Reina de las Sombras 224
SS2-6 En el Futuro (6)
Ella no podÃa saber lo que él realmente querÃa y lo que ella querÃa. No sabÃa si por eso era asÃ. Ella no querÃa que él fuera infeliz una y otra vez con los mismos errores.
'¿Es realmente esa la razón?'
Elena respondió a la pregunta sin dudar. Era cierto. Ella sólo querÃa que Sian fuera feliz, pero no querÃa más que eso. Ese corazón seguÃa siendo el mismo, incluso ahora. No, su corazón no importaba. Porque debÃa serlo. Eso era lo mejor. Pero a menudo hay momentos en los que esa determinación se tambalea. Como ahora.
"No hagas más eso"
"Su Majestad"
"Puedes ser egoÃsta conmigo. No, deberÃas"
"¡...!"
Los ojos de Elena temblaban. Siempre era asÃ. De una manera dulce y firme, la comodidad de Elena era la principal prioridad.
Fue entonces. Sian extendió su mano sin avisar y tocó la frente de Elena. El rostro avergonzado de Elena se puso rojo. La calidez de Sian se transmitió a ella.
"S-Su Majestad"
"Sólo estoy midiendo si tienes fiebre. Afortunadamente, la fiebre ha bajado mucho. Entonces me voy a ir. Quiero quedarme más tiempo, pero no creo que puedas descansar si me quedo más tiempo"
Sian forzó una sonrisa. Aunque quisiera estar a su lado, era triste que no pudiera estar allÃ. Sian miró a Elena tumbada en la cama y continuó.
"No sé si es correcto hablar de esto ahora, pero no creo que tenga oportunidad, asà que ¿puedes escucharme?"
"SÃ, está bien. Adelante"
Elena fingió estar tranquila para ocultar su vergüenza.
"Cuando encuentre la estabilidad, hay un lugar al que quiero ir contigo"
"¿Dónde?"
"No es un lugar grande. Pero, realmente quiero que vayamos juntos"
"Espera, ¿sólo nosotros?"
Elena, que sintió un sutil matiz en las palabras de Sian, volvió a preguntar.
"Sólo tú y yo"
"¡...!"
Elena se sintió avergonzada al ver que Sian enfatizaba a las dos personas casualmente.
"Nosotros. ¿Por qué haces esto de repente?"
Sian siempre era amable y cortés. Hoy, sin embargo, era sutilmente diferente de lo que habÃa mostrado antes. Como si no le dijera el lugar, estaba muy activo. Como si hubiera experimentado un cambio de actitud mientras Elena estaba acostada.
"Pero, Su Majestad. Cualquier descuido..."
Elena dudó, incapaz de dar una respuesta. No era porque fuera tÃmida o estuviera avergonzada. La preocupación por el 'matrimonio nacional' se escondÃa en las palabras que cada vez se hacÃan más pequeñas.
'Tengo que decir que no'
Odiaba la forma en que la razón precede a la emoción, pero no podÃa evitarlo. El matrimonio nacional era un asunto serio entre paÃses. No importaba el destino ni el motivo. El hecho de que el Emperador Sian y L, se acompañaran mutuamente, levantarÃa controversia y afectarÃa al matrimonio nacional.
"Tú..."
Sian trató de sacar algo a relucir, pero le cerró la boca. Intentó acercarse a ella constantemente, pero Elena no se dio por vencida. Pero, él no la culpó. Porque sabÃa que incluso esa era su consideración hacia él. Asà que Sian se tragó las palabras. Aunque le llevara tiempo, querÃa demostrar su sinceridad con hechos y no con palabras.
"Sé lo que te preocupa. Por eso, quiero ir contigo pero con una mujer que no seas tú"
"¿Qué? No entiendo bien. Soy yo, ¿qué quieres decir con que no soy yo?"
Elena miró las misteriosas palabras. Lo pensó, pero no se le ocurrió una respuesta adecuada.
Sian sonrió débilmente a Elena de esa manera. La sonrisa parecÃa pasearse por algún lugar de su memoria.
"Hace mucho tiempo que no los veo"
"¿Qué? ¿De quién estás hablando?"
"Ella fue lo suficientemente inteligente como para señalar mis fechorÃas, y era una junior que guardaba su encanto"
"¿Junior? Ah!"
Algo pasó por el cerebro de Elena, que masticaba la palabra junior. Cuando lo miró por si acaso, Sian asintió.
"¿Quieres venir conmigo? LucÃa"
"¡...!"
Los ojos de Elena se agrandaron como una linterna.
***
Elena, que se levantó después de un dÃa de descanso, volvió a tener una agenda apretada. Como no era una persona que postergara el trabajo, tuvo que pasar cinco dÃas más apretados para tener un dÃa de tiempo libre. Incluso después de discutirlo con May, algunos horarios eran manejables porque Emilio los jugaba en su lugar.
"Ahora estoy bajo de apariencia"
Elena sonrió torpemente al ver el disfraz frente al espejo. TenÃa los ojos ligeramente caÃdos por el maquillaje, la mandÃbula redonda y el pelo castaño y pulcro. Y se puso unas gafas negras con montura de cuerno de aspecto intelectual y un vestido brillante pero cómodo para el exterior. Se trataba de LucÃa, otra figura de Elena, modelo de la obra de Rafael "Belladonna" y becaria andante de la academia.
"¿LucÃa va a flipar? Es tan diferente, ¿Cómo la he imitado?".
Elena se rió sin darse cuenta.
Salvo por lo común que era el pelo peinado, el disfraz de Elena y la apariencia real de LucÃa eran muy diferentes. En particular, la energÃa de LucÃa, que ilumina a la gente a su alrededor, no era algo que ella pudiera imitar. Elena, que llevaba el pelo bien atado, preguntó a Hurelbard en el espejo.
"¿Qué dice usted, señor? ¿No cree que es perfecto?"
"..."
Hurelbard guardó silencio. Aunque era él quien no escuchaba las pequeñas palabras de Elena, estaba incómodo como si tuviera un dolor de corazón o algo asÃ.
"¿Cuánto tiempo vas a estar enfurruñado?"
Hurelbard agachó la cabeza como si se hubiera mareado. Sin embargo, volvió a decir que no se sentÃa aliviado.
"Señorita, permÃtame acompañarla. Mantendré la distancia para que Su Majestad no se dé cuenta"
"Señor"
Elena, que hablaba con Hurelbard en el espejo, se volvió y lo miró. Los ojos de Hurelbard estaban llenos de ansiedad y preocupación. Como era un noble caballero de hielo que sólo vive con Elena como centro del mundo, no era deseable enviarla sola. Elena le dijo buenas palabras porque sabÃa la verdad.
"No te preocupes. La seguridad pública cerca de la capital es una de las mejores del Imperio"
"Pero"
"Aunque ocurra algo desagradable, Su Majestad está ahÃ. Aunque no dependa de él, estoy segura de que podrá protegerme lo suficiente"
Elena reconoció a Sian, y no se olvidó de animarlo para que no se ofendiera. La historia cambió y el nombre de Hurelbard, el Caballero del Hielo, fue omitido de las Tres Espadas del Imperio, pero era el mejor caballero en la mente de Elena.
"MÃrame. ¿Quién podrÃa pensar que soy L? Si me ves en la calle, no me reconocerÃas"
"Puedo reconocerte de un vistazo"
"Mentira"
"Es verdad"
"No me reconociste y te vi retorcerte"
"¡Eso!"
La burla de Elena rompió la cara de póker de Hurelbard. Elena estalló en carcajadas porque su cara era tan bonita que no podÃa reÃr ni llorar.
"Asà que siéntete libre. Es sólo hoy. Te prometo que no te dejaré atrás otra vez"
"Ja, entendido"
Hurelbard aún no se sentÃa aliviado, pero ya no era terco. Después de persuadir a Hurelbard, la expresión de Elena se volvió cómoda, como si hubiera puesto el peso de su corazón en su cara.
"Piensa en ello como en unas vacaciones. Nunca te tomaste un descanso por mi culpa. May, tú eres igual. Descansa un poco".
"SÃ, señorita"
May contestó que lo harÃa de forma suave. No sabÃa si realmente descansarÃa porque ella es la dueña y la ayudante.
Elena salió de la habitación cuando llegó la hora de reunirse con Sian. Cuando llegó al pasillo al final del anexo, envió a May y a Hurelbard de vuelta.
"Desde aquÃ, iré sola. Si vais juntos, será sospechoso"
"Que tenga un buen dÃa, señorita"
"Por favor, tenga cuidado"
Elena saludó con una sonrisa y bajó las escaleras de emergencia. Era un pasillo por el que sólo podÃan pasar los puestos clave del salón y por el que se podÃa entrar y salir en secreto.
Elena, que salió del salón, se dirigió a un refugio creado entre la basÃlica en forma de frente. Como la fuente estaba construida, era popular como lugar de encuentro.
"Incómodo"
Para Elena, caminar sola por la calle era muy poco. Salvo en sus años académicos, siempre iba acompañada por Hurelbard o May, lo que es más.
Elena, que llegó a la estatua del ángel fuera de la fuente para evitar la multitud, miró a su alrededor. No pudo ver a Sian porque llegó un poco antes de la cita.
"Tiene que ser hoy. Es un cÃrculo vicioso que nos encontremos asÃ"
Elena se quebró. Sian es ahora la cara del emperador, mostrando las calificaciones del emperador. El matrimonio nacional es una buena oportunidad para fortalecer las relaciones con un reino comparable al imperio y continuar el reinado. Ella no querÃa arruinarlo.
Pero la contradicción es que Elena vino aquà aunque lo sabÃa. Fue porque no podÃa rechazar la petición de Sian, pero sabÃa que eso no era todo. Lo ignoró y fingió que no lo sabÃa.
"LucÃa"
Elena giró la cabeza por reflejo ante la voz familiar.
"¿Su Majestad?"
Los ojos de Elena se abrieron de par en par. Era chocante ver a Sian arrastrando un caballo negro. Por otra parte, llevaba un sombrero fedora y gafas para ocultar su notable pelo negro, y parecÃa demasiado viejo. Además, llevaba una chaqueta de vestir y un bastón de caballero en una mano, pero era tan antiguo que ella se quedó sin palabras. Se sentÃa como si hubieran vuelto al imperio hace diez años.
"Ese tÃtulo es peligroso. Será mejor que me llames Sian"
"..."
"¿Por qué me miras as�"
Cuando Elena no pudo apartar los ojos y siguió mirando, Sian le devolvió la pregunta.
"Es demasiado. Nunca te habÃa visto asÃ"
"¿Es extraño? Intenté vestirme lo más sencillo posible con Den"
Sian miró de arriba abajo al punto de Elena. Sin embargo, puso cara de no saber.
"Es normal. Es un poco viejo. Pero sigue teniendo buen aspecto"
Elena hablaba en serio. Era una vestimenta que llevarÃan los nobles de mediana edad, pero era elegante a su manera. El look iba bien con la gentil e inteligente Sian.
"Me alegro de tener buen aspecto. Estaba preocupada por dentro"
Elena sonrió ante la aliviada Sian. ¿CreerÃa alguien que Sian, el emperador del Imperio, agonizaba por su ropa?
"Vamos. Hay muchos ojos"
Era tranquilo en comparación con la fuente, pero este lugar también es el centro de la capital. Además, el educado atuendo de caballero de Sian atrajo la atención de las jóvenes que le rodeaban. Era precisamente por la escultural versión original que no podÃa ocultarse ni siquiera con la cortesÃa.
"Claro"
Sian, que puso un bastón de caballero en la silla de montar, extendió cortésmente su mano.
"E-Espera. No vamos a montarlo juntos, ¿verdad?"
"¿Por qué no lo crees?"
"E-Eso es..."
Más bien, Elena se sintió avergonzada por la pregunta que le devolvió. Por supuesto, ella esperaba usar un carruaje o ir en sus propios caballos, asà que lo estaba aún más.
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