento y corrió hacia él.
«¿Nancy Wilkins?»
Pronunció el verdadero nombre de la rebelde, que habÃa aprendido al escuchar la conversación de la mujer. Su rostro se ensombreció al preguntar si han averiguado algo sobre el paradero de Wilkins.
«No hay información nueva en este momento»
Le contó a su compañero cómo habÃa descubierto que Grace Riddle habÃa estado vigilando el complejo de Winsford, Wilkins se escabulló de sus perseguidores.
«¿Y los Crawford?»
«Me han informado de que están de vacaciones y tardarán en confirmarlo»
«¿Cuánto tiempo?»
«Supongo que a principios del año que viene....»
El soldado informó en voz baja y miró hacia la sala de conferencias. Más allá de la puerta de la sala de conferencias habÃa un tablero negro con el estado del seguimiento, y los ojos del capitán se iluminaron cuando se paró frente a él.
Acababa de volver de interrogar al portero que habÃa mentido al rastreador. El portero habÃa dicho que sólo habÃa ayudado a la mujer porque creÃa que estaba retenida por una red de traficantes o algo asÃ.
Pero eso no era lo que el capitán querÃa saber, no sus motivos. No era un secreto para nadie que la conociera que Grace Riddle no tramaba nada bueno.
Lo que querÃa saber era su paradero, pero ni siquiera él tenÃa ni idea de adónde habÃa ido.
Campbell despidió al soldado de vuelta a su puesto tras su informe y sacó un cigarrillo de su seno.
La rata se colgó la bomba del cuello y salió corriendo.
«Joder ....»
El servicio de inteligencia nacional se habÃa estado preparando durante meses.
Asà que no es que no esperaran esto. En esos meses, habÃan incorporado flexibilidad para adaptarse a las variables, seguÃan el plan en caso de que desapareciera en tránsito.
Pero no se llamarÃa 'seguir el plan'. Cuanto más se alejaba, más se alejaba el destino final.
Campbell hizo girar los engranajes de su encendedor y se encontró en silencio.
No, ¿Cómo podÃa una mujer embarazada dejar atrás a cinco soldados?
Además, no habÃa estado más que retraÃda desde su encuentro en Winsford, asà que no esperaba que corriera como un potro con el culo en llamas.
Campbell cerró la boca en cuanto se echó a reÃr y entrecerró los ojos por la habitación. Afortunadamente, su jefe no le vio reÃr porque tenÃa los ojos bien cerrados y las yemas de los dedos apretadas contra la frente.
Por la mañana, pensó que la mente del capitán estaba tan torcida como ese nudo de corbata. Pero menos de un dÃa después, estaba aún más torcida que ese nudo.
Campbell sabÃa lo que estaba en juego en esta operación.
El futuro de la Casa Winston.
Para el capitán, que habÃa caÃdo en desgracia con el rey por su participación en la caÃda de la Casa Sinclair, esta era su oportunidad de cambiar las tornas.
Por supuesto, el Capitán tenÃa más que eso en mente.
Está obsesionado con enviarla allÃ, aunque ya tiene una pista sobre la guarida de la rata.
Cuando se acercó a la ventana para encender el fuego, se abrió la puerta de su despacho y entró un oficial de enfermerÃa de mediana edad, todavÃa de paisano.
'Parece un cadáver'
Los ojos de Campbell siguieron el rostro pálido del teniente McGill mientras se dirigÃa a la sala de conferencias.
Grace Riddle bien podrÃa ser un gato negro disfrazado de humano, porque todos los que se asocian con esa astuta mujer están condenados.
***
«Capitán, le llaman»
El capitán, que habÃa estado mirando la pizarra, volteó la cabeza en esa dirección. En ese momento, Teniente McGill apartó la mirada, sobresaltado, aunque sabÃa que no debÃa haber evitado los ojos de su superior.
La imagen posterior del momento fue desgarradora. Los ojos azules, que brillaban en las sombras proyectadas por la coronilla, seguÃan mirándole fijamente.
Hace tres meses que se incorporó a esta operación, con la esperanza de que se abriera una vÃa de ascenso que quedó bloqueada por un error cometido hace mucho tiempo. El teniente estaba acostumbrado a ver oficiales rÃgidos y maleducados, pero cuando vio el aspecto pulido y el porte digno del Capitán Winston, pensó que no habÃa nadie más adecuado para el ejército.
Pero en cuanto empezó la operación, se convirtió en el soldado más rÃgido que habÃa visto nunca.
Y ahora temÃa que se convirtiera en el Vampiro de Camden que siempre habÃa creÃdo que era una exageración.
«Cierra la puerta»
El teniente dio un paso hacia el interior y respiró hondo mientras cerraba la puerta tras de sÃ. Volvió a darse la vuelta para encontrarse con el teniente ahora totalmente girado hacia este lado, mirándola inquisitivamente.
La sala de reuniones empezaba a parecer una sala de interrogatorios.
La primera vez que le informó de la situación, el capitán se habÃa mostrado impaciente, pero no habÃa reprendido a su copiloto y habÃa vuelto a dirigir la operación revisada.
Asà que tal vez te haya llamado para darte una reprimenda que llevaba tiempo queriendo darte. Le costaba respirar con la presión, un sudor frÃo le recorrÃa la columna vertebral.
«Teniente McGill»
«SÃ, Capitán»
«Quiero un informe completo de su conversación con el objetivo»
La teniente relató su conversación con la mujer, esforzándose por recordar cada expresión facial e inflexión. En un momento dado, la teniente arrugó el ceño. Entonces comprendió vagamente en qué se habÃa equivocado.
Leon dejó escapar un suspiro de cansancio.
Utilizar a una enfermera oficial era una batalla perdida. A pesar del intenso entrenamiento de los últimos tres meses, la falta de experiencia sobre el terreno le habÃa llevado a cometer errores en un momento tan crÃtico.
Leon no tenÃa muchas opciones. Las mujeres soldado eran escasas, la mayorÃa de las disponibles habÃan estado vigilando las cámaras de tortura, por lo que habÃa muchas posibilidades de que conociera la voz.
De las pocas candidatas disponibles, eligió a una oficial de enfermerÃa por si el estado de la mujer empeoraba, con un rostro y un rango de edad que la hicieran menos recelosa.
«¿No te dije que es muy perspicaz? cuida tu lenguaje, cuida tu comportamiento. Demonios , ¿No me has oÃdo?»
«Lo siento»
«Continúa»
«SÃ, después de eso, le pregunté si era su primer hijo, me dijo que sÃ, que estaba emocionada y asustada a la vez....»
León no pudo contener la risa.
Emocionada por tener un hijo, Lani.
Estaba fingiendo resignación, haciéndose la inofensiva, la mujer normal, mintiendo cuando no tenÃa por qué hacerlo, cuando seguÃa sin querer tener un hijo.
SabÃa que era una trampa.
Desde cuándo lo sabÃa, desde el lapsus linguae del teniente, tal vez incluso antes....
En cuanto escapó de la mansión, fue al piso franco de Winsford. Allà obtuvo fondos para viajar hasta donde está su prometido, donde es traicionada por él y presencia a los rebeldes en todo su feo esplendor, donde recupera a una mujer completamente libre de su lavado de cerebro y derriba su base.
Era lo que más esperaba.
Pero la mujer habÃa desempeñado bastante bien su papel de mayor variable en esta operación.
Leon pensó en el informe del soldado raso que habÃa oÃdo vagamente la conversación de la mujer en el compartimento contiguo de la cabina telefónica de la oficina de correos.
En un momento estoy luchando contra una rata en un piso franco con el reloj en marcha, ahà es donde todo salió mal. Al siguiente estoy discutiendo con mi prometida por teléfono, traicionada mucho antes de lo que Leon esperaba.
Eso deberÃa haber ocurrido en la base.
Ahora sólo podÃa esperar que el sentimiento de traición se convirtiera en venganza.
Pero la mujer tensa, el prometido que le traicionó diciéndole que se vaya con su hermano, subió efectivamente al tren hacia el este, a casa de Jonathan Riddle Jr.
La base de operaciones está en el norte, en Brayton. Fue una cosecha inesperada del comportamiento descuidado de una mujer.
Crawford 1499 en el área de Brayton.
Fue sencillo obtener el nombre de la región, el nombre de la compañÃa telefónica y el número de la operadora que transfirió la llamada de la mujer.
La ubicación del teléfono 1499, al que la compañÃa de Crawford proporciona la conexión, sigue siendo desconocida, pero el tiempo lo dirá. Asà que no le importaba.
Para León, lo más importante no era encontrar la base, sino asegurarse de que la mujer arrastraba al ejército hasta ella. Tanto si lo hacÃa de buena gana como si no, serÃa vista como una traidora a los ojos de los rebeldes.
Lo ideal serÃa que la propia mujer traicionada traicionara a sus camaradas, pero él no querÃa llegar tan lejos; mientras ella y el grupo rebelde fueran tachados de traidores entre sÃ, habrÃa logrado su objetivo.
Pero tal vez todo esto salió mal porque ella conocÃa su plan desde el principio.
En ese caso, ¿por qué acudir a su hermano?
No era tan estúpida.
«Y lo único que dijo fue que se le hacÃa un nudo en el estómago»
Las palabras del teniente rompieron la cadena de pensamientos.
«Bueno, parece que está bien, teniendo en cuenta cómo huyó de nosotros, asà que no te preocupes....»
Añadió apresuradamente el teniente, mirándole de arriba abajo.
«¿Aún estabas bien después de que se escapó?»
«Estoy bien.......»
«Tienes la osadÃa de decir que no hay de qué preocuparse cuando no lo sabes»
«Lo siento»
«Sal ahora mismo y dile al Alférez Campbell que busque en todos los hospitales y paritorios, por grandes o pequeños que sean»
«SÃ, señor»
Cuando la teniente se marchó, cerrando la puerta tras de sÃ, Leon hizo una pausa para tirar del nudo de su corbata. La punta de su dedo Ãndice tembló ligeramente al tocar el nudo.
Su mano se deslizó dentro de la chaqueta y se detuvo de nuevo, como si no hubiera pasado nada. Leon dejó escapar un largo suspiro.
TenÃa la costumbre de dar caladas a un puro cuando estaba enfadado. Pero desde que le daban náuseas matutinas cada vez que olÃa su puro, habÃa guardado la vitola.
En lugar de eso, se acercó a la ventana y la abrió. Por mucho que respirara el frÃo aire de la noche, no podrÃa apagar su ira y ansiedad latentes.
Pasajes del libro resonaban en su cabeza. DecÃan que los nudos en el estómago podÃan deberse a un shock emocional.
Leon apretó los dientes, recordando las ratas que habÃan conmocionado a la mujer.
Te agradezco que me hayas movido la caja, pero deberÃas haberlo hecho con moderación.
Tarde o temprano, el padre del niño de aquel barco aprenderÃa que no se le daba mejor la moderación que a él.
Dudó hasta el último momento, a pesar de que los médicos le habÃan asegurado repetidamente que estaba sana.
Después de verla marchitarse, Leon ya no se hacÃa ilusiones de que fuera indestructible, hiciera lo que hiciera. HacÃa tiempo que habÃa abandonado la ilusión de que querÃa que se rompiera.
Pero al final, siguió adelante con la operación. Necesitaba una receta fuerte.
No habÃa futuro entre él y ella si lo dejaba como estaba. Aunque él cambiara y desechara la escoria de su odio, ella no cambiarÃa a causa de su falsa fe. No podÃa pasarse el resto de su vida dando vueltas en el mismo cÃrculo de amor y odio.
Leon intentó atisbar en su mente, en la negrura más allá de la ventana.
Ha conseguido fondos para escapar y armas de sus camaradas. Ella no irá a su base porque él la vigila. Asà que cogerá un tren hacia su hermano, pero la descubrirán por el camino.
Aquà tiene dos opciones.
Una, ir a la base.
¿Por qué irÃa allà si ya ha sido traicionada?
¿Arrepentimiento? ¿Venganza?
Si quieres vengarte de ese bastardo, úsame. No trates de hacerlo sola.
Estaban rastreando trenes en dirección a Brayton, pero no ha habido informes de ella en horas.
Entonces se dirige a la opción dos, ubicación tres.
Para Leon, era el peor escenario. Por lo que él sabe, la mujer no tiene otras conexiones. Si se esconde en un lugar sin conexiones, tendrá que buscar por todo el reino -o mejor dicho, por todo el continente- una aguja en un pajar.
La única pista con la que contaba eran sus ojos, lo único que ella no podÃa cambiar, por mucho que lo intentara.
Leon se pasó una mano bruscamente por la cara al recordar los ojos turquesa que habÃan albergado tantas emociones bajo él la noche anterior. Una mujer que no podÃa contenerse. HacÃa que la intimidad de anoche pareciera un sueño.
A dónde. A dónde demonios.
Con la mirada fija en el andén donde ella habÃa desaparecido, intentando recomponer los acontecimientos del dÃa en orden cronológico, Leon levantó la vista de repente.
No, no, no. Tengo tres opciones.
Directo a la puerta, ordenó.
«¡Contacta con el tren original que cogió, la terminal original, inmediatamente! Campbell, ordena a los vigilantes de la Granja Redhill que reanuden la persecución de Jonathan Riddle Jr. inmediatamente»
Tercera opción, volver a tomar el tren hacia su hermano.
«Porque a veces la respuesta más sencilla a un problema difÃcil es la correcta»
Sonrió satisfecho, recordando una vez más la voz feroz de la mujer. Vale, quizá sólo le molestaba que la siguieran.
***
Un ruido estridente irrumpió en la noche vacÃa cuando la puerta de la taberna se abrió de golpe y un grupo de hombres borrachos salió tambaleándose, en dirección a las tierras de labranza de las afueras de la ciudad.
Mientras los compañeros seguÃan parloteando sobre el combate de boxeo de la noche, una persona, que parecÃa tener unos 20 años, miraba hacia atrás de vez en cuando.
A unos diez pasos detrás de ella, alguien le seguÃa. Quizá sólo se cruzaban, pero tenÃa buenas razones para creer que le seguÃan.
Una mujer joven caminando sola por esta parte de la ciudad a estas horas de la noche, cerca de medianoche.
Estaba oscuro, asà que sólo podÃa distinguir su silueta, pero su andar no tenÃa el nerviosismo que suele asociarse a las mujeres que caminan solas de noche.
'¿Ejército o Blanchard?'
Uno a uno, los hombres se separaron en la bifurcación del camino. Incluso su último compañero le saludó delante de un edificio destartalado.
«Feliz Navidad, Charlie»
«Igualmente»
Le devolvió el saludo y continuó por el oscuro camino de tierra. Se limpió el puente de la nariz con una mano enguantada al doblar la esquina de la entrada de la granja.
«Joe»
Alguien le llamaba por su verdadero nombre, no por su alias.
«...¿Grace?»
Joe giró, sobresaltado. La mujer que lo habÃa estado siguiendo todo este tiempo era su hermana. ¿Qué estaba haciendo aquà en el Este cuando supuestamente estaba en una operación en el Oeste?
«¿Cuándo llegaste aquà sin decÃrmelo ....?»
«DÃmelo»
Grace se puso rápidamente delante de él. Las nubes ocultaban la luna, por lo que no podÃa ver la cara de su hermana con sólo un paso entre ellos, pero podÃa distinguir su voz grave.
«...¿Qué?»
«Todo lo que sabes, todo. Sin mentiras»
Se acercaba, por fin, por fin.
Ese fue el primer pensamiento de Joe cuando se enfrentó a la exigencia de su hermana por la verdad.
Asure: Disfruten chiques :v .... feliz domingo (Vamos en la pag. 487 de 555 del volumen 3)
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