Reina de las Sombras 182
Guerra total (2)
En cuanto se dio el permiso, tres nobles que estaban esperando entraron en el despacho.
"Bienvenidos"
El rostro lleno de Verónica estaba embadurnado de una suavidad que nunca se habÃa visto antes. Estas tres personas son la cuerda de oro. Si puede utilizarlos bien y ponerlos de su lado, podrá presionar a L y Salon sin la ayuda del Gran Duque Friedrich. La pregunta es si la ayudarán...
'Es imposible no ayudar si tienes cerebro, ¿no?'
Verónica se mostró confiada. El nombre de Friedrich, que la sigue, y el tÃtulo de único heredero, es suficiente para conmoverlos. Aunque el Gran Duque Friedrich sigue vivo ahora, el tiempo no puede desaparecer. Antes de eso, los tres nobles no serÃan tan tontos como para perder la oportunidad de atrapar la lÃnea de Verónica.
"Siéntense"
Verónica los saludó con una sonrisa amistosa que nunca antes habÃa hecho. Los tres nobles inclinaron la cabeza y se sentaron en fila en el sofá.
"Os he visto cuando era joven, hace mucho tiempo que no os veo, pero puedo recordar vuestras caras"
"... ¿Has dicho que hace mucho tiempo que no nos ves?"
El Conde Boroni sonrió ante el asombro. Como la vio hace sólo unos meses, Verónica hablaba como si no lo hubiera visto en años.
Verónica no pudo leer sus sutiles sentimientos y se ocupó de decir lo que tenÃa que decir.
"¿Has mirado por la calle Noblesse?"
"SÃ, de hecho voy a ver a la Princesa..."
Verónica cortó las palabras del vizconde Norton, que las sacó con cuidado.
"TodavÃa es una calle inacabada, asà que lamento escuchar eso, pero mejorará. Estoy muy contenta de que tres de ustedes hayan venido a verme"
"¿Qué? Por supuesto, es..."
"Tienes un ojo para las edades. Quizá por eso quiero acercarme a vosotros tres"
Verónica incluso sonrió fuera de lugar y elogió a los tres nobles por sus acciones. Los tres nobles parpadearon entre sà como si la respuesta de Verónica fuera completamente incomprensible.
"Disculpe, Su Excelencia"
"SÃ, barón John. Hable cómodamente"
"Mirando por la calle Noblesse, el área de algunas de las calles que se abren era más pequeña de lo que esperaba. Probablemente no tenÃa suficientes fondos. ¿Por qué es tan lento?"
El rostro de Verónica se endureció al preguntarle. Hablar de la zona e incluso mencionar la falta de fondos sonó como un matiz de búsqueda de responsabilidades. Como si hubieran esperado justo a tiempo para que se abriera la puerta, el conde Boroni y el vizconde Norton también hicieron preguntas.
"Si no le importa, ¿puede hablarme de la evolución de las ventas?"
"¿Puedo saber cuándo será la inauguración completa? Si es asÃ, ¿tiene algún plan para revertir la situación?"
"Basta"
Verónica tenÃa una expresión de escalofrÃos. Su rostro, que llevaba el flequillo hacia arriba, estaba impregnado de un fastidio insoportable.
"¿No crees que son preguntas presuntuosas?"
A pesar de la intimidación de Verónica, la actitud de los tres nobles no cambió.
"Me disculpo si ha sonado incómodo, pero creo que merecemos saberlo"
"Su Alteza la Princesa, por favor, póngase en nuestro lugar. ¿Puede quedarse quieto?"
"No estoy pidiendo responsabilidad. Estoy tratando de idear un plan. No creo que tengas que ser tan poco cooperativa"
Verónica tenÃa una mirada seria. En su vida, nunca habÃa sido sometida a tal acoso por parte de los nobles. Estaba nerviosa por saber qué demonios creÃa y hacÃa esa gente.
"Creo que será mejor que tengas cuidado con lo que dices"
"No sé qué te pasa, princesa".
"¿Cuando has conseguido ayuda, y ahora has cambiado de actitud?"
"No puedes hacer esto"
¿Esta gente está loca en grupo?
La frente de Verónica estaba distorsionada. Si esto es suficiente, es comprensible, pero el acto de tratar de coincidir sin darse cuenta está muy fuera de lugar. Era el momento de asegurarse de que las cosas a la sombra del Gran Duque debÃan ser entendidas. Cuando pidió ayuda hace un rato, las palabras del vizconde Norton resonaron en sus oÃdos.
"Un momento, ¿he recibido ayuda? ¿Qué quieres decir?"
"¡Ho! ¿Estás seguro de que estás haciendo esto?"
"Eres demasiado. ¿Ya has olvidado que provocamos la caÃda de Leabrick a petición de Su Alteza?"
Los ojos de Verónica temblaron violentamente. Los comentarios que nunca habÃa imaginado salieron de la boca del Barón John.
"¿De qué se trata? Por favor, explÃquelo para que pueda entenderlo"
Si Verónica estaba enloqueciendo de frustración, los tres nobles enloquecÃan en otro sentido.
"No sabemos por qué estáis haciendo esto. ¿No nos pidió Su Alteza que nos acercáramos y reuniéramos la opinión pública para que Leabrick fuera destituido?"
"¿Yo? Yo nunca he hecho eso..."
El rostro de Verónica se puso serio por un momento. La actitud dubitativa de Verónica derramó palabras como si el Conde Boroni se estuviera quedando sin calor.
"¿Eso es todo? ¿No aceptó la inversión prometiendo compartir los beneficios en la calle Noblesse? ¿Se lo va a quitar porque no lo sabe?"
Verónica estaba despistada. Lo que dijeron los tres nobles fue tan enorme que ni siquiera ella pudo soportarlo.
"SabÃa que lo harÃas, por eso te he traÃdo un certificado escrito a mano. MÃralo con tus ojos"
El barón John metió la mano en el bolsillo de la chaqueta y sacó el sobre. Lo abrÃ, saqué el papel de pergamino más fino y se lo di a Verónica para que se vieran las cartas.
"Dámelo"
Verónica se lo llevó y lo leyó por debajo. El contenido era que Verónica comparte los beneficios generados en la calle Noblesse y garantiza los derechos comerciales con la condición de que reciba cantidades astronómicas de inversión.
"Esa perra se atreve..."
La mano de Verónica, murmurando en voz baja, sonó.
"¿Cómo se atreve a actuar como yo y a hacerme esto?"
Verónica, que vio la letra del certificado, dudó de sus ojos. La letra era tan parecida que no sabÃa si realmente la habÃa escrito ella. En particular, la firma de la columna de firmas era la misma que la suya.
Cualquiera podÃa creer que Verónica lo habÃa firmado. El problema es que no hay manera de romper esta situación. Las pruebas eran tan claras que no podÃan aceptarlo aunque no fuera Verónica. Los sentimientos de Verónica, que nunca habÃa sentido en su vida, la calentaron aún más y la emocionaron.
"Para. Parad"
Advirtió Verónica por lo bajo, pero los tres nobles con los ojos vueltos hacia arriba no cesaron en su empeño.
"¿Vas a seguir fingiendo que no lo sabes?"
"Los tres hemos invertido una cantidad astronómica de dinero. Creo que tenemos derecho a conocer las ventas"
"Dime en qué demonios has invertido esa gran cantidad de dinero"
"En... esto"
El rostro de Verónica, que no lograba superar su enfado, se calentó. Fue un instante en el que se sintió agraviada. No podÃa soportar que la interrogaran los aristócratas, que no podrÃan haber disfrutado del poder del presente sin la ayuda del Gran Duque.
"Salgan"
"¿Salir? Estamos aquà para tener una conversación"
"¿No es asà como nos tratan?"
Volvió a decir Verónica.
"Lárguense cuando dije esas cosas. Ahora mismo"
"¡Su Alteza la Princesa!"
Las caras de los tres nobles también estaban llenas de ira. Como su oponente era Verónica, no podÃan empujarla hacia adelante, pero estaban disgustados porque sólo fueron utilizados y abandonados.
"Eres demasiado. ¿Cuándo dijisteis que estabais en el mismo barco, y cómo pudisteis limpiaros la boca as�"
"¿Cuándo os hemos dicho que os responsabilicéis? ¿Acaso no tenemos derecho a conocer la situación actual?"
"¿Responsabilidad?"
Verónica miró fijamente a los tres nobles como si quisiera matarlos. Cuando le decÃan que asumiera la responsabilidad de algo que no habÃa hecho, se indignaba. Como resultado, era natural que la boca de Verónica, llena de emoción, no pudiera decir buenas palabras.
"¿De qué quieres que me haga responsable?"
"¿Es esto realmente lo que quiere decir Su Alteza la Princesa?"
El más viejo de los tres nobles y el más influyente conde Boroni preguntó por su intención. Pero Verónica no tenÃa intención de hablar.
"¿No me oyes? Te he dicho tantas veces que no estoy de humor para una conversación"
"Te vas a arrepentir"
"¿Arrepentir?"
Verónica se rió como si estuviera llena de energÃa. Era molesto ver que cosas que no eran lo mismo trataban de presionarla con el arrepentimiento.
"¿Me estás amenazando?"
"Su Alteza la Princesa, le pedimos que nos respete más"
El tono del Conde Boroni era cortés. Pero no podÃa sonar bien a Verónica.
"¿Quién es la razón por la que vives as�"
"..."
"Sólo hay un respeto que puedo darte. Vete cuando puedas"
Verónica señaló con el dedo la puerta. Significaba que no querÃa hablar más.
"No hay nada más que decir. Volveré mañana"
"De acuerdo. No sé si estaré libre mañana"
Las cejas del Conde Boroni se movieron.
Eso equivalÃa a decir que no se reunirÃa con ellos aunque vinieran pronto.
"Vale... lo entiendo. Si ese es el significado de la Princesa, lo sabré y me alejaré. Vamos"
El Conde Boroni se inclinó por cortesÃa y se dio la vuelta. El vizconde Norton y el barón John miraron a Verónica con ojos de desaprobación y salieron del despacho con frialdad.
"¡L! ¿Qué demonios has estado haciendo, haciéndote pasar por m�"
Verónica, que no podÃa vencer su temperamento, tiró todo lo que habÃa sobre el escritorio como si lo hubiera borrado. De repente agarró las tijeras de cabeza como si le bastara con eso.
Verónica derribó el sofá como una loca con las tijeras. En este momento, no era el sofá sino L lo que Verónica estaba apuñalando.
"¡L! ¡Muere! ¡Muere! ¡Muere! Muere!"
El cuero se rasgó y los pelos se escaparon de él y se dispersaron. Para Verónica, cuyos ojos se volvieron, eran de carne y hueso de L.
En ese momento. Los tres nobles que se trasladaron a la residencia del conde Boroni mantenÃan una profunda conversación sobre su trabajo de hoy.
"Conde, ¿va a dejar las manos quietas?"
"¿No has visto la actitud de la Princesa? No deberÃa quedarse quieta. Qué fácil es mirarnos y limpiarse la boca asÃ"
El conde Boroni, que escuchaba en silencio, tenÃa un tono sombrÃo.
"La tapa que recibió la inversión ha desaparecido"
"¿Qué?"
"¿Está seguro de eso?"
El Conde Boroni asintió.
"¿Por qué iba a mentir? Tengo un hombre en ello, y se han ido sin dejar rastro, no mucho después de conseguir el dinero"
"Eso significa que estaba decidida a utilizarnos desde el principio, ¿no?"
"Estoy sin palabras"
El Vizconde Norton y el Barón John estaban llenos de ánimo. A juzgar por las circunstancias de su regreso, la idea de ser utilizados y abandonados por Verónica les pesaba.
"Como saben, es difÃcil demostrar que ha sido investida con un certificado manuscrito ahora que la parte superior ha desaparecido. Sólo dirá que es una falsificación"
"Eso es..."
El vizconde Norton y el barón John no negaron esa afirmación. Es difÃcil de probar legalmente porque el sello de la princesa Verónica no estaba estampado. Lo único que pueden creer es la firma, el sentimiento de escritura de esta época era ineficaz porque era un anillo de nariz cuando se colgaba en la nariz, y un pendiente cuando se colgaba en la oreja.
"Ja, nunca pensé que recibirÃa esto de la Princesa en mi vida"
El Barón John suspiró. Estaba desolado por la idea de que habÃa sido golpeado tan a fondo que estaba fuera de su control.
El Conde Boroni también guardó silencio. QuerÃa anularlo si tenÃa personalidad, pero su oponente es la Princesa, la sucesora del Gran Duque. Se lo tragó por dentro, porque tuvo que correr a la carrera para que le dieran una paliza.
En ese momento, el vizconde Norton, que tenÃa fama de inteligente y de loco, se desahogó.
"Quiero decir. No puedo dejarme vencer asÃ. Creo que deberÃamos aprovechar esta oportunidad"
"¿Tienes una buena idea?"
El Conde Boroni abrió cuidadosamente la boca.
"Hay una cosa"
"¿Funciona? Adelante, dÃgame"
Instó el barón John, que estaba impaciente. El vizconde Norton, que llevaba un rato descansando, se turnó para mirar a las dos personas y respondió con severidad.
"No vamos a pagar más dinero al Gran Duque"
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