La mujer no se rió de la broma.
Los frÃos ojos azul verdoso y los labios rojos, ardientes y brillantes, creaban un marcado contraste. Aunque su rostro estaba teñido de colores intensos, no parecÃa vivo. ParecÃa extranjera, como si le hubieran aplicado carmÃn rojo brillante a un cadáver pálido.
"Intenta sonreÃr un poco".
Leon, que pensaba que se debÃa a su expresión, intentó consolarla con varias palabras dulces. Sin embargo, cuando los ojos tras el velo blanco se mostraron frÃos, murmuró con un pequeño suspiro.
"...Ese maldito viejo".
En ese momento, el rostro de la mujer se distorsionó ligeramente.
"...Estoy cansada. Fiesta o lo que sea, haz lo que quieras y acaba rápido".
En sus oÃdos, sonaba como si ella le estuviera diciendo que se la follara todo lo que quisiera y luego se fuera rápidamente. La mujer se comportaba como una prostituta en cuanto recibÃa a un invitado al que querÃa echar.
Aunque habÃa planeado tratarle como a una dama sólo por hoy, ella estaba a punto de acabar con su paciencia.
Con su cuerpo.
La mujer empezó a quitarse la ropa antes de que él se lo ordenara. El vestido que le rodeaba el hombro izquierdo se lo bajó hasta por debajo del codo, dejando al descubierto uno de sus pechos. Era una demanda descarada para morderla, chuparla y abalanzarse sobre ella.
Sin embargo, lo que le llamó la atención no fue la carne blanca con la punta de un color rosa brillante, sino los largos brazos con arañazos rojizos y estriados.
"¿Por qué has hecho esto?"
Le giró el brazo derecho para poder ver claramente el interior de la herida.
"Tu cuerpo es mÃo, asà que te dije que no lo lastimaras sin permiso".
El hombre cogió pomada del cuarto de baño y se la aplicó a Grace en el brazo.
A sus ojos, aquel amable acto no parecÃa más que coser una muñeca con una costura reventada. Por muy caras y bonitas que fueran las cosas que aquel hombre le compraba y le regalaba, ella sólo se sentÃa tratada como un juguete.
"Creo que no me has entendido..."
Ante el comentario que parecÃa refutar lo que acababa de pensar, Grace interrumpió su hilo de pensamientos y miró fijamente al hombre.
"Dije que la seducción era sucia. No he dicho que tú seas sucia".
El hombre pudo ver claramente que se trataba de una señal de autolesión y por qué se habÃa hecho daño a sà misma.
"Asà que no vuelvas a hacer algo asÃ".
Ella apartó al hombre que intentó abrazarla como si quisiera consolarla cuando su dolor era su propio placer.
"Estás sucia".
Su rostro ensombrecido se tornó rápidamente feroz, como si estuviera realmente preocupado por ella.
"Cariño, ¿no ves que estoy haciendo todo lo posible para que te sientas mejor?".
Apretó los dientes detrás de su boca suavemente curvada, como para demostrar que seguÃa mostrando paciencia y reprimiendo su ira.
"Nunca satisfago los deseos de los demás".
Era porque no lo necesitaba, y no querÃa hacerlo.
"Ni a mis superiores, ni siquiera al Rey, jamás".
No era asunto suyo si les caÃa mal a los demás o no. Él sólo querÃa ser útil y nunca quiso ser amado. Los humanos no eran más que piezas de ajedrez entre sÃ.
Sin embargo, él no querÃa seguir siendo sólo una pieza de ajedrez para esta mujer.
Para él, Grace Riddle era a la vez una pieza de ajedrez, un medio, y también el objetivo mismo que querÃa alcanzar utilizando todos los medios que tenÃa... y esperaba tontamente que ella también lo viera como un objeto.
Aunque sabÃa que algo asà nunca sucederÃa.
Era un maldito estúpido.
"Pero aun asÃ, intento complacerte. ¿No sabes que te quiero más que a nada en este mundo?".
Grace no podÃa estar de acuerdo con la última afirmación. Sin embargo, era cierto que este hombre estaba observando su estado de ánimo esta noche y tratando de consolarla. Por supuesto, no funcionó a su manera egoÃsta y arrogante.
"Y la mujer que descaradamente jugó conmigo dos veces. No hay tonto como yo en el mundo".
"Estoy de acuerdo con tu última afirmación".
El hombre emitió un chasquido por la comisura de su retorcida boca y murmuró como un suspiro que lo dejarÃa llegar tan lejos.
"Hoy es un mal dÃa para los dos, por eso digo que tanto tú como yo debemos mantenernos dentro de los lÃmites. ¿Puedes hacerlo, por favor?"
Ella no contestó.
Lo único que se le escapó fue una pregunta sobre por qué debÃa enfrentarse a personas que estaban de mal humor y las hacÃa sentir aún peor cuando abrÃa la boca.
El hombre que habÃa estado esperando una respuesta dejó escapar un profundo suspiro, luego se levantó la ropa que se habÃa puesto sobre los hombros y se la alisó.
"¿No tienes sed?".
Preguntó suavemente con voz desaliñada, no sé si para calmar su enfado o por resignación, y luego cogió una copa de champán de la mesa y se la puso en la mano.
Grace, que habÃa estado mirando sin comprender las pequeñas burbujas que brotaban del lÃquido dorado, se apresuró a beber en cuanto Winston chocó sus copas. Preguntó al hombre que la observaba con ojos preocupados mientras terminaba su trago.
'...¿Estaba haciendo eso también?'
Cuando el hombre la encerró en la cámara de tortura, sólo se entregaba al alcohol y al sexo, como quien quiere olvidar algo. Entonces, como ella ahora, ¿experimentaba cosas en las que su fe se inclinaba precariamente y sus pies temblaban?
Al igual que aquel hombre, lo único que podÃa ayudarla a olvidar el shock era el alcohol y el sexo.
'¿Cuándo me volvà tan corrupta?'
Entre ellos, el que la hacÃa sentirse menos culpable era el alcohol.
"Bebe un poco despacio".
Grace bebió un trago de champán. Cada vez que levantaba la boca de la copa, el hombre le metÃa en la boca un trozo de tarta de almendras del tamaño de un bocado. Su acto de fingir estar preocupado era tan creÃble que si ella hubiera sido un poco menos inteligente, se habrÃa dejado engañar.
"Haa... No sé nada..."
"No tienes por qué saberlo. OlvÃdalo. OlvÃdalo todo".
Leon abrazó a la borracha y le susurró lo mismo dulcemente al oÃdo.
Ella sabÃa muy bien que aunque él le dijera que olvidara, no habÃa forma de que lo hiciera. En lugar de eso, la debilitó recordándole que olvidara y protegiéndola, haciéndola vulnerable... para que el huevo, que era más duro que el acero, se rompiera con facilidad.
Leon sostuvo a la mujer deprimida mientras la guiaba y tarareaba una canción junto con el sonido de un vals que llegaba débilmente desde fuera de la ventana. Luego le habló a la mujer, que cerró los ojos como si se estuviera quedando dormida.
"¿Sabes bailar el vals?".
Grace negó con la cabeza.
"Yo te enseñaré".
Cuando él intentó ponerla de pie, para su disgusto, Grace se sacudió la mano y enterró obstinadamente la cara en su hombro.
"Sé bailar. Sólo que no quiero bailar contigo".
Estaba demasiado borracha para darse cuenta de que la estaba abrazando alguien con quien no querÃa bailar.
"Qué princesa..."
El suspiro cansado del hombre pasó por su oÃdo.
"Si no te gusto, échame".
Esta vez, soltó un suspiro de asombro. El hombre apretó los brazos alrededor de su cuerpo como si respondiera a las palabras de tirarla lejos y preguntó.
"Entonces, ¿bailasteis tú y ese bastardo un vals en la fiesta de compromiso?".
Estaba realmente celoso de todo. De hecho, era imposible que Grace no supiera que era del compromiso, no del vals, de lo que este hombre estaba celoso.
"No lo sé. Ha pasado tanto tiempo que no lo recuerdo".
"¿Cuándo lo hiciste?"
"Cuando tenÃa diecinueve años".
Siete años no era tiempo suficiente para olvidar por completo lo ocurrido en la ceremonia de compromiso. No obstante, el hombre, cuya atención estaba centrada en otra cosa, no exploró el resquicio.
"¿Por qué lo hiciste tan pronto?".
Fue porque su padre falleció por esas fechas.
El derecho de la familia Riddle a hablar en el liderazgo se debilitó. Cuando su hermano, que habÃa seguido los pasos de su padre y se habÃa sentado en la mesa redonda junto a los ancianos, se puso ansioso, Grace también se puso ansiosa.
Ahora que miraba hacia atrás, se preguntaba si era cierto que todos eran iguales.
'...Otro pensamiento inútil.'
Jimmy, que ya estaba enamorado de ella, propuso un compromiso a Grace, que estaba preocupada por los miembros de su familia que quedaban después de que su padre falleciera. PodrÃan enviar un mensaje a todo el mundo de que la familia Riddle era una sola familia con la familia Blanchard.
La familia Blanchard ocupaba el mayor número de asientos en la mesa redonda, por lo que el compromiso de Grace le daba a su hermano una base bastante sólida.
Pensó que no serÃa mala idea casarse con él de todos modos, asà que respondió con gratitud, pero en retrospectiva, se le ocurrió un pensamiento.
Ahora que lo pienso, Jimmy fue condescendiente, como si fuera un gran benefactor'.
Cuando los dos se cogieron de la mano y anunciaron sus planes de compromiso, la reacción de los que les rodeaban fue diferente a la esperada. No hubo mucha gente que la felicitara de buena gana. Aunque la mayorÃa de la gente no se oponÃa rotundamente, se esforzaban por desanimarla, diciendo que era demasiado pronto.
Su madre incluso llamó a Jimmy y habló con él a solas durante más de una hora, pero no le contó hasta el final lo que se habÃa hablado.
Y su hermano, que se habÃa mostrado entusiasta a favor de su compromiso, acabó por instar a Grace a que rompieran el compromiso y se marcharan juntos cuando él partiera para el ejército revolucionario.
'Un momento, toda esa disuasión es en realidad porque soy un soldado medio revolucionario...'
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