Reina de las Sombras 3
El ascenso de la venganza (3)
"No hagas eso..."
"Te dije que volvieras"
"Lo siento, no puedo hacerlo porque me han dicho que te lo entregue"
La voz del barón Frederick, que apenas reprimÃa su descontento ante la desobediencia de Grace, se alzó.
"¿Estás escuchando lo que estoy diciendo ahora? No lo diré dos veces. RetÃralo ahora mismo. Vamos"
"Cariño, ¿qué demonios pasa?"
Cuando su marido, que siempre habÃa sido tranquilo, se enfadó, Chesana se puso nerviosa.
"No hace falta que lo sepas. No tienes que mirar"
La mano del barón Frederick, que tenÃa el pergamino, se tensó.
"¡Qué demonios! Ve y devuélvelo"
"Lo siento, pero no puedo cumplir. Dejaré la nota, y sólo volveré"
"¡Grace!"
A pesar de los gritos, Grace no se movió. Aunque no tenÃa territorio, el Barón Frederick también era un noble. Su semblante cambió de rojo a azul como si se sintiera insultado por la desobediencia del mayordomo. Elena, observando la tensa situación, se refirió al papel de pergamino.
"¿Puedo verlo?"
"¡No tienes que verlo!"
A pesar de la respuesta nerviosa, la reacción de Elena fue tranquila.
"Es sobre mÃ, ¿verdad?"
"¿Qué?"
"He preguntado si se trata de mÃ"
"¡...!"
Sorprendido, el barón Frederick dudó en contestar. La respuesta convenció a Elena.
"Supongo que tengo razón"
"Querida"
"Quiero saberlo. Eso es lo que tengo que hacer"
Elena retiró cuidadosamente el pergamino arrugado de las manos del barón Frederick. Al principio, el barón Frederick no quiso levantarse y dudó, pero cuando Elena lo miró en silencio, relajó su agarre.
Elena leyó el pergamino arrugado.
Elena estalló en carcajadas al leer la última frase de un tirón. Este pergamino era una propuesta. Un paquete de cajas es una especie de regalo que se envÃa como garantÃa de la propuesta. En otras palabras, ser una concubina para el señor.
"Qué curioso"
Si fuera Elena en el pasado, habrÃa estado llorando, gritando y haciendo un gran alboroto ante la noticia. Concubina. Ella debe haber sentido una sensación de desesperación ante el mundo. Pero ahora no.
'No puedo creerlo, pero no está fuera de mis expectativas'
Leabrick. Esa es ella. Leabrick querÃa que Elena se desesperara. AsÃ, fingirÃa estar consolándola hasta que tomara la mano de la salvación. Después de hacer que Elena creyera y confiara en ella, se comerÃa todo, ya sea el hÃgado o la vesÃcula. Y si el valor de uso se agotara y quedara inservible, la matarÃa.
'Si fuera en el pasado, te tomarÃa de la mano. Pero ya no. De la forma en que me lo hiciste, te lo devolveré'
El barón Federico miró a Elena, que guardaba silencio, y dijo.
"Elena, no te adelantes. Esto es unilateral e injusto. Veré al señor y hablaré con él".
En cuanto terminó de hablar, entró en la habitación, se puso el abrigo y salió.
"Veré al señor y rechazaré la propuesta"
"Cariño, dime. Esto no es realmente asÃ"
Fue cuando el barón Frederick, que intentaba entablar una negociación, empezó a discutir con Chesana. La alarma se disparó y la mente de Elena.
'¡No puedo dejar ir a padre!'
La trampa de Leabrick comenzó con el acoso a su familia. En la vida pasada, fue encarcelado mientras protestaba contra el señor que intentó casarla como su concubina.
'Tengo que crear un nudo en su cuerda'
Elena tenÃa un corazón fuerte.
"Está bien, padre"
"¿Qué?"
"E-Elena. ¿Qué quieres decir con que está bien?"
"Me ocuparé de ello. Por favor, espera un momento"
Elena, buscando la comprensión unilateral, se dio la vuelta.
"¿Puedes pasarle este mensaje?"
Cuando Elena se acercó de repente y le habló, Grace, el mayordomo, que estaba allà de pie, pareció sorprendida.
"DÃgale que los regalos que envió..."
Los ojos de Elena se doblaron como medias lunas. Era la sonrisa que hechizaba al mundo social del imperio.
"Los he recibido con gratitud..."
"¡...!"
"¡Elena!"
Fue casi al mismo tiempo que estalló el asombro del barón Federico y de Chesana. En el ducado, aceptar un regalo por una propuesta era lo mismo que aceptar la propuesta. El barón Frederick gritó ante las precipitadas palabras y acciones de Elena.
"¡¿De qué demonios estás hablando?! Elena vas a ser una concubina toda tu vida!"
"... No se puede evitar"
Elena seguÃa sonriendo. Sin embargo, no sabÃan lo que esa sonrisa desvelaba.
"Sé que algo espantoso ocurrirá si me niego. No quiero que eso ocurra"
"Tú..."
Los sinceros pensamientos de Elena sorprendieron a la pareja. A pesar de ser nobles medio caÃdos habÃan vivido sin perder su orgullo. Y sus palabras directas fueron desgarradoras.
"Está muy bien. Padre también querÃa que encontrara un buen marido en el mundo social, ¿verdad? Aceptaré esta propuesta"
"..."
"Lo siento, mamá y papá"
La firmeza en las palabras de Elena no tenÃa espacio para el compromiso. Era casi una notificación.
"C-cariño".
El barón Frederick se mordió los labios con fuerza.
"Pero aun asÃ, ¿no hay razón para ser una concubina?"
"Está bien"
"Realmente..."
Elena inclinó la cabeza y le pidió comprensión.
"Lo siento"
"..."
Los labios de la pareja estaban fuertemente cerrados, por lo que no podÃan decir nada. Era doloroso ya que parecÃa que la decisión de Elena de reconocer su situación con calma y aceptarla como un destino provenÃa de su impotencia. Asimismo, el corazón de Elena se sintió incómodo cuando vertió palabras duras.
'Siento haber sido malcriada. Sólo lo haré hoy. AsÃ, mi familia podrá vivir'.
El mayordomo Grace, que habÃa leÃdo la habitación, se escabulló.
"Me apresuraré a contarle las buenas noticias"
Después de que se marchara, se hizo un pesado silencio en la casa. Se produjo una atmósfera sombrÃa, como si el lacónico y sereno desayuno fuera una mentira.
"Elena, por más que lo miro, no creo que sea esto. ¿Qué te falta?"
Chesana no pudo mantener la boca cerrada. Sus ojos se humedecieron al sentirse mal por Elena, que vivirÃa como concubina de un viejo señor.
"No llores"
"Lo siento, mamá. Lo siento"
"Viviré feliz, asà que no llores"
Elena tomó la mano de Chesana con fuerza. Ella sabÃa que la cálida comunión puede ser un mayor consuelo que diez palabras.
"Pero no lo harás, no lo harás"
El barón Federico murmuró ante la impotencia y la angustia que le llegaba. ParecÃa incapaz de aceptar la realidad.
"Al menos ahora veré al señor. Una concubina. ¿Cómo te hemos criado...?"
"No es culpa de padre, es mi elección"
"No es demasiado tarde. Nosotros, los padres, daremos un paso adelante y corregiremos la elección equivocada de nuestro hijo"
Elena negó con la cabeza.
"No hagas eso. Si realmente me amas, por favor confÃa en mà y vela por mÃ"
"Tú..."
La petición de Elena se alojó en lo más profundo del corazón del barón Federico. Si sus padres no eran de fiar, le preocupaba cómo serÃan sus padres para ocuparse de todos sus trabajos.
"... voy a tomar el aire"
"Cariño"
El barón Frederick, que ya no tenÃa confianza al ver la cara de Elena, salió de la casa. A Elena le pesaba el corazón al ver a su padre alejarse.
"Voy a tomar un descanso"
"SÃ"
Chesana giró la cabeza con una mirada sombrÃa. Sabiendo que nada podÃa servir de consuelo, Elena volvió penosamente a su habitación.
Thud
Elena, que cerró la puerta con llave, apoyó la espalda en la puerta.
"Os he hecho demasiado daño"
Lamentó haber tenido que llegar tan lejos.
"No miremos atrás. Miremos hacia adelante"
Con un fuerte apretón en su debilitado corazón, Elena caminó hacia la pared con una expresión decidida. Y corrió las cortinas instaladas para evitar las corrientes de aire en invierno. En la pared expuesta estaban pegados unos papeles del tamaño de la palma de la mano.
El futuro de los próximos cinco años. Estos papeles recordatorios eran una tabla cronológica de los acontecimientos que ocurrirÃan en el futuro. Se atrevÃa a decir que la historia futura irÃa como estaba escrita aquÃ. Y en el centro de ella estará Elena, que ha cambiado. Elena sacó un papel de notas de la parte superior.
Una invitación al banquete de cumpleaños del primer jefe de la familia Friedrich, el Gran Duque Rosette
Esta era la mayor razón por la que Leabrick querÃa apresurarse a llevar a Elena. Este importante evento estaba a sólo dos meses de distancia.
"Fue este dÃa, el primer dÃa que estuve frente al mundo fingiendo ser Verónica"
Los malos rumores se extendieron por toda la capital después de que Verónica no apareciera en sociedad durante unos años, diciendo que habÃa huido con un sirviente por la noche, y que el duque habÃa liberado caballeros para capturar a Verónica.
El ambicioso Gran Duque no tuvo más remedio que ser sensible a su reputación para convertir a Verónica en emperatriz en el futuro. Era necesario acabar con los rumores lo antes posible, pero la forma más segura era mostrar a la princesa Verónica con buena salud a la sociedad noble.
"Lo estoy deseando. Entonces no sabÃa qué hacer y seguà ciegamente sus órdenes, pero ahora no tengo motivos para hacerlo"
Fue Elena quien tomó la delantera en el tablero. Incluso el Joker, que podÃa voltear el tablero en cualquier momento, estaba en su mano.
"Ahora te toca a ti"
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