Reina de las Sombras 233
SS3-3 Amor puro (3)
"Esta cortina es demasiado oscura. Da la sensación de que está desajustada. Creo que serÃa mejor cambiarla por el patrón de espiga que anunció el Sr. Carlo"
"De acuerdo, la reemplazaré"
Khalif anotó en su cuaderno cada palabra que decÃa Elena.
Elena recorrió el vestÃbulo principal, que se llama la cara del hotel, y buscó la parte débil.
"Esta pared se siente muy vacÃa. Creo que serÃa bueno colgar un cuadro"
"Lo consideraré principalmente para los novatos"
"La iluminación es buena, pero hay algunas zonas donde no llega la luz. Lo veo demasiado hinchado, asà que por favor instala algunos candelabros aquà y allá para dar un toque de ambiente"
"Yo también me encargo de eso"
Elena, que miraba el salón principal, pensó.
"Debe haber sido difÃcil para ti, Khalif. Como dije, es obvio que te ocupaste de los preparativos'.
El Hotel Illuni fue el primer campo de desafÃo de Elena.
Con el desarrollo de la cultura y el arte liderado por el Salón Secret, aumentó el número de aristócratas que visitaban la capital.
Elena preparó el Hotel Illuni con un gesto de venta de emoción.
Por supuesto, muchos aristócratas eran ricos y ya poseÃan mansiones de lujo.
Para diferenciarse, Elena se aseguró de que cada habitación tuviera un aire cultural diferente.
Los muebles, los braseros, los armarios, las alfombras, las cortinas, los ornamentos, etc., encarnaban su estilo cultural basado en la experiencia de primera mano de Elena con los ducados del otro lado del continente, asà como con los reinos, los tres paÃses del norte y la ciudad independiente de Sylence.
Elena creÃa que tal diversidad serÃa una ventaja competitiva para la apertura del Hotel Illuni en el futuro.
"Vamos al salón de banquetes"
No habÃa ningún lugar popular para las habitaciones de los huéspedes, los salones o las salas de banquetes.
Después de mirar por allÃ, el tiempo se estaba acabando para discutir las mejoras y las cuestiones dispersas con los funcionarios de nivel de trabajo.
"Puedes ir por aquÃ"
Era el momento de que Elena siguiera al Khalif lÃder.
"¿Señor?"
Hurelbard, que habÃa estado de pie cerca de la entrada desde antes, habÃa estado observando fuera del hotel.
"¿Qué pasa?"
"Nada"
Hurelbard se mostró reticente, como si no fuera gran cosa.
Elena también se dio la vuelta sin prestar más atención.
Hurelbard, que miraba la espalda de Elena, levantó la barbilla y miró la barandilla del segundo piso.
Allà no habÃa nadie, pero... su corazonada, ferozmente ágil, le decÃa que habÃa habido alguien aquà hace un rato, y que se habÃa ido de allà a toda prisa.
Tras una serie de inspecciones, Elena reunió a los funcionarios de nivel laboral para discutir la dirección del hotel.
La agenda, que comenzó a primera hora de la mañana, terminó un poco después del almuerzo.
"Entonces nos vemos mañana en el salón"
"Si tienes tiempo, me gustarÃa ver a la hermana. La echo de menos porque hace mucho tiempo que no la veo"
La hermana a la que se referÃa Elena era la compañera de Khalif, Lady Kate.
"Me encantarÃa, pero ha tenido problemas para mantenerse"
"¿Qué? ¿Está enferma?"
"No, no es eso"
Khalif se rascó la mejilla.
"Está embarazada"
"¿De verdad?"
"SÃ. Mellizos. TodavÃa no ha pasado el último mes, pero su barriga está un poco ocupada... Parece que son gemelos"
"¡Felicidades, senior!"
Elena se alegró con una gran sonrisa como si fuera su trabajo.
"Bien por ti"
De la vida anterior a la actual, Khalif y Lady Kate han tenido una relación.
Aunque Elena torció el eje de la historia, los dos se atrajeron milagrosamente y llegaron a este punto.
"Gracias, pero todavÃa estoy aturdido"
Khalif parecÃa no darse cuenta de que estaba a punto de ser padre.
"Si son gemelos, lo vas a pasar mal. Se lo diré a Emilio, asà que por favor tómate tu tiempo y quédate con ella"
"¿Puedo?"
"SÃ, está bien porque estoy aquÃ"
Khalif estaba en todas partes.
La ausencia de Elena añadÃa inevitablemente trabajo a Khalif.
Ahora que Elena estaba de vuelta, podÃa tomar su aliento y estar al lado de Lady Kate.
"Gracias por preocuparte. Mi esposa estará feliz"
Ver a su Khalif favorito hizo que Elena se sintiera reconfortada.
Un niño es el fruto de estar con un ser querido.
Un hijo no puede serlo todo, pero no podÃa negar que eran más valiosos que cualquier otra cosa en el mundo.
"Ian"
Un rincón de la mente de Elena se puso nervioso al pensar en Ian, a quien habÃa guardado en su corazón.
"Mira la hora. Olvidé que tenÃa una cita. Voy a ir"
Khalif y Elena, que tenÃa una agenda apretada, se despidieron.
Elena, que salió del Hotel Illuni, llamó a Hurelbard.
"Señor, por favor, vaya al condado de Bastache"
"Entendido"
Hurelbard contestó y fijó el siguiente destino al jinete.
El carruaje recorrió sin parar la capital.
Pasó por el Arco del Triunfo y cruzó la plaza central.
Era la mansión capitalina del Conde Bastache.
El vizconde Bastache, que habÃa conseguido grandes logros en el proceso de supresión de la rebelión de los grandes duques, fue elevado al rango de conde y se convirtió en una de las familias más populares de la capital.
Drrrrrr.
Cuando el carruaje que transportaba a Elena llegó frente a la puerta principal, la puerta de hierro se abrió.
"Bienvenida, L"
Los caballeros que custodiaban la entrada miraron los patrones del Salón Secret tallados en el carruaje, y fueron muy educados.
Normalmente, el orden del dÃa era comprometerse previamente o preguntar el propósito de la visita, pero por alguna razón, Ren hizo una excepción con Elena.
Trak. Trak.
Los árboles de metasequoia se alzaban en fila frente a la ventana del carruaje que atravesaba la mansión del conde.
Incluso los frescos y refrescantes árboles le recordaban que aquà fue donde se libró la última batalla y donde murió el Gran Duque Friedrich.
"Hemos llegado"
Elena bajó del carruaje escoltada por Hurelbard.
Entonces saltó un hombre de unos 40 años, que se creÃa mayordomo. Ella pudo sentir la urgencia del sudor en su frente.
"HabrÃa sido mejor si hubieras enviado un mensaje antes de venir"
Elena suspiró en silencio mientras miraba al mayordomo, que se estremeció ante su cortesÃa.
¿Cómo diablos le dijiste que me tratara, hombre?
Aunque el emperador Sian la visitara, era poco probable que mostrara tal figura añadiendo una pequeña mentira.
Le preocupaba que Elena estuviera de mal humor y que se le escapara el cuello cuando saliera de sus ojos.
"... Me he pasado por aquÃ. ¿Está Ren aquÃ?"
"¿SÃ? Está aquÃ... Entremos"
Los ojos de Elena se entrecerraron por la vacilación del mayordomo.
Parece que hay algo que ocultar, asà como notar, pero ella fingió no saberlo.
El mayordomo le dijo a Elena mientras la conducÃa al salón.
"Puede tardar un poco, ya que el señor tiene algunos asuntos que atender. El postre y el té estarán servidos"
Elena suspiró por lo bajo cuando el mayordomo se fue.
"No creo que esté en la casa"
"Estoy segura"
Elena estuvo de acuerdo con las palabras de Hurelbard.
"... Si dijera que no, me irÃa, asà que simplemente dio la orden"
Era ridÃculo, pero Elena fingió no saberlo.
HabÃa venido a verlo de todos modos, y tenÃa la intención de reunirse con él si no era demasiado tarde.
"Tengo algo que decir"
Pero como era de esperar, Ren no llegó pronto.
En su lugar, fue agasajada con un surtido de tés y postres de los más finos, difÃciles de encontrar incluso en el salón, y la palabra "maestro" no era demasiado generosa.
El mayordomo trajo a un violinista para que tocara, aunque no fuera suficiente.
La fluida melodÃa hizo que los oÃdos de Elena se sintieran cómodos.
'Puede que haya un músico, pero por alguna razón no se ve bien con Ren'
Si es un conde, puede tener músicos separados.
Desde el punto de vista de los músicos, podÃan obtener un ingreso estable a través del mecenazgo, y desde el punto de vista de la aristocracia, era fácil para los oÃdos, asà que los intereses de ambas partes estaban alineados.
¿Pero por qué?
No sabÃa cómo sabÃan qué canciones tocar, pero todas eran del estilo favorito de Elena.
Como si hubiera reconocido las canciones a propósito.
¿Cuánto tiempo ha pasado?
Toc, toc.
Oyó un golpe fuera de la habitación, y la puerta se abrió.
"¿Por qué vienes aquà sin avisar? No sé por qué estoy tan excitado"
Ren, que se metió una mano en el bolsillo del pantalón, sonrió.
Desde su ropa de espÃritu libre, pasando por su desordenado pelo castaño, hasta su tambaleante figura, parecÃa el mismo a pesar de que hacÃa mucho tiempo que ella no lo veÃa.
"¿Dónde has estado?"
"Estaba en el trabajo. Incluso después de todo esto, sigo siendo un Conde, y estoy ocupado con la construcción"
Ren se sentó con las piernas cruzadas en el sofá frente a Elena.
Hurelbard hizo una ligera reverencia silenciosa y evitó la mesa para que pudieran conversar.
"Lo escupirÃas y mentirÃas al respecto, ¿no es asÃ? TenÃas prisa, tu pelo se agitó con el viento y la suciedad de tus zapatos se desprendió un poco"
"¿No vas a fingir que no lo sabes? ¿Conoces todas las afectaciones vergonzosas?"
A diferencia de sus palabras, la sonrisa en los labios de Ren se hizo más gruesa.
Elena se agarró la frente con un dolor de cabeza apresurado, como si pensara que incluso eso era interesante.
"¿Qué demonios te pasa? Si te pido una cita, la evitas"
"Odio las citas"
"¿Qué demonios tiene eso de odioso?"
"¿Esperar?"
Ren se rió mientras se pasaba el flequillo por encima.
Es costumbre que los aristócratas fijen una fecha de cita mediante cartas antes de reunirse.
De esta manera, la reunión tendrá lugar al menos entre dos y quince dÃas después.
Los nobles de la capital también tenÃan una agenda apretada, ya que se ocupaban de las tareas que les llegaban de los territorios locales y celebraban reuniones para reforzar el ambiente social.
Asà que ajustó el tiempo para fijar la hora de la cita.
Era una cortesÃa para respetarse mutuamente.
Pero Ren estaba lejos de eso.
Francamente, dudaba que hubiera algún noble con el que relacionarse.
"Ja. No hables. ¿Por qué me seguiste en el Imperio?"
preguntó Elena con una mirada cansada.
"¿Quién? ¿Yo? Siguiéndote a ti"
"Entonces quién serÃa"
"Qué curioso"
Elena sacudió la cabeza mientras miraba a Ren, que se hacÃa el inocente.
Ella ya habÃa identificado las caracterÃsticas de las técnicas de espada que se creÃa que habÃa utilizado Ren a través de Hurelbard.
Fue sólo después de que lo sorprendieran fingiendo no saber.
"No, ¿por qué no te fuiste conmigo si ibas a hacerlo? ¿Por qué ni siquiera diste la cara?"
"¿No soy yo?"
"No eres tú. ¿Cómo que no eres tú?"
Los labios de Ren se movÃan a pesar de que su boca estaba en extrema negación.
Elena suspiró porque sabÃa que le dolÃa la boca después de hablar más.
"He venido a dar las gracias, asà que tal vez no tenga que hacerlo"
"Qué clase de palabras vergonzosas tienes entre nosotros"
"En serio..."
Elena acabó levantando la bandera blanca como si hubiera perdido.
"Gracias. Gracias por protegerme siempre"
"¿No soy yo?"
"Es suficiente"
Elena, que terminó su asunto, se puso de nuevo el sombrero cloche, que se quitó durante un rato.
"¿Ya te vas?"
"Estoy ocupada. He sacado tiempo de mi dÃa para venir a hablar contigo. Y ver tu cara"
"¿Ya que estamos, usamos un poco más?"
"¿Tienes algo que hacer?"
"¿Por qué no? Puedo hacerlo"
Preguntó Elena ante las seguras palabras de Ren.
"Entonces, ¿qué vas a hacer?"
"Vamos a comer juntos"
Finalmente, Elena recordó que habÃa venido a la casa del Conde para almorzar con él.
Aunque comió el postre mientras esperaba a Ren, tenÃa hambre porque habÃa consumido su poder mental mientras revisaba el Hotel Illuni.
"¿Funciona?"
Ren sonrió al ver que Elena dudaba.
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